Ya llegó por quien lloraban, chiquitas. ¬u¬ JSJSJSAJAJ, perdón.
¿Cómo están? Yo, yo ando algo presionada, maldita escuela. Pero aquí les traigo mi regalo de compensación por desaparecerme. ~/o/
CAPÍTULO 3: ____.
Desperté sola en mi habitación, totalmente desnuda y sin él. ¡Qué estúpida soy! Él se fue, sólo vino para acostarse conmigo y largarse.
-Maldito poco hombre.-Susurré.
Me paré de la cama y me coloqué ropa interior, eran las 9:00 a.m., Matt debería estar hambriento. Tomé una camiseta y corrí en dirección a la habitación de Matt y él no estaba. Estaba a punto de entrar en pánico, hasta que escuché la melodiosa voz de Nicholas que venía de la cocina, caminé cautelosamente hacia la cocina y lo ví, estaba tan sexy, sólo traía un par de pantalones puestos y su torso estaba completamente desnudo. Escuché de nuevo su voz.
-Honestamente, por mi te daría papas y cerveza. No le digas a tu madre que dije eso.- Mencionó divertido hacia Matt. Reí en mis adentros e hice acto de presencia.
-Escuché eso.-Dije sonriente.
-Buenos días, cariño.-Dijo él, dejando el frasco de comida de Matt sobre el taburete y acercándose a mi para otorgarme un pequeño y fugaz beso.
-Buenos días.-Dije calidamente. Me acerqué a Matt y lo cargué en mis brazos. Lo abracé cariñosamente y lo volví a colocar en la periquera.-Bien, amor, al parecer el tío Nick no sabe alimentarte como se debe.-Tomé el frasco de papilla y se alimenté con calma a Matt.
-Nick, amor, ¿Sirves un poco de leche en la taza de Matt que está en el lavavajillas, por favor?-Dije sin mirarlo.
-Claro.-Escuché como sacaba la taza y servía la leche con cuidado, giré mi mirada hacia a él involuntariamente. Él volteó su mirada hacia la mía y me miró fijamente.
-¡Demonios!-Exclamó él, miré el desastre que había hecho al tirar la leche por estar viéndome.
-Bien hecho, Nicholas.-Dije sonriente y continué alimentando a Matt.
Nick me pasó la pequeña taza y se la dí a mi hijo cuando terminó de comer.
-¿Mejor, mi amor? ¿Ya no tienes hambre?-Matt negó con la cabeza y lo cargué junto a su taza. Caminé hacia su cuarto y lo coloqué en el suelo, saqué todos sus juguetes y él inmediatamente comenzó a jugar.-Estaré en la sala, amor.-Besé su mejilla y salí hacia la cocina, yo también moría de hambre.
-Sigo diciéndolo: Eres una madre ejemplar.-Dijo Nick, abrazándome por detrás y colocando su mentón en mi hombro. Sonreí al aspirar el dulce olor que emanaba su cuerpo.
-Bien, gracias. ¿Quieres desayunar algo?-Dije intentando cambiar el tema, me resultaba difícil creer que yo fuera buena madre.
-Me encantaría, ¿Quieres que cocine yo?-Dijo separándose de mi y acercándose a la estufa.
-¿Cocinas? Estás lleno de sorpresas.-Dije divertida, sentándome en el desayunador y observándolo recorrer la cocina.
-Si, bueno, y apenas estás comenzando a conocerme.-Dijo sonriente, tomando un sartén.
-Me alegra que estés aquí, Nick.-Dije en un susurro.
Él no me respondió nada, pero volteó a verme con una gran sonrisa en el rostro, se acercó a mi y me robó un beso que me dejó sin aliento, comenzó suavemente a juntar sus labios con los míos, tomó entre sus manos mis mejillas y gustosa, respondí a su beso. Nick sonrió en mis labios y yo, yo me sentí en el paraíso. Tomó mi labio inferior entre sus labios, y lo mordisqueó con suavidad y sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo; su lengua se abrió paso entre mi boca y comenzó a jugar con mi lengua suavemente, eran pequeñas caricias que me hacían estremecer.
-Deja de hacer eso.-Dijo con ternura, separándose de mis labios.
-¿Hacer qué?-Dije confundida.
-Pues..-Dijo acompañado de una carcajada, señaló discretamente hacia sus pantalones y noté el bulto que se encontraba ahí. Comencé a reírme sin parar y él me miró con el seño fruncido.-No le veo la risa.-Dijo serio.
-Yo si se la veo.-Dije cómica.-Yo no provoqué eso.-Volví a reír.
-Oh, vaya que si lo provocaste y más te vale que cuando termine el desayuno, me ayudes a controlarlo, porque definitivamente no creo que se tranquilice.
-Haré lo que pueda.-Dije divertida.-Ahora, hazme mi desayuno.
-A la orden, capitana.-Dijo riendo.
Después de unos 20 minutos, Nick había preparado unos deliciosos huevos estrellados con tocino, saqué un poco de jugo de naranja del refrigerador y lo serví en dos vasos, coloqué la mesa y él sirvió el desayuno. Ambos nos sentamos y comenzamos a comer con tranquilidad.
-Bien, tienes un don maravilloso, de ahora en adelante no comeré nada que tú no prepares.-Dije señalándolo con el tenedor.
-Por mí, te cocinaría el resto de mi vida.-Me sonrojé un poco y él comenzó a reír.
-¿De qué te ríes?-Dije con el seño fruncido.
-Me encanta como siempre te sonrojas, y amo que sea gracias a mi.-Dijo con una cálida sonrisa en el rostro.