Ella y yo habíamos sido muy unidos desde que tengo uso de razón, hicimos miles de travesuras juntos, nos castigaron y nos premiaron tanto sus padres como los míos, éramos inseparables, sólo la dejaba cuando Noelia iba de visita y en ocasiones jugábamos los tres, recuerdo que alguna vez se pelearon por mi compañía y yo terminé yéndome a jugar con Jaxon, para evitar que el conflicto entre ellas aumentara, me miraron extrañadas y entonces hicieron equipo y decidieron ignorarme, así que había logrado mi propósito y sonreí, no me gustaba que discutieran entre ellas y mucho menos por mí.
Sentí la humedad de sus lágrimas en mi cabello, Julieta lloraba junto conmigo sin decirme nada con palabras porque su abrazo lo decía todo, estaba ahí apoyándome y consolándome, dispuesta a hacerlo cuantas veces fuera necesario, así era ella, siempre entusiasta y con una sonrisa en los labios, siempre buscando el lado positivo de la situación, pero en este caso no lo había, ¿qué puede dejar de bueno la muerte de alguien que amas con todo tu corazón? Lloramos hasta que no quedaron más lágrimas que derramar y ella se quedó dormida en mis brazos, yo me quedé mirando al vacío toda la noche, pero cuando sentía que alguien abría la puerta cerraba los ojos.
Tanto mi madre como mi padre entraron en varias ocasiones a la habitación, como lo hacían todas las noches; frustrados, desolados, incapaces de poder hacer algo para revivirme, me dolía verlos así, pero era mucho mayor mi dolor por la pérdida de Noelia. También me daba cuenta del sufrimiento de mis hermanos por verme en ese estado, ha sido la única vez en mi vida donde no vi bromear a Jaxon ni a Jazzy brincotear con sus ocurrencias, sus rostros eran tristes y mostraban una total incomprensión por la situación, reflejaban lo imposibilitados que se sentían para ayudarme, pero yo no quería que lo hicieran.
A la mañana siguiente cuando Juelita despertó, me dio un beso en la frente y me dijo que iba a su casa a bañarse y cambiarse. Regresó al cabo de no sé cuánto tiempo, traía una cacerola con pan tostado, zumo, leche y mermelada, la depositó sobre mis piernas y se sentó a mi lado.
– No tengo hambre – dije y volteé mi cara del lado contrario a donde ella estaba.
– Eso dices tú, pero tu cuerpo no creo que opine lo mismo, necesitas recuperar las fuerzas que perdiste en la enfermedad, además aún tienes que tomar antibióticos, no puedes vivir dependiente de un suero de por vida – dijo untando mermelada al pan.
– No quiero vivir, punto, quiero estar con ella, ¿por qué nadie lo entiende?
– Tú tampoco entiendes que estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar, que su ciclo en esta vida terminó, pero el tuyo sigue – aseguró con su característica madurez, demasiada para su edad, por cierto.
– Eso es tan injusto, ¿cómo puedo yo comer y seguir viviendo cuando ella está enterrada tres metros bajo tierra? – exclamé exasperado.
– Su cuerpo está enterrado, su esencia está en otro lugar y te apuesto que en uno mucho mejor que este.
– Pues yo quiero estar con ella, no me importa dónde sea.
– No puedes ser tan egoísta Nick, ¿acaso no te importa ver sufrir a tu familia?, ¿quieres que ellos pasen por lo mismo que tú estás sintiendo?, no tienes idea del enorme dolor que le estás causando a Denisse, está desesperada, ya no sabe qué hacer, y Paul, Dios, tú sabes que es mi héroe y jamás me imaginé verlo caído y derrotado… nunca pensé decir esto, pero extraño las bromas y los chistes de mal gusto de Jaxon y en cuanto a Jazzy, es una niña con el brillo apagado, hablas de injusticias, ¿no te parece una enorme de tu parte lo que le estás haciendo a tu familia?, los estás arrastrando contigo, si se tratara de que te dejaras morir sin afectar a nadie, perfecto, no es la mejor opción, pero adelante, hazlo, sin embargo, te tengo noticias Nick Jonas, no estás solo en este mundo, ¿en serio quieres afectar a cuatro personas maravillosas que están dispuestas a dar su vida con tal de que tú vuelvas a ser el mismo de antes?, eso sí es injusto.
– Comeré sólo un poco, ¿vale?
– Está bien, hoy un poco, mañana otro y así sucesivamente, por cierto, te traje un regalo – se levantó después de darme el vaso de leche y sacó un libro de su mochila – “Todo pasa… y esto también pasará” – leyó en voz alta el título y continuó.
Y eso fue haciendo todos los días, casi me daba de comer en la boca y una vez estuvo a punto de desnudarme y bañarme, pero me ganó el pudor y la saqué del baño. Me llevaba al parque, nos sentábamos en los columpios a ver la gente pasar, quería demostrarme que la vida seguía, me leyó infinidad de libros que hablaban sobre pérdidas y como sobre llevarlas y poco a poco fui recuperando las ganas de vivir lo único que no, fueron las de volverme a enamorar.
Ahora, Déjame contarte la historia
De la llamada que cambió mi destino
El sonido de mi movil me trajo de vuelta del recuerdo, estaba sobre la mesa de noche y la vibración lo fue moviendo casi hasta la orilla, lo tomé y vi que era número restringido, lo cual me sorprendió un poco.
– Hola – respondí extrañado.
– ¿Estás libre esta noche? – escuché decir a una voz femenina extremadamente sensual.
– ¿Quién habla? – pregunté al no reconocerla.
– Respuesta equivocada “cariño”, sabes muy bien que eso no te lo puedo decir, ¿puedes o no puedes verme? – sonó determinada y eso me gustaba en una mujer.
– Claro que puedo, ¿en dónde, a qué hora y cómo te reconozco?
– ¿Conoces el hotel Ambassy?
– Sí, estoy como a 40 minutos de ahí.
– En 45 minutos, en el bar, vestido rojo – y colgó sin darme ningún otro detalle.
Sonreí y moví la cabeza, “vestido rojo, muy original”, pensé, seguro era alguna de mis compañeras queriendo jugar un poco. En eso me había convertido yo, en un tipo frío que sólo disfrutaba de un buen sexo.
Cuando cumplí 16 años mi tío me llevó a un club para que me quitaran lo virginal, me dijo que nada como el sexo para superar las tristezas y que yo ya estaba en la edad perfecta para iniciarme. Debo reconocer que yo ya tenía tiempo de haber descubierto lo bien que se sentía acariciarse y que lo hacía seguido, como todo típico adolescente pero aquella experta mujer, que calculé yo me ganaría con unos diez años, me llevó al cielo y de regreso tres veces en esa noche. Así que le tome el gusto al sexo y seguí practicándolo recordando las palabras de mi tío:
“nick, sé que eres muy joven, pero mientras más temprano lo sepas y lo entiendas es mejor, ¿quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que te topes con la que tenga esa dualidad, así que anda con varias hasta que aparezca esa mujer, sé que todavía te duele lo de Noelia, pero eres muy joven y podrás superarlo y algún día, en el futuro, encontrarás esa mujer que sea tu complemento y a la que le serás fiel porque ya habrás vivido lo suficiente como para tener aventuras clandestinas”.
Así que entre sus consejos y la pérdida de Noelia me guardé muy bien mi corazón y sólo entregaba el cuerpo.
Tomé mi chaqueta, las llaves de mi coche y salí en dirección a aquel hotel. Al llegar al bar había poca gente, así que me fue fácil localizarla, estaba sentada al frente de la barra, era muy hermosa, de cabello largo y con un vestido rojo bastante sensual, corto a morir, sólo cubría lo que tenía que cubrir y el escote tanto al frente como atrás era excitantemente pronunciado, sonreí satisfecho y me acerqué, de inmediato volteó y me dio la sonrisa más sensual y provocativa, bebió el último trago de su copa y después se puso de pie y, sin decir nada, la seguí.
Subimos al elevador y presionó el número diez, esperamos a llegar a ese piso y después salimos, caminamos y a la mitad del pasillo deslizó la tarjeta en la puerta y entramos, encendí la luz y no me dio tiempo a hacer nada más porque me acorraló en la pared besándome con furia y, sin más preámbulos, llevó su delicada mano a mi masculinidad que acarició sobre mi pantalón, así que en respuesta, puse mis manos sobre sus nalgas y se las apreté por debajo del minúsculo vestido que traía puesto, le jalé el hilo de la tanga y rompió el beso para exhalar excitada, besó y mordisqueó mi cuello mientras yo seguía jalándole el hilo con una mano y con la otra le apretujaba la nalga.
Se separó y se quitó el vestido mientras yo me quitaba la chamarra y empezaba a desabrochar rápidamente mi camisa, ella terminó de quitármela y lamió mi torso, mordisqueó mis pezones y yo empecé a gemir. Bajó por mi abdomen y con una gran habilidad desabrochó mi pantalón y liberó mi miembro ya excitado, se lo llevó a la boca y comenzó a darme placer con ella. Yo recargué mi cabeza en la pared y cerré los ojos concentrándome en sus profundas caricias, puse mis manos en su cabeza para empujarla más. Siguió y siguió en tanto yo no paraba de gemir y de pronto, sentí como llegaba al orgasmo mientras ella me acariciaba con la mano colocando mi miembro sobre sus senos donde terminé. Después se llevó ahí sus dedos y los chupó empapados con mi líquido.
Saqué el condón de la bolsa del pantalón y terminé de quitármelo mientras ella se despojaba del tanga. Nos besamos desenfrenadamente mientras caminábamos hacia la cama, cuando sentí el borde con mis piernas, la tomé y la arrojé a ella, me sonrió. Me puse el condón y me tendí sobre ella, lamí su oreja y con mis dientes hice prisionero su lóbulo mientras ella gemía deliciosamente, bajé por su cuello mientras le metía dos dedos en su intimidad que estaba más que mojada, llegué a sus senos y los chupé, mordí sus pezones que ya estaban erectos.
– Métemelo ya – ordenó con su voz retorcida enterrando sus uñas en mi espalda.