Capitulo 10
____ estaba completamente destrozada.
Tendría que esperar a llegar al castillo para enfrentase a Joe. Sería una locura embarcarse en lo que desde el principio se veía que sería una escena muy desagradable de camino a casa.
Joe tuvo que prepararse el desayuno él solo y, cuando trató de darle los buenos días con un beso, ella lo apartó bruscamente. El ambiente estaba muy cargado cuando subieron al jet.
-____, mírame… -dijo él cuando llevaban diez minutos de vuelo.
-No quiero mirarte –admitió ella, levantando su revista.
Joe se la quitó de las manos y ella lo miró.
-Levántate –dijo, mirándola con enfado-. Hablaremos en privado.
-No, yo…
-De acuerdo… -y sin previó aviso, se inclinó, la tomó en brazos y avanzó pasillo abajo hasta el otro extremo del avión-. No nos pelearemos delante de los niños.
-Bájame ahora mismo… -siseó ella con furia.
Joe la dejó en otro sillón y se sentó frente a ella.
-Vamos a casa a una fiesta.
La asombrosa noticia la hizo desconfiar por un momento.
-¿De qué estás hablando?
-Queriendo comportarme como un hombre romántico – explicó él con tono de mofa-, decidí darte la recepción nupcial que nunca tuvimos como sorpresa. Trescientos invitados nos están esperando, entre ellos tu madre y su rico marido, Bruno Vence. Te advierto, Bruno es muy bajito, y tiene tu pelo y tus ojos. Y ahora lo mejor. Tu vestido está en el compartimiento principal.
-¿Mi… mi qué?
-No tuviste la boda que deseabas. Como yo tuve la culpa, he organizado la iglesia para que nos den su bendición, y esta vez llevarás vestido.
-No puedo… no puedo.
Joe inclinó su arrogante cabeza y clavó en ella sus brillantes ojos, resplandecientes de indignación.
-¡Oh sí, claro que puedes! No me dejaras en ridículo delante de trescientas personas. Así que cállate, vístete y únete a los adultos. ¡Que estés de muy mal humor no es excusa para tu comportamiento desde que te has levantado esta mañana!
-¿Y Gabrielle? –susurró entrecortadamente.
Joe la miró fijamente, el ceño fruncido.
-No veo la conexión.
-Te lo enseñaré… enseguida –dijo ella, regresando a su asiento y sacando la revista que había encontrado en la villa. Le temblaban las manos. Llegado el momento, no quería enfrentarse con él. Atónita, pensó en la maravillosa sorpresa que le había organizado. Y si no hubiera visto aquella revista horrorosa, en ese momento estaría dando saltos de felicidad.
____ le tendió la revista.
-Vaya cosa –dijo él entre dientes con el más absoluto desdén-. Pero no leo esa porquería.
-Es lo que has escrito en la portada…
Joe observó su propia letra y cuadro la mandíbula.
-¿Y?
Aquella agresividad exigiéndole una aclaración no era la reacción que ____ había esperado.
-Es obvio, ¿no? –dijo ella, temblando.
-Basándote en dos palabras y en una fecha que escribí ahí el último fin de semana que pasé en Córcega, has decidido… ¿qué?
Tener que decirlo con palabras se le hacía aún más humillante. Una explosión de ira perforó la nube de dolor y desesperación en la que esteba esa mañana.
-Sigues acostándote con ella… nunca la dejaste… ¡todo el tiempo que estuvimos casados ha seguido siendo tu amante! –lo acusó descaradamente.
-¿Has terminado? –Preguntó él con una mirada glacial y peligrosa-.¡Mi relación con Gabrielle terminó de forma natural varias semanas antes de que me casara contigo! Se casó a finales del año pasado…
-¿Casada? –repitió ella atónita.
-Durante la luna de miel, su marido, Marc, tuvo un grave accidente de coche. Acababan de darle el alta en el hospital. Cuando un amigo mutuo me lo contó, y me dijo que Marc necesitaba reposo, les ofrecí la villa.
-Pero…
-No he visto a Gabrielle desde que se mudó a Dijon el año pasado. Me invitó a la boda, pero no pude asistir –dijo él, observando el rostro demacrado de ____ con frialdad.
-Joe, yo…
-Gabrielle y yo éramos amigos y fuimos amantes durante un par de años. A los dos nos satisfacía. Ninguno quería atarse y nos separamos sin dramas –la informó él, ceñudo-. No comprendo porque sigues obsesionada con ella.
Le ardía el rostro de vergüenza. Podía sentir el calor.
-Lo siento mucho –susurró.
-Y yo estoy muy enfadado contigo respondió él, con una franqueza que, irónicamente, ____ no deseaba en esos momentos. Se había portado como una histérica-. Durante dos semanas, he estado planeándolo a tus espaldas… la iglesia, el vestido, la fiesta… -dejó escapar una amarga risotada, la lóbrega mirada de sus ojos la destrozaba-. ¡Y mientras tú llevas toda la mañana pensando en destrozar nuestro matrimonio otra vez! Dime, ¿estabas pensando una buena excusa para dejarme?
-No ha sido así. Tenía miedo de que pudieras seguir viendo a Gabrielle, pero puede que sólo fuera inseguridad… Joe, lo siento.
Él la sujetó con firmeza por los delgados hombros. La miró con dureza.
-No volverás a abandonarme. Como si tengo que encadenarte a una pared… ¡No volverás a hacerlo!
Temblando, ____ lo vio alejarse. Estaba conmovida por la emotividad que había demostrado en sus últimas palabras. Esa vez había sido él quien se había mostrado impaciente por comprometerse y era ella la que se había echado hacia atrás, negándose a confiar en él, haciéndole creer que aún estaba a prueba después de haberlo negado. ¡Y ella lo amaba tanto! ¿Entonces por qué le había hecho tanto daño lanzando acusaciones ridículas, especialmente después de su comportamiento con ella en las últimas semanas?
Bertille fue a su encuentro en el aeropuerto. Se mostró encantada al ver a los pequeños vestidos con los trajes de paje y damita de honor que Joe había mandado hacer para ellos, pero aún se quedó más impresionada al ver el vestido y la magnífica diadema de diamantes de ____.
-Qué precioso vestido –dijo ____ a Joe en la limusina, acariciando el tejido con perlas bordadas-. ¿Cómo lo elegiste?
-No lo hice. Le dije al diseñador que querrías parecer una princesa y, dado que tienes mucho talento con el bordado, tenía que ser de una calidad excelente. Sólo especifiqué que fuera de un blanco puro.
-Sabes más de mis sueños de lo que habría creído –reconoció ella con humildad.
-Será mejor que leas esto… -sacó un recorte de un periódico francés-. De ahí saque la información de tu madre. Supongo que debería habértelo dado ayer, cuando lo vi.
Aún horriblemente consciente de la actitud distante de Joe, a pesar de saber que lo merecía, ____ miró la foto borrosa de su madre y su acompañante. Bruno Vence era descrito como un empresario suizo y un soltero empedernido. A Juno la describían como un “viejo amor”.
-¿Y lo encontraste… ayer?
-Tengo el presentimiento de que Bruno Vence es tu padre. Lo conocí el año pasado en una conferencia. Me di cuenta de que sus ojos eran como los tuyos, con ese color característico y único, pero nunca se me ocurrió. Es ahora cuando empiezo a pensar…
-¿Qué ocurre, Joe?
-Nada –dijo él casi agresivamente.
-Aunque sea mi padre, y creo que es una idea absurda, no estaré de mal humor. ¿Es eso lo que te preocupa? Sólo quiero que sea bueno con mamá. Pero, sobre todo, no quiero que nada estropee este día tan especial.
-¡Hasta el momento ha sido un desastre! –gimió él.
-No… no, he sido una estúpida, y me alegro de que sigas estando a mi lado –dijo ella con tono tranquilizador, acariciándole los tensos dedos-. Tú eres muy, muy especial para mí, y también nuestro matrimonio. Ahora sé que lo que quiero es estar siempre contigo, Joe y siento haber tardado tanto en admitirlo.
Joe estaba inmóvil, y entonces dejó escapar el aliento en su siseo casi inaudible.
Ciñéndole por la cintura, la tomó en sus brazos y la besó con una pasión tan desespera que casi la dejó sin aliento. ____ captó el mensaje. Tal vez porque estaba seguro de que ella, reflexionó ____ con una punzada de dolor.
En los escalones de la iglesia, delante del fotógrafo que hacía fotos alegremente, Joe trató de colocarle el pelo revuelto y ____ le limpió la mancha de lápiz de labios de la boca.
Arrebatadoramente guapo con su traje tan formal, Joe la tomó de la mano y entraron en la pequeña iglesia normanda. Tan concentrada había estado en la ceremonia, que ni siquiera se había dado cuenta de que la iglesia estaba llena de invitados.
Terminada la ceremonia, se dio la vuelta y allí estaba su madre, con su metro cincuenta de estatura y su precioso rostro enmarcado por sus cortos rizos rubios.
-____… aquí hay alguien que tiene muchas ganas de conocerte.
No era el momento, ni el lugar, pero así era Juno, reconoció ____, sintiendo el brazo de Joe alrededor como un corsé de hierro. ____ miró al hombre que se había puesto al lado de su madre. Fue un choque tremendo ver sus ojos iguales a los suyos llenos de lágrimas.
Bruno Vence sacudió la cabeza cobriza en mudo reconocimiento de lo que sentía antes de tomar las manos que ____ le tendía instintivamente.
-Creo que sabes quien soy… -dijo su padre con voz inestable.
Cinco minutos después, en un torbellino de confusión, ___ se encontró sentada en una limusina desconocida con Juno, Bruno y los pequeños. Sin embargo, faltaba Joe.
-¿Dónde está Joe?
-Podemos ir directamente al aeropuerto y llevaros a mi yate para salir de territorio francés antes de que nadie pueda hacer nada para detenernos –informó Bruno Vence con calma-. Tu madre cree que tu marido debe de haberte chantajeado para que vuelvas con él y que te ha amenazado con quedarse con la custodia.
-¿Estáis pensando en raptarme? –exclamó ella horrorizada-. Juno, ¿cómo podrías hacerme algo así? Quiero a Joe… ¡quiero a mi marido!
-¿Satisfecha ahora, amor mío? –Preguntó Bruno a su mujer con una irónica sonrisa-. ¿Lo ves? ____ ama a Joe. Te lo dije. Nuestros nietos son afortunados de tener unos padres que se aman.
-Pero yo quería que ____ y los niños vinieran con nosotros –confesó Juno entre lágrimas.
-A mí también me gustaría tener mi hija conmigo, para conocernos mejor –murmuró Bruno, mirando apenado a ____-. Pero es adulta, y tiene su propia vida. Será mejor que lo dejemos en visitas regulares.
-Me habéis dado un susto de muerte… -dijo ____.
Cuando salió de la limusina delante de la puerta del Chateau Fontaine, Joe estaba esperando en el puente, ajeno a los invitados que iban llegando.
-Nos quedaremos con los niños… -le dijo Juno.
Por una vez, los mellizos no eran lo primero en la mente de ____. Atravesó el mar de coches aparcados y se dirigió hacia él, que en cuanto la vio, avanzó hacia ella y la tomó en sus brazos.
-¿Dónde demonios estabas? –dijo con el aliento entrecortado-. ¡Y no me digas que sólo has venido a casa a hacer las maletas!
-No, me quedaré aquí hasta que sea un esqueleto dentro del panteón familiar.
-No tiene gracia –gruñó el con voz temblorosa.
-Conociendo a mi padre un poco. Un tipo agradable, pero duro… perfecto para mamá. La conoce al dedillo, la adora, no se puede creer la suerte que tiene… parecen unos adolescentes.
-No vas a creer lo que pensé –murmuró con la voz tensa-. Cuando te vi desaparecer con los niños en esa limusina, pensé que no volvería a verlos. Sé lo que tu madre piensa sobre mí…
-Joe… -terció una voz femenina con cierta vacilación.
Joe se giró y vio a su suegra. Se quedó inmóvil.
-Si ____ dice que no estabas con esa Gabrielle en vuestra noche de bodas, para mí es suficiente.
-Quedamos en que no dirías eso –gimió Bruno detrás de su esposa.
-Pero Joe tiene que saber que ya no pienso mal de él y que tengo la intención de aprender a quererlo – se quejó Juno.
-Gracias, Juno –se apresuró a decir Joe.
Minutos después, Joe rodeó a ____ con un brazo.
-Estás preciosa con ese vestido, mon ange.
____ sintió que el pulso se le aceleraba cuando se encontró con sus, y simplemente, le sonrió. Mientras se servían las bebidas, Joe la presentó a un montón de personas. Vio a Emilie entre la multitud.
-Estoy muy contenta de veros a Joe a ti juntos –dijo la anciana con cariño.
-Por cierto, aquello que creí que había ocurrido la noche de bodas entre Joe y
Gabrielle… -____ susurró con urgencia-. Juzgué mal a Joe. Nunca ocurrió.
-Me alivia oírlo, porque a mí siempre me costó creerlo –admitió la anciana-. Al mismo tiempo, me sentí muy culpable por lo que ocurrió entre Joe y tú aquel invierno.
-¿De qué hablas? –preguntó ____.
-Traté de hacer de celestina y te animé a que lo amaras. Pero eras demasiado, y Joe lo estaba pasando demasiado mal por la enfermedad de Roland como para concentrarse en sus propios sentimientos. Debería haber esperado otro año. Soy una celestina horrorosa.
-No es verdad.
-La razón por la que le di el dinero a Juno fue… oh, me da vergüenza decírtelo. ____, yo sabía que había muchas posibilidades que la galería fracasara, y recé para que ocurriera si eso podía volver a unirlos. No sabes lo destrozado que se quedó cuando lo abandonaste.
____ aguzó el oído. Aunque atónita por lo que Emilie acababa de decir, la mención a lo destrozado que se había quedado Joe fue lo que más le llamó la atención.
-¿Destrozado?
-Y no poder decirle dónde estabas me parecía muy cruel, pero te había dado mi palabra y habías sufrido mucho. Sin embargo, Joe también fue muy desgraciado.
-¿De veras? Estaría preocupado. Fue muy infantil por mi parte no ponerme en contacto con él…
-____ –terció Joe a unos metros de distancia-. Tenemos que abrir el baile con un vals.
-¿Bailar también? ¿Y cómo se baila el vals?
-Lo aprenderás sobre la marcha.
-¿Delante de trescientas personas? –chilló ella-. ¿Sabes tocar música de jazz?
-No…
-¿Te apetece hacerlo delante de trescientas personas?
-Tienes una manera única de expresar las cosas, querida mía –dijo él, rodeándole el rostro con las manos y la besó suavemente-. Quiero que todo el mundo se vaya a casa y quedarme a solas contigo.
-Aguafiestas –bromeó ella, sintiendo un estremecimiento ante la poderosa conciencia sexual que se apoderó de ella-. De acuerdo… trataré de bailar, pero despacio.
Horas después, cuando ya sólo quedaban algunos familiares, ____ y Joe subieron a su dormitorio. ____ se acurrucó contra él y sin pensarlo susurró:
-Aún te amo tanto…
Joe se detuvo en seco fuera del dormitorio.
-No, aún no.
-¿De qué hablas? –preguntó ella.
-Has dicho que aún me amas. ¿Quieres decir que nunca dejaste de amarme?
-¿Acaso no te dije que te amaría toda mi vida?
-Pero te fuiste –señaló él sin emoción-. Te mantuviste alejada de mí. Tuve que amenazarte para que volvieras, y no se puede decir que aceptaras la oportunidad de seguir casada conmigo con mucha alegría, aunque no puedo culparte por ello pero…
-Oh, Joe fingí –dijo ____, sintiéndose culpable mientras abría la puerta del dormitorio-.
Sólo estaba siendo cautelosa por el bien de los dos, y tenía miedo de que volvieras a hacerme daño.
-No quiero oírte decir que me amas hasta que lo digas en serio…
-Lo digo en serio.
-¿Pero cómo podrías hacerlo? –La culpa velaba sus ojos-. Hace dieciocho meses lo estropeé todo. ¡No sabía lo que pasaba por mi cabeza, y mucho menos por la tuya! Te aparté de mí. Si me hubiera propuesto tener un matrimonio corto no podría haberlo hecho mejor.
-Pero ahora lo estás haciendo muy bien.
-Lo intento –reconoció Joe, bastante susceptible notó ella-. Di por sentado tu amor cuando lo tenía. Me gustaba que me amaras. ¡Pero ni siquiera cuando te fuiste, y me sentía totalmente desgraciado, era capaz de entender por qué! Pensé que estaba preocupado por ti.
-Ahora estoy aquí, y sigo amándote, mucho –repitió ella para tranquilizarlo.
-Anoche tuve una pesadilla… y así me di cuenta… por fin… de que te amo –dijo con incertidumbre y vacilación, sonrojándose.
-¿Una pesadilla? –preguntó ella, confusa.
Joe se encogió de hombros mientras se miraba los pies.
-Algo estúpido. Soñé que Bruno y Juno te apartaban de mí. A Juno nunca le caí bien y no había razón alguna para que le cayera bien a Bruno y créeme, si tu padre hubiera querido hacerte desaparecer, tiene los medios para ello. Me sentí… morir, al saber que…
-Oh, Joe –____ suspiró dolorosamente, y decidió que nunca le diría que sí había habido un pequeño riesgo de que hubiera sucedido.
-Por eso cuando te vi meterte en aquel coche fuera de la iglesia… y después vi que los niños tampoco estaban… fue entonces cuando supe que te amaba… cuando creí que los había perdido a los tres… ¡mi familia! – levantó entonces la cabeza y la miró con una emoción tan honda, que ____ sintió que el corazón le daba un vuelco-. Y ni siquiera te había dicho lo que sentía.
-¿Estás seguro de que no era sólo pánico?
Joe soltó una reticente carcajada. Quitándose la chaqueta, la rodeó lentamente.
-Llevo mucho tiempo enamorado de ti…
-No pares –animó ella a que siguiera.
Él la llevó a la cama y la estrechó con fuerza.
-Primero perdí el interés por Gabrielle. Después empezaste a gustarme… me fascinabas, y supongo que entonces debería haber comprendido que estaba sintiendo algo que no había sentido antes. Pero no lo comprendí. No tienes idea de lo destrozado que me quedé cuando te fuiste. Fue como si mi vida se hubiera quedado sin luz. Así que te eché la culpa de que me sintiera tan mal.
-Típico… -dijo ella, besándole suavemente la comisura de los labios.
-Contigo todo era devastador.
-¿El síndrome del tanque enemigo?
-Pensar que los niños eran de otro, que había perdido tu amor, sin saber aún que quería que siguieras amándome, sentí un amargo rencor…
-Ya te dije que amar no conoce reglas.
-Entonces me agarré a los niños como una excusa para retenerte para no tener que pensar en cómo me sentía realmente.
____ le quitó la corbata y empezó a desabrocharle la camisa.
-Nunca volveré a decir todo esto –le advirtió él seriamente, y ella sonrió-. Tenía la intención de hacer que te enamoraras de mí otra vez.
-Nada como no ver lo que uno tiene. Por eso me diste una luna de miel –comprendió ella, divertida.
-Para mí también fue una luna de miel, y disfruté intensamente deleitándome contigo.
Le levantó la cara para robarle un apasionado beso. Y las cosas se descontrolaron, como siempre que estaban cerca.
-Creí que te habías olvidado de mí y te habías enamorado de Kevin –continuó Joe-. Me sentí amenazado, y por eso te amenacé con ir a los tribunales para conseguir la custodia.
-Sólo éramos amigos, Joe.
-Ahora que estás verdaderamente casada conmigo, para siempre, no tendrás más amigos de esos. En todo el tiempo que estuvimos separados no hubo una sola mujer en mi vida.
-¿En serio? –una súbita sonrisa de deleite curvó los labios de ____, y finalmente se echó a reír a carcajadas-. No me extraña que quisieras pasar una última noche conmigo… ¡Oh, Joe, tampoco hubo nadie para mi!
-Pero estuviste a punto de hacerlo con Kevin.
___ lo miró amorosamente, reconociendo en el descarnado tono de su voz que, a veces, era demasiado listo.
-Creía que no me querías ni te preocupabas por mí en absoluto…
-Te adoro, y nunca te dejaré marchar –juró Joe con todo el fervor que una mujer enamorada querría recibir-. Me ha costado mucho llegar hasta aquí, pero ahora sé exactamente que lo que más quiero en mi vida eres tú.
____ dejó escapar u suspiro de puro júbilo.
-Ojalá no me hubiera perdido el embarazo… -admitió Joe apenado.
-No te perdiste nada. Parecía un globo.
-Seguro que no.
-Espera y verás…
-¿Quieres decir que considerarías la posibilidad de aumentar la familia? ¿Estás segura de que no sería arriesgado para ti?
-No seas tonto –____ sonrió ante el rostro de preocupación de Joe-. En vista de que eres un padre fabuloso, creo que me gustaría tener otro hijo algún día.
-Hablaremos con el médico primero –aseveró Joe cauteloso por naturaleza.
Diez meses después, ____ fue madre por segunda vez. No lo había planeado, pero se alegró muchísimo al saberlo. Joe se pasó la mayor parte del embarazo preocupado por ella, y había consultado con varios médicos. A ella sólo le preocupaba Joe y disfrutó de unos nueve felices meses de gestación. Dio a luz a un niño.
En el bautizo, Bruno le confesó en secreto a Joe que se alegraba de que no hubieran aceptado la sugerencia de Juno de llamarlo Luna. La madre de ____ lamentó mucho que los hombres fueran tan conservadores frente a los nombres y suspiró resignada al oír que a Venus la llamaban Vivi para abreviar. Se quedo muy sorprendida cuando Joe llamó a su segundo hijo Orion, y el padre de ____ no pudo evitar la carcajada.
Después de meter en la cama a Vivi y a Marte esa noche, ____ y Joe no pudieron evitar acercarse a la cuna de Orion, acurrucado en la cunita con dosel como un pequeño príncipe.
-Esta vez nuestros genes se han mezclado –suspiró ____ con satisfacción. Su pequeño tenía el pelo oscuro de Joe y los ojos aguamarina de ella-. ¿No te parece una señal?
Joe se rió y la estrechó en sus brazos.
-No necesito ninguna señal para saber que soy muy, pero muy feliz contigo.
-Lo sé. Ibas camino de convertirte en un desgraciado hasta que aparecí –____ lo miró a los ojos y se sintió mareada de felicidad.
-Te amo… -murmuró él suavemente.
Ella respondió apretándose contra él, y le susurró las mismas palabras entre besos.
Tardaron mucho en bajar a cenar aquella noche.
FIN.....