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 Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]

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Niinooskaa
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jonatik4everrr
Ceecii Jonas
AlezitaJounas
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Niinooskaa
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Niinooskaa


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 18th 2012, 20:52

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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Niinoo
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darley
Vecina De Los Jonas!
darley


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 19th 2012, 18:07

Xfis xfis xfis. Pob un capítulo.
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Niinooskaa
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Niinooskaa


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 19th 2012, 20:31

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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Niinoo
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yamijonas
Novia De..
yamijonas


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 24th 2012, 19:21

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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AlezitaJounas
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 24th 2012, 22:07

Se viene lo mejor de la nove*-*
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AlezitaJounas
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AlezitaJounas


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 24th 2012, 22:24

Capitulo 6

____ iba y venía por el enorme vestíbulo del Chateau Fontaine.
-Tengo que ser sincera, Kevin… sigo sintiendo algo por Joe. No puedo mentirte. Lo único que puedo ofrecerte es mi amistad, y probablemente estés mejor sin mí mientras siga sintiendo esto…
-No me estás defraudando –el suspiro de Rory llegó desde el otro lado-. Nunca me has ofrecido otra cosa. Siempre te echabas hacia atrás.
Joe apareció en la galería del descansillo que había un piso encima de _____ subiéndose la cremallera de los pantalones cuando ésta hablo de nuevo:
-Me alegra que aún me hables… después de todo lo que te he dicho. ¡Te quiero mucho, mucho por eso! –admitió ____ con lágrimas en los ojos de nuevo.
-Estás casada con un canalla muy hábil…
-Sé que es un canalla, pero puede que ahí estuviera la atracción –murmuró ella-. Creía ver otras cosas, pero ahora veo lo estúpida que fui, y tiene que ser para bien, ¿no crees?
Joe se dijo que no estaba escuchando a escondidas. Tan sólo estaba en su propia casa, escuchando a su mujer decirle a su novio que lo amaba. ¡Que lo amaba! ¿Igual que lo había amado a él? Le daban ganas de arrancarle el teléfono de las manos y lanzarlo contra la pared. ¡_____ era su esposa! Se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos, consiente sólo de una cosa: no quería oír nada más.
Pero una extraña sensación de frio había empezado a extenderse por su cuerpo. Y no le gustaba. Era como si un enorme nubarrón le cubriera la mente. En poco más de veinticuatro horas, se había obsesionado con ____ hasta el punto de que sentía que ya no tenía el control.
Esa idea le gustaba aún menos. Pero no podía seguir ignorando la inexplicable brecha entre sus pensamientos y sus actos. ¿Qué otra explicación racional había si no a que le hubiera pedido a _____ que fuera su amante? ¿De dónde había sacado esa estúpida idea?
Puede que fuera locura sencillamente. Él quería el divorcio. No quería seguir casado con ella. No le importaba si amaba a otro. Simplemente quería matar a ese tipo… y a ella. ¡No, a ella no, a él! El nubarrón persistía, no podía concentrarse. El sudor cubría su piel. Apretó los puños de frustración. No quería pensar. Se encontraba alarmantemente inestable. Lo que necesitaba era una copa.
____ colgó y dejó caer en uno de los sillones del vestíbulo. Sólo podía pensar en lo estúpida que había sido al imaginar por un momento que Joe pudiera desear continuar con su matrimonio. En vez de eso, le había pedido que fuera su amante. Pues no tenía intención de rebajarse hasta ese punto.
¿Y qué otro tipo de ofrecimiento había esperado? ¡Aún no le había dicho que los mellizos eran suyos! ¿Cómo no se le había ocurrido pensar que dejar que Joe siguiera creyendo que Venus y Marte eran hijos de otro hombre condicionaría la imagen que tenia de ella y su relación?
Dios, ¿pero qué relación?, se preguntó tremendamente dolida, cubriéndose la cara con las manos mientras se sorbía la nariz. Aquel invierno, unos dieciocho meses atrás, Joe había organizado el reencuentro con su madre. El encuentro había tenido lugar en el apartamento de Joe en París. Después, Joe la había llevado a comer. No se había dado cuenta en ningún momento que había otra mujer en su vida: Gabrielle Joly, maestra en el arte de la discreción.
-Creó que me enamoré de ti nada más verte de nuevo –le había dicho a Joe en aquella comida.
Joe se había quedado mirando sin saber que decir.
-Nunca creía que pudiera sentir algo tan intenso –había continuado ella titubeante-. Supongo que estas acostumbrado a deslumbrar a las mujeres, pero lo que yo veo en ti es lo solo que estás…
-Nunca he estado solo en mi vida –había respondido Joe con sequedad.
-Yo creo que nunca intimas con nadie. Te ha estado observando. Mantienes a la gente a distancia. No lo puedes evitar. Te alejas siempre que surge cualquier posible situación personal o emocional. Como ahora. Quieres que me calle y a la vez quieres huir sin herir mis sentimientos –dijo ella con un atisbo de culpabilidad-. Bueno gracias por escucharme.
Ya puedes irte si quieres.
Se quedó atrapado allí un poco más. Ella lo sabía y así lo había planeado, pero la conciencia lo remordió al ver lo tenso que estaban los largos dedos de Joe alrededor de la copa de vino.
-No eres más que una niña.
-No, no lo soy. Te parezco una niña porque digo en voz alta cosas que tú no gritarías ni aunque te estuvieran torturando. Lo siento, pero es la única forma que tenía de llegar a ti. Te gusta estar conmigo –señaló con cierta timidez-. ¿No te has dado cuenta? Y también me he dado cuenta de que me miras, y después apartas la vista como si no deberías estar haciéndolo y…
-¡Bon! Ça suffit maintenant –levantándose de la silla, Joe la miró con el ceño fruncido desde su impresionante altura-. Si esto no resulta embarazoso para ti, para mí sí.
-Lo sé, pero cuando amas a alguien tanto como yo te amo a ti…
-A tu edad no sabes la que es el amor –dijo él con gesto irrisorio.
-Sé más que tú. No creo que hayas estado enamorado en tu vida –protestó ella-. El amor está lleno de imprevistos. El amor te resultaría demasiado exigente y no querías destinar parte de tu tiempo a…
Tomándola del brazo, Joe la sacó del exclusivo restaurante, aparentemente ajeno a las miradas de fascinación que su inusual comportamiento estaba atrayendo.
Ya fuera, ____ susurró:
-No espero que me correspondas con tu amor, pero ¿no te resulta reconfortante saber que alguien te quiere?
Con los brillantes ojos negros encapotados, Joe la metió a toda prisa en el asiento trasero de la limusina.
-Todo esto no es más que un asalto de tus hormonas adolescentes…
-¡No, y aunque nunca jamás me acueste contigo, seguiré queriéndote! –adujo ____ con vehemencia.
Joe la contempló con una mirada aún más glacial. ____ enrojeció más y más y finalmente agacho la cabeza.
-Lo siento .murmuró y, tras titubear un poco, continuó-: ¿Tratarás de evitarme ahora?
¡No podría soportarlo!
-Pues claro que voy a evitarte –respondió él con exasperación-. Pero tampoco volveremos a hablar de esto. ¿Lo has entendido?
Esa misma semana, Joe había asistido a una fiesta de unos amigos con Emilie y ____.
Gabrielle Joly también estaba invitada, se había sentado muy cerca de Joe y habían pasado la velada charlando. Gabrielle, con sus piernas infinitas, su precioso pelo rubio, su exquisito rostro y su grácil sofisticación. Enferma por lo que parecía ser su competencia, ____ no pudo probar bocado.
-Cuéntame lo que sepas de esa tal Gabrielle –instó a Emilie después de la fiesta.
Emilie enrojeció de culpabilidad.
-Creo que antes era modelo –la anciana vaciló un instante-. No sé de qué otra manera decirte esto, _____… Gabrielle es la amante de Joe, y desde hace tiempo.
-¿Su… amante?
Fue como si el mundo se derrumbara bajo sus pies.
-No pongas esa cara de horror, ____ los hombres han hecho estas cosas desde siempre.
Joe nunca le pediría a su amante que fuera la anfitriona del castillo, pero se le verá haciendo vida social con él en cualquier otro sitio con total libertad. Seguro que estaba invitada esta noche. Utiliza una casa pocos kilómetros de aquí.
Pálida como una muerta mientras escuchaba los datos que Emilie le daba sin emoción alguna, _____ dejó escapar una risa ahogada.
-Ojalá me lo hubieras dicho antes, Emilie.
-No quería apagar tu interés por Joe –admitió Emilie con tristeza-. Tanto si se da cuenta como si no, ya se siente muy atraído por ti. Tu innata calidez lo atrae como un imán.
Cuando entra en una habitación, eres la primera persona a la que busca, y si no estás, no se queda tranquilo hasta que averigua dónde estás.
-Pero él ya la tiene a ella…
-Bueno, si no puedes aceptar que un hombre de casi treinta años obtenga experiencia mundana, será mejor que te olvides de él. Y sería una pena. Todos necesitamos que nos amen. Y si no encuentra a la chica adecuada pronto, el tipo de chica a la que no le dé miedo luchar para atravesar las barreras que lo protegen, terminará siendo un pobre infeliz como su padre.
¿Cómo podía extrañar que con semejantes ánimos no siguiera amando a Joe hasta la locura? Tal vez Emilie supiera lo que ____ sentía por Joe, pero ella no podía confiar en su madre, que por entonces vivía de alquiler en Nantes. Decidida a no tener nada que ver con los Jonas, Juno se negaba a visitar a su hija en la mansión.
Para ella, saber que su hija amaba a Joe Jonas habría sido el colmo de la deslealtad.
De modo que no le dijo nada.
Pero entonces el destino hizo de las suyas: Roland Jonas sufrió un ataque al corazón y lo llevaron urgentemente al hospital acompañado de Emilie. Con el ajetreo, ____ olvido que debería haber ido a visitar a su madre ese día. Por la tarde, Joe regreso del hospital con aspecto exhausto. Y ella corrió a ofrecerle consuelo.
-¿Quieres hablar de lo que sientes?
-No.
-¿Quieres hablar de cualquier otra cosa?
-No.
-¡Pero no puedes querer estar solo! –Aferrándose a la manga de Joe para evitar que se apartara, como siempre hacia cuando ella se acercaba demasiado, ____ lo miro con ojos suplicantes-. ¿No puedo hacer nada para que te sientas mejor?
Joe la miró con ojos brillantes.
-Vete…
-Joe, por favor…
Y entonces la tomó en sus brazos, literalmente, y aplastó su boca ardiente contra la de ella. El aturdimiento que siguió a tan brutal asalto la dejó sin habla, pero la explosiva pasión de Joe penetró en ella como fuego. Era como si no pudiera hartarse y se pegó a él como un pegamento. Cuando Juno apareció en la biblioteca de Joe acompañada por el ama de llaves, encontraron a ____ acoplada al cuerpo de Joe en actitud de embeleso.
La escena que siguió fue horrorosa. Su madre empezó a lanzar todo tipo de acusaciones y amenazó con ir a la prensa. Cuando Juno salió de la mansión hecha un basilisco, Joe, que no había pronunciado una sola palabra en su propia defensa, se giró hacia _____, encogida en un rincón, avergonzada y culpable.
-Tendremos que actuar rápido si queremos estropear los planes de tu madre.
-¡No hablaba en serio!
-Tiene mucho resentimiento, y en estos momentos la paz de espíritu de mi padre es de vital importancia. Un sórdido escándalo lo destrozaría. Dado que he sido yo el que ha provocado esta situación, me aseguraré de que no tenga repercusiones –dijo Joe sin levantar la voz, ni mostrar una sola emoción en su delgado y fuerte rostro- La única manera de hacerlo es casándome contigo lo antes posible. Tu madre no podrá seguir aduciendo inmoralidad después de eso.
-¿Ca… casarte conmigo? ¿Me estás pidiendo…?
-No será un matrimonio de verdad –explicó él con sequedad-. Cuando ya no sea necesario seguir encubriendo el incidente, conseguiremos la anulación. De modo que no te emociones demasiado, mon ange. Las cosas no han cambiado.
____ enlazó las manos temblorosas.
-¿Llevaré anillo?
Joe asintió con desgana.
-¿Un vestido?
-No.
-¿Qué hay de malo en que yo finja que es una boda de verdad?
-Tu imaginación no necesita alas.
Se casaron en una ceremonia civil en Nantes acompañados por Emilie y el abogado de Joe. No fue una boda secreta, pero tampoco se hizo ninguna publicidad, y dado el delicado estado de salud de Roland Jonas, tal vez la gente se cuestionara si era el momento más oportuno.
Antes de que los pensamientos de ____ vagaran hasta la devastadora desilusión de verse abandonada en su noche de bodas por otra mujer, el frio mármol bajo sus pies la sacó del pasado. Se levantó súbitamente decidida. Era medianoche, pero era hora de sincerarse con Joe, al menos respecto a la paternidad de sus hijos. Mantener la ficción era injusto para él.
Pero cuando regresó el dormitorio, Joe no estaba. Demasiado inquieta para acostarse, ____ se puso unos vaqueros y un top y fue a buscarlo. Sus turbulentas reflexiones no la dejaban en paz. ¿Cómo podía dejar de anhelar lo que Joe nunca podría darle? ¿Por qué se había engañado diciéndose que era lo suficientemente fuerte como para pasar una ultima noche con Joe? Esa noche precisamente era lo que le había provocado ese nuevo torbellino emocional en el que se encontraba. Esa noche era lo que había convencido a Joe de que ella se conformaría con tener sexo con él si no podía tenerlo de otra manera.
Joe estaba junto a la ventana, sosteniendo una copa de brandy en la mano. La camisa de color verde oscuro abierta y suelta por encima de los pantalones de pinzas de buen corte dejaba al descubierto el pecho velludo, e iba descalzo. Vestido con estilo informal y con la sombra de la barba incipiente en la mandíbula le pareció un extraño.
-Vuelve a la cama –le dijo Joe sin emoción.
Aunque de pie entre las sombras que lanzaba la lámpara del escritorio sobre la habitación, ____ reconoció la furiosa tensión y se detuvo a metros, observando la ferocidad de los ángulos que conformaban su rostro bronceado, el brillo de advertencia que despedían sus ojos antes de quedar cubiertos por un velo y la rigidez de sus hombros.
-¡Aunque sólo sea por una vez haz lo que te digo! –exclamó Joe con súbita y abierta furia.
____ retrocedió un paso realmente sorprendida y lo contempló perpleja.
-¿Por qué estás tan enfadado? No fui yo la que pidió esta situación con Emilie.
-Mi enfado viene de mucho más atrás. No había situación alguna hasta que tú decidiste que estabas enamorada de mí y te negaste a dejar el tema.
-Pero…
-Antes de que me casara contigo, para mí sólo eras joven y vulnerable. ¡No vi hasta dónde podías llegar para conseguir lo que querías! –los ojos de un brillo dorado la siguieron hasta encontrarse con los de ella-. ¡La primera vez que te acercaste a mi debería haberte aplastado para siempre! Pero me negaba a hacerte daño. Tú te aprovechaste…
-No… -____ hizo un extraño movimiento de súplica con una mano-. No fue deliberado…
-Creía que eras dulce, esencialmente inofensiva… -Joe dejó escapar una áspera risotada-.
¡Pero desde el momento en que entraste en mi vida has sido tan destructiva como un tanque enemigo!

____ se quedó paralizada por el implacable efecto de verlo apartar sus reservas para hablar de algo verdaderamente personal. La ira y la amargura que revelaba la dejaron conmocionada.
-Estoy borracho… -añadió él con gesto adusto.
¿Joe borracho? Aquello era aún más extraordinario. ____ se quedó mirándolo, pero no le parecía borracho, aunque desde luego no se estaba comportando con el frío autocontrol habitual.
-Muchos hombres habrían aceptado tu invitación aquella noche de invierno –continuó él, los ojos fijos en ella en abierta condena-. Estabas muy sexy. Siempre fui consciente de tu atracción. Nunca fui indiferente, pero mantenía las distancias.
-Joe, yo no sa…
-Actúe en contra de los deseos de mi padre cuando organicé el reencuentro entre tu madre y tú. ¿Y cómo me recompensaste?
Ante aquella pregunta incómoda, ____ sintió que el estómago le daba vueltas.
-Un inoportuno beso y terminé teniendo que casarme –resumió con dureza, pálido de ira al recordar-. Pero ahí no terminó todo, ¿verdad? Tú seguías sin aceptar un no por respuesta.
Por favor, no digas nada más, Joe… -lo instó ella con desesperación-. Si pudiera retroceder y cambiar las cosas, lo haría, ¡pero no puedo! Estaba obsesionada contigo… y lo siento… pero no podía evitarlo, ni tampoco podía ver lo egoísta que estaba siendo.
-Esperaste a que sufriera una conmoción –continuó Joe con los dientes apretados, marcando más su áspero acento-. Entonces te deslizaste sigilosamente en mí cama mientras dormía. ¿Cómo puede caer tan bajo una mujer?
____ se quedo mirando la alfombra y notó que se volvía borrosa cuando los ojos empezaron a llenársele de lágrimas. Visto a través de los ojos de él, dicho con sus palabras, su comportamiento parecía aún peor. Aunque después de aquella noche ella también se había juzgado con dureza. Por eso había abandonado Francia. No había huido. Tan sólo se había dado cuenta de que lo mejor que podía hacer era salir de la vida de Joe y dejarlo en paz. Por un momento estuvo tentada por decir el papel que Gabrielle Joly había tenido que ver en su comportamiento, pero dado que la modelo había salido de la vida de Joe, ____ era demasiado orgullosa y aún estaba sensible para admitir lo desilusionada y dolida que se había sentido al comprender el aparente dominio que aquella mujer tenía sobre él.
-Y cuando por fin me atreví a decirte que ninguna mujer me atraparía dentro de un matrimonio por medio del sexo, ¿qué hiciste tú? –el tono insondable de Joe había descendido a un furioso susurro en el que resonaba algo cercano a una ira incontrolable.
-Lo único que podía hacer. Irme –respondió ella.
-Te fuiste –repitió él con voz irregular-. ¡Pero no te fuiste sin más!
-¿Adónde quieres llegar? –preguntó ella, mirándolo perpleja.
-¡Me dejaste una carta en la que me decías que no podías vivir sin mí y desapareciste! –le espetó él con tono condenatorio, arrasándola con la fuerza de su ira.
-¿Qué había de malo en ello?
-¿Qué qué había de malo? –Susurró Joe con incredulidad, mientras una ira negra emanaba de él en oleadas-. ¡Pensé que te habías ahogado! Hice que dragaran el foso… ¡ordené que los buceadores te buscaran dentro del lago!
____ lo miró como si hubiera perdido la cabeza.
-Si te ríes… si lo haces… -le advirtió Joe con voz pastosa.
Pero ____ estaba imaginando la extremada preocupación que habría sido necesaria para que Joe hiciera lo que había hecho. Y sintió que se ponía enferma.
-Ni una sola vez se te ocurrió que podría estar preocupado por ti. ¡Ni una sola vez en estos meses me llamaste para decirme que estabas bien! –Joe se dio la vuelta y lanzó la copa al fuego, con el consiguiente chisporroteo del alcohol en contacto con las llamas.
____ contempló los relucientes fragmentos de cristal con profundo aturdimiento.
-Yo… yo no creí…
-Tú nunca lo haces. Vives cada día como si fuera el último. Nunca miras atrás, ni hacia delante, simplemente haces lo que te apetece. Ése es un lujo que algunos de nosotros no ha conocido nunca –afirmó Joe con tono glacial.
Temblando bajo el peso de todas esas acusaciones, ____ se había quedado pálida.
Irresponsable, egoísta y caprichosa. Al parecer no tenía ningún atributo positivo. Y lo cierto era que era muy egoísta. Se había lanzado a los brazos de Joe y había permitido que se casara con ella en vez de enfrentarse con su madre y obligarla a retirar todas sus injustas amenazas. Durante su breve matrimonio, se había negado a aceptar el rechazo. Pero sorprendentemente a los ojos de Joe su mayor pecado había sido desvanecerse en el aire y haber roto todo contacto durante meses.
-Hasta convenciste a Emilie para que fingiera que no sabía dónde estabas –concluyó Joe con gesto lúgubre-. ¿Crees que no me he dado cuenta hoy? ¡Emilie, que podría ser mi madre si mi padre hubiera tenido el coraje de no renunciar a ella!
La confusión de ____ ante semejante alusión hizo que Joe soltara una risa cansina.
-Sólo ves lo que tiene que ver directamente contigo –Joe sacudió la cabeza con desesperación-. ¿Por qué crees que era tan importante para Emilie estar aquí cuando mi padre estaba moribundo? ¿Por qué crees que su presencia era tan reconfortante? Cuando eran jóvenes estaban enamorados. Pero mi abuelo desaprobaba la unión porque Emilie era una pariente pobre. Mi padre tenía miedo de perderlo todo frente a su hermano menor, el segundo en la sucesión de herencia, y renuncio a Emilie. Ella continuo con su vida y tuvo un matrimonio feliz, él no.
Oír a Joe recitar lo que ella debería haber percibido y visto por sí misma hizo que se sintiera aún peor. Era como encontrar la pieza faltante del rompecabezas… las constantes atenciones de Emilie hacia Roland Jonas aquel invierno, su innegable pena cuando falleció.
-Emilie sentía lástima por él porque él nunca dejó de quererla. Cuando mi madre murió, mi padre se habría casado con Emilie, pero ella lo rechazó –añadió él.
-Tienes razón… -murmuró ____ tristemente-. No veo más allá de mis narices. Y yo que creía que era muy perspicaz.
-Vete a la cama… son las tres de la madrugada.
____ aún no le había dicho lo de Venus y Marte, y la perspectiva de hacerlo se le antojaba una sentencia de muerte. Si no la odiara ya, estaba a punto de darle la oportunidad. No se le escapaba que en muchos aspectos Joe había sido inmensamente tolerante con su comportamiento. De hecho, con la legendaria reputación de ser frío y despiadado, de pronto no comprendía por qué Joe había permitido que una estúpida adolescente le causara tantos
problemas…
-Una cosa más –dijo Joe, interrumpiendo sus pensamientos-. Lo que dije de comprarte una casa fue un impulso ridículo y te pido disculpas por haberlo sugerido.
-Tal vez sólo querías venganza… -____ sintió como si la hubiera abofeteado con el colmo de los rechazos. Su disculpa era innegablemente sincera.
-No soy así…
Joe observó a ____ salir de la habitación de espaldas con una especie de mirada ciega en los ojos y se preguntó por qué no se sentía mejor. Se preguntó por qué de pronto se sentía como un hombre que se comportaba de forma brutal con los niños y los animales. Se preguntó por qué comportarse con dureza con ____ había requerido dieciocho meses de rabia acumulada cuando era natural en él ser duro con los demás.
Le asombraba que ____ no le hubiera gritado. Era extraño lo poco satisfactorio que había sido la experiencia. Claro que el alcohol era un desinhibidor. Había perdido los papeles y él odiaba perder el control. Posiblemente había sido un poco demasiado duro con ella. ¿Pero venganza? Él estaba por encima de eso.
En el piso de arriba, _____ se derrumbó en el sofá del dormitorio sin quitarse ni la ropa. Su vida se extendía ante ella como un desierto. Joe la odiaba y no tenía motivos para pensar bien de ella. Aun así se preguntaba por qué había guardado su ira tanto tiempo. A pesar de estar muerta de cansancio, no pudo dormir más de cuatro horas y se levantó.
La cama de Joe estaba vacía. No había dormido en ella. Eran las siete. Se dirigió al baño, desnudándose de camino. Tras lavarse rápidamente, se puso un vestido veraniego de color crema y capucha que su madre le había regalado. Parecía de funeral.
Con los certificados de nacimiento en una mano bajó al piso inferior. Sus pasos se hicieron más lentos conforme llegaba al imponente comedor y entró. Joe estaba sentado en aristocrático aislamiento en un extremo de la pulida mesa. Bajó el periódico dejando a la vista los ojos encapotados y la sombra adusta que oscurecía sus hermosos rasgos.
Inmaculado con su traje gris plata, camisa de seda y corbata también de seda color vino, tenía un aspecto formidable, pero aun así ____ no pudo evitar que su susceptible corazón diera un vuelco.
-No te esperaba ver levantada tan pronto –admitió él con absoluta frialdad.
-Yo… yo tenía que hablar contigo antes de que te marcharas al banco –____ inspiró aire profundamente y se obligó a acercarse.
Joe dobló el periódico y se levantó con agilidad.
-Me temo que llegas tarde. Ya me iba.
-Joe… éstos son los certificados de nacimiento de los mellizos –dijo ella con un hilo de voz, blanca como la leche.
-¿Qué interés podrían tener para mí? –Joe no miró siquiera los documentos mientras se dirigía hacia el otro extremo de la mesa en dirección a la puerta.
-Los mellizos tienen un año… aunque no lo perece porque fueron prematuros…
Joe se giró con el ceño fruncido en gesto de total exasperación.
-¿Por qué me cuentas todo esto ahora?
-Venus y Marte tiene un año –continuó ____ con voz menguante-. Aquella noche… ya sabes, cuando me “deslicé sigilosamente” en tu cama, como has dicho… pues lo cierto es que aquella noche tuvo sus consecuencias. Lo siento mucho.
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 25th 2012, 21:17

OMG! OMG! OMG! OMG! OMG! OMG! OMG! !!!
Será posible que Joe se haya puesto celoso por la llamada
de Kevin???? scratch
Bueno al menos eso parecía!!!!
Pobrecito de Joe...
Realmente estaba preocupado por ________
pero a ella no se la había ocurrido pensar en eso... Evil or Very Mad
No puedo creer que _______ por fin se haya atrevido a decirle la verdad
a Joe a cerca de los gemelitos!!!! affraid
Muero por saber cual será la reacción de Joe ahora
que sabe que los bebes son suyos!!!!! tiste
Por fis debes seguirla cuanto antes!!!!!!

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Niinooskaa
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 25th 2012, 21:55

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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Niinoo

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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 29th 2012, 16:59

siguelaaaaaa rapidoooo por favor
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeNoviembre 29th 2012, 20:26

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 7th 2012, 19:02

Joe la contempló, observando abstraídamente que llevaba un vestido que parecía una prenda de luto y que su rostro carecía de su brillo habitual.
Su cerebro pareció detenerse en la segunda referencia a la edad de los pequeños. Un año.
Pero eran demasiado pequeños. ¿Qué había tratado de decirle? ¿Prematuros? ¿Les ocurría algo? ¿Estaban enfermos? La imagen de que algo pudiera amenazar a aquellas dos desvalidas criaturas lo aferró como una gélida en la espina dorsal.
-Son tus hijos –concluyó ____ titubeante-. Debería habértelo dicho en cuanto vi que pensabas otra cosa. Pero que pensaras que pudieran ser de otro hombre me dejó anonadada y furiosa. Y dado que no parecías molesto por la idea, no quise llevarte la contraria.
-Mis hijos… -repitió Joe como si no alcanzara a comprender lo que estaba diciendo-. ¿Qué les pasa? ¿Están enfermos?
-No, claro que no. Ahora están bien y crecen sanos. Joe ¿entiendes lo que acabo de decirte?
-Has dicho que son mis hijos –repitió Joe, aún con la misma expresión, aunque sus cejas arqueadas empezaron a arrugarse.
-De verdad, no entiendo de dónde sacaste la idea de que no eran…
-El contable de Emilie dijo que los niños habían salido del hospital en otoño. Supuso que acababan de nacer –su habitual volumen de voz se elevó al tiempo que fruncía el ceño-. J ´etaisvraiment fâché… -murmuró Joe en francés.
____ vio cómo se dirigía hacia el ama de llaves, que estaba esperando en el vestíbulo para desearle buen viaje.
Él recordó cómo ____, cuando volvía a casa, salía a recibirlo al puente, arrojándose literalmente a él como si llevara fuera un mes, sin importarle con quien estuviera.
Diplomáticos y banqueros de alto rango por igual se quedaban fascinados ante su impredecible energía, su encanto natural, sus increíbles piernas…
Y no había duda de que a partir de ese momento se enfrentaba a un futuro en el que nadie lo recibiría así… Ah, c´est la vie, suspiró Joe, y felicitándose por su autocontrol y su frialdad ante una crisis, informó a su ama de llaves que no iría a París. A continuación, salió a la calle y tomó aire profundamente varias veces para contrarrestar la irritante sensación de mareo que lo había asaltado.
De haberse considerado una persona emocional, tal vez se hubiera preguntado si lo que estaba experimentando era una mezcla de sorpresa y el más intenso alivio. Pero siendo como era un extraño para todo lo relacionado con semejante autoanálisis, y un hombre que solo razonaba en términos prácticos de causa y efecto, Joe decidió de lo que estaba experimentando eran los efectos del alcohol.
Se dirigió entonces al helipuerto felizmente entretenido pensando en otros hechos que tal vez no fueran tan obvios para ____ como para él. En primer lugar, pensó sonriendo para sus adentros, Kevin quedaría reducido a un pensamiento pasajero de lo que podría haber sido, pero no iba a ser. Todos los niños merecían a sus dos progenitores juntos bajo el mismo techo.
Inmóvil junto a uno de los ventanales del comedor, ____ lo observaba acercarse al helicóptero sin comprender. Joe hablo con su piloto, el pelo reluciente al sol y una mano metida en el pantalón del bolsillo con aire despreocupado. ____ no podía creerlo. Parecía relajado en vez de un hombre al que acababan de darle una noticia se esa importancia. Tal vez sólo había salido para tranquilizarse y ella no supiera leer el lenguaje corporal. Después de todo, ¿cuándo había sabido ella entender lo que ocurría dentro del complejo cerebro de él?
Joe regreso entonces a la casa, exhalando un potente aire de determinación, y se dirigió directamente hacia las escaleras. ____ corrió al vestíbulo tras él.
-¿Adónde vas?
-A ver a mis hijos.
El sonido del adjetivo posesivo que empleó la sorprendió.
Bertille ya los había vestido y les había dado el desayuno, y en cuanto vio aparecer a los padres sonrió y desapareció. Joe se quedó quieto en el centro de la habitación, mirando con aire tenso cómo jugaban en la alfombra.
-¡Ma-má! –chilló Venus y empezó a gatear hacia ____.
-¿Pueden moverse… y hablar? –susurró Joe con asombro casi cómico.
-Bueno, Venus conoce una palabra… la que acaba de decir –____ miraba a Marte. El niño sabía gatear sólo hacia atrás y, cuando la pared detuvo su avance, dejó escapar un quejido lastimero y sus ojos marrones se llenaron de lágrimas de frustración.
____ fue a ayudarle, pero Joe la sorprendió llegando antes. Entonces se acuclilló y, levantando a Marte le habló en francés. Fácil de manejar cuando le mostraban atención y cariño, las lágrimas de Marte se secaron por arte de magia. Con rostro resplandeciente, se acurrucó en el brazo de Joe con aire feliz.
-Que confiado es… -comentó Joe con voz áspera, debatiéndose entre el niño que tenía en brazos y Venus, quien, intrigada por su presencia, había cambiado de idea y, en vez de gatear hacia su madre, se dirigía hacia él.
Dejándose caer en el pañal, Venus tiro de la borla de uno de los zapatos de Joe. Después echó hacia atrás su brillante cabecita rizada y lo miró con una juguetona sonrisa de desafío.
Joe extendió la mano libre para darle la bienvenida. Venus le tomó el pulgar. Pero acto seguido lo soltó más interesada por el reloj de oro que relucía en su muñeca. Ante un cambio de atención tan brusco, la inusual sonrisa de Joe brotó de sus labios, y la diversión iluminó su fuerte rostro.
-Es como un clon en miniatura de su madre.
El corazón de ____ dio un vuelco al ver su carismática sonrisa, y se le secó la boca.
-Bueno, Marte se parece a ti.
Conforme avanzaban los minutos y Joe seguía entretenido con los niños, la inquietud de ____ empezó a aumentar. No podía creer lo que veía. Sin importarle su carísimo traje, estaba sentado en la alfombra dejando que Venus y Marte juguetearan con él como si de un enorme juguete se tratara. Las manitas le tiraban de la corbata, rebuscaban en sus bolsillos, le tiraban del pelo y exploraban su cara.
-Los dos están bostezando –comentó Joe al cabo de veinte minutos, con evidente decepción.
-Es que los has agotado –le espetó ella, aunque sabía que debían de estar muy cansados después del agotador día anterior y necesitarían su siesta de la mañana.
____ los acomodó en sus cunas, no sin antes intercambiar besos y abrazos con ellos.
-No esperaba que unos niños tan pequeños me aceptaran tan fácilmente –dijo Joe finalmente, sintiéndose tan ignorado como ____ momentos antes.
-Están muy encariñados con Kevin y por eso confían en todos los hombres –dijo ella sin darle importancia.
Joe la miró fijamente con una insondable expresión en sus ojos negros y los músculos de su magnífico rostro tenso.
-¿Entonces ha de esperar que vamos a verte por Inglaterra después del verano? –preguntó
____ un tanto crispada-. ¿Sabes? Ya siento nostalgia.
-Hablaremos de ello abajo –dijo Joe, y salió de la habitación.
Ya lo creo que sí, pensó ___, que lamentaba la manera en que Joe asumía el control, y acallo la vocecilla interior que le decía que estaba siendo mala. Pero mejor sentir eso que concentrarse en el potente dolor sordo que Joe era capaz de provocarle por el mero hecho de estar en la misma habitación.
Se había servido café en el salón principal cuando ____ bajó por fin. Mientras jugaba con Venus y Marte, Joe se había mostrado más relajado que nunca. Sin embargo, había recuperado la fría y distante expresión, y en cuestión de segundos, su ansiedad se reavivó. Si Joe pensaba recriminarle la nueva situación, quería acabar con el asunto lo antes posible.
-¿Y bien? –instó ella valerosamente.
-¿Café? –invitó él gentilmente.
-¡El café me sienta mal cuando estoy nerviosa!
Joe se sirvió una taza con la calma que tanto la enervaba.
-¿Y bien? Venga. ¡Dilo!
-¿Qué es lo que quieres que diga? –Joe alzó una ceja en gesto educadamente inquisitivo.
____ se giró sobre sus talones, rebosante de frustración, haciendo tintinear las pulseras que decoraban su delgada muñeca.
-¡Que si no me hubiera metido en tu cama ahora no serias padre!
-Sabía lo que hacía, mon ange.
____ se giró nuevamente y lo miró confusa.
-¿Acaso viste que me opusiera? –añadió Joe con sequedad.
____ se sonrojó.
-Naturalmente que no –se respondió Joe-. Estaba disfrutando demasiado para detenerme, y no te protegí de un embarazo. La responsabilidad es enteramente mía.
Su absoluto autodominio terminó por desconcertarla.
-No tienes que cargar con toda la culpa –empezó ella, mostrándose más justa que de costumbre-. Yo sabía…
-No sabías nada –terció Joe, torciendo la boca con ironía-. ¿No es ése el centro de la cuestión?
____ se puso roja como un tomate. Debería haber sabido algo respecto a la concepción, pero entre el internado y la cuidadosa supervisión de Emilie no tenido muchas oportunidades para experimentar.
Joe tomó en la mano los certificados de nacimiento y los ojeó con decidida fascinación.
-Viviene y Maximilian… Viviene y Max Jonas- probó con suavidad.
-Conocidos como Venus y Marte –apuntó ____, deteniéndose en medio de la habitación.
-Pero no dejan de ser mis hijos, y serán educados aquí, en la casa familiar .Joe estaba inmóvil junto a la magnífica chimenea.
-¿De qué estás hablando? -preguntó ella.
Los ojos oscuros de Joe le sostuvieron la mirada sin vacilar.
-Creo que deberías sentarte y tomar un poco de café. Tanto recorrer la habitación a una lado y otro te ha debido marear…
-¡No estoy mareada! Y tampoco quiero sentarme.
-Y yo no quiero discutir contigo, pero si te empeñas en tratar el asunto, terminarás perdiendo –le advirtió él.
-¿Eso crees? –Dijo ella, cuyos ojos despedían fuego de pura rabia-. Cinco minutos después de saber que eres padre y ya estás dando órdenes.
-Y debería añadir que la ley, al menos la francesa, se pondrá de mi parte –dijo él con fría exactitud.
-¿Qué intentas decirme? –preguntó ella rígida y con el vello erizado.
-Que si vieran el hogar en el que tenías a mis hijos en Inglaterra un tribunal francés me daría la razón.
-Me estás amenazando… -___ se había puesto pálida.
-Te sorprende. ¿Por qué? Lamentablemente, los mellizos tienen más derecho a ser tratados con mimo en este momento que tú, mon ange.
-Me estas amenazando… -repitió ella sin salir de su asombro.
-Deberías saber en qué situación estás. Entre la espada y la pared –dijo Joe, solícito, por si era demasiado torpe para captar el mensaje-. ¡De ninguna manera dejaré que te lleves a mis hijos después del verano!
-No puedes….Sí que puedo detenerte. No me gustaría verme obligado a utilizar determinados métodos, pero lo haría –replicó él llanamente-. Has tomado algunas decisiones poco adecuadas desde el nacimiento de nuestros hijos…
-¿Cómo cuál?
-A pesar de que vivías bajo el umbral de la pobreza, no me informaste de su nacimiento ni me pediste ayuda económica. Y hasta yo conozco la aceptada autoridad que afirma que las necesidades de un niño deberían ser prioritarias –Joe le lanzó mirada de reproche-. Al tratar de criar a nuestros hijos en un entorno poco deseable, además de negarme mis derechos como padre, fracasaste como progenitor responsable y maduro.
Los suaves labios de ____ se abrieron son horrorizada incredulidad ante el juicio de Joe.
Éste la miró fijamente al tiempo que hacía un gesto irónico y desdeñoso con la mano.
-Ahora bien, no creo que sea justo juzgar a la adolescente que eras en el momento del nacimiento. Pero tienes que aceptar que en una disputa por la custodia te enfrentarías a mí, y ni el peor enemigo podría tildarme de inmaduro o irresponsable.
Una impresionante conclusión. Cuando terminó de hablar, había logrado meterle el miedo en el cuerpo.
-Simplemente no comprendo nada… -____ se esforzó por controlar sus turbulentas emociones-. Nada más enterarte de que los mellizos son hijos tuyos, empiezas a amenazarme con quitármelos…
-No es mi deseo ni mi intención. Pero, irónicamente, es exactamente lo que tú hiciste antes de bajar del piso de arriba –dijo Joe con calma-. ¿Esperabas que saltara de alegría cuando me dijiste que sentías nostalgia y hablaste de regresar a Inglaterra?
____ enrojeció y apartó la vista con incomodidad.
-No… pero, bueno, de acuerdo, puede que sea una amenaza –murmuró por lo bajo.
-Gracias. Pero aunque finalmente me has dicho que son hijos míos, no pareces comprender el tremendo impacto que eso tendrá en nuestras vidas.
-¿Pero por qué habría de cambiar nada? No tengo problema en dejar que los veas todo lo que quieras…
-¿Podrías explicarme por qué no puedes aceptar que deberías querer a mis hijos tanto como tú? –preguntó él sin comprender.
La perplejidad de ____ y el miedo se convirtieron en pánico al oírlo.
-¡Porque no me querías a mí, no querías estar casado conmigo, por todos los santos! ¿Por qué iba a pensar que te alegraría que te endosaran dos niños por culpa de un matrimonio fingido? ¡Pensé que te pondrías furioso si te enterabas de que estaba embarazada! ¡Pensé que querrías que abortara! Pensé que te indignarías conmigo por haber dado lugar a semejante problema…
-Así que, a partir de unas absurdas suposiciones, creaste un verdadero problema. No le veo sentido –admitió Joe con una extraña media sonrisa-. Claro que pocas cosas de las que haces tienen sentido para mí, por lo que me importa. Lo que sí importa es que te estás enfadando mucho.
-¿Y te sorprende?
- ¿Qué clase de padre podré ser si no vivimos en el mismo país? No puedo aceptarlo. Tal vez he exagerado, pero hay lazos que te unen a Inglaterra que me gustaría que olvidaras.
____ parpadeó atónita, incapaz de respirar. ¿Lazos? ¿Qué lazos?
-Me refiero a Kevin –aclaró él sin dudarlo-. No me quedaré sentado viendo cómo un amante ocasional ocupa mi lugar con mis hijos.
A punto estuvo de decirle que nunca se había acostado con Kevin, pero entonces la rabia y el orgullo superaron las ganas de decirle la verdad.
____ hizo un movimiento brusco cuando Joe se estiró para tomarle las manos fuertemente enlazadas y acercarla a sí.
-¿Qué estás haciendo? –dijo ella, ahogando un grito.
-Una vez me dijiste que lo único que querías era ser mi esposa, y que si no podías tenerme, tu vida dejaría de ser vida… se reduciría a existir, privada de luz y alegría, pero que por dentro sólo querrías morir –recitó él con su intenso acento.
____ se quedó de piedra. Las palabras le resultaban vagamente familiares. Su nota… ¡eran de su nota de despedida dieciocho mese atrás! Sus pestañas vibraron levemente y finalmente bajo los párpados, porque en ese preciso momento no podía mirar a Joe.
-¿Y te preguntas por qué hice dragar el foso…? –Murmuró Joe con ternura-. Pero ahora te pido que apoyes con hechos tus palabras.
-¿Qué… que apoye con hechos? –titubeó ella con impotencia.
-Sí, y te comportes de acuerdo a todos esos hondos sentimientos… ah, non –Joe la riñó amablemente cuando ella trató de zafarse de él.
-¡Tratas de burlarte de mí! –lo acusó airadamente.
-No. Por el bien de nuestros hijos, te estoy retando a que olvides a ese Kevin y te concentres en mí y en nuestro matrimonio –la contradijo él-. Acepto que será todo un reto para ti. Pero espero que, aunque no puedas recuperar tu entusiasmo original, algún día vuelvas a ser feliz conmigo.
Una mezcla de dolor y humillación la inundó. ¡Así que era eso lo que buscaba! La posesión total de Venus y Marte con ella como útil adjunto al frente del hogar familiar. El dolor más virulento la sacudió. De pronto, Joe ya no quería divorciarse, pero no era por ella.
¡Lo que ella había deseado durante dieciocho interminables meses estaba dispuesto a dárselo después de pasar media hora con sus hijos! Era una crueldad insoportable.
-¿Tienes frío? ¿Por qué estás temblando? –preguntó él un tanto inquieto.
-¡Sapo insensible! -le espetó ella amargamente, los ojos aguamarina brillantes de dolor e indignación mientras se zafaba de él y se dirigía a la puerta-. ¿Cómo te atreves a pedirme algo así después de lo que me has hecho pasar? ¿Sabes? ¡Puede que seas el más inteligente de los banqueros, pero no creo que sepas absolutamente nada de la vida!
Joe alcanzó la puerta primero y la cerró de golpe mientras trataba de buscar qué era lo que había hecho mal.
-Cálmate –le ordenó.
-¡Apártate de la puerta o te tiraré algo a la cara!
-Si te apetece destruir algo por capricho, adelante.
-Eres peor que una puerta giratoria…
-¿Una puerta… giratoria? No me tengas en suspense, mon ange. ¿En qué me parezco a una puerta giratoria?
-Un minuto y estás aquí, y al siguiente ya no estás, y de nuevo regresas segundos después… cambias de opinión constantemente ¡y me da vueltas la cabeza! –lo acusó ella, alzando la voz temblorosa-. Creo que no sabes lo que quieres, pero en cuanto vuelvo a desearte, me apartas de tu lado…
-Contrólate.
-¿Qué me controle? –Repitió ____, alzando aún más la voz-. ¡Dios, ésta sí que es buena!
Contrólate, pero no en la cama. ¿Crees que quiero terminar siendo tan remilgada y estirada como tú? Creo que ni siquiera sabes lo que ocurre dentro de tu estúpida cabeza. ¡Creo que cuando estás conmigo son tus hiperactivas hormonas masculinas las que te controlan! Y no te gusta, ¿verdad? Porque me da cierto poder. ¡Y eso te enfurece, Joe Jonas!
____ percibió la ira en los ojos de él y se le subió a la cabeza como si fuera alcohol porque, al menos, era satisfactorio comprobar que tenía razón, y aunque no le hubiera hecho daño, sí lo había enfurecido. Aquello probablemente era lo más cercano que llegaría a estar de hacerle perder los estribos. Con un abrupto movimiento, Joe se apartó de la puerta.
Suponiendo que eso significaba que había retrocedido, ____ salió por la puerta. Pero se detuvo para echarle una hirviente mirada de abierta incitación por encima del hombro.
-Y no me hace falta ser alta, rubia y sofisticada. Eso es lo peor de todo, ¿verdad?
-Si quieres oír lo que de verdad pienso, sigue hablando.
____ salió al vestíbulo y aún se volvió una vez más. –Seguro que podrías haber tratado conmigo como esposa si…
-¿Te callaras? –terció él salvajemente.
-No, si hubiera sido legítima, rica y esnob. ¡Me habrías considerado especial!
Joe se abalanzó sobre ella y la levantó del suelo.
-Bájame Joe…
-¿Para que tenga que perseguirte por uno de los castillas más grandes de Loira? De verdad debes de creer que soy estúpido, mon ange.
-¡Creo que eres un estúpido si piensas que una cavernícola demostración de fuerza bruta como ésta hará que me calle y deje que me pisotees como si fuera un felpudo!
Joe no dijo nada, pero tensó la mandíbula de forma agresiva mientras subía a toda prisa los escalones con ella a cuestas y atravesaba el descansillo.
-¡Espero que te dejes la espalda haciendo esto! –lo atacó, buscando una nueva reacción.
-A pesar de tener el temperamento de una pescadera, no pesas más que una muñeca – respondió él, abriendo con el hombro la puerta del dormitorio tras lo cual la cerró de una patada, atravesó la habitación y la dejó caer sobre la cama-. ¡Pero si consigues enfadarme lo suficiente, te aseguro que no soy tan remilgado como para no igualarme a ti en decir groserías!
Irguiéndose en la cama, ____ dejó caer la cabeza hacia atrás y dirigió una mirada de desprecio al hombre que tenía delante.
-¿Para qué me has subido aquí? ¿Para que los empleados no nos oigan?
Joe retrocedió varios pasos mientras se quitaba la corbata y tiraba la chaqueta al suelo.
-Si crees por un momento que tengo la intención de dejar que me…
-¿Dejarme? –preguntó él tras una insolente valoración rebosante de seguridad en sí mismo-. Me dejarías hacértelo en medio de una tormenta, aunque los rayos golpearan el suelo a nuestro alrededor y una orquesta estuviera tocando a nuestras espaldas.
-¿Cómo puedes ser tan…?
-Y no prestarías atención a la tormenta ni a la música porque estarías absorta en lo que soy capaz de hacerte sentir –se burló él, quitándose la camisa con tanta impaciencia que algunos botones saltaron en todas direcciones-. ¿Y dices que mis hormonas son hiperactivas? Antes de casarte conmigo, me comías vivo con la fuerza de tu deseo.
-¡Yo nunca me acerqué a ti en ese sentido! –se defendió ella con las mejillas rojas como la grana.
-¿Acercarte? ¿Para qué si ya satisfacías tus deseos con la vista? Por entonces, creía que no sabías lo que hacías; ahora sospecho que lo sabías demasiado bien.
-¡Era virgen!
-No había nada virginal en la forma en que me mirabas.
-¡Con cuántas vírgenes te has acostado?
-Una es más que suficiente –replicó él lleno de ira.
-Te fastidiaba que te deseara, ¿verdad? –dijo ella entre dientes, siseando como un gato rabioso-. Pero no me evitaste… como deberías haber hecho si no querías darme ánimos.
-Mais c´est incensé… ¡Eso es una locura! ¡Supuse que cuanto más me vieras, más te darías cuenta de que era demasiado mayor y aburrido para ser objeto de tan excesiva adoración! –replicó él.
-No era excesiva. ¡Yo te amaba! Y sólo eras aburrido cuando hablabas de tu estúpido banco.
Una línea de oscuro rubor tiñó las mejillas de él ante aquella confirmación carente de tacto.
-No entendía nada de lo que decías y mi mente volaba todo el tiempo hasta que sólo oía el so… sonido de tu voz.
El titubeo se debió a que Joe acababa de quitarse los pantalones.
-Sólo un tonto se casa con una cabeza de chorlito, así que tengo lo que merezco.
-No soy una cabeza de chorlito… aunque no podía concentrarse en nada al verlo casi desnudo delante de ella.
-Una cabeza de chorlito que sólo piensa en el sexo –ronroneó Joe con increíble desprecio-. Que, después de una separación de más de dieciocho meses, se acostó conmigo a la hora de reaparecer en su vida.
-Oh…¡oh!
-De acuerdo, yo te lo pedí… pero si hubieras tenido sentido de la moral me hubieras dicho que no –la acusó al tiempo que se apoyaba en la cama-. Me avergoncé por ti cuando desperté a la mañana siguiente.
-¿A la mañana siguiente? –____ forzó una áspera risa-. ¿No ves cómo se repite la historia?
Igual que la única noche que pase contigo. ¡Estas furioso por haber sucumbido que me castigaras por ello!
-Eso no es cierto… -remarcó la afirmación tomándole el rostro entre las manos-. Me levanté a la mañana siguiente esa primera noche y te miré y tú abriste los ojos…
-¡Qué atrevimiento por mi parte! ¿Se suponía que tenía que esconderme debajo de las sábanas avergonzada por haber pasado la noche con mi marido?
-Lo que vi fue una adolescente embelesada conmigo que no podía pensar con claridad.
Estaba enfadado y avergonzado por no haber podido controlarme y haberme aprovechado de…
-¡No me digas que eso fue lo que sentiste! –chilló ____, horrorizada-. Fue maravilloso… aún me sigue pareciendo un recuerdo maravillo… ¡y no te aprovechaste de mí!
-No lo ves, ¿verdad? Aquella mañana necesitaba de verdad mirarte y ver a una mujer adulta, pero yo sólo podía recordar a la niña vulnerable que había recogido en México…-vaciló y frunció el ceño-. Nunca crecerás, al menos de la manera como lo haría una mujer de personalidad menos apasionada.
-Oh, muchas gracias. Pues si creíste que decirme que fuera a experimentar con chicos de mi edad era una forma de ayudarme, no puedo tener demasiada buena opinión de tus consejos.
-No sabes cuándo parar, ¡verdad?
Sin previo aviso, Joe la tomó en sus brazos y se levantó para posarla de nuevo en la cama con él.
El calor que emanaba de su cuerpo atravesó el tejido de su vestido y un escalofrío la recorrió. Sabía que no iba a decirle que no. Y sabía que él también lo sabía. Una diversión muy masculina brillaba en sus ojos negros. Le apetecía abofetearlo, pero no quería apartarlo de ella.
-De acuerdo, entiendo que puedo suponer que seguiremos casados –dijo él, sosteniéndole la mirada en gesto inquisitivo.
____ se puso tensa, los ojos fijos en el suave hombro de él. ¿Seguir casados por los niños?
¡Maldito Joe Jonas por plantear aquella afirmación que en realidad era una pregunta justo en ese momento! Justo cuando su cuerpo la cubría por completo y ella sólo deseaba unirse a él. ¿Si decía que no, la echaría de la cama?
____ apoyó la frente en el hombro de Joe.
-Ya hablaremos de ello después –murmuró.
Joe cambio de posición, la colocó a horcadas sobre él y le sacó el vestido.
-Mejor sin vestido, mon ange –dijo, fijando la mirada sobre las curvas desnudas de sus pechos erguidos con ardiente apreciación.
____ se sonrojó cuando se endurecieron. Joe se tensó y tiró de ella hacia él.
-Me alegro de que te hallas cansado de discutir –gimió, cerrando la boca con ansia sobre uno de los pezones.
Al hacerlo, una oleada de intensa excitación dejó a ____ sin respiración. Cerró los ojos entre jadeos mientras el le acariciaba el otro pezón con dos dedos y tironeaba de él. ____ sentía verdaderas corrientes de deseo cuando Joe la hizo rodar hasta colocarla de espaldas, y le quito las bragas con mano firme.
La contempló entonces con ojos satisfechos. Ella abrió los suyos, que colisionaron con el escrutinio al que estaba siendo sometida y ahogó un gemido de desesperada necesidad de ser acariciada. De pronto, le avergonzó constatar el poder que tenía aquel hombre sobre su débil cuerpo.
-No me mires así…
-Siempre me excita ver cómo respondes a mis caricias. No puedo evitarlo –murmuró él con voz ronca, contemplando sus curvas desnudas con devoradora atención-. La última vez que estuviste aquí, me pasé todo el tiempo preguntándome, ardiendo, fantaseando…
-¿Conmigo? –su sensual sonrisa era tan natural en ella como respirar.
-Y tratando de averiguar qué tenías que me atraía tanto –Joe pasó una acariciadora mano por encima de sus sensibles pechos, sonriendo perezosamente mientras ella arqueaba la espalda.
-¿Oh…?
-Eres tan pequeña, pero tan bien proporcionada. Tus ojos son de un color precioso, y tu boca… cuando miro esa boca deliciosa, me pongo… -Joe habló con voz pastosa, como si cuanto más dijera más insoportable se le hiciera resistirse a seguir hablando así de ella.
Ella captó el mensaje cuando él la besó con la avidez que ella deseaba, pero por un segundo su cerebro actuó por otro lado y un único pensamiento emergió. Joe le estaba hablando por fin, pero no sería buena idea mencionarlo porque probablemente él no se hubiera dado cuenta de que lo estaba haciendo. Y cuando su lengua penetró con fuerza salvaje en su boca, se volvió loca.
-Me excitas de una manera increíble –murmuró él entre gemidos, apartándose para quitarse los calzoncillos.
____ parpadeó sorprendida. Dios, seguía hablando. Lo miró ligeramente preocupada y decidió que tenía que ser por el estrés. Entonces Joe regresó, todo su magnífico cuerpo tenso de deseo, y ella extendió las palmas para acariciar el vello rizado que cubría su torso, empapándose del placer de sentir el calor y la masculinidad que emanaba de él.
Éste se estremeció y aplastó sus labios contra los de ella, sometiéndola a una sensual exploración, saboreándola hasta que le causó una cadena de pequeños estremecimientos en lo más profundo de su ser.
-Estás muy callada –dijo él con un hilo de voz, casi decepcionado, para incredulidad de ____.
-Yo… no puedo pensar cuando estás tan cerca de mí, Joe… sólo puedo sentir.
Y lo que sentía era una indescriptible impaciencia, estremecimientos, la piel ardiente y tensa, y el dolor sordo que enviaba vibraciones de frustración a cada terminación nerviosa.
-Un hombre debería tomarse su tiempo para hacerle el amor a su esposa –Joe le lanzó una sonrisa de pura malicia.
La combinación de esa sonrisa y la referencia medio en broma medio en serio al hacho de que era su esposa la sorprendió. La abrazó como si tuviera todo el tiempo del mundo mientras ella le clavaba los dedos en el hombro, arrancándole una carcajada que nunca antes la había oído, y a continuación unió su boca con la de ella relanzándola a una nueva explosión de sensaciones.
La tocó por todas partes menos en el lugar que ella más anhelaba. Le descubrió zonas erógenas desconocidas. Enlazo un collar de mordiscos a lo largo de su garganta hasta que creyó que iba a estallar en llamas. Le lamió los dedos y sintió que hasta los huesos se le licuaban. Después recorrió sus muslos con las palmas extendidas hasta hacerla arder en un absoluto tormento. Cuando empezó a seguir la curva de sus caderas, ella lo abrazó contra sí con un tempestuoso gesto.
-Si no… -gimió.
Entonces lo hizo, y nada podría haberla apartado de aquel delicioso tormento. Ni los rayos, ni los truenos ni una orquesta. De su boca escaparon sonidos que ella no reconocía como propios mientras se retorcía y arqueaba hasta que la cubrió con su cuerpo.
Joe también se estremecía, el sudor perlaba su piel dorada, sus manos estaban tensas e impacientes al acomodar el cuerpo femenino bajo el suyo, los ojos brillantes de deseo descarnado. Penetro en ella con una embestida hambrienta y ____ soltó un grito descontrolado, rebosante amor por él hasta el punto de que el placer se hizo insoportable. A medida que la hacía avanzar por el sendero del placer con largas y potentes embestidas, ____ sintió una última oleada que la llevo a la cúspide y se abandonó a la sensación, jadeando, estremeciéndose, gimiendo su nombre en voz alta.
-Creo, mon ange, que podré acostumbrarme a estar casado de verdad con notable entusiasmo –gimió Joe en su pelo.
Ella se removió con indolencia contra él, arrullada por una maravillosa sensación de paz y saciedad. Joe observo la abstraída expresión de ____ y se rió suavemente.
-Aún no has vuelto a la tierra.
Siguió entonces el perfil de sus labios enrojecidos con un dedo y le regaló esa encantadora sonrisa suya que le llenaba el corazón de felicidad.
-No dejes de sonreírme así… -susurró ella.
-Creo que eso puedo prometértelo –su acento era ronco y sensual mientras rodeaba hacia un lado de la cama más fresco, llevándola consigo en un gesto poderosamente posesivo y cubriéndole la boca con la suya.
Era como si el mundo se detuviera mientras la besaba. La envolvió en sus brazos con inevitable avidez, paladeando la sensación húmeda y dura de su cuerpo relajado, consciente de que volvía a desearlo.
Levantando la cabeza, Joe la contempló con aquellos increíbles ojos.
-Cuesta creer que esta misma madrugada estaba borracho y me subía a las paredes de frustración sexual… y míranos ahora.
Fue como si las palabras de Joe apretaran el botón de alarma de ____. Parecían sugerir que para él todo había quedado solucionado. Creía que ella había aceptado a seguir casada con él.
Por el bien de los niños, había dicho, ¿pero acaso ella no seguía amándolo? ¿No era eso lo máximo que Joe podría ofrecerle jamás? Pero por otra parte, ¿hasta qué punto podía confiar en lo que Joe le estaba diciendo?
-Vamos a ver… -dijo ella un tanto incómoda, apartándose de él con gran esfuerzo-. Anoche sin ir más lejos hablabas como si me odiaras.
-¡Pero eso era porque creía que el padre de los niños era otro hombre! Tú no te habías molestado en sacarme de mi error, mon ange.
Cierto, pero ella nunca se la había ocurrido tratar de comprender lo que ocurría en la cabeza de Joe. Aunque sospechaba que, cuando tenía que ver con sus sentimientos, el sentido de la proporción y la lógica desaparecían, dejándola vulnerable.
-Pero desde que me encontraste en Inglaterra no has dejado de decir que querías divorciarte.
-Entonces es eso lo que te preocupa. Pero, naturalmente, mis prioridades han cambiado.
Ahora tenemos que pensar en los niños. Necesitan tanto a su madre como a su padre. Tú y yo tuvimos una niñez que dista mucho de ser idílica, pero juntos, nos apoyaremos mutuamente como padres para que su experiencia sea muy distinta.
El corazón de ____ dio un vuelco. Había vuelto a ponerlo en una encrucijada cuando menos lo esperaba, pero podría haberle mentido y fingir que su papel en la reconciliación era algo más que de la madre de los niños.
Joe estaba decidido a no abandonar a Venus y a Marte. Pero los niños y las buenas intenciones no bastaban para sustentar un matrimonio. ¿Por qué él, siempre lógico, estaba siendo tan ilógico? ¡Era ella la que siempre perseguía objetivos idealistas!
-Creo que deberíamos hacer un repaso de cómo ha ido nuestro matrimonio cuando termine el verano y no tomar decisiones apresuradas hasta entonces –murmuró ____ finalmente, la cabeza gacha.
Joe apartó la sábana y salió de la cama. Ella lo observó mientras se ponía los calzoncillos y los pantalones. Su amplia espalda bronceada expresaba hostilidad en sus movimientos. El ambiente había cambiado drásticamente.
-¿Joe? –dijo ella con tono aprensivo.
Él se giro y la miró con gesto adusto.
-Explícame exactamente lo que quieres decir. Quiero estar seguro de que no te he entendido mal.
-Que esperemos ver que tal nos va hasta que termine el verano…
-¿Dejas abiertas tus opciones hasta entonces? –la incredulidad envolvía sus palabras.
Ella asintió. Era lo mejor para evitar hacerse demasiadas esperanzas.
Joe centró la vista en un punto a un lado de ella, e inspiró profundamente varias veces, hinchando su enorme pecho.
-¡Nada de eso!
-Pero…
-¡Al acostarte conmigo otra vez sabías que yo creía que aceptabas mis condiciones! –la interrumpió él, haciéndola callar con un brusco movimiento de la mano.
-Te deseaba demasiado… ¿es que no puedes aceptarlo? –dijo ella, agachando de nuevo la cabeza.
-¡Eres mi esposa, pero te comportas como una mujerzuela descarada!
-No lo dices en serio –dijo ella, mirándolo esperanzadamente, pero se encogió al chocar con los ojos negros y desafiantes.
-Anoche te oí decirle a Kevin que lo querías –la acusó.
-Oh… -concentrada en algo que para ella era más acuciante, ____ dijo-: ¿Te vas a disculpar por llamarme “mujerzuela descarada”?
-¡Ni muerto!
-De acuerdo… esta conversación ha terminado hasta que te disculpes –y bajo la mirada gélida de Joe, ____ se dejó caer nuevamente sobre la almohada y cerró los ojos.
-¡Kevin no estaba en tus pensamientos la otra noche en Inglaterra… y tampoco hace diez minutos, cuando gemías como una salvaje debajo de mí!
-Y cuando tú gemías como un salvaje encima d mí. Estamos empatados.
-¿Cómo puedes hablar con tanta crudeza? –dijo Joe, que parecía sinceramente estupefacto.
-Lo he aprendido de ti. Pero al menos yo nunca he escuchado a escondidas una conversación telefónica privada… Y quiero a Kevin, pero sólo como amigo… ¿de acuerdo?
-¡No, no estoy de acuerdo! –vocifero él-. No tendrás más contacto con él. ¡Y si crees por un momento que aceptare ser tu semental a prueba durante el verano, es que estás loca de atar!
-Yo no me preocuparía por eso. No tengo intención de volver a acostarme contigo, Joe Jonas. ¿Vas a disculparte? Porque si no es así puedes irte.
En el silencio que sobrevino, Joe cerró los ojos y contó hasta diez, y después hasta veinte. Se sentía como si fuera a estallar de ira que le provocaba aquella mujer. ¿Qué quería a Kevin como amigo? ¡Seguro que se había acostado con él! Todos esos meses en los que él había estado… ¿Quién había sido el imbécil que la había dicho que experimentara?


____ despertó un par de horas después y encontró una nota sobre la almohada a su lado.
La tomó con el ceño fruncido, reviviendo lo sucedido con Joe.
Cita urgente. Lo siento. Joe.
Se había ido. Ella lo había forzado a volver a París. Los ojos le escocían por las lágrimas.
Habían sido treinta y seis horas de martirio, pero no podía soportar que se alejara tanto de ella, especialmente después de una pelea tan violenta. Lo único que había hecho era pelearse con él. Con él, que no soportaba las escenitas. De acuerdo, no había sido la invitación a seguir casados más tentadora, pero también ella podía haber tenido más tacto. Se había quedado estupefacto cuando le había dicho que prefería el periodo de prueba al desafío constante de por vida.
Ni siquiera tenía su número de móvil. No sabía cuándo volvería. Cinco palabras y una de ellas su nombre. Enterró la cara en la almohada y rompió a llorar.
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 20:02

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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 22:25

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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Niinoo
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 12th 2012, 00:09

Capitulo 8

Hacia las tres de la tarde, ___ se quedo por fin sin lágrimas. Tal como le había dicho Joe, el resto de sus cosas llegaron y estaba organizando una sala de trabajo para ella.
Había elegido una habitación en la planta baja donde la luz era especialmente buena y la vista muy inspiradora. La tienda que le había comprado sus primeras pinturas se había interesado por el resto de su trabajo. Y en vista de que no sabía lo que ocurría entre Joe y ella, tenía que esforzarse por forjarse una carrera como artista. En cualquier caso, ser independiente sería bueno para su autoestima.
Seguía sintiendo un leve, pero constante anhelo, recuerdo de la irritante ausencia de Joe y de su propia debilidad. Normal que se hubiera enfurecido con ella. Tal vez él fuera autosuficiente, pero ella necesitaba más. Y no se había dado cuenta hasta que le había sugerido que siguieran juntos por el bien de los niños.
Sabía que Joe jamás se enamoraría perdidamente de ella, pero sí tenía que respetarla, preocuparse por ella y dejar de tratarla como a una niña grande que no tenía opiniones sensatas.
Una criada apareció en la puerta para decirle que tenía una llamada.
-Soy Joe.
____ se puso rígida, furiosa aún con él por la insensible forma en que se había ido mientras ella dormía.
-Lo sé. No me lo digas. ¿Demasiado trabajo para venir a cenar?
-Me temo que por alguna razón se me pasó que tenía una reunión de urgencia sobre la crisis actual de los mercados de valores…
No lo creía. A él nunca se le pasa nada. Simplemente no quería ir a casa.
-¿Y dónde es la reunión?
-En Singapur.
Horrorizada, se miró los nudillos blancos de tanto apretar el teléfono. ¿Pero cuántas horas duraba el viaje? Se le quitaron todas las ganas de pelear.
-Es imposible que otra persona asista en mi lugar –explicó él con ostensible tensión-. Sé que es muy inoportuno en lo que respecta a nosotros, pero mi responsabilidad como presidente es asistir. Volveré la próxima semana…
-¿La próxima semana? –repitió descorazonada, llevándose la mano a los labios a continuación por haber perdido el control así.
-Preferiría quedarme contigo y con los niños. Por favor, comprende que a veces no tengo opción –dijo con un hilo de voz tenso.
-Oh, no te preocupes por nosotros. Estaremos bien, y estoy segura de que estás muy ocupado, así que no te entretendré más. ¡Que tengas buena semana!
Se dejo caer en el sillón más próximo como si acabara de derrumbarse el suelo bajo sus pies. Una semana. ¿Qué le estaba ocurriendo? Había vivido sin él mucho tiempo. De acuerdo, no había sido feliz, pero había dejado de depender de él. Era irritante que apenas dos días lo hubieran cambiado todo.


Joe llamó a horas intempestivas el resto de la semana. Los silencios eran incómodos.
Entonces uno o los dos hablaban al mismo tiempo, normalmente para decir, o preguntar en el caso de él, algo sobre los niños. El teléfono era una herramienta de trabajo para Joe. No charlaba.
El día antes de la fecha en que se suponía que Joe regresaba, ____ se llevo a los niños de picnic al bosque. Hacía una agradable tarde. El sol de principios de verano se colaba por el dosel formado por los árboles. Mientras los niños dormían su siesta en su carrito, ____ se estaba adormilando en la manta cuando oyó un leve sonido y levantó la cabeza. Abrió sus expresivos ojos como platos y se le cerró la garganta.
Joe se detuvo a unos metros. Con un elegante traje de color crema que acentuaba el oscuro pelo y la piel bronceada, estaba para comérselo. Sintió que se le secaba la boca y el corazón le dio un vuelco.
-¿Joe… cómo demonios…? ¡Quiero decir… no te espera tan pronto! –levantándose torpemente entre el revuelo de los pliegues de su falda larga, se puso en pie por fin, descalza, pero se detuvo a escasos centímetros de él al recordar la intención que se había marcado de saludarle con frialdad.
-¡No, no estropees la bienvenida! –Con abierta diversión al percibir la consternación de ella, Joe extendió los brazos y la arrastró hacia sí-. Creo que me has echado de menos…
-Es sólo que me ha sorprendido verte ahí. ¡Me has asustado! –____ se había sonrojado violentamente.
-Con esos ojos, no puedes mentirme… simplemente no puedes, mon ange –la reprendió tiernamente mientras le levantaba con un dedo la barbilla, e introducía lentamente los dedos en su pelo-. ¿Y por qué habrías de mentirme?
____ trató de luchar contra las sensaciones que la embargaban, pero terminó sucumbiendo a la súbita pasión de Joe cuando aplastó sus labios con los contra los suyos. Salvajemente excitada por su sabor, lo rodeó con sus brazos, temblando al comprobar la potente excitación de él.
-Tenemos público… -dijo Joe, separando la boca y sujetando a ____ por los hombros para que no perdiera el equilibrio.
Entonces se acercó al carrito y se puso de cuclillas delante, mirando con atención a Venus, que le extendía los brazos en señal de emocionada bienvenida. ____, que lo vio, se puso rígida y se mordió el labio inferior.
-____… -dijo él, extendiendo su mano.
-¿Qué?
-Tengo tiempo para ti, pero también para mi hijo y mi hija –murmuro suavemente.
El rostro de ____ se encendió y agradeció sinceramente que no la estuviera mirando. Sin embargo, tiró de su mano para que se agachara a su lado, y le pasó la mano por los hombros.
-Esto es lo que quiero que vean. A sus padres juntos y relajados –dijo con la misma suavidad-. Aparte de en bodas o funerales, nunca veía a mis padres juntos. Se odiaban. Sólo se comunicaban por teléfono y yo creía que eso era normal. Que en todas las familias era así. Por eso quiero algo mejor para mis hijos –continuó Joe-. Porque sé el coste de tener menos. No estoy preparado para jugar a estar casados mientras tú decides qué quieres hacer.
-No estaba sugiriendo que…
-Si lo hiciste… y si desde el principio crees que será un fracaso, habrá más posibilidades de que así sea –la soltó y se puso de pie.
-Yo no lo veo así –dijo ella totalmente frustrada.
-No dejaré que me pongas a prueba –dijo él con la mirada velada.
-¡No te estoy poniendo a prueba, por todos los santos!
-¡Ya me he perdido el primer año de vida de mis hijos y tú sigues esperando que me pase los próximos meses preguntándome si terminaremos peleando por ellos en un tribunal!
Atónita ante semejante afirmación, ____ tragó con dificultad.
-Y no sólo eso –continuó Joe con frialdad-. Al mismo tiempo esperas que me comporte como si nuestro matrimonio fuera normal y te trate como a una esposa, un lazo que requiere cierta medida de confianza y seguridad. ¿Qué crees que soy? ¿Un tipo con doble personalidad?
-¿Cuánto has tardado en elaborar ese argumento? –preguntó ella con curiosidad, los ojos abiertos como platos.
Desconcertado por la pregunta y por la forma en que lo miraba, Joe frunció el ceño.
-No importa. Tengo que admitir que no puedo evitar debatirme entre el resentimiento y la admiración. Tienes razón y te has cargado mi argumento –añadió.
Sin más, se calzó las sandalias y dobló la manta con cuidado. Después se la dio a él y ella se ocupó del carrito, que dirigió hacia el sendero. Miró hacia atrás y vio que Joe seguía inmóvil como una estatua devastadoramente hermosa.
-¿Vienes?
-Lo que acabas de decir… -dijo Joe, siguiéndola por el sendero-. ¿Qué has… querido decir?
-Te lo diré cuando lo sepa. Mmm… -suspiró con una sonrisa resplandeciente-. Me encanta el olor de los árboles.
-____, tenemos que solucionar esto…
-Relájate… suéltate la corbata –lo instó ella.
El quería organizar su matrimonio siguiendo las estrictas normas de su agenda diaria.
Nada inesperado, nada fuera de lo normal, todo bajo un control racional y estructurado. No podía evitar ser así y discutir con él era una pérdida de tiempo. Su cerebro trabajaba desde un punto de vista multilateral y se dejaba llevar por el instinto. Joe tendría que aprender a aceptarlo.
Cuando llegaron al castillo, jugaron con los bebés una hora. Después les dieron la merienda y Bertille ayudó a ____ a bañarlos a continuación. Después de meterlos en la cuna ____ estaba hambrienta y fue a cambiarse para la cena.
Para su sorpresa, Joe no llevaba su traje formal de cena, sino unos preciosos pantalones de estilo informal en color caqui y camisa a juego. Durante la décima de segundo en que sus miradas se encontraron, ____ sintió los nervios del estómago atenazados y el pulso acelerado. Era tan consciente de su presencia masculina que se sintió avergonzada.
-¿Dónde está la chaqueta formal? –murmuró en un intento por llenar el silencio, sonrojándose, y apartando la vista de él.
-¿Recuerdas que una me dijiste que, cuando me ponía chaqueta para cenar, te recordaba a esos hombres que aparecían en las viejas películas en blanco y negro? – Preguntó él con suavidad-. Desde entonces, por alguna razón, no he vuelto a sentirme igual cada vez que me pongo un traje formal para cenar.
-Bueno, los tiempos cambian, aunque no aquí, ¿no? Tu padre se empeñaba en seguir viviendo como hacían vuestros antepasados.
Joe contempló el sencillo vestido amarillo largo y el delicado encaje.
-Pero, a pesar de ello, ahora tú te cambias para cenar.
____ sonrió. No pudo evitarlo: era típico que siempre fueran desacompasados. Pero cuando se vio atraída de nuevo por el magnetismo de sus ojos oscuros, se olvido de ello, y otro tipo de reacciones más elementales se apoderaron de ella.
-Estás preciosa con ese vestido –dijo él con suavidad-. Hará un contraste perfecto con mi regalo.
-¿Regalo?
Joe tomó una caja envuelta para regalo de la mesa y la depositó en sus manos.
Sinceramente sorprendida, ____ se sentó y abrió al paquete. Cuando sacó el collar de los chakras, no daba crédito. Cada gema o cristal había sido exquisitamente tallado y engastado, unidos entre sí por una delicada cadena de oro.
-Es precioso… ¿dónde lo has conseguido?
-Mandé hacerlo mientras estaba en Singapur. Un médico experto en los poderes curativos de los cristales y las gemas me ayudó a decidir cuáles incluir.
-No puedo creerlo… -murmuró ella. Examinando cada piedra con interés y emoción al saberse objeto de tan personal regalo-. Esto significa mucho para mí, Joe…y que te hallas tomado la molestia, que hallas hecho el esfuerzo cuando ni siquiera crees en ello…
-Hay base científica en tus convicciones. Ahora que lo sé, puedo comprender mejor el concepto.
-¿Quieres decir que ya no me consideras una loca? –preguntó esperanzada.
-Nunca dije que estuvieras loca.
-Debe de haberte costado una fortuna… aunque eso no cuente mucho, con tu riqueza… pero éste es uno de esos regalos tan especiales que… -____ se levantó y le echó los brazos al cuello, con una música en el corazón como si mil violines tocando in crescendo-. ¡Te estás convirtiendo en un hombre maravilloso, Joe!
Joe frunció el ceño con ella en brazos. “¿Convirtiéndome?” de canalla a hombre maravilloso. Una mejoría meteórica. Sabía que le gustaría el regalo, pero no había imaginado que despertaría en ella semejante respuesta emocional.
-Pónmelo.
Él tomó el collar y abrió el broche mientras ella se giraba y bajaba la cabeza. Sintió el peso de la joya sobre el pecho y, a continuación, la sensual promesa de los labios de Joe besándola suavemente en la nuca. Las rodillas le temblaron y sintió fuego en cada terminación nerviosa, haciendo que ahogara un grito.
-Eres deliciosamente receptiva, madame Jonas –bromeo él con voz áspera mientras ella se dejaba acunar por sus brazos, atormentadoramente consciente de su cuerpo duro y esbelto.
Él la estrechó fuertemente haciéndola olvidar toda autodisciplina. Instintivamente, se aplastó contra él, arrancándole un ronco gemido.
-Joe… -dijo con un estremecimiento.
-Relájate… -la instó él perezosamente, visiblemente dueño de su control cuando ella se sentía débil de deseo.
Recorrió con manos expertas sus pechos erguidos y ____ empezó a removerse y a gemir, arqueando la espalda enfebrecida de deseo. Con un suspiro entrecortado, Joe hizo que se girara y le robó un devorador beso rebosante de deseo. Acto seguido apartó la boca, pero siguió abrazándola hasta que el ardor de ____ hubo cedido hasta un nivel más soportante.
-Tocarte no ha sido la mejor de las ideas… -dijo con aliento entrecortado-. Y menos aún cuando acaba de sonar la campana que anuncia la cena.
____ ni siquiera la había oído. Joe la aparto con suavidad.
-Nuestro chef siempre se esfuerza la máximo cuando he estado fuera –explicó él con tristeza-. Probablemente habrá un mínimo de cinco platos y se ofendería mortalmente si no tratáramos, por lo menos, de comer un poco.
____ se tocó el collar varias veces durante la cena. No sabía qué estaba comiendo. No podía apartar la vista de él. Se sentía llena de optimismo por el futuro.
Aguantaron hasta el postre. Entonces Joe apartó el plato y le tendió la mano. Con el rostro acalorado y el cuerpo enfebrecido de expectación, ____ se levantó y se unió a él.
-¿Estas feliz? –preguntó ella mientras atravesaban el vestíbulo de la mano por primera vez.
-Es un concepto que no he explorado desde la niñez. ¿Qué se siente? –preguntó él con diversión.
-Creo que se tiene que ser muy desgraciado para poder apreciar lo contrario.
-¿Tienes intención de dormir en el sofá esta noche? –preguntó él con ojos brillantes.
-No… -murmuró ella sin aliento.
-Estoy experimentando la felicidad en este momento, ma cherie –dijo él con abierta socarronería.
-Hay cosas más importantes que el sexo, Joe…
-Para la mayoría de los hombres no.
-¿Es algo puramente masculino entonces?
-Decididamente. Y, hablando como un hombre que no pensaba casarse antes de cumplir los cincuenta…
-¿Pero por qué?
-No quería arriesgarme a perder los mejores años de mi vida atrapado en un matrimonio fracasado –dijo él sin dudar.
-No puedes hablar así, Joe.
-Estando tú cerca no –concedió él.
-¿Pero nunca se te ocurrió que pudieras enamorarte locamente?
-Desear a alguien sí… enamorarme, no.
-Pero yo siempre me siento muy bien cuando estoy enamorada… bueno, la mayor parte del tiempo –añadió ella con tristeza.
De pronto, el silencio los envolvió.
-No te sientes cómodo con esta conversación, ¿verdad?
Joe le apretó la mano con más fuerza conforme notaba que los dedos de ella se iban deslizando.
-Creo que cuanto menos pienses en el amor más felices seremos dijo él con llana convicción.
____ se dio cuenta de que seguía deseando un imposible y Joe acababa de aplastarle los sueños nuevamente.
-Tengo trabajo –dijo, apartando la mirada del rostro preocupado de ella y soltándole la mano.
____ se quedó mirando confusa mientras Joe se alejaba y se dirigía hacia la suntuosa escalera.
-¿Quieres que te acompañe? –se agarró a la barandilla.
Al pie de las escaleras, Joe se giró y la miró con fría ironía. La mirada la dejó seca, y ____ retrocedió.
-Supongo que no necesitas compañía…
Un momento… y se dirigían excitados a la cama. Al instante siguiente era tan poco deseable como una taza de té frío. ¿Habría dicho algo que lo había molestado? Había hablado de amor. Gimió irritada por no poder controlar su lengua cuando estaba con él. ¿Por qué siempre tenía que mostrarse él tan susceptible? No, más bien burlón, incluso asqueroso.
¿Y era culpa de ella? ¿Qué hacía que un hombre pasara del entusiasmo a la frialdad? ¿Demasiada impaciencia? ¿Acaso Joe sólo quería llevarla a la cama porque era evidente que estaba ansiosa por que le hiciera el amor de nuevo? Y, sin duda, después de dos encuentros sexuales había perdido interés.
Después de una hora dando vueltas en una cama que se le antojaba demasiado grande y vacía, se sentó con la sensación de haber llegado a una explicación menos humillante para el comportamiento de Joe. ¡Cómo podía haber sido tan idiota! Recordó que le había dicho que no quería casarse hasta los cincuenta y lo comprendió. Joe se había sentido atrapado veinte años antes de tiempo. Y encima le había cargado con dos niños. Lo privaba así de la libertad y variedad de compañía femenina que los hombres jóvenes y sexualmente activos tanto necesitaban.
Sentado en su sillón de escritorio, Joe se tragó el brandy sin paladearlo. ¡Y ella lo llamaba insensible a él! De acuerdo, él no era del tipo sensible, pero ____ lo llevaba a unos niveles que no quería explorar. Vio la expresión esperanzada de ____ de nuevo. Y la ira afloró. ¿O no era ira? Con cierta sorpresa se dio cuenta de que lo que sentía era rencor. Un amargo rencor.


Con las pestañas entornadas, fingiendo estar dormida, ____ miro a Joe cuando salía del baño a la mañana siguiente. Completamente desnudo, se estaba secando el pelo. ____ notó un nudo en el bajo vientre. Sintiéndose como un mirón, ____ cerró los ojos avergonzada. La noche anterior ella misma le había dicho que había muchas cosas más importantes que el sexo.
-Sé que estás despierta –dijo él perezosamente.
-¿Cómo? –preguntó ella, abriendo de golpe los ojos.
-¡He hablado y tú has mordido el cebo!
____ se rió, pero fue un desafío. En aquel momento, el vibrante magnetismo de Joe la dejó sin aliento. Cubierto sólo por unos calzoncillos, Joe se acercó a la cama y se sentó en el borde. Sus poderosos músculos se flexionaron rebosantes de energía. Le tendió una tarjeta de crédito dorada y un fajo de francos.
-Vas a tener que hacer un montón de compras hoy.
-¿Por qué?
-Sorpresa… -dijo él con los ojos relucientes-. Pero compra pensando en un lugar cálido.
-¿Es que nos vamos a algún sitio? –preguntó ella, incorporándose de golpe.
-Esta tarde. Tú, los niños y yo.
____ asintió. Estaba atónita. Joe tenía de las vacaciones el mismo concepto que el viejo Scrooge de la Navidad. ¿Por qué se estaba comportando así?
-Un par de semanas –añadió como si tal cosa.
-¿Y el banco?
-Quiero apartarme un poco… pero hoy tengo que ir a solucionar algunos asuntos… ¿de acuerdo, mon ange? –y bajando la oscura cabeza, le dio un beso ardiente aunque breve, y volvió a levantarse con sincera renuncia.
-De acuerdo…
Mientras se vestía, Joe oyó lleno de júbilo cómo desafinaba ____ en la ducha. ¡Y pensar que había tenido miedo de la recepción que pudiera recibir! Tuvo que reconocer que salir corriendo la noche anterior había sido un enorme error de juicio. Si ella hubiera hecho lo mismo, él se habría enfadado.
Pero no se había dado cuenta de lo erróneo de sus métodos hasta el amanecer. No estaba dispuesto a esperar hasta el fin del verano para descubrir el destino que les aguardaba como familia. La solución era tan simple que no comprendía cómo no se le había ocurrido antes.
Tenía que hacer que ____ se enamorase de él otra vez. Y entonces ni una bomba nuclear la apartaría de él…


____ estaba haciendo las maletas después de toda una mañana de compras en Nantes cuando el teléfono interno sonó para informarle de que tenía una visita. Un tal señor Martin.
Kevin.
____ bajó las escaleras a todo correr. Kevin estaba en el vestíbulo vestido con vaqueros blancos, camisa de diseño y un jersey de rayas sobre los delgados hombros.
Momentos después, entro Joe preguntándose de quien sería el Porsche con matrícula británica aparcando fuera, justo a tiempo de ver a su esposa lanzándose jubilosamente a los brazos de Kevin.
-¡Qué agradable sorpresa! –con la despreocupación que le da amistad, ____ abrazó al joven rubio, y se estiró para darle un beso en la mejilla, apartándose después para observarlo mejor. Le lanzó un silbido de admiración.
-¡Vaya! Qué vaqueros tan bonitos… Vas muy a la moda.
-Creía que el Porsche también ayudaba…
-¡Serás tramposo! Y pensar que me hacías ir a todas partes en un viejo coche porque no querías que tus compañeros supieran que eras un niño rico.
-Venga, ____… el Morris es un clásico de los coches británicos.
-Te he echado mucho de menos. ¿Qué haces aquí? –preguntó alegremente.
-Se supone que he venido a comprobar que la villa que mis padres tienen en Cap d ´Antibes estará lista para finales de mes… Y estaba preocupado por ti y los niños –admitió de golpe.
-¿No te dije que no tenias que preocuparte? –suspiró ella, sintiéndose culpable - Joe y yo…
-Somos locamente felices –la atajó Joe con su fuerte acento.
____ se giró con una enorme, aunque sorprendida sonrisa.
-¡Ya estás en casa, Joe! Ven a conocer a Kevin… como Dios manda esta vez. Es mi mejor amigo.
Desde una distancia de unos tres metros, Joe miró al joven con gesto adusto. Kevin avanzo medio paso, pero se detuvo nuevamente, y se limitó a saludar a su anfitrión con una incómoda inclinación de la cabeza.
____ miró a Joe extrañada de ver lo pálido que estaba.
-¿Joe, te pasa…?
-Escucha, vendré a verte cuando vuelva de Cap el domingo –comenzó Kevin.
-Oh, vaya por Dios. No estaremos aquí, Kevin. De echo…
-Nos vamos dentro de diez minutos –dijo Joe sin un ápice de remordimiento.
-Menos mal que he hecho rápidamente el equipaje –murmuró ella con sorpresa y algo de apuro-. Estaremos fuera un par de semanas, Kevin.
-Puede que más –añadió Joe.
-Pero, Joe… ¿qué pasará con el banco? –dijo ella, mirándolo sin dar crédito.
-Con un ordenador, puedo trabajar en cualquier sitio –replicó él irónicamente.
Kevin miró a ____ incómodo.
-¿Puedo saludar a los niños antes de irme?
-¡Pues claro! –dijo ella, dirigiéndose hacia las escaleras-. Lamento mucho que no puedas quedarte más tiempo.
-Joe es un tipo muy posesivo –le susurró Kevin al llegar al descansillo-. No le gusta nada que esté aquí…
-Tonterías –dijo ____ fielmente-.es sólo que le ha sorprendido verte aquí.
-Pareces muy feliz…
-Lo soy. No deberías haberte preocupado por mí.
-He seguido con mi vida, como me sugeriste. Ha quedado con una morena para ir de copas –le informó Kevin.
-Conmigo no podrías haberlo hecho por los niños…
-Y tú nunca habrías querido llamar a una niñera –añadió Kevin con el ceño fruncido, pensativo.
Tras un breve rato con Venus y Marte, ____ lo acompañó a su coche.
-Te llamaré a finales de mes. Ay, casi lo olvidaba… Juno me llamó ayer al trabajo con un ataque de pánico porque te había dejado un mensaje y no la habías llamado. De modo que le di tu móvil…
-Pues aún no me ha llamado. ¿Dónde está?
-En Suiza… tu madre no me lo dijo, pero comprobé el número desde el que había llamado –admitió Kevin.
-Suiza… ¿qué demonios estará haciendo allí? ¿Le dijiste dónde estoy?
-Sí… y se puso furiosa. Me colgó. Lo siento –al ver el nerviosismo de ____, Kevin le apretó la mano para tranquilizarla-. ¿Quieres que te dé ese número se Suiza?
____ asintió apenada. Kevin se lo escribió en u papel que ____ guardó en un bolsillo de la falda, y entró en el castillo.


Preocupada como estaba por su madre, no se dio cuenta de lo frio que estaba mostrándose Joe hasta que el avión hubo despegado.
-Ni siquiera te he preguntado a donde vamos –murmuró con sentimiento de culpabilidad.
-A Córcega…
-Nunca he estado allí… bueno, ¡hay un montón de sitios en los que no he estado!
Joe se puso de pie. Su rostro estaba desprovisto de toda diversión.
–Excuse-moi, mais… tengo trabajo –terminó con tono glacial.
Con su elegante traje gris claro, Joe desapareció en la sala de café del jet. Confundida, ____ se quedó quieta unos minutos antes de levantarse ir tras él. Deseosa de recuperar al hombre de buen humor que había visto por la mañana, se apoyó sobre el brazo de un sillón frente a él, separados por el pasillo.
-Me doy cuenta de que no he estado de muy buen humor desde la visita de Kevin…
Joe mantuvo la vista fija en la pantalla de su portátil, pero su perfil se endureció.
-Estoy preocupada por mi madre –continuó.
Por un momento, un destello de dolor atravesó los ojos entornados de Joe. Se le daba muy mal mentir. Resplandeciente de júbilo al ver a Kevin Martin, ___ llevaba sumida en la más absoluta tristeza desde que su antiguo amante desapareciera en su coche de playboy.
Amistad. ¿A quién se creía que estaba engañando?
____ se aclaró la garganta, pero Joe seguía sin dignarse a mirarla.
-Juno llamó a Kevin desde Suiza y probé el número que me dio, pero era de un hostal y ya se había marchado de allí –continuó con voz tensa-. Sé que crees que es una… una mujer alocada por decirlo delicadamente, pero yo la quiero y, naturalmente, estoy preocupada por ella.
-Naturalmente –repitió él sin emoción-. Pero francamente… tu madre tiene instinto de supervivencia. Si está en Suiza, debe de tener una poderosa razón.
-No se me ocurre nada, excepto que allí fue donde se quedó embarazada de mí –le confesó ella.
Joe no lo sabía, pero mantuvo la vista fija en su ordenador.
-Quieres que me vaya… ¿verdad? –comprendió ____ cuando el silencio se hizo insoportable.
-¡Vraiment! –Joe echó hacia atrás la negra cabeza y la miró con salvaje desprecio-. Después de la escena que has montado esta tarde con Kevin, ¿qué esperas?
-¿Escena?
-No tengo deseos de seguir hablando del tema –contestó él con rudeza.
____ contempló su porte rígido y notó que una alarma chillaba en su cabeza.
-Estás celoso… -susurró con el tono de alguien que acaba de hacer un maravilloso descubrimiento.
Joe cerró de golpe el portátil con tanta fuerza que rebotó. Y se puso de pie.
-¡Zut alors! ¿Qué te crees que soy? ¿Un adolescente? ¡Encontrarte a tu esposa en actitud cariñosa con otro hombre es muy ofensivo! No son celos.
Era mucho más alto que ella y se necesitaba valor para no sentirse intimidado, pero ____ también estaba enfadada. Así que se puso de puntillas y cuadró sus delgados hombros.
-Di lo que quieras… pero cuando te enfades conmigo, será mejor que aprendas a enfrentarte a mí. No permitiré que me trates con frialdad. Y por cierto, si has visto algo ofensivo en mi comportamiento con Kevin ha debido de ser tu imaginación.
-Estabas alardeando de tu intimidad con él –la acusó con ferocidad.
-Nunca he intimado con él… ¡no en el aspecto que tú crees! –Respondió ella con aspereza-. Y como no estás celoso… ¡me pregunto cómo has visto esa intimidad sexual donde nunca la ha habido!
Joe se quedó de piedra, mirando su rostro encendido.
-¿Nunca…?
-No tengo deseos de seguir hablando del tema –dijo, dándose la vuelta.
La mano delgada de Joe se posó en su hombro para retenerla.
-____…
-¡No! Estoy muy enfadada contigo. ¿Por qué no puedes admitir que tienes sentimientos humanos como los demás? ¡Pero en vez de eso, me menosprecias como si hubiera hecho algo malo! Eso es lo que no puedo perdonar.
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 12th 2012, 11:50

OMG!!!!!
Qué capítulo tan más geniales!!!!!
Me encanta tu nove...
Pero como odio a Joe cuando se comporta como un patán con _______!!!! Evil or Very Mad Bravo!
Dan ganas de darle unas buenas cachetadas!!!!
Pero parece que quiere a los niños y eso se me hace súper tierno!!!
Me encantó la parte en la que los carga y los deja
que jueguen con su corbata!!! Enamorada tiste
Por fis tienes que seguirla pronto!!!!
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yamijonas
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 13th 2012, 08:26

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa por favor
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 15th 2012, 00:04

MAÑANA LES PONGO UN NUEVO CAPITULO
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 15th 2012, 19:40

Capitulo 9

Hicieron en helicóptero la última parte del viaje.
-¡Ahí está la villa! –gritó Joe por encima del ruido de las hélices.
____ contempló un asombroso desfiladero cubierto de árboles y vio la villa con el tejado de terracota coronando una colina. Hasta ella llegaba una tortuosa carrera que viraba y viraba entre los árboles, pero no había coches. Era una carretera privada.
Bajó del helicóptero con Venus en brazos y fue a inspeccionar la villa. Oculta por una muralla vegetal de gigantesco cipreses y hayas, la piedra pulida por el clima que relucía como el oro a la luz del atardecer… Pero por dentro era aún mejor. Suelos de mármol, muebles elegantes y cómodos, lámparas y jarrones ornamentales, hermosos dormitorios y cuartos de baño, y dos cunas equipadas con sábanas de bordado inglés para los mellizos.
-¿Cómo has conseguido este sitio avisando con tan poca antelación? –se oyó preguntar, a pesar de que había estado ignorándolo todo el tiempo.
-Pertenece a la familia desde hace un tiempo.
Debería haberlo sabido. Privada, exclusiva, equipada con todo tipo de lujos.
-¿Eso que hay ahí es un jacuzzi?
-Oui…
-No voy a meterme ahí.
____ lo oyó exhalar de forma audible, pero se fue a ocuparse de sus hijos, a los que les había puesto el pijama en el jet.
-No tendrás que cocinar ni nada…
-Oh, lo sé. No querrás morir envenenado, ¿verdad?
Ignorando el comentario, Joe mencionó que una asistenta iría dos veces al día, y que se quedaría si querían salir a cenar.
-Si me das la oportunidad, quiero disculparme –dijo Joe con tono plano.
-Olvídalo… perderás el tiempo. Estoy más que harta de que siempre me estés
criticando…
-____… de verdad que quiero que éste sea un viaje especial. Acepto que lo he estropeado, pero no es propio de ti guardar rencor.
-No, es una pena –replicó ella, con los ojos brillantes-. No vacilaste a la hora de censurar mis acciones, ¿por qué debería hacerlo yo? ¡Y eso que me contuve!
-Si tienes algo que decirme, dilo…
-¿Tienes bolígrafo?
Frunciendo las oscuras cejas, sacó una pluma de oro del bolsillo interior de la chaqueta.
____ entró en su sofá a escribir.
-¿Qué haces?
-Eres muy listo a la hora de discutir. Quiero asegurarme de que no se me olvida nada.
-Creo que iré a dar un paseo por la playa, y tal vez cuando vuelva…
-¿Me habré calmado? –Terminó ella con una risotada-. Ni lo sueñes, Joe. Bien, ¿estás listo?
-¿De verdad es necesario todo esto?
-Si quieres que sigamos casados es muy necesario –afirmó ella con voz tensa-. Punto uno: no me gusta que me trates como a una niña. Soy una mujer y madre. No dejaré que seas condescendiente.
-D´accord… -murmuró Joe con la diversión en los ojos.
Pero ____ estaba decidida a arrancarle esa sonrisa ufana de su bonito rostro.
-Dos: durante aquel invierno en el que me enamoré de ti, tú me animaste todo el tiempo al no rechazarme. Creo que te gustaba que te amara.
-Vraiment…
-No, yo soy la que habla, y después me iré a la cama sola y tú pensarás en lo que te he dicho.
Joe extendió las manos ante sí en un gesto de exasperación y se acercó a la ventana.
-Durante todo aquel invierno me alentaste con señales confusas, antes y después de que nos casáramos. Podías haberme rechazado cuando te dije que te amaba. Si la primera vez te contuviste por pena, sigue sin justificar que dejaras que te siguiera a todas partes como un perrito faldero.
-No quería hacerte daño –Joe se giró con los ojos brillantes.
-¿No entiendes lo que intento que comprendas por ti mismo? –dijo ella totalmente frustrada-. ¿Por qué me soportabas? No eres tolerante, ni paciente, y yo invadía tu espacio siempre que podía. ¡Lo normal habría sido que me odiaras!
Él se ruborizó, pero no dijo nada.
-Hace una semana tuve que oír cómo me acusabas de forzar situaciones que no deseabas… como si fueras un pelele, desvalido en las garras de una adolescente. ¡Tú, Joe Jonas, presidente del banco Jonas, el hombre frio y despiadado que no deja que nadie se le suba encima!
-Me sentía culpable… -dijo él con tono lúgubre-. ¿Qué culpa tenía una niña de terminar viviendo con una extraña y ser enviada a un internado? Yo creía que mis padres dejarían que te quedaras con nosotros en Chateau Fontaine. Fue una suposición ingenua.
-¿Qué podrías haber hecho tú? No fue culpa tuya.
-Podría haber intentado ayudaros a tu madre y a ti. La juzgué más con mucha dureza en base a un encuentro de una hora.
-Joe, sólo tenías veinte años, y no éramos responsabilidad tuya. Yo era responsabilidad de tu padre, y él no quería ocuparse de mí.
-Pero yo estaba tan enfadado por lo que había pasado, que no quise tener nada que ver.
-Eras demasiado joven para ser una figura paterna… -a ____ le molestaba la dirección que estaba tomando la conversación, aunque ahora veía que los acontecimientos lo habían perturbado más de lo que ella habría imaginado.
-Por lo menos tendría que haberte visitado…
-Si te sentías culpable… me alegra que no lo hicieras.
-¿Qué más hay en tu lista?
Gabrielle. Pensaba preguntarle por qué no le había dicho abiertamente que había una mujer en su vida.
-____… estás hirviendo por dentro –le hizo notar Joe con sequedad.
-Debería haberte amordazado antes de empezar –dijo ella, soltando una carcajada nerviosa, el rostro pálido-. Tenía la intención de preguntar por qué llegaste al extremo de casarte conmigo cuando podrías haber acorralado a mi madre y haber aclarado el malentendido… pero ya me has respondido. Culpa. La culpa es el motivo oculto tras todas tus acciones, ¿verdad? Pasadas, presentes y futuras.
Perceptiblemente relajado al ver que la ira de ____ cedía, Joe se acercó a ella.
-¿Qué intestas decirme?
Con ojos cerrados, ____ se levantó, rígida.
-¿Qué no tengo la intención de figurar para siempre en tu mente como la pobre niña privada de todo que pensaste que era cuando me rescataste en México. Y es obvio que eso es lo que siempre. ¿De verdad pensaste que querría quedarme contigo después de oír eso?
Cuando trató de pasar a su lado para salir, Joe la sujetó con su fuerte mano.
-No me has entendido bien… -dijo él, apretando los dientes.
-No, te pedí que dijeras la verdad y eso has hecho –dijo ella temblorosamente-. Si no fuera por el sexo, no estarías conmigo. Es lo único que puedo ofrecerte, ¿no?
Joe levantó la mano por encima de su hombro rígido e hizo que se girara.
-Pero eso es una locura. ¿Por qué hablas así?
-No estabas celoso de Kevin –dijo ella, ahogando un gemido-. ¡Mi fértil imaginación se equivoco de nuevo! Pero deja que te diga algo, Joe Jonas… puedes tomar tu culpa, tus piadosas opiniones y tu cerebro cruel e irte al infierno, ¡porque no quiero volver a tener nada más que ver contigo en la vida!
Joe pareció quedarse paralizado tras el discurso de conclusión. ____ se aprovechó de que había aflojado las manos para soltarse y corrió a refugiarse en uno de los dormitorios.
Estaban en una crisis seria. Le había hecho daño. Mucho daño. Y él que quería que se enamorara de nuevo de él. Estaba cara a cara con el fracaso más absoluto. Pero lo único que veía era la cara de ____… pálida, vacía, vencida. Como si, por fin, hubiera renunciado a él para siempre. Aún pasaron un par de minutos más sin que lograra enlazar varios pensamientos. Reconoció el miedo por primera vez y se dirigió al mueble bar.
Las cortinas de muselina revoloteaban suavemente mecidas por la tenue brisa del Mediterráneo. Desde la cama, ____ contemplaba la puesta de sol en el horizonte, oyendo el tranquilizador sonido de las olas.
La puerta se abrió, sacándola de sus pensamientos. La luz de la luna se reflejó en la camisa blanca de Joe. La tensión era visible en su porte cuando entró.
-Tienes razón –dijo sin más, con acento muy marcado-. Tenía celos de Kevin… Tan celoso estaba, que me puse enfermo. Estabas jubilosa de verlo y lo tocaste. Por amor de Dios… ¡Lo habría sacado a patadas y tirado al foso!
-Oh… -farfulló ella incapaz de nada más tras la abrupta confesión.
-Pero no lo reconocí en su momento…- -se mesó los cabellos-. Pensé que lo que me enfadaba era vuestro exceso de familiaridad, pero cuando pienso en ello, puede que no me agradara, pero tampoco hiciste nada malo.
____ asintió lentamente, como si quisiera que continuara. Joe hizo un gesto brusco con las manos y se apoyó en la puerta, cerrándola de pura frustración. Echó la cabeza hacia atrás, los puños apretados.
-Soy muy, muy posesivo contigo. Sé que no está bien, pero así es como parece que soy…
Parecía avergonzado de admitirlo. De pronto, ____ sintió la necesidad de poder verlo mejor de lo que la luz de la luna permitía y se incorporó para encender la luz. Se encontró entonces con unos ojos a la defensiva y le dolió por él como si le atenazara el corazón.
-Me alivió saber que Kevin y tú nunca fuisteis amantes. Pero eso tampoco estuvo bien…
-Así que eres como el perro del hortelano –murmuró ella en tensión.
-No lo había pensado… -un destello de consternación cruzó su seria mirada, y a pesar de la tensa atmósfera, ____ casi sonrió.
-¿En qué más has pensado? –preguntó ella.
-En que interpreté ciertos acontecimientos de la forma que más me convenía –admitió-. Creo que me casé contigo porque sabía que tarde o temprano perdería el control y terminaría en la cama contigo.
-Pero, Joe, cuando lo conseguiste, ya no me querías. Fui tu esposa seis semanas…
-Y desde el principio dije que no sería un matrimonio de verdad. Soy muy testarudo –dijo él con irritación-. Si me acostaba contigo, sería un matrimonio de verdad, un compromiso serio… un compromiso que no me había parado a considerar en aquel momento de mi vida.
-De modo que pensaste que si te acostabas conmigo, tendrías que cargar conmigo… y eso te bastó para mantenerme lejos en una habitación al fondo del pasillo –dijo ella con evidente amargura-. Gracias por aclarármelo.
-Lo hice tanto por ti como por mí. ¿Reconocerás por una vez que pasé las seis semanas esperando la muerte de mi padre de un momento a otro? –Preguntó Joe-. Sé que piensas que soy insensible y frío, pero tenía mucho más en mente que mis propias necesidades físicas.
____ se sonrojó violentamente de vergüenza. Bajó la cabeza incapaz de creer como habría podido pasar por alto la difícil situación de aquellas semanas.
-Sí…
-Estaba bajo mucha presión y tú resultabas muy apetecible, pero no quería usarte sólo para… aliviarme –dejo escapar la última palabra muy lentamente.
En ese momento, ____ levantó la cabeza, los ojos aguamarina inundados de lágrimas.
-Así que usaste a Gabrielle Joly en mi lugar…
Joe la miró completamente atónito.
-¿Cómo sabías lo de Gabrielle?
-Pensé que habías terminado con ella… hasta nuestra noche de bodas, cuando te oí hablar por teléfono –dijo, atragantándose con las lágrimas.
Joe le apartó el pelo de la mejilla, sus increíbles ojos llenos de remordimiento, pero también de perplejidad.
-Y aun así no dijiste nada… ¿tú, que puedes hacer una montaña de un grano de arena, no dijiste nada sobre algo mucho más importante? –dijo él.
-Pasaste nuestra noche de bodas con ella.
-No seas tonta… -gimió él-. ¿Cómo pudiste ser tan tonta?
-Te oí decir que ibas para allá…
-Para devolverle mí juego de llaves de la casa… -al parecer poco impresionado por el ceño de incredulidad de ____, Joe expulsó el aire con un silbido de incomodidad-. Es mi única excusa. Fue una tontería… y ella también se sorprendió de verme aquella noche. Pero yo necesitaba salir de casa y me agarré a la primera excusa que se me ocurrió.
-Pero no volviste a dormir… ¿Crees que no lo sé?
-Me quedé dormido en el coche junto al río… nunca entré en su casa. Dejé las llaves y me di cuenta de que mi llamada podía ser malinterpretada –confesó él con palpable incomodidad-. Y me fui.
Era una excusa tan poco creíble que ____ se quedó mirándolo boquiabierta.
-Actué ridículamente por impulso porque no confiaba en lo que pudiera hacer teniéndote tan cerca aquella noche. Sabía que vendrías a mí…
____ dejó caer la cabeza. Joe no se equivocaba en eso. Era precisamente lo que habría hecho de no haber oído la conversación.
-Y no estaba seguro de tener la suficiente fuerza de voluntad para resistirme a la invitación. Ardía de deseo por ti aquella noche… creo que ni siquiera una camiseta con un patito podría haberme apartado.
-Había comprado un salto de cama negro transparente. Era demasiado grande. Lo tiré.
-No puedo creer que no dijeras nada después de oírme hablar con Gabrielle… -Joe le tomó la cara en las manos y la obligó a enfrentarse a su inquisitiva mirada.
-¿Con qué derecho? Me habías dejado claro que no íbamos a tener un matrimonio de verdad… y como tal te comportabas. Tú pensabas seguir con tu vida, ¿y que sacaría si forzaba la situación?
-¿La verdad? –instó él con tono ronco.
-Pero no podía evitar que te acostaras con ella si querías hacerlo… Podrías haberme dicho que lo que hacías con ella no era asunto mío. Y una vez que te hubiera llevado al extremo de decir algo así, habría sido el fin de mis esperanzas de hacer de nuestro matrimonio algo real.
Cuando terminó de hablar, Joe se sintió destrozado. El dolor de ____ era tangible aún.
Apretó los dientes enfadado por el dolor que le había causado. Asustada de enfrentarse a él, como una niña incapaz de soportar una dura realidad, había pasado el resto de su matrimonio fingiendo alegría y felicidad y él no había notado nada distinto.
-¿Cómo pudiste pensar que pasaría nuestra noche de bodas con otra mujer? ¿Qué tipo de cretino creías que era para humillarte así? –preguntó él-. Sabía lo que sentías por mí.
Aunque hubiera estado loco de pasión por otra mujer, jamás habría caído tan bajo.
-Y en vez de eso dormiste en tu coche junto al río… -murmuró ella con inseguridad-. ¿Cómo pensaste que imaginaría algo así?
-Pero ahora sé por qué me dejaste y nunca pensaste en volver –concedió él con una repentinamente dura conclusión.
Cansada después de todas las emociones por las que la había hecho pasar, ____ apoyó la cabeza en el hombro de él, y respiró el familiar aroma con una mezcla de angustia y atormentado anhelo.
-Puedes dormir aquí esta noche…
-No… eres capaz de violarme. No permitiré que me acuses de usarte para alivio sexual.
-Aquella noche en Inglaterra –le recordó ella, en vano-. Deja de actuar como el señor noble y de elevados principios…
-No tengo explicación para lo de aquella noche. Yo… yo no quería dejarte allí… y no se me ocurrió nada más que el sexo para quedarme. Era lo único que me quedaba después de que me hicieras creer que los mellizos eran de otro hombre.
Ver que aún seguía molesto por eso la puso tensa. Pero justo entonces él la tomó en sus brazos y buscó su mirada con ojos hambrientos.
-Aunque las cosas hayan cambiado, sigues necesitándome, mon ange –murmuró con abierta satisfacción.
Se recostó contra él sin fuerzas, pero no por mucho tiempo. La feroz exigencia de su sensual boca la revivió. Y la impaciencia más abrumadora pareció apoderarse de los dos.
____ le ayudo a quitarse la camisa por la cabeza, pero perdió la noción cuando vio su torso desnudo, y empezó a acariciarlo y besarlo allí donde podía.
La excitación alcanzó tales cosas, que ____ se sintió ebria y fuera de control, el corazón martilleándole dentro del pecho. Joe palpó el sexo húmedo y preparado de ella se retorcía, ansiosa por sentir una invasión más poderosa, anhelándolo con desvergonzado y desvalido abandono.
-Te deseo… cómo te deseo.
-Ésta no es una manera muy elegante de comenzar nuestra luna de miel –dijo Joe, quitándole la última prenda de ropa con destreza.
-¿Luna de miel…? Oh… oh, por favor –gimió ella. Apretando los dientes-. ¿Hablamos luego?
Con una carcajada entrecortada, Joe se tumbó sobre ella y la penetró con una potente embestida. Un gemido estremecido de puro placer escapó de los labios de ella.
____ era incapaz de vocalizar. El nivel de excitación la cegaba, la silenciaba, la consumía.
Sólo estaba concentrada en el centro de su cuerpo unido al de él. Nunca antes había experimentado una sensación de ser uno con Joe. Nunca antes el júbilo la había recorrido de aquella manera en el momento en el que él la poseía. Una combinación embriagadora que la elevó a las nubes en un clímax de proporciones gigantescas.
Después la estrechó con tanta fuerza, que apenas podía respirar. Pero se sentía tan a gusto que le entraron ganas de llorar. Depositó una riada de besos en el hombro masculino, le acarició la espalda húmeda.
Joe la apartó unos milímetros, aunque seguían unidos de forma íntima. Su arrebatadora sonrisa hizo cantar de alegría el corazón de ____.
-Cómo me excita darte placer… quiero hacerlo otra vez… y otra… y… otra… -jugueteó él, puntuando cada palabra con hambrientos besos-. ¿Dejamos la charla para otro momento?
____ abrió los ojos, pero se quedó tumbada recordando vagamente que Joe le había dicho que se ocuparía él de los niños.
¡Santo Dios, eran las once! Era imposible que Joe se las hubiera arreglado con los niños él solo. Sintiéndose culpable, se levantó y se dirigió hacia el comedor atraída por el ruido.
Joe estaba de rodillas delante de los dos bebés a los que había rodeado de cojines sobre el suelo para que se mantuvieran erguidos.
-Papi… así es como me llamaréis en inglés, pero en francés, que también tendréis que aprender, se dice “papa” –pronunció cuidadosa y muy lentamente.
Era una imagen muy dulce. Los niños emitieron pequeños sonidos como si fuera el estribillo. Marte era quien más se esforzaba por adquirir el nuevo conocimiento. Venus se agarraba los dedos de los pies, pero no apartaba la atención del precioso rostro de su papá.
____ nunca había visto a su hija quieta tanto tiempo seguido.
-Joe… ¿cómo demonios te las has arreglado?
Joe la miró con ojos resplandecientes de diversión.
-Ha sido una gran experiencia de aprendizaje. ¡Vaya apetito que tienen por la mañana! Se me olvidó traer unas tronas, así que es difícil darles de comer, pero nos las hemos arreglado, y también los he lavado y vestido –señaló con considerable orgullo.
Los niños sólo llevaban puestos los bodies. Demi se aguantó la risa.
-¿Y también los has lavados?
-Pues claro… con una esponja. Venus se lo tomó como un juego, haber si me pillas –dijo él, sonriendo, y se levantó cuando ____ se agachó para besar a sus retoños-. ¡Se dio cuenta de que soy torpe, pero insistente! Ahora soy yo el que necesita la ducha.
Había una fina capa de polvo de lo que parecían cereales en su pelo negro. Y no se había afeitado. Se detuvo en la puerta y la miró.
-Ahora sí que te respeto, mon ange –dijo con seriedad-. ¿Cómo te las arreglaste tú sola? Ha sido realmente difícil. Me habrían venido bien otro par de ojos y manos.
-Lo has hecho muy bien, maravillosamente bien –le aseguró ella, con ojos rebosantes de amor.
-No… esta vez lo he hecho pésimamente, pero la próxima lo haré mejor.
____ no podía creer lo atento que se estaba mostrando como padre, y cómo deseaba ocuparse en persona de los niños en vez de ser un padre distante.
Mientras estaba en la ducha, y ella se vestía, sonó su móvil. Corrió a responder por si era su madre.
-¿____?
-Sí, soy yo. ¿Dónde demonios…?
-Siento haberte obligado a volver con Joe. Todo ha sido por mi culpa. ¡Tenía miedo, pero, cariño, no tienes que seguir aguantando más a ese canalla mujeriego! Voy a salvarte… ¿me oyes?
-No quiero que vengas a salvarme, mamá.
-Pero…
-Sigo queriendo a Joe, estamos juntos, y me gustaría que dejaras de hablar de él como si fuera el enemigo público número uno sólo porque sea el hijo de Roland Jonas –dijo con firmeza-. Y lo que te conté de nuestra noche de bodas, fue n error. No estuvo con Gabrielle.
-¿No le creerás? ¡Menos mal que voy a Francia esta misma tarde!
____ se puso rígida de consternación, sintiendo que lo último que le faltaba a su matrimonio era un episodio con su enervante madre.
-Pero es que no estamos en Chateau Fontaine. Joe y yo estamos de luna de miel, y aunque tengo ganas de verte, y oír tu versión de lo que ocurrió con el préstamo que te hizo Emilie…
-____… ya le he enviado un cheque por toda la cantidad.
-¿Y cómo demonio lo has conseguido? ¿Se lo has pedido a otra persona?
-¿Cuándo volverás de tu luna de miel?
-Dentro de dos semanas.
-Bien, si tú puedes esperar dos semanas más a conocer a mi nuevo marido, supongo que yo también podré esperar a volver a mi yerno… Joe tiene más vidas que un gato contigo, ¿eh?
-Mamá… ¿acabas de decir lo que creo?
-Tendrás que esperar para saber los detalles-señaló su madre con satisfacción-Pero te diré que soy muy feliz. Tengo muchas ganas de que conozcas a Bruno dentro de dos semanas. ¡Adiós, tesoro!
____ se derrumbó sobre la cama mientras los niños gateaban entre sus pies. Se había quedado mirando a la nada cuando Joe salió del baño cubierto sólo por una pequeña toalla.
Pero por una vez ella tenía en la cabeza algo más que el cuerpo de su marido.
-¿Qué ocurre? –preguntó él al verle la cara.
-Mi madre me ha llamado. Se ha casado con un tipo al que no puede conocer desde hace más de dos semanas –lo miró con gesto contrito, pero se notaba nerviosa-. Seguro que terminará mal.
Le contó que le había pagado a Emilie.
-Bueno, entonces es un hombre con dinero. Y tampoco podemos hacer mucho desde aquí. ¡No seas pesimista!
-Joe, sabes tan bien como yo que puede que haya un hombre entre mil que pueda aguantar los ataques de Juno, y para casarse tan rápidamente debe de haberse enamorado como una loca. Quedará destrozada si ese Bruno la decepciona…
-¿Bruno… y Juno? –dijo él, temblando de diversión-. ¿De verdad?
-Suena a matón.
-Mon ange… -Joe le levantó la barbilla y la miró-. Pase lo que pase, la apoyaremos.
Es una pena que tu madre no me soporte.


Dos semanas más tarde, ____ amaneció en los brazos de Joe. Estaba despierta. En pocas horas volverían a casa, aunque para ella su casa estaría donde estuviera Joe. En Córcega se había afianzado su relación más de lo que jamás habría creído posible. Aquella villa entre espectaculares bosques y pueblos pintorescos siempre sería para ellos un lugar especial.
Decidió sorprenderlo llevándole el desayuno en la cama y se levantó. Vio que éste estiraba la mano hacia su lado como buscándola. Merecía dormir un poco, pensó ella contemplando su larga espalda a la luz que se filtraba por las cortinas. Era un amante maravilloso, un padre fabuloso y estaba ganando puntos como alma gemela. Y la noche anterior había hablado como un hereje… tenía intensión de reducir sus horas de trabajo y reorganizar su agenda para viajar menos.
Mientras esperaba a que hirviera el agua, vio una revista de cotilleos que la criada había estado ojeando la noche anterior. En la primera página vio la característica letra de Joe.
Naturalmente curiosa, dio la vuelta a la revista para leer lo que había escrito. Un nombre y una fecha. Un nombre que aún la hacía palidecer.
Tenía que ser una revista antigua. Aunque eso no podría borrar el dolor que sentía.
Sintió una bofetada al pensar que Gabrielle Joly hubiera podido compartir cama con Joe en Córcega una sola vez. Pero al ver la fecha se dio cuenta para su consternación de que sus recuerdos no era lo peor. La revista tenía menos de dos meses, por que cuando escribió la nota de que Gabrielle iría a la casa había sido sólo un mes antes de que ella hubiera vuelto con Joe.
Se abrazó repentinamente helada. ¿Cómo podría confiar en lo que Joe le había dicho de Gabrielle Joly?
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 15th 2012, 21:13

DIOS MIO!!!!
No puedo creer todas las cosas que han pasado...
Joe es un excelente padre!!! Enamorada
Se me hace súper gracioso que le llenen el cabello
de cereal!!!! Hahahaha Hahahaha Hahahaha Hahahaha
Pero no puedo creer que haya engañado a ________ de esa manera!!!
Pero tienes que hacer una explicación verdad???
Por fis tienes que seguirla!!!!
Muero por saber qué pasará!!!
Presiento que habla pelea !!! juju Sad
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 15th 2012, 22:30

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 16th 2012, 20:53

hola soy nueva lectora, ya me enganche con tu nove, al principio queria darle unos coscorrones a Joe por ser tan frio con la rayis y luego cuando todo iba bien y el cuidaba a los gemelos me parecio tan lindo y tierno, pero no todo es color de rosas justo la rayis descubre que Joe le mintio, espero que sea un mal entendido y que no saque conclusiones apresuradamente ... Tienes que seguirla esta buenisima :-)
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 19th 2012, 09:28

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 20th 2012, 21:03

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 24th 2012, 08:47

Por favor tienes que seguirla!!!!
Muero sin tu nove!!!! Crying or Very sad
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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitimeDiciembre 25th 2012, 14:02

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!


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Niinoo

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MensajeTema: Re: Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu]   Una noche con su mujer [Joe Jonas& Tu] - Página 2 Icon_minitime

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