MY LUCKY STRIKE
Capitulo 8No podía irse, no importaba lo desesperadamente que lo necesitara. Él había sido su primer beso, su primer orgasmo y su primera mañana en la cama de otra persona. La noche que habían pasado juntos había guiado su sensualidad durante más de una década. Había intentado evitar a los hombres como él, pero había perdido la batalla. Había enamorado a hombres poco pretenciosos, aunque siempre acababa teniendo aventuras con tipos encantadores y carismáticos.
Pero ninguno, no importaba lo exitosos, guapos o encantadores que fueran estaban cerca de compararse a las pocas horas que había pasado con Nick.
Solo una loca lo habría besado para hacer una prueba.
¿Cómo podía haber olvidado que el deseo y la vergüenza hacían una pareja tan horrible y que el deseo siempre ganaba?
No había sido capaz de contenerse, entonces lo había lamido, mordido y él no había hecho nada, ¡nada!
Entonces le había dicho:
-¿Tienes idea de cuánto te deseo ahora mismo? - y una esperanza loca tomó vida en ella.
Era una adulta esta vez. Podía tomar lo que quería y marcharse entera ¿cierto?
Tal vez un beso fuese poco para romper la tensión sensual en la que estaban. Con toda probabilidad, los dos se mirarían y percibirían que lo que había empezado la noche de la graduación no era la gran cosa que pensaban que era.
Una vez que los besos saliesen de su camino, simplemente trabajarían juntos para reconstruir su imagen y para la aprobación de su jefe y después seguirían caminos separados.
Bien, dijo su corazón, pero ella no lo oía porque estaba muy ocupada esperando poder convencerlo sobre aquello de quererla en los negocios.
Miró enfadada las fotografías de él, una después de otra.
-No puedo creer que voy a tener que recordarte como besar a tus fans. ¿Cómo puedo enseñarte si no actúas como lo haces normalmente?
El canto de su boca se movió y algo similar al alivio recorrió sus ojos.
-Siempre he respetado a una mujer que toma su trabajo en serio.
-Gracias - dijo y al momento siguiente sintió como la empujaba a su regazo y hacía que se quedara sin respiración.
Su lengua le invadió la boca y le enseñó cómo bailar nuevamente, mientras las grandes y fuertes manos tocaban su culo.
-¿Es esto mejor? - murmuró cuando llevó la boca hasta el lugar sensible de su oreja.
No podía responder; su cuerpo entero ardía. Felizmente, sus manos estaban igual de malcriadas que su boca. Sintió el calor de la palma bajo la blusa un segundo antes de que su dedo pulgar acariciara su pezón.
Su cuerpo saltó desesperadamente bajo el toque hábil y extendió sus manos hacia él enmarcando su guapo rostro para besarlo. Mientras la acariciaba fue abriendo cremalleras y abriendo botones al tiempo que ella se perdía en su beso.
No podía pensar claramente cuando la besaba, mientras sustituía su camisa por la boca, besando su clavícula y buscando un lugar entre sus pechos cuando le desabrochó el sujetador.
Finalmente, oh Dios no podía ser lo suficientemente rápido, tenía sus pechos en ambas manos, los apretaba, lavaba los pezones con su lengua y pasaba por ellos la piel áspera de su mandíbula y mejillas.
Suspiros divertidos venían de su garganta, pero ella no podía pararlos, no más de lo que podía impedir estar mojada y caliente entre sus piernas. Estaba a punto de implorar que él deslizase una mano bajo su falda y sus bragas. Un toque y explotaría. Eso era todo lo que quería.
Nick era todo lo que ella quería.
La voz de él se oyó entre sus pechos, baja y ronca.
-Tienes el cuerpo más hermoso que he visto.
_____ arqueó los pechos contra él, moviéndose de forma que la falda se amontonase en la cintura y lo montó.
Se acomodó sobre su pesada erección cubierta por los vaqueros con un gemido de satisfacción. Todo lo que siempre había querido hacer, apretarse contra él mientras chupaba sus pechos.
Con un gemido la empujó aún más íntimamente hacia él. Amaba aquello: el modo en que susurraba su nombre una y otra vez mientras lamía y mordisqueaba la piel sensible de sus pechos; o el modo en que sus vaqueros se sentían ásperos contra la piel expuesta bajo las medias. Nunca había estado tan mojada o tan excitada, tan llena de necesidad que estaba casi estallando con aquello.
Estaba cerca, muy cerca del placer que había sentido en falta todos estos años. Podía ver la cima, estaba subiendo directamente en dirección a ella cuando Nick dijo:
-Oh, no, no - y la puso en el sofá.
Ella lo miró, desorientada y confusa. ¿No estaba a punto de gozar con Nick debajo? Rápidamente respondió a su pregunta muda.
-Mis vaqueros no van a conseguir el placer que quiero para mí - dijo mientras le sacaba la falda.
Sus zapatos ya habían desaparecido y, lentamente, con una paciencia que deseó que no tuviese, deslizó las medias por sus caderas tocando su dolorido clítoris, los muslos increíblemente sensibles y, finalmente, encima de sus rodillas, pantorrillas y pies.
Una parte de ella quería gritar ¡deprisa! pero antes de poder ceder al deseo, Nick dijo:
-Me gustan tus braguitas.
La lencería era su mayor ostentación. Seda de Francia, encaje de Italia. No la había comprado para excitar a los hombres con los que se había acostado. Simplemente le gustaba sentir el lujoso y sensual tejido contra su piel. Era su modo de reconocer a la mujer apasionada que había dentro de ella.
-Sin embargo me gustas más desnuda - dijo cuando deslizó sus braguitas y las echó sobre la alfombra.
Todo lo que quería era que deslizase un dedo dentro de ella, nada más que eso, todo lo que necesitaba. Pero él nunca seguía las reglas. Ni en la escuela ni en el campo ni ahora.
Su boca descendió caliente y pesada hacia su vagina y sus caderas se arquearon para encontrarlo. Fuertes y callosas manos se deslizaron por su trasero empujándola más cerca. Su cuerpo inmediatamente obedeció su orden y se empujó contra sus dientes y lengua.
Y entonces los dedos se deslizaron por su clítoris y sobre sus labios hinchados y entonces, finalmente, se hundieron en ella.
-Nick - gimió diciendo su nombre maravillada cuando las primeras ondas la barrieron. Ningún orgasmo había sido tan intenso, ni siquiera el que habían tenido en el yate la noche de la graduación.
Intentó prepararse para el próximo golpe de placer, pero no podía, no tenía los recursos necesarios para afrontar el ataque de la lengua y los dedos de él, el modo en que presionaba su clítoris y después se apartaba para darle más y enviarla a lo más alto.
Su cerebro dejó de funcionar cuando presionó aún más fuerte con sus manos y más y más alto con su boca.
Entonces, milagrosamente, su cerebro se forzó a través de la niebla de sensaciones. ¿De dónde había venido esa chica que haría cualquier cosa por un orgasmo? Todos aquellos años había estado escondida. Desde aquella noche cuando ese chico rebelde había roto su corazón.
En un momento el hechizo de lujuria se desmoronó.
Con fuerza sobrehumana, lo empujó al otro lado del sofá. Cuando recompuso su ropa, aunque supiese que los ojos de él nunca dejaban su rostro, ni por un segundo, incluso sabiendo lo duro que estaba detrás de la cremallera de sus vaqueros, incluso cuando ambos estaban jadeantes por lo que acababa de pasar, ella no lo miraría. No miraría sus ojos.
Si mirase aquellos bonitos ojos y viese todo el deseo en ellos, saltaría en su regazo y lo montaría como si estuviera a punto de ganar una medalla de oro.
-No puedo hacer esto, no más - ella subió los escalones corriendo, con sus zapatos y la carpeta en las manos. -Tendrás que trabajar con Amy. Te llamará con el nuevo plan.
Intentó girar el botón para salir pitando lejos de él, pero estaba cerrado. Con salvaje determinación, golpeó el teclado con sus puños.
-Demonios - gritó.
Nick se movió tras ella para teclear el código y cuando la puerta se abrió, ella saltó hacia fuera y se fue a su coche con una velocidad que no sabía que poseía.
No podía volver a verlo.
¡Nunca!