Capitulo Tres
La siguiente mañana, considere pararme en el cuarto de Meredith, pero me acobardé y caminé hacia el comedor para comer el desayuno por mí misma. Al menos se donde está la cafetería (Día dos: Seminario de Habilidades para la Vida). Verifique dos veces mi tarjeta de comida y abrí mi sombrilla de Hello Kitty. Está lloviznando. Al agua no le importa que sea mi primer día en el colegio.
Cruzo el camino con un grupo de estudiantes. No se dan cuenta de mí, pero juntos pasamos todos los charcos. Un automóvil, tan pequeño que puede ser uno de los juguetes de mi hermano, pasa y moja a una chica que tiene lentes. Ella maldice y sus amigas se burlan de ella.
Yo me quedo detrás.
La ciudad es gris perla. El cielo nublado y las piedras de los edificios emiten la misma fría elegancia, pero delante de mí el Panteón brilla. Sus masivas cúpulas e impresionantes columnas suben hasta coronar la parte alta del barrio. Cada vez que lo veo, es difícil apartar la mirada. Es como si hubiera sido robado a la antigua Roma o, al menos, al Capitolio. Nada que yo fuera capaz de ver a través de las ventanas de mi salón de clases.
No sé su propósito, pero supongo que alguien me dirá pronto.
Mi nuevo barrio es el Latin Quarter* (*Barrio Latino) o el fifth arrondissement* (*Quinto distrito). Según mi diccionario de bolsillo, eso significa distrito, y los edificios de mi arrondissement se mezclan unos a otros, formando una curva alrededor de las esquinas, con la suntuosidad de pasteles de boda. Las aceras están llenas de estudiantes y turistas, y están alineados con bancos y farolas ornamentales idénticos, los árboles o arbustos están rodeados de rejas de metal, las catedrales góticas, y hay creperies*(*Creperías) pequeñas, tiendas de postales y balcones de hierro forjado.
Si estas fueran unas vacaciones, estoy segura de que estaría encantada. Compraría un llavero de la Torre Eiffel, tomaría fotos de los adoquines y ordenaría un plato de caracoles. Pero no estoy en vacaciones. Estoy aquí para vivir, y me siento pequeña.
El edificio principal de La Escuela de América está a solo dos minutos caminando desde la Residencia Lambert, el dormitorio de los estudiantes de último y penúltimo año. La entrada es a través de un gran arco, en un patio con arboles bien cuidados. Flores y hierba bajan desde las cajas de las ventanas en cada piso, y majestuosas cabezas de león están talladas en el centro de las puertas de color verde oscuro, que tienen tres veces mi tamaño. A cada lado de las puertas cuelgan dos banderas de colores rojo, blanco y azul, una de América y la otra de Francia.
Parece un set de filmación. El set de filmación de la película The Little Princess, si tomo lugar en Francia. ¿Cómo puede realmente existir una escuela como esta? ¿Y cómo es posible que yo esté inscrita en ella? Mi padre está loco si piensa que yo pertenezco aquí. Estoy luchando por cerrar mi sombrilla y empujar la pesada puerta con mi trasero, cuando un chico de preparatoria con pelo falso imitando al de un surfista pasa. El empuja mi sombrilla y luego me da una mirada sucia como si: 1) Fuera mi culpa que él tuviera la paciencia de un niño y 2) El no estaba mojado.
Dos puntos de deducción para París. Chupa esa, chico de preparatoria.
El techo en el primer piso es imposiblemente alto, goteado con candelabros y con figuras de ninfas coquetas y sátiros lujuriosos pintados en él. Huele a productos de limpieza de naranja y a marcador. Montado en la pared, en el otro extremo de la sala, esta un reloj de oro apuntando la hora.
Toda la escuela es intimidante como es impresionante. Debería estar reservada para alumnos con sus propios guarda espaldas y ponis de Las Islas de Shetland, no para alguien que compra la mayoría de su vestuario en Target*(*tiendas de Estados Unidos que también vende por internet).
Aunque ya la vi en el tour de la escuela, la cafetería me detiene muerta. Yo solía almorzar en un gimnasio convertido que apestaba a cloro y suspensorios. Tenía largas mesas y bancos, vasos de papel y pitillos de plástico. Las mujeres que manejaban las maquinas registradoras servían pizza congelada, papas fritas congeladas y nuggets congelados.
Pero esto. Esto podría ser un restaurante.
Por el contrario de la apariencia histórica del vestíbulo, la cafetería es elegante y moderna. Está lleno de mesas redondas de abedul y plantas en cestas colgantes. Las paredes son de color mandarina y limón, y hay un hombre francés usando un sombrero blanco de cocinero que sirve una variedad de alimentos que parece sospechosamente fresca. Hay muchas bebidas embotelladas pero en vez de coca colas altas-en-azúcar y altas-en-cafeína, están llenas de jugos y una docena de tipos diferentes de agua. Incluso hay una mesa para el café. Café. Conozco a algunas chicas locas por Starbucks que matarían por tener café en el colegio.
Las sillas ya están llenas de gente chismeando con sus amigos sobre el sonido de los chefs limpiando platos (platos reales desde china, no de plástico). Me paro en la puerta. Estudiantes me empujan mientras pasan, yendo a todas direcciones. Mi pecho se aprieta. ¿Debería buscar primero una mesa o mi desayuno? ¿Y como se supone que voy a pedir si el menú está en francés?
Me sorprendo cuando una voz dice en voz alta mi nombre. Oh por favor, oh por favor, oh por favor…
Mientras veo a la gente descubro a una mano con cinco anillos saludándome desde el otro lado de la habitación. Meredith señala una silla vacía que está al lado de ella, y voy hacia allá, agradecida y casi adoloridamente aliviada.
“Pensé en tocar tu puerta así podíamos caminar juntas, pero no sabía si eras una de esas chicas que se levanta tarde” Las cejas de Meredith se unen en una expresión de preocupación. “Lo siento, debí tocar la puerta. Te ves tan perdida.”
“Gracias por guardarme un puesto” Pongo mis cosas en la mesa y me siento. Hay otras dos personas en la mesa, como Meredith me dijo la noche anterior, son de la fotografía de su espejo. Estoy nerviosa otra vez y ajusto mis cosas en mis pies.
“Esta es ________, la chica de la que les estaba hablando,” dice Meredith.
Un chico larguirucho, con pelo corto y con una larga nariz me Saluda con su taza de café. “Josh” dice. “Y Rashmi.” Asiente hacia la chica que está a su lado, quien sostiene su otra mano dentro del bolsillo de la sudadera de Josh. Rashmi tiene lentes con el borde azul y espeso cabello negro que cae por toda su espalda. Ella me da el más pequeño de los reconocimientos.
Eso está bien. No gran cosa.
“Todo el mundo está aquí menos St. Adam.” Meredith mueve su cabeza alrededor de la cafetería. “El casi siempre llega tarde.”
“Siempre,” corrige Josh. “Siempre llega tarde.”
Me aclaro la garganta. “Creo que lo conocí ayer en la noche. En el pasillo.”
“¿Buen cabello y acento inglés?” Pregunta Meredith.
“Um. Si. Supongo” trato de mantener mi voz casual.
Josh sonríe satisfecho. “Todo el mundo esta enamoraaado de St. Adam.”
“Oh, cállate,” Dice Meredith.
“Yo no estoy enamorada de él” Rashmi me mira por primera vez, calculando si tal vez yo pueda enamorarme de su propio novio.
Josh deja ir su mano y da un suspiro exagerado. “Bueno, yo sí. Lo voy a invitar al baile. Éste es nuestro año, simplemente lo sé.”
“¿Ésta escuela tiene un baile?” Pregunto.
“Dios no,” dice Rashmi. “Si, Josh. St. Adam y tu se verían realmente lindos en trajes combinados.”
“Colas.” El acento inglés hace que Meredith salte en su asiento. El chico del pasillo. Chico lindo. Su cabello esta empapado por la lluvia. “Nuestros trajes tienen que tenar cola, o si no le doy las flores a Steve Carver.”
“¡St. Adam!” Josh se levanta de su asiento, y se dan el clásico abrazo de hombre dos-golpes-en-la-espalda.
“¿No hay beso? Estoy destruido amigo”
“Pensé que podría ser extraño. Ella no sabe de nosotros todavía.”
“Lo que sea,” Dice Rashmi, pero esta sonriendo ahorita. Se ve bien en ella. Debería de utilizar las esquinas de su boca más seguido.
El chico hermoso del pasillo (¿debería llamarlo Joseph tal vez Joe o St. Adam?) deja caer su bolso y se sienta en el puesto restante entre Rashmi y yo.
“________” Esta sorprendido de verme, y yo también. Se acuerda de mí.
“Buena sombrilla. La podría haber usado esta mañana.” El sacude una mano por su cabello y algunas gotas caen en mi brazo. Las palabras me fallan. Desafortunadamente, mi estomago habla por mí. Sus ojos se abren por el sonido, y me alarma lo grandes y marrones que son. Como si necesitara algún arma contra la carrera femenina.
Josh debería estar en lo correcto. Cada chica del colegio debe estar enamorada de él.
“Suena terrible. Tiene que alimentar esa cosa. A menos que…” El pretende examinarme, entonces se acerca y me susurra. “A menos que seas ese tipo de chicas que nunca comen. No lo puedo tolerar, les tengo miedo. Siempre se prohíben darse algunos gustos.”
Estoy determinada a hablar racionalmente en su presencia. “No estoy segura de cómo ordenar.”
“Fácil,” Dice Josh. “Metete en la fila. Diles lo que quieres. Acepta deliciosas golosinas. Y luego dales tu tarjeta de comida y dos gotas de sangre.”
“He oído que lo subieron a tres gotas este año,” Dice Rashmi.
“La medula ósea,” El chico hermoso del pasillo dice. “O el lóbulo de la oreja.”
“Me refiero al menú, muchas gracias.” Hago un gesto hacia la pizarra que está arriba de los chefs.
Una mano exquisita, cursiva ha escrito el menú de la mañana en rosado, blanco y amarillo. En francés. “No es exactamente mi primer lenguaje.”
“¿No hablas francés?” Pregunta Meredith.
“Tomé español por tres años. No es como si algunas vez yo hubiera pensado que me mudaría a París.”
“Está bien.” Dice Meredith rápidamente. “Mucha gente aquí no habla francés.”
“Pero la mayoría si,” añade Josh.
“Pero la mayoría de ellos no muy bien” Rashmi lo ve intencionalmente.
“Aprenderás el lenguaje de la comida primero. El lenguaje del amor.” Josh frota su vientre como un Buda flaco. "Oeuf: Huevo. Pomme: ;Manzana. Lapin: Conejo”.
“No es gracioso.” Rashmi le golpea en el brazo. “No me pregunto por qué Isis te mordió. Imbécil.”
Veo la pizarra de Nuevo. Todavía está en francés. “Y, um, ¿vamos entonces?”
“Seguro.” El hermoso chico del pasillo empuja su silla hacia atrás. “Ven. Yo tampoco he comido.” No puedo evitar notar que muchas chicas se le quedan viendo a medida que encontramos nuestro camino hacia la fila. Una rubia con nariz ganchuda y un pequeño top se nos acerca tan pronto llegamos. “Hey, St. Adam. ¿Cómo estuvo tu verano?”
“Hola, Amanda. Genial.”
“¿Te quedaste aquí, o fuiste a Londres?” Ella se inclina sobre su amiga, una chica bajita, su pelo recogido en una cola severa y pone una pose para exponerse.
“Me quede con mi mamá en San Francisco. ¿Tuviste unas buenas vacaciones?” El pregunta esto cortésmente, pero me alegro al oír la indiferencia en su voz.
Amanda mueve su cabello, y de repente ella es Cherrie Milliken. Cherrie ama girar su cabello y sacudirlo y torcerlo entre sus dedos. Bridgette está convencida de que gasta su fin de semana parada delante de sus “fans”, pretendiendo ser una supermodelo, pero yo pienso que está demasiado ocupada empapando su cabello en puré de papaya y algas marinas en busca de ese brillo perfecto.
“Estuvo fabuloso.” Enrolla su cabello y luego lo deja ir. “Fui a Grecia por un mes, y luego pase el resto del verano en Manhattan. Mi padre tiene un maravilloso apartamento con vistas a Central Park.”
Cada oración que dice tiene una palabra enfatizada. Resoplo para contener la risa, y El chico hermoso del pasillo tose de una forma extraña.
“Pero te extrañé. ¿No recibiste mis mensajes?”
“Er, no. Debes tener una mala dirección. Hey.” Me da un codazo. “Ya casi es nuestro turno.” El se voltea y le da la espalda a Amanda y ella y su amiga intercambian ceños.
“Tiempo para tu primera lección de francés. El desayuno aquí es simple y consiste principalmente por panes y cruasanes éste siendo el más famoso, por supuesto. Esto significa no salchicha, ni huevos revueltos.”
“¿Tocino?” Pregunto con ilusión.
“Definitivamente no.” El ríe. “Segunda lección, las palabras en la pizarra. Escucha cuidadosamente después de mí. Granola.” Estrecho mis ojos mientras él hace un tono fingido de inocencia. “Significa ‘granola,’. ¿Y esta otra? ¿Yaourt?”
“Eh, ya se. ¿Yogurt?”
“¡Tu sola!, ¿dijiste que jamás habías vivido en Francia antes?”
“Duro. Sumamente. Duro.”
El sonríe. “Oh, ya veo. Me conoces menos de un día y ya te estás burlando de mi acento. ¿Qué es lo siguiente? ¿Discutir sobre el estado de mi cabello? ¿Mi tamaño? ¿Mis pantalones?”
Pantalones. Honestamente.
El francés que está detrás del mostrador hace un ruido hacia nosotros. Perdón, Chef Pierre. Estoy un poco distraída con esta obra maestra de chico Inglés Francés Americano. El chico dice rápidamente, “¿Yogurt con granola y miel, huevo hervido, o peras en brioche?”
No tengo idea de que es brioche. “Yogurt,” digo.
El coloca nuestros pedidos mientras dice qué son en perfecto francés. Al menos, suena impecable para mis oídos vírgenes, y relaja al Chef Pierre. Pierde el ceño fruncido y coloca granola y miel en mi yogurt. Algunos arándanos son añadidos a la parte de arriba antes de que me lo dé.
“Merci, Monsieur Boutin.”
Agarro nuestra bandeja. “¿No hay Pop-Tarts*(*Galletas cubiertas de dulce y arequipe en el centro), ni Cocoa Puffs*(*Cereales hechos de chocolate)? Estoy como, totalmente ofendida.”
“Los Pop-Tarts son los martes, los waffles son los miércoles, pero ellos nunca sirven Cocoa Puffs. Tendrás que conformarte con los Froot Loops*(*Cereales de varios colores con formas de aros) los viernes.”
“Sabes mucho sobre comida americana para ser británico.”
“¿Quieres jugo de naranja? ¿Toronja? ¿Arándano?” Señalo la naranja y el saca dos de la caja. “No soy británico. Soy americano.”
Yo sonrío. “Por supuesto que sí.”
“Lo soy. Tienes que ser americano para asistir a EAP, ¿recuerdas?”
“¿EAP?”
“Escuela de América en París,” Explica. “EAP.”
Genial. Mi padre me envió aquí para ser limpiada.
Nos ponemos en línea para pagar, y estoy sorprendida por lo rápido que avanza. Mi vieja escuela era todo sobre esperar a que las señoras del almuerzo te atendieran mientras corrían como locas, pero aquí todo el mundo espera pacientemente.
Me volteo en el momento justo para ver sus ojos viajar arriba y abajo por mi cuerpo. Paro de respirar. El chico hermoso me está viendo.
Él no se da cuenta de que lo atrape viéndome. “Mi mamá es Americana,” continua sin problemas. “Mi padre es francés. Yo nací en San Francisco, y fui criado en Londres.”
Milagrosamente, encuentro mi voz. “Un verdadero internacional.”
Él se ríe. “Eso es cierto. No soy presumido como el resto de ustedes.”
Estoy a punto de burlarme de él cuando recuerdo. Él tiene una novia. Algo malo se asoma entre los pliegues de color rosa de mi cerebro, obligándome a recordar la conversación con Meredith anoche. Es hora de cambiar de tema. “¿Cuál es tu verdadero nombre? Ayer en la noche te presentaste como …“
“St. Adam es mi segundo nombre. Joseph es el primero.”
“Joseph St. Adam.” Trato de pronunciarlo como él, todo extranjero y elegante.
“Terrible, ¿no es así?”
Estoy riendo ahora. “Joseph es genial. ¿Por qué la gente no te llama así?”
“Oh, ‘Joseph es genial.’ Que generoso de tu parte.”
Otra persona se pone detrás de nosotros, un pequeño chico con piel marrón, acné, y una gruesa mata de cabello negro. El chico está emocionado por verlo, y le devuelve la sonrisa.
“Hey, Nikhil. ¿Tuviste unas buenas vacaciones?” Es la misma pregunta que le hizo a Amanda, pero esta vez su tono es mucho más sincero.
Eso es todo lo que se necesita para que el chico empiece a explicar su viaje a Delhi, sobre los mercados, los templos y los monzones. (Él fue un día de viaje al Taj Mahal. Yo fui a Panamá con el resto de Georgia.) Otro chico se nos une, éste otro es delgado y pálido con cabello pegajoso. Nikhil se olvida de nosotros y saluda a su amigo con la misma charla entusiasta.
St. Adam (Estoy determinada a llamarlo así después de que me avergoncé a mi misma) se vuelve hacia mí. “Nikhil es el hermano de Rashmi. El es estudiante de primer año. Ella también tiene una hermana menor, Sanjita, quien es estudiante de penúltimo año, y una hermana mayor, Leela, quien se graduó hace dos años.”
“¿Tienes algún hermano o hermana?”
“No, ¿tu?”
“Un hermano, pero él está en casa. En Atlanta. Eso está en Georgia. En el sur.”
Levanta una ceja. “Sé donde esta Atlanta.”
“Oh. Cierto.” Le doy mi tarjeta de comida al hombre detrás de la caja registradora. Como Monsieur Boutin, usa un uniforme blanco y un sombrero. Además tiene un bigote daliniano. Huh. No sabía que tenían de esos aquí. El Chef Handlebar golpea mi tarjeta y me la devuelve con un rápido merci.
Gracias. Otra palabra que ya conocía. Excelente.
En el camino de vuelta a nuestra mesa, Amanda ve a St. Adam desde su grupo de Lindos Chicos de Preparatoria. No estoy sorprendida de ver al chico del pelo falso surfista mirada-sucia sentado con ella. St. Adam está hablando de las clases (que esperar el primer día, quienes son mis profesores) pero pare de escuchar. Lo único que sé es su hermosa sonrisa de diente-torcido y su confianza al caminar.
Soy una tonta tan grande como el resto de las otras chicas.