"Solo Para El..." «Nick & Tu» {adaptada}

Chucha, juré a ver subido algo aquí e.é

Siguela me encanta SIGUELAAAAAA

Capitulo 4.

—Mamá, me estás echando café en los cereales— protestó Mary, mirando a su madre.
— ¿Qué? — _____ miró a su hija. —Oh, perdona, cielo, no me he dado cuenta— Rápidamente vació el cuenco de cereales y café, y sacó un cuenco limpio del armario. —Hoy estoy un poco cansada— comentó a modo de explicación.
Una explicación que se quedaba muy corta. La noche anterior apenas había podido dormir, y cuando por fin logró conciliar el sueño, fueron el rostro y el cuerpo de Nick los que agitaron su descanso, y la dejaron agotada y frustrada, por no decir furiosa consigo misma por ser tan ridícula.
Diez años atrás, cuando conoció a Joe y a su hermano Nick, se dio cuenta enseguida de que Nick, con su vida nómada y aventurera y su arriesgada y bohemia profesión, no era hombre para ella. Las cosas no habían cambiado nada en todo este tiempo, por lo que era ridículo que ahora alimentara fantasías con un hombre tan distinto a lo que ella necesitaba.
—Mamá, ¿te encuentras bien? — preguntó Carrie, mirando primero a su madre y después a su hermana.
— ¿Bien? — _______ miró a su hija y parpadeó un par de veces.
Estaba soñando despierta otra vez, fantaseando como una adolescente
— ¿Por qué? ¿También he puesto café en tus cereales? —
—No, mamá, aún no me has puesto cereales— se quejó la niña. —Y si no nos damos prisa, llegaremos tarde a clase de ballet. Y la señora Fontaine nos castigará— Asintiendo, _______ miró al reloj de pared, sacó otro cuenco del armario, y preparó el desayuno para Carrie.
Aunque era sábado y no había colegio, la lista de cosas que tenía que hacer parecía interminable. Primero tenía que llevar a las niñas a su clase de ballet, para recogerlas una hora después y llevarlas de nuevo a casa, para dejarlas con su madre, mientras ella iba a hacer la compra, al banco, a la tintorería y a la farmacia a buscar el medicamento para la alergia de Carrie. Todo ello sin olvidar pasar por el videoclub para alquilar las películas para las niñas.
Al volver a casa, por supuesto, todavía le quedaría descargar la compra, preparar la base de la pizza, planificar las comidas de la semana siguiente y hacer la colada. Ese era su día libre.
Las puertas dobles de la cocina se abrieron y Nick entró, sonriendo cuando vio a las tres mujeres que eran el centro de su vida.
—Buenos días— musitó, frotándose la cabeza.
Iba descalzo, llevaba un par de pantalones vaqueros viejos y arrugados, con la cremallera subida pero el botón desabrochado, y una vieja y desteñida camiseta sin mangas que se pegaba a su cuerpo como una película de cera caliente.
—Buenos días, tío Nick— cantaron las dos niñas al unísono.
—Café— murmuró él, tomando la taza vacía que ______ le ofrecía.
Nick llenó la taza hasta el borde, cerró los ojos y bebió un largo trago.
Dejó que la cafeína hiciera su trabajo y le pusiera en marcha para el día.
— ¿Dónde van las dos tan pronto y tan guapas? — preguntó a las niñas, sentándose en una silla al lado de Mary.
—A clase de ballet— respondió la niña. —Vamos todos los sábados—
—Y lo hacemos muy bien, ¿verdad, mamá? —
—Ya lo creo— dijo _____.
_____ apuró su taza de café y se sirvió otra.
—Estamos preparando un recital— añadió Mary. —Un recital de ballet, pero no me acuerdo para cuando— _______ sonrió y le acarició la cabeza.
—Para la semana de Acción de Gracias, cariño, ¿te acuerdas? —
—Oh, sí— Nick asintió.
—Es verdad, su madre me habló de las clases— miró a ______. — ¿Qué planes tenéis para después de las clases? —
—Después traeré a las niñas a casa para que se queden con mi madre mientras yo hago la compra y otros recados—
— ¿A qué hora termina la clase de ballet? —
—Sobre las diez y media. ¿Por qué? — preguntó _____.
—Si me das la dirección, iré yo a recogerlas— Nick guiñó un ojo a las niñas. —Nosotros también tenemos que hacer unas cuantas cosas. Y tú puedes seguir con los recados sin tener que esperarlas— Nick bebió un sorbo de café, observando a ______ por encima del borde de la taza.
Si las ojeras que tenía debajo de los ojos servían de indicación, pensó, _______ no había dormido mucho. Tenía la sensación de que la noche anterior, ______ había bajado un poco la guardia con él, y él no pensaba desaprovechar la oportunidad, ya que su intención era cortejarla y ganar su corazón.
—De acuerdo— dijo _____ con cautela.
Eso le dejaría al menos una hora, y una hora en un día tan ocupado era un regalo del cielo. Apuntó la dirección del estudio de baile en una hoja de papel y se la entregó a Nick.
Nick sonrió.
—Ahí viene tu madre—
— ¿Cómo lo sabes? — preguntó _____ frunciendo el ceño.
—Huelo su perfume— dijo Nick con otra sonrisa, y se levantó a servirse otra taza de café. —El perfume de tu madre es inconfundible—
Las puertas dobles se abrieron y Carmella María Rogatti entró en la cocina con el aire y la elegancia de una reina saludando a su corte, luciendo una enorme y amplia sonrisa en sus labios rojos.
—Nicholas, querido, qué maravilloso volver a verte— rió Carm, caminando hacia Nick con los brazos abiertos.
— ¿Cómo estás, preciosa? — preguntó Nick, planteando un sonoro beso en la mejilla que Carm le ofrecía a la vez que le daba un fuerte abrazo. —Estás fabulosa, como siempre—
A sus sesenta y tres años, Carmella acentuaba su pequeña figura con colores oscuros y altos tacones de aguja que estilizaban su figura y la hacían parecer mucho más joven.
El pelo negro y corto, con mechones plateados, realzaba el tono dorado de su piel y acentuaba el negro de sus ojos.
—Estoy absolutamente espectacular, Nick— admitió ella, que retrocedió un par de pasos para verlo mejor. —Te preguntaría cómo estás tú, pero lo estoy viendo con mis propios ojos. Desnutrido, cansado y bastante desmejorado— Carm tiró de la camiseta descolorida. —Por no mencionar lo bien que te vendrían un par de kilos— Nick sacudió la cabeza.
—Ah, Carm, eso me suena a introducción para el conocido sermón de «ya es hora de que te cases y tengas a alguien que cuide de ti»—
—Qué horrible ser tan previsible— comentó Carm con un suspiro, agitando las manos. —Pero es la verdad, ya es hora de que te cases y formes una familia—
—Mamá, no le sermonees— dijo ______.
Si de su madre dependiera, todo el mundo se casaría, a menudo y en repetidas ocasiones.
— ¿Yo sermonear, querida? Que ridiculez. Jamás se me ocurriría sermonear a Nick, ¿verdad, querido? — preguntó volviéndose hacia él, con un coqueto aleteo de pestañas.
—No, a ti jamás, Carm. Pero tienes un aspecto envidiable. Y tengo la sensación de que el señor Rizzo tiene algo que ver con esa chispa que brilla en tus ojos— bromeó Nick.
Carm se ruborizó ligeramente y se abanicó la cara con la mano.

—Riño Rizzo es un hombre encantador, querido, pero lo que brilla en mis ojos es la alegría que siento de verte. Hace mucho que no venías por aquí— añadió, y cariñosamente le enmarcó las mejillas con las manos. —Niñas, ¿habéis visto alguna vez un hombre más guapo? —
—No, abuela— rieron las niñas, que se conocían perfectamente el guión.
Carm y Nick lo repetían cada vez que él iba a visitarlas.
Carm se volvió hacia Nick.
—Tienes suerte de que no tenga veinte…—
—Diez, Carm— la corrigió Nick. —Sólo diez—
—Muy bien— accedió ella alegremente. —Tienes suerte de que no tenga diez años menos, jovencito—
—Y tú tienes suerte de que yo no tenga diez años más, porque si no el señor Rizzo ya podría ir haciendo las maletas— Carm le dio unas palmaditas cariñosas en la mejilla y suspiró.
Después miró a su hija.
— ¿Y cómo estás tú esta mañana, hija mía? — preguntó, mientras se inclinaba a besar las cabezas de sus nietas.
Después se sirvió una taza de café.
—Estoy bien, mamá. Pero si no queremos llegar tarde— dijo ______, mirando el reloj. —nos tenemos que ir ya— ______ miró a Nick.
Entonces éste recordó que él era el encargado de encontrar un canguro para las niñas para aquella noche.
—Oye, Carm, ¿tienes planes para esta noche? —
—Por ti cancelo lo que sea— respondió ella con una picarona sonrisa. — ¿Por qué lo preguntas? —
Nick se dio cuenta de que estaba nervioso. Aunque era un hombre normalmente tranquilo, capaz de pensar con frialdad incluso cuando las balas de facciones enemigas silbaban a su alrededor, ahora la sola idea de tener una cita con ______ le ponía nervioso.
—Bueno, verás, ______ y yo vamos a salir esta noche. Una cita— aclaró, al ver que Carm y las niñas lo miraban con los ojos muy abiertos, sorprendidas. —Y hemos pensado que a lo mejor tú podrías quedarte con las niñas—
—Ya sé que esta noche toca película y pizza, niñas— apuntó ______, nerviosa. —Luego iré a alquilaros una película y si queréis podéis encargar una pizza. No creo que me dé tiempo de preparar la masa. Pero, mamá, si tenías otros planes…—
—No seas ridícula— dijo Carm. —Será un placer pasar la velada con mis nietas. Y además de pizza, encargaremos helados. ¿Qué les parece niñas? — Las caras de las dos niñas se iluminaron como árboles de Navidad, y Carm se echó a reír, contenta de hacer tan felices a sus nietas.
— ¿Podemos hacer palomitas, abuela? —
—Un cuenco para cada una— les aseguró su abuela. —Y después rebuscaremos por los armarios de la cocina. Seguro que su madre tiene un montón de chucherías escondidas para Halloween—
—Puedes invitar al señor Rizzo si quieres— añadió Nick. —No queremos estropearte los planes—
—Querido, eres muy considerado, pero Rizzo ha ido a pasar el fin de semana con su hija, así que las niñas y yo podremos disfrutar de la velada juntas. A lo mejor incluso podemos convencer a vuestra madre para que os deje teñiros el pelo de colores—
—Para mí de rosa— dijo Mary.
—Y para mí, fucsia con lunares amarillos— dijo Carrie.
—Mamá— empezó _____. —Las niñas tienen que ir al colegio el lunes—
—Ya lo sé, terrible, ¿verdad?— dijo Carm con un guiño. —Pero es un tinte que se quita con champú, así que no temas. No quedarán daños permanentes— _______ asió el bolso de la encimera, intentando borrar de su mente la imagen de sus hijas entrando en el colegio con el pelo teñido de rosa y de fucsia, y no queriendo pensar en la cara que pondría James Beardsley si las viera.
—Niñas, tenemos que irnos. Voy a sacar el coche— se volvió hacia Nick. —Tú las irás a recoger a las diez y media, ¿verdad? —
—Si te lo prometo— prometió él, levantando la palma de la mano. —Palabra de montañero—
Carrie y Mary se levantaron y besaron a su abuela y a su tío.
— ¿De verdad tienes una cita con mamá esta noche? — preguntó Mary en un susurro.
—Sí, de verdad— confirmó él, levantando el dedo pulgar en señal de victoria.
Las niñas salieron corriendo detrás de su madre.
—Por fin— añadió Carm, cuando se quedó a solas en la cocina con Nick. —Ya era hora, Nicholas— Carm alzó la mano en el aire a modo de saludo. —Empezabas a preocuparme, Nick, pero has restaurado mi fe en los hombres—

ajjajajaj esta genail siguela chicha

Siguela me encanta

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