SERA DE DOS CAPÍTULOS O MAS Y SERAN LARGOS ASI QUE SI LES GUSTA COMENTENe
HE querido follarlo desde que cumplí diecisiete. O más bien, he querido que me folle desde que cumplí diecisiete.Sin embargo, me interesé en él mucho antes, supongo… en realidad fue en el momento en que aprendí sobre sexo y todas las cosas estupendas que podía hacer con mi coño. Como tener una polla empujando en él. O dedos. O un consolador. Siempre he encontrado maneras creativas de saciar mi curiosidad lasciva. Y ahora, a los dieciocho, todavía quiero hacer cosas indecentes con el Sr. Jonas, mi necesidad volviéndose más fuerte cada vez que él se pasa por mi casa.
El Sr. Joseph Jonas es el mejor amigo de mi padre y un compañero del ejército de hace mucho. Mi papá dimitió a su nombramiento hace años, pero el Sr. Jonas había permanecido, haciendo toda la cosa de comando especial. Es todo un macho, como pintura de cara negra y andando a hurtadillas en medio de la noche para matar a tipos malos. Es capaz de sobrevivir únicamente a base de césped e insectos o algo así.
No es guapo para los estándares de hoy… no es un hombre larguirucho en vaqueros ajustados y toda esa cosa andrógina de ahora. Es varonil y simplemente hay algo en él que me hace humedecer cada vez que está a un brazo de distancia, causando que mi cuerpo tiemble con necesitad. Quizás es su cuerpo musculoso y tonificado, sus ojos fundidores-de-alma o su enorme polla (la que fácilmente puedo reconocer cuando viste su traje de deporte). De cualquier manera, quiero saltar sobre sus huesos. De verdad. Pero Para él, solo soy la niñita de su mejor amigo o asi nos hace creer. Aunque en los últimos cuatro años he crecido de una figura plana a una mujer joven plenamente desarrollada. Tengo un par de pechos firmes de copa D que adoro acariciar y toquetear cuando me masturbo y un culo bien formado que todas mis amigas envidian. Los chicos siempre quieren agarrar mi trasero, y los pervertidos más viejos no pueden quitar su mirada de él cuando camino cerca. No soy una zorra, pero me gusta tentar. De acuerdo, quizás eso me empuja más cerca a ser un poco zorra, pero soy muy selectiva sobre con quién duermo. No follo a perdedores y siempre he estado interesada en hombres mayores.¿Qué puedo decir? Son más experimentados en la cama. Hay más en el sexo que sólo clavar tu polla en un agujero húmedo y empujarla adentro y afuera. Ellos saben cómo cojer a una mujer apropiadamente, cómo hacer que una ronda de sexo dure hasta bien entrada la noche. A diferencia de algunos chicos que he follado. Unos cuantos empujones y se vienen sobre mí. Ugh. Y el Sr. Jonas, el objeto de mi deseo, es el único que parece que no puedo atraer para jugar al trencito dentro de mis bragas. Pero eso no me detiene de quererlo.
El Sr. Jonas se divorció hace un par de años. El chisme es que su esposa lo dejó porque no podía soportar estar sola todo el tiempo. Lo que es pura mie&$a. El Sr. Jonas con frecuencia se ha desplegado a diferentes países en el momento de notificación, pero nunca había dejado a su esposa por más que unos meses. Escuché rumores que Amanda lo engañaba todo el tiempo. La gente habla. Atrapé a mi mamá parloteando a sus amigas por teléfono sobre la manera en que Amanda follaría a cualquier cosa que tuviera una polla. Desde el chico del correo, hasta el sórdido dueño del bar en la Calle King y hasta una stripper con un arnés. No podía entender qué clase de mujer podría querer divorciarse de un hombre como el Sr. Jonas. Una perra estúpida, aparentemente. Me había alegrado en secreto cuando escuché la noticia que Amanda había recibido al Sr. Jonas con los papeles del divorcio. Eso me había dado el empujón que necesitaba para seducirlo. No sabía cómo ni cuándo, pero sabía que algún día él sería mío. el último par de meses, le he enviado señales. Papá siempre lo invita a cenar cada domingo si está en el país, o cuando mi papá y sus amigos juegan póker. El Sr. Jonas siempre hace lo mejor para ignorarme, pero el hombre está solo. Lo sé. Puedo verlo en sus ojos, carcomiéndolo. Sin embargo, su polla parece estar peleando con su cerebro siempre que dejo caer mis insinuaciones. Retorciéndose y llenándose cuando me inclino demasiado cerca.
Mi papá no aprueba que me vista como una pu*a (sus palabras, no las mías). Y no lo necesito. Puedo tener a cualquier hombre, incluso en mi mejor domingo y cubierta de la cabeza a los pies. Acabo de graduarme de una buena escuela Católica y solía vestir el uniforme a cuadros estándar, una falda corta y ajustada, y una blusa blanca. Cuando el Sr. Jonas venía a casa durante el día, me cambiaba mi sostén blanco por uno negro y desapuntaba los tres primeros botones de mi camisa, así él podía ver la línea bronceada de mi escote. Siempre alejaba su mirada como si estuviera siendo castigado por una monja invisible. O si venía en la noche, me cambiaba a un traje de deporte ajustado que perfilaba la forma de mi cuerpo. Especialmente mi culito firme. Me gusta menearlo sugestivamente siempre que miraba en mi dirección. Y él siempre se sonroja.
Pero lo que me gusta incluso más es ver a un hombre adulto gritar. Siempre que cabalgo la dura polla de un hombre y lo tengo bajo mi, sollozando de placer, eso me hace sentir fuerte y poderosa. Como una diosa. Hace dos semanas, mis padres hablaron sobre enviarme a la Universidad de Brown. Con mis buenas notas y los créditos que había ganado, mi aceptación había sido un golpe letal. Mi mamá y papá asistieron a la escuela hace mucho cuando, conociéndose en primer año, y habían decidido que querían que siguiera sus pasos. No me importaba. Pero tenía un pequeño asunto sin terminar. El Sr. Joseph Jonas. Quería tenerlo antes de que me fuera a la universidad. Y ya que el Sr. Jonas siempre había ignorado mis insinuaciones, había decidido que soy la que iba a hacer el primer movimiento. Lo seduciría si tenía que hacerlo. Esta tarde, tenía la casa toda para mí. Mi papá y mamá estaban en un evento de caridad en el club. Termino con la limpieza de mi habitación y me refresco con una ducha, miro afuera de la ventana y reconozco el auto del Sr. Jonas aparcado en frente de nuestro garaje. Para mi suerte, el hombre de mis fantasías lascivas está aquí para regresar el cortacésped de mi papá. En segundos, me pongo un top rosa sobre mi cabeza, sin sostén, bragas blancas, y completo mi outfit con una minifalda a juego. Un rápido cepillado de mi cabello y luego bajo las escaleras, apenas capaz de contener mi excitación, la anticipación elevándose, mi coño poniéndose pesado y doloroso con cada paso.
El Sr. Jonas lleva el cortacésped hacia el garaje cuando me ve salir de la puerta de la cocina, dándome una mirada antes de apartar sus ojos.
—Hola, ____. ¿Tu papá está en casa?
Me paseo sin prisa, poniendo un balanceo extra en mis caderas.
—No. Papá y mamá fueron a Crown Point. No regresarán hasta más tarde.
—Oh, bien. Entonces solo pondré esto aquí. Dile a tu papá que lo limpié y cambié el aceite. Este cortacésped necesita mantenimiento.
—Seguro. Um, Sr. Jonas —Hago un puchero, mordisqueo mi labio inferior y juego con el borde de mi falda—. Me pregunto si podría darme una mano.
Ahora me mira, esos ojos cafés oscuros parecen estar llenos de preocupación y un poco de algo más.
—¿Cuál es el problema?
—Hice algo estúpido con el fregadero de mi baño. No drenaba, así que usé una percha de alambre para tratar de limpiarlo. La maldita cosa se rompió por la mitad y no puedo usar el fregadero en absoluto. Papá me dijo que lo dejara en paz así él podría arreglarlo mañana. Pero estaba impaciente e hice la cosita más lenta —Enredo mis dedos juntos en frente de mí, lo que solo hace crecer más mi escote para que el Sr. Jonas se lo comiera con los ojos—. Ahora la tubería de abajo está goteando. Pensé, quizás, ¿podía arreglarlo? Papá va a tener un ataque cuando averigüe que lo he empeorado.Su ceja se arquea una fracción.
—Niños —murmura—. ¿Cuándo van a escuchar? —Asiente—. Solo agarraré una caja de herramientas de mi camioneta y veré qué puedo hacer.
—Gracias, Sr. Jonas. Lo aprecio —Le doy mi sonrisa más grande y que parece inocente.
—Seguro. No hay problema.
Vuelvo a mi cuarto, con el Sr. Jonas a remolque, y abro la puerta de mi habitación. Una rápida inclinación de mi cabeza y lo dirijo hacia mi guarida. —Mi baño está por aquí.
El Sr. Jonas me pasa y deja su caja de herramientas sobre el piso de baldosas, así puede examinar el fregadero. Mientras está distraído, me inclino contra la puerta, y muy lentamente aprieto el pequeño botón en el pomo para cerrarla y luego me apresuro a unirme a él en el baño. Agachado, abre el gabinete y mira en la oscuridad, sus cejas se juntan.
—No veo nada goteando. —Su tono es acusador.
Me inclino contra el marco de la puerta.
—¿Seguro? Deber ser la otra tubería.
Tomó menos de un segundo que él se dé cuenta que me había inventado todo. Agarra su caja de herramientas, su cara oscureciéndose mientras me mira.
—Esto no es gracioso, ____.
Bloqueo su camino, bajo mi voz a un ronroneo seductor.
—No, no lo es —Me levanto sobre la punta de mis pies, me inclino hacia adelante y pongo mis labios sobre los suyos, mis brazos deslizándose alrededor de su cuello mientras oprimo mis caderas contra él… haciéndole saber cuánto lo quiero.
El Sr. Jonas se aleja, sus manos rodeando mis antebrazos y alejándome más.
—____…
—No le diré a nadie. Será nuestro pequeño secreto —Lo beso otra vez, lamo sus labios, saboreando su sabor, el almizcle.
Su cuerpo se tensa en respuesta, su cara se oscurece.
—____. Esto está mal.
—¿Por qué? ¿Por qué eres el mejor amigo de mi papá?
—Así es. Y eres demasiado joven.
Me acerco más mientras está distraído, empujándome contra su cuerpo.
—Silencio. Tengo dieciocho. Simplemente piensa lo bueno que podría ser esto —Froto mis labios sobre los suyos otra vez, mordisqueo su labio inferior y lo trazo con la punta de mi lengua. Libero un brazo de su agarre y deslizo mi mano abajo hacia su entrepierna, el triunfo me llena cuando lo encuentro duro bajo sus vaqueros. Su polla salta contra mi mano al primer toque, y aprieto su erección. Me muero por tenerla golpeando en mi interior.
Deslizo mi lengua en su boca y le doy un beso ávido, dándole tanto como estoy tomando. Saboreo su sabor, canela y clavos con un poco de picante. Varonil.El Sr. Jonas ya no estaba resistiéndose. Me regresa el beso. Tímido al principio, aventurándose en mi boca, con indicios de lengua. Este es el hombre que conozco, tranquilo y de toque suave.Pero luego el beso cambia. Profundo, fuerte y casi me hace caer sobre mis rodillas. Él es agresivo, demandante, sacando mi deseo mientras sus manos vagan, aprietan y pellizcan. Joder.El hombre sabe cómo besar. Empuja su lengua en mi boca mientras yo amaso su erección a través de la pesada tela, mi coño humedeciéndose con cada segundo que pasa. Joder, lo quiero, en mí, sobre mí, detrás de mí. Dios, ni siquiera me importa qué agujeros use. Su respiración es laboriosa mientras murmura contra mi boca, diciéndome lo mucho que me quiere, su chica sucia, y su polla está tan dura contra mi palma que sé que está diciendo la verdad. Su voz retumba a través de mí, como el gruñido de un gran gato, encendiéndome cada vez más. La respuesta de mi cuerpo es desenfrenada, mis pezones duros, mi coño apretado y los jugos empapando mis bragas.
Gimo cuando él rompe nuestro beso, pero me calmo cuando veo que simplemente está dejando la caja de herramientas sobre el suelo, lo que me da la oportunidad de cerrar la puerta del baño detrás de mí. No hay manera de que vaya a dejarlo escapar ahora. El Sr. Jonas parpadea y se congela por un momento, una mirada de duda destella sobre sus rasgos, haciéndome saber que parecía tener segundos pensamientos.
—____…
Salto sobre él antes de que pueda decir otra palabra y envuelvo mis manos alrededor de sus hombros, susurrando contra sus labios.
—Será nuestro pequeño secreto. Nadie necesita saberlo. Ahora bésame. Por favor.
Su mirada me perfora y se detiene otro momento antes de hacer lo que pido, darme el mismo beso duro y hambriento como antes. Sus manos vagan por mi espalda, luego agarra mi culo y lo recompenso machacando mi pelvis contra la suya. Su erección se establece fácilmente contra mi montículo, mi coño gritando por ser llenado. Estoy más allá de caliente, estoy jodidamente en llamas.
Quiero que me folle hasta sacarme los sesos. Dos veces.
Lo libero por un momento y lo empujo hasta que está sentado sobre el inodoro. Ahora que he hecho espacio para montar a horcajadas sus muslos, ruego por lo que quiero.
—Tócame.
Necesito sus manos sobre mí más de lo que necesito respirar.
Su atención está fijada en mi pecho y no parece que se vaya a moverse pronto. Agarro sus manos, esas manos callosas por el trabajo, y las pongo sobre mis pechos, los pezones empujándolo. El Sr. Jonas deja salir un gemido bajo, sus palmas cubriendo mi carne amplia agradablemente. Me aprieta. Gentil y duro, alternando, amasando y jugando. Dándome un poco, pero ni de cerca lo suficiente.
—Quítatelo. Quiero sentirte sobre mi piel —Su voz es profunda, casi gruñendo.
También lo quiero.
Antes de que pueda rogar, saca mi top sobre mi cabeza y su mirada parece quemar cuando me ve por primera vez en topless. Como un adicto que hubiera sido privado por mucho tiempo y de repente le ofrecieran una solución. Acuna mis pechos otra vez, sus dedos rodando y pellizcando mis pezones.
Gimo, el placer disparándose a través de mi cuerpo, estableciéndose alrededor de mi coño. Que se sentía tan malditamente bien y me aprieto contra su erección, el bulto ajustándose contra mi montículo.
—Lámelos. Chúpalos. Por favor.
El Sr. Jonas baja su cabeza y chupa un pezón en su boca, su lengua tentando, presionando y sus dientes mordisqueando. Tiro mi cabeza hacia atrás y grito. Joder. Su boca. Arqueo mi espalda, mi pecho empujando hacia adelante, mi cuerpo apretado mientras me chupa muy en serio. Está golpeando mi pezón adelante y atrás. Adoro lo que está haciendo, especialmente cuando rodea la punta de mi botón duro. Estoy mojando mis bragas, mi coño deseando. Nunca he estado así de deseosa por ningún otro chico. Solo con él, el Sr. Jonas. Libera uno pezón y se gira hacia el otro. Agarro su cabeza y araño su cuero cabelludo antes de bajar mi cabeza y presionar mi cara contra su cabello, inhalo una bocanada de su esencia. Dios, no puedo tener suficiente de él. Huele a sudor, tierra y su propio almizcle, justo como un hombre de verdad debería. Sus dientes ejercen presión sobre mi pecho, un indicio de dolor escabulléndose a través de mí, y me encojo.
—Sí —digo—. Más. —Mucho más.
Lo hace de nuevo. Más duro esta vez. Juro que casi me causa un orgasmo instantáneo. No creo que pudiera estar más húmeda, querer más, tan lista para follar. Adoro cuando los hombres muerden mis pezones. O marcan mis pechos con sus dientes. Se siente tan territorial. Como un macho alfa marcando a su pu*a perra. Me estremezco de la cabeza a los pies cuando chupa mi carne profundamente en su boca. Joder. Se siente como si mi columna fuera a derretirse en cualquier momento. Como cera sobre alquitrán caliente. Para el momento en que ha terminado, mis bragas están saturadas con mis jugos.
El Sr. Jonas traga y sigo el camino de su manzana de Adán con mi mirada.
—Eres tan bonita, ____. Una niñita bonita, ¿no? —Aprieta los globos de mi culo.
Me gusta su cumplido. Suena sincero y me estremezco ante el pensamiento de nuestra diferencia de edad, de ser llamada una niñita.
Pasa sus manos sobre mis muslos. Sus manos callosas y de soldado, perfeccionadas por la batalla se sienten ásperas contra mi piel. Continúa su viaje hacia arriba, los dedos tentando la coyuntura de mis muslos.
—Dios. Estás mojada.
—Me quemo por ti —Exhalo.
—Hmm —Levanta mi minifalda y desliza sus manos debajo de la seda de mis bragas. Una maldición florece en sus labios—. Tan liso.
—Me gusta liso. Es más limpio, ¿sabes? Sé que a los hombres no les gusta tener pelos en sus bocas.
El Sr. Jonas hace un sonido extraño en su garganta, sus ojos se amplían por un momento mientras toma un respiro profundo y ágil.
Río y me levanto de su regazo antes de tirar de mis bragas por mis piernas. Un destello más tarde y pierdo mi falda también. Un chasquido de mi pie y la pateo de mi tobillo, dejándome desnuda ante el mejor amigo de mi papi. El Sr. Jonas agarra mi culo, atrayéndome más cerca. Frota sus labios sobre mi vientre, sus dedos van a mi coño, tentando mis labios más bajos. Me oprimo contra él, volviendo su palma buena y húmeda con mi crema.
—Siéntate sobre el fregadero —Ordena.
Me alejo, más que lista para su boca sobre mí. No he tenido una buena ronda de sexo oral en un rato.
Caigo sobre la esquina del fregadero y abro mis piernas ampliamente. Gime otra vez ante la vista de mi coño. Como le había dicho, me rasuro hasta que queda liso. Separo los labios de mi sexo, exponiéndome hasta que el aire frío toca cada parte de mi lugar secreto, hasta que estuve segura que veía mi pequeño agujero rosa.
Dios. Un pensamiento repentino hace que mi corazón palpite. Si el Sr. Jonas fuera tan grande como se sentía, ¿realmente encajaría en mi coño pequeño y apretado? Me gusta un polla grande. Sin mentiras. Me gusta la sensación de ser estirada y llenada. Tengo este enorme vibrador que llamé el Sr. Rosa. Es de 33 cm de largo y me ha hecho chorrear muchas veces si lo atasco y toco mi cerviz, masturbándome profunda y duramente. He tenido muchas horas divertidas con el Sr. Rosa cuando mis padres no estaban en casa. Incluso aunque el Sr. Rosa es divertido, nada vence a una polla real. Es dura, pero flexible al mismo tiempo. Además, adoro cuando los hombres me follan tan profundamente que puedo sentir sus bolas presionando contra mi clítoris. La manera en que su vello púbico pincha la contra piel desnuda y sensitiva que puede hacerme correr y correr.
El Sr. Jonas hace un ruido en su garganta.
—Rosada y linda —Me dice.
Mi corazón se hincha con orgullo. De acuerdo, mi coño también.
Frota los labios de mi sexo con sus dedos antes de bajar su cabeza y lamerme, su lengua viajando del agujero al clítoris. Dulce Jesús y María. Lo que hizo envía un alto octanaje de lujuria a través de mí. Maúllo como una gatita mientras me come como un profesional.
Sin prisas, realmente tomándose su dulce tiempo como si estuviera saboreando fruta prohibida y madura. Mordisquea, chupa, lame y magulla los labios de mi sexo con sus dientes. Tirando. Pellizcando. Probando. Saboreando y sacando más de mi jugo de mi coño. No me importa. Me gusta un poco de dolor. Su lengua está en todas partes. Sobre mi clítoris. Sobre mi apertura. En mi interior.
Dios.
Estoy delirante. El placer es increíble y enredo mis muslos alrededor de su cabeza mientras me aseguro en la esquina del fregadero con una mano. Me lleva incluso más lejos. No puedo creer que su lengua pueda llegar así de profundo, pero no voy a quejarme. Incrementa su ritmo, dándome todo lo que necesito y estoy elevándome más, el placer derramándose a través de mí. Y solo sigue subiendo, mi cuerpo estremeciéndose con cada respiro, el éxtasis llegando más. Incrementa su ritmo, la lengua trabajándome más duro y dándome más.
—Estoy cerca.
Tararea contra mi clítoris, las vibraciones viajan a través de mí y mis nervios se encienten, empujándome sobre el borde hasta que estoy corriéndome, gritando su nombre. No, no solo su nombre. Su primer nombre sale de mis labios.
—¡Joe!
El Sr. Jonas gruñe contra mi coño lamido continuando, follándome hasta que me corro una segunda vez, mi cuerpo estremeciéndose y temblando con placer. Lame mi coño, y mis jugos cubren su cara.
—Joe —Sollozo—. Oh, Joe.
Lanza su lengua contra la capucha de mi clítoris.
—Te gusta. —Su voz es brusca, sexy y necesitada—. Pequeña zorra sucia.
—Joder sí —Estoy sin respiración, jadeando.
Se inclina hacia adelante, la boca abierta, pero lo detengo.
—Quiero chuparte la polla.
El Sr. Jonas se congela por un momento, luego se levanta, se desabotona su cinturón. Me deslizo del mostrador y hago sus manos a un lado para ayudar, tirando de sus vaqueros una vez abiertos. Mi boca se hace agua cuando veo que es un tipo de hombre comando, su polla balanceándose libre tan pronto sus pantalones están abajo.
Dios.
Es tan grande que imaginé que no puedo esperar a tener mis labios alrededor de su polla. Es gorda, gruesa y larga, la cabeza ligeramente más grande que una ciruela. La bolas del Sr. Jonas son grandes, altas y parecen pesadas. Lamo mis labios, imaginando su sabor. Sin dejar pasar otro segundo, lo empujo hacia atrás hasta que está sentado en el inodoro otra vez.
Caigo sobre mis rodillas y no vacilo, tragándolo tanto como puedo, saboreando el primer indicio de almizcle, calor y dulzura salada que emana de su eje. Bajo mí, se sacude y tiembla cuando envuelvo mi mano alrededor de su polla, masajeando su barra caliente mientras chupo la cabeza de su polla como si mi vida dependiera de ello.
—Oh, ____ —Toma mi cabello, y un indicio de dolor punzante se funde a través de mí—. No sabía que eras tan buena. Chupa mi polla —Flexiona sus caderas, empujando su excitación más profundamente en mi boca.
Lo libero con un ruidoso pop.
—He tenido mucha práctica.
Me da una mirada sorprendida, sus ojos ampliándose, su boca abriéndose. Quizás no creía que yo era sexualmente activa. Incluso aunque soy una zorra de corazón, he engañado a muchas personas con mi fachada fría y angelical.
Lo chupo otra vez, queriendo impresionarlo con mis habilidades duramente ganadas. Pronto está jadeando, ambas manos metidas en mi cabello. Su respiración jadeante se ha reducido a una cadena de cortas arcadas mientras muevo mi cabeza de arriba abajo. Amaso sus bolas mientras hundo mi boca hasta que la punta de su polla empuja la parte posterior de mi garganta. Estoy enojada porque no puedo tomarlo todo. Es tan largo y grueso que realmente tengo que estirarme para acomodar su alarmante circunferencia.
—Eso es, chupa mi polla gruesa —Sus dedos se entierran más profundo, como si me urgiera a tomarlo todo, darle más—. Tómala.
El pecho del Sr. Jonas se levanta, la expresión en su cara se endurece como si estuviera tratando duramente de evitar su orgasmo. Y no quiero que se corra todavía. No antes de que haya tenido su polla en el interior de mi coño. Profundo. Duro. Una y otra vez.
Le doy una última chupada larga y saco la polla de mi boca y me levanto para montarlo a horcajadas. Debe haber adivinado qué va a pasar, el tiempo, la expresión de querer en su cara se vuelve preocupación.
Las dudas probablemente están arrastrándose de nuevo a su mente, así que lo calmo.
—Te quiero. Te he querido por mucho tiempo. Profundo y duro en mi coño. No quiero irme de casa antes de que te tenga.
—¿Irte de casa? —Su voz es profunda y ronca, su polla todavía dura entre mis muslos.
—Voy a Brown este otoño —Giro mis caderas, lanzando un gemido desde el interior de su pecho, y mi coño se contrae, doliendo por tenerlo en mí.
Su expresión cambia de atormentada a compresión nueva ante por qué repentinamente estaba atrapándolo en mi baño. Una brizna de angustia destella sobre su cara, pero se recupera rápidamente, mordiendo su labio inferior cuando giro mis caderas.
Sin que otro momento pase, aplasto mi boca contra la suya, besándolo.
—Te necesito. Fóllame, por favor —Arqueo mi espalda y me muevo hasta que puedo estrujar los labios de mi coño sobre sus bolas, luego lentamente avanzo poco a poco a lo largo de su eje duro y venoso hasta que alcanzo la punta, muevo mis caderas y baño la cabeza de su verga con mi crema. Vuelvo a bajar hasta sus bolas, poniéndolo húmedo y lustrado con mis jugos. Como un éclair. Pero me gusta este más que cualquiera de una pastelería.
El Sr. Jonas sisea en placer, su cabeza cayendo hacia atrás y sus ojos se cierran.
En la vida cotidiana es un hombre tranquilo. Calmado. Culturizado.
En el sexo, es exigente con un toque de suciedad. Y adoro las charlas lascivas. También me alaba, alternando entre decirme lo bien que lo hago sentir y lo sucia que debo ser por tentarlo. Saboreo cada palabra. Especialmente cuando agarro su eje y lo posiciono en mi entrada. Una mirada soñadora se filtra en sus ojos mientras bajo sobre él, tomándolo centímetro a centímetro grueso.
Mi coño se resiste primero, pero estoy determinada a tomarlo todo. La cabeza se su polla me abre, un dolor inicial se instala seguido por la sensación de estiramiento que podría llegar a ser aditiva. Jadeo cuando mi coño traga la punta. Inhalo una bocanada de aire, luego me hundo hasta que mi coño engulle su erección completa y rígida. Nuestros pubis se besan, sus bolas rozan mi perineo y me deleito con la sensación de ser llenada por él.
Duro. Caliente. Palpitante. Jodida polla gruesa en mi coño.
Le sonrío y lo beso, mis labios solo rozando los suyos. Lo tengo. Finalmente lo tengo después de todos estos años de deseo.
Me muevo arriba y abajo, follándolo con empujes lentos y superficiales. Mis tetas rebotan mientras me muevo, mi respiración jadeante acoplándose con la de él.
—Toma mi polla, ____. Tómala toda.
Me empujo hacia abajo y él gime mientras yo grito. Nos besamos mientras lo cabalgo como una vaquera. Y él es un semental muy bueno.
El Sr. Jonas agarra mi culo y tira de mí hacia abajo con fuerza, forzándome a gritar. Gira sus caderas como si estuviera buscando una penetración más profunda, pero ya estoy tan llena, estirada y marcada más allá de mi imaginación. Oh, joder cuánto adoro esto. Mi clítoris se frota contra la piel por encima de su polla, su vello púbico tentando mis labios desnudos, su verga tocando todos los lugares secretos en mi coño.
El Sr. Jonas jadea. —Necesitamos más espacio. Vamos a tu cama. Quiero follar este coño más duro.
Empujo hacia abajo una última vez, mi espalda arqueada y mis manos aseguradas sobre sus rodillas detrás de mí. No quiero dejarlo ir. Me levanto un poco y luego empujo hacia abajo de nuevo, girando mis caderas, sacando un poco de placer antes de que ceda.
—Bien. Lo que sea que hagas, no pares. Te sientes tan jodidamente bien.
—Te sientes tan malditamente bien también, nena.
Nena. Me gusta la manera en que me llamó “nena”. Tan intimo como si fuera su amante verdadera. Disfruto las charlas lascivas, pero también me gusta esto. Él ya no piensa que solo soy una niñita. Enreda sus brazos alrededor de mi cintura y usa su otra mano para soportar mi peso, agarrando mi culo. Me levanta, abre la puerta del baño, y camina hacia la cama. Mi coño se aprieta alrededor de su polla con cada paso, aumentando mi placer. Mi espalda golpea el colchón y luego él está sobre mí, su polla todavía profunda dentro de mi coño. Aprieto mis músculos, presionando su barra dura.
Gime, apretando los dientes, seguido por un rugido profundo que puedo sentir de la cabeza a los pies.
—Chica traviesa —Empuja más profundo, golpeando sus caderas y meciéndose, mis tetas se mueven.
—Azótame —Gimo, joder, se siente tan bien—. Soy una chica traviesa y merezco una azotaina —Lo quiero, lo anhelo, tomaré lo que sea que me dé.
El Sr. Jonas palmea mi muslo exterior, el delicioso picor se desliza a través de mí y mi coño se pone incluso más húmedo alrededor de su polla dentro de un latido de corazón. Parece notar que su polla está bañada en mi crema.
—Dios. Te gusta ser azotada, ¿no? Zorra sucia.
—Sí. Me gusta una buena azotada. O dos —Aprieto mis piernas alrededor de él, su eje todavía duro en mi coño.
Balancea su brazo y su palma conecta con mi culo, una palmada dura y firme. Tiro mi cabeza hacia atrás, desnudando mi garganta, retorciéndome, mi cuerpo temblando de placer y dolor y no puedo contener mi sollozo.
—Oh, Joe. Eso se siente tan bien. Fóllame, fóllame ahora.
Golpea su polla dentro de mí y me folla como un hombre demente, su verga golpeando mis terminaciones nerviosas sensitivas, mi punto G cantando y tentándome más cerca a correrme.
—Fóllamefóllamefóllame…. —No puedo dejar de rogar, de querer.
—Tómala —Palmada—. Toma mi jodida polla —Está empujándome, cada vez más y más rápido.
Adoro su polla gruesa y gorda. Y adoro ser follada por un hombre que sabe cómo usar su verga.
Agarro su cara y lo beso. Él envuelve mi cabello alrededor de su mano, halándolo mientras me besa con el mismo calor. Su lengua empuja entre mis labios, follando mi boca de la misma manera que está follando mi coño. Mi cuerpo se aprieta como un arco, mis manos vagando a sus hombros, mis dedos enterrándose en su piel mientras sus jodidos empellones me empujan a correrme, el placer levantándose duro y rápido. Ya no puedo controlar mi cuerpo, mi coño se aprieta alrededor de él como si rogara por que fuera más profundo, más duro.
Mi orgasmo me golpea en el interior, siguiendo su camino a través de mis venas y robándome la respiración. Me corro tan duro que chorreo, mis jugos bañando su verga y él nota otro de mis talentos de chica, jurando en asombro.
—Eres una de esas…
—Sólo si alguien me folla bien y duro —Entierro mis uñas en sus hombros, inclinando mis caderas para encontrar su próximo empuje—. Y tú me follas más que bien con esa polla gruesa.
—Nena —Golpea en mi interior—. Mi jodido coño. Tan mojado por mí —Me besa mientras empieza a machacar su polla en mí con empujes firmes.
—Oh —Maúllo otra vez. Acaba de hacerme correr, pero quiero hacerlo otra vez. Si sigue así, voy a tener que cambiar mis sábanas. Lamo sus labios, chupo su carne inferior—. Eres sorprendente. He soñado con esto por mucho tiempo. Tenerte así. Dentro de mí.
Sus ojos cafés se establecen en los míos, una expresión de incredulidad destellando sobre su cara.
—¿De verdad?
—Joder sí. ¿Tú no?
—Yo… —Traga saliva con fuerza—. Pensé en ello. Pero no podía entretenerme con mi fantasía. Eres prohibida.
—¿Quién dice?
—Tu papá…
Lo detengo. No quiero escuchar sobre mi papá mientras estoy llena con su verga.
—Todos tienen un secreto, y este será el nuestro —Engullo su polla con mi coño otra vez.
Él gime en respuesta. Parece que no puede ser objeto de burla.
—mie&$a. Nena. Joder.
Me meneo bajo él.
—Haz que me corra. Me follas tan bien.
El Sr. Jonas gruñe y me martillea con su polla, rápido y duro, hasta que estoy viendo mariposas pululando en mi visión. Dios. Es el cielo. Murmuro, urgiéndolo a que me tome más duro hasta que un violento clímax me acecha. Floto en una tierra de locura mientras él sigue ritmo, retirándose y avanzando, llenándome una y otra vez.
Cuando finalmente floto de vuelta a la realidad. Me doy cuenta que hace muecas, su cuello apretado, su cara tensada y puedo decir que está por correrse.
—Córrete en mi boca. O en mis tetas.
Se retira de mi coño y bombea su polla, apuntando la cabeza hacia mi pecho. Abro mi boca, la lengua afuera, esperando por la deliciosa crema que llena mi éclair favorito. Se acaricia una vez. Dos veces. Y chorrea, chorros de semen salpican mi boca, mi barbilla y gotean por mi cuello. Grita mientras se corre. Un hombre adulto gritando, la música más hermosa para mis oídos. Recojo el semen con mi dedo y lo deslizo entre mis labios, saboreando el sabor dulce salado, la textura cremosa. Adoro su esencia y me inclino hacia adelante para amamantar su polla hasta que no queda nada. Mientras se suaviza, lo libero. Sostengo su mirada, mi lengua saliendo para capturar cualquier gota persistente de mi nuevo placer favorito.
OK AKI LO DEJO COMENTEN