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| CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush | |
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+5dinasheep Rebecca Alvz liz_anasstazia I'mFearless♥ vanesa 9 participantes | |
Autor | Mensaje |
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vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 9th 2011, 18:34 | |
| holaaaaaaa pasenn comentenn aca les dejo el sinopsis y el primer capitulo comenten!! | |
| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 9th 2011, 18:36 | |
| Sinopsis: ¿Te atreves a sentir la química entre ___ y Joe? A pesar de su fascinante relación con Joe y de haber sobrevivido a un intento de asesinato, la vida de ___ dista mucho de ser perfecta. Joe está empezando a alejarse y ___ no sabe si es por su bien o porque cada vez está más interesado en su archienemiga Miley Millar.
Además, una serie de imágenes sobre su padre la acosan de manera recurrente. A medida que ___ se sumerge en el misterio de su muerte, comienza a sospechar que su sangre nefilim puede estar relacionada con el asunto. Pero Joe no le da ninguna respuesta, por lo que ella decide investigar por su cuenta, arriesgándose hasta el límite. ¿Qué verdad se esconde detrás de la muerte de su padre? ¿Puede contar con Joe o éste le oculta secretos más oscuros de lo que ella imagina? Una novela de amor, intriga trepidante y ángeles diabólicamente seductores.
--------------- comenten mañana subo capiii
Última edición por vanesa el Noviembre 9th 2011, 18:43, editado 1 vez | |
| | | I'mFearless♥ Casada Con
Cantidad de envíos : 1324 Edad : 28 Localización : Durmiendo en las nebulosas- Falcon, Venezuela. Fecha de inscripción : 25/10/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 9th 2011, 18:36 | |
| Ponlo! yo no heleido Hush Hush pero pon el cap! se ve buena | |
| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 10th 2011, 08:15 | |
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| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 11th 2011, 17:45 | |
| heeey Vaane ya volvi! Mil perdones por desaparecerme pero ahora si pasare absolutamente todos los dias por tu nove para ir al corriente y ya sabes que aqui me tienes como fiel lectora <3 siguela! | |
| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| | | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 11th 2011, 21:30 | |
| woooa jaja hasta a un fanclub pertenecemos! Yaaay siguela! | |
| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 19th 2011, 05:18 | |
| hoolaaa chicas aca les dejoo 2 capiss mas tarde usbo otroo no te preocupes rebecca esta todo bien bueno primero les dejo el prologo y despues los 2 capituloss
PROLOGO
Coldwater, Maine Hace Catorce Meses
Los espinosos dedos del árbol de manzana arañaban el cristal de la ventana detrás de Harrison Grey(tu papa), moviendo las orejas de su perro como si fueran hojas. Ya no era capaz de leer a través del estruendo. Un viento furioso de primavera se había lanzado contra la casa durante toda la noche, gritando y silbando, haciendo que las persianas se golpearan contra el listón con un repetitivo ¡bang! ¡bang! ¡bang! El calendario quizá había cambiado a marzo, pero Harrison sabía que no debía pensar que la primavera estaba en camino. Con una tormenta soplando, él no se sorprendería de encontrar el campo de hielo congelado y blanco por la mañana. para ahogar el grito agudo del viento, Harrison golpeó el mando a distancia, apareciendo Ombra mai fu de Bononcini. Luego puso otro leño al fuego, preguntándose, no por primera vez, si hubiera comprado la casa de haber sabido la cantidad de combustible que necesitaba para mantener cálido este cuarto, por no hablar de los otros nueve.
El teléfono sonó.
Harrison lo tomó a la mitad del segundo timbre, esperando oír la voz de la mejor amiga de su hija, que tenía la mala costumbre de llamar a última hora de la noche para preguntar por los deberes. Una respiración rápida y superficial sonaba en su oído antes de que una voz rompiera el silencio.
—Tenemos que verte. ¿Cómo de pronto puedes estar aquí? La voz flotó para Harrison, como un fantasma de su pasado, dejándole los huesos helados. Había pasado un largo tiempo desde que había oído la voz y lo que escuchaba ahora sólo podía significar que algo había salido mal. Terriblemente mal. Se dio cuenta de que la mano con la que sostenía el teléfono estaba cubierta de sudor, y su postura rígida. —Una hora —respondió rotundamente.
Tardó en colgar el auricular. Cerró los ojos, su mente viajaba sin querer volver. Hubo una vez, hace quince años, cuando se quedó paralizado al escuchar el timbre del teléfono, los segundos golpeando como tambores mientras esperaba la voz en el otro extremo. Con el tiempo, con un pacífico año sustituido por otro, él finalmente se convenció de que era un hombre que tenía que correr más rápido que los secretos de su pasado. Era un hombre que vivía una vida normal, un hombre con una hermosa familia. Un hombre sin nada que temer. En la cocina, de pie sobre el fregadero, Harrison se sirvió un vaso de agua y lo arrojó hacia atrás. En completa oscuridad, y su reflexión le devolvió la mirada L desde la ventana del frente. Harrison asintió con la cabeza, como para decirse a sí mismo que todo estaría bien. Pero sus ojos estaban cargados de mentiras. Se aflojó la corbata para aliviar la tensión en su interior que parecía estirar su piel, y se sirvió una segunda copa. El agua nadaba con inquietud dentro de él, amenazando con volver arriba. Dejó el vaso en la pila del fregadero, buscó las llaves del coche en el mostrador, vacilante, como si fuera a cambiar de opinión. Harrison acercó el coche a la acera y apagó los faros. Sentado en la oscuridad, fumando, vio la hilera de casas de ladrillo destartalado de los barrios bajos de Portland. Hacía muchos años —quince para ser exactos—desde que había puesto los pies en el barrio, y confiando en su memoria oxidada, no estaba seguro de que estuviera en el lugar correcto. Abrió la guantera y sacó un trozo de hojas de papel amarillentas. Monroe 1565. Estaba a punto de girar el coche, pero el silencio en las calles le molestaba. Al tocar debajo de su asiento, sacó un revólver Smith & Wesson cargado y lo guardó en la cintura de sus pantalones en la parte baja de la espalda. No había apuntado un arma de fuego desde la universidad, y nunca fuera de un campo de tiro. La idea sólo clara en su cabeza palpitaba esperando que aún pudiera decir lo mismo en una hora. Las tapas de los zapatos de Harrison sonaban con fuerza en el pavimento desierto, pero no hizo caso al sonido, eligiendo en su lugar centrar su atención en las sombras proyectadas por la luna plateada. Encogiéndose más en su abrigo, pasó los estrechos patios de tierra encajonada por vallas metálicas, las casas más allá estaban a oscuras y en un inquietante silencio. Dos veces había sentido como si lo estuvieran siguiendo, pero cuando miró hacia atrás, no había nadie. En el 1565 de Monroe, se alejó de la puerta y voló en círculos en torno a la parte trasera de la casa. Llamó una vez y vio una sombra detrás moviendo las cortinas de encaje. La puerta estaba agrietada. —Soy yo —dijo Harrison, manteniendo la voz baja. La puerta se abrió apenas lo suficiente para admitirlo. —¿Te han seguido? —le preguntó. —No. —Ella está en problemas. El corazón de Harrison se aceleró. —¿Qué tipo de problemas? —Una vez que cumpla los dieciséis años, él vendrá por ella. Necesitas llevártela lejos. En alguna parte donde nunca pueda encontrarla. Harrison sacudió la cabeza. —No entiendo… Fue cortado por una mirada amenazante. —Cuando hicimos este acuerdo, te dije que habría cosas que no podías entender. Dieciséis años es una maldición… en mi mundo. Eso es todo lo que necesitas saber —concluyó bruscamente.
Los dos hombres se miraban uno a otro, hasta que al final Harrison asintió cauteloso con la cabeza. —Hay que cubrir sus pistas —le dijeron—. Dondequiera que vayas, tienes que empezar de nuevo. Nadie puede saber que provenía de Maine. Nadie. Nunca dejarán de buscarla. ¿Entiendes? —Entiendo. —«Pero, ¿su esposa? ¿Podría _____?» La visión de Harrison se adaptó a la oscuridad, y observó con curiosa incredulidad que el hombre de pie delante de él no parecía haber envejecido ni un día desde su última reunión. De hecho, no había envejecido ni un día desde la universidad, cuando se conocieron como compañeros de cuarto y se convirtieron en amigos rápidamente. «¿Un truco de las sombras?», Harrison se preguntó. No había nada más a qué atribuirlo. Una cosa había cambiado, sin embargo. Había una pequeña cicatriz en la base de la garganta de su amigo. Harrison tomó una mirada más cercana a la desfiguración e hizo una mueca. Una quemadura, alzada y brillante, apenas más grande que un cuarto. Era la forma de un puño cerrado. Para su sorpresa y horror, se dio cuenta de que su amigo había sido marcado. Como ganado. Su amigo sintió la dirección de la mirada de Harrison, y sus ojos se volvieron de acero, a la defensiva. —Hay gente que me quiere destruir. Que quieren desmoralizar y deshumanizarme. Junto con un amigo de confianza, he formado una sociedad. Más miembros están poniéndose en marcha todo el tiempo. —Se detuvo a mitad de la respiración, como si no estuviera seguro de cuánto más debía decir, entonces terminó bruscamente—. Nosotros, los de la sociedad, estamos organizados para darnos protección, y he jurado lealtad a ella. Si me conoces tan bien como lo hiciste alguna vez, sabes que voy a hacer lo que sea necesario para proteger mis intereses. —Hizo una pausa y añadió casi ausente—. Y mi futuro. —Ellos te marcaron —dijo Harrison, esperando que su amigo no detectara la repulsión que se estremecía a través de él. Su amigo simplemente lo miró. Después de un momento Harrison asintió con la cabeza, señalando que entendía, aunque él no lo aceptaba. Cuanto menos supiera, mejor. Su amigo lo había dejado claro muchas veces. —¿Hay algo más que pueda hacer? —Sólo mantenerla a salvo. Harrison se ajustó las gafas hasta el puente de la nariz. Comenzó con torpeza. —No pensé que te gustaría saber que está creciendo sana y fuerte. La llamamos (empezo a decir el nombre pero lo interrumpio)__… —No quiero que me recuerdes su nombre —su amigo interrumpió severamente— . He hecho todo lo que está en mi poder para acabar con ella en mi mente. No quiero saber nada de ella. Quiero que mi mente esté limpia de cualquier rastro de ella, así que no tengo nada que dar a ese bastardo. —Le dio la espalda, y Harrison tomó el gesto en el sentido de que la conversación había terminado. Harrison se detuvo un momento, con tantas preguntas en la punta de la lengua, pero al mismo tiempo, sabiendo que nada bueno resultaría de esto. Reprimiendo
su necesidad de dar sentido a este mundo de tinieblas en donde su hija no había hecho nada para merecerlo, se alejó. Había caminado sólo media manzana cuando una bala atravesó la noche. Instintivamente Harrison cayó al suelo y se volvió. Su amigo. Un segundo disparo fue despedido, y sin pensarlo, corrió en una carrera de muerte de vuelta hacia la casa. Empujó a través de la puerta y corrió alrededor del patio lateral. Había recorrido casi la última curva cuando las voces discutiendo le hicieron detenerse. A pesar del frío, estaba sudando. El patio estaba envuelto en la oscuridad, y avanzó a lo largo del muro del jardín, cuidando de no patear las piedras sueltas, hasta la puerta de atrás que estaba a la vista. —Última oportunidad —dijo una suave y tranquila voz que Harrison no reconoció. —Vete al infierno —escupió su amigo. Una tercera bala. Su amigo rugió de dolor, y el tirador habló de nuevo. —¿Dónde está? El martilleo del corazón de Harrison le indicaba que tenía que actuar. Otros cinco segundos y podría ser demasiado tarde. Deslizó la mano al final de su espalda y sacó la pistola. Entregándose a su constante control, se dirigió hacia la puerta, se acercó al tirador de pelo oscuro por detrás. Harrison vio a su amigo más allá del tirador, pero cuando hizo contacto visual, la expresión de su amigo estaba llena de alarma. «¡Vete!» Harrison escuchó la orden de su amigo tan fuerte como una campana, y por un momento creyó que había gritado en voz alta. Pero cuando el tirador no giró alrededor sorprendido, Harrison se dio cuenta de lo confusamente fría que había sonado la voz de su amigo dentro de su cabeza. «No», Harrison pensó en silencio con un movimiento de su cabeza, su sentido de lealtad prevalecía sobre lo que no podía comprender. Éste era el hombre con el que había pasado cuatro de los mejores años de su vida. El hombre que le presentó a su esposa. Él no iba a dejarlo aquí, en las manos de un asesino. Harrison apretó el gatillo. Oyó el ensordecedor disparo y esperó a que el tirador se cayera. Harrison le disparó otra vez. Y otra. El joven de cabello oscuro se volvió lentamente. Por primera vez en su vida, Harrison se encontraba realmente asustado. Tenía miedo del joven de pie delante de él, pistola en mano. Miedo de la muerte. Miedo de qué sería de su familia. Sintió los disparos rasgar a través de él con un fuego abrasador que parecía romperse en mil pedazos. Se dejó caer de rodillas. Vio el rostro de su esposa a través de su visión borrosa, seguido por su hija. Abrió la boca, con sus nombres en los labios, y trató de encontrar una manera de decir lo mucho que las amaba antes de que fuera demasiado tarde. El joven tenía las manos sobre Harrison ahora, lo arrastró hacia el callejón en la parte trasera de la casa. Harrison podía sentir la conciencia dejándolo mientras luchaba sin éxito para conseguir sus pies debajo de él. No podía dejar a su hija.
No habría nadie que la protegiera. Este tirador de pelo negro la buscaría y, si su amigo tenía razón, la mataría. —¿Quién eres? —preguntó Harrison, las palabras causaron que el fuego se propagara a través de su pecho. Se aferró a la esperanza de que todavía había tiempo. Tal vez podría advertir a Nora desde el otro mundo… un mundo que se acercaba a él como una caída de mil plumas pintadas de negro. El joven observó a Harrison por un momento antes de que la más débil de las sonrisas rompiera la expresión de duro hielo. —Usted pensó mal. Es, definitivamente, demasiado tarde. Harrison alzó bruscamente la cabeza, sorprendido de que el asesino hubiera adivinado sus pensamientos, y no pudo evitar preguntarse cuántas veces el joven había estado en esta misma posición antes de adivinar los pensamientos finales de un moribundo. No pocas. Como para demostrar hasta qué punto había practicado, el joven apuntó con el arma sin un solo temblor de vacilación, y Harrison se encontró mirando el cañón del arma. La luz del disparo estalló, y fue la última imagen que vio. | |
| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 19th 2011, 05:40 | |
| CAPITULO 1
Delphic Beach, Maine Día presente
Joe estaba parado detrás de mí, sus manos en mis caderas, su cuerpo relajado. Él medía un metro ochenta y dos centímetros de alto y tenía un delgado y atlético cuerpo que incluso los jeans holgados y la camiseta no podían ocultar. El color de su cabello hacía que la medianoche perdiera su dinero, con ojos que combinaban. Su sonrisa era sexy y advertía problemas, pero decidí que no todos los problemas eran malos. Por encima de nosotros, los fuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno, lloviendo corrientes de colores en el Atlántico. La multitud hacía ohs y ahs. Era un Junio tardío, y Maine estaba saltando hacia el verano con ambos pies, celebrando el comienzo de dos meses de sol, arena y turistas con los bolsillos llenos. Yo estaba celebrando dos meses de sol, arena y una cantidad de tiempo exclusivo con joe. Me inscribí en un curso de escuela de verano —química— y tenía toda la intención de dejar que joe monopolizara el resto de mi tiempo libre. El departamento de bomberos se estaba encargando de los fuegos artificiales en un muelle que no podría estar más lejos de doscientos metros de la playa donde nosotros estábamos parados, y sentí el bramido de cada vibración en la arena debajo de mis pies. Las olas chocaban en la playa justo debajo de la colina, y la música del carnaval tintineaba a todo volumen. El olor de algodón de azúcar, palomitas de maíz y carne caliente colgaba espesamente en el aire, y mi estómago me recordó que no había comido desde el almuerzo. —Voy a buscar una hamburguesa de queso —le dije a joe—. ¿Quieres algo? —Nada de lo que está en el menú. Sonreí. —¿Por qué, joe, estás coqueteando conmigo? Él besó la cima de mi cabeza. —Todavía no. Yo iré a por tu hamburguesa con queso. Disfruta del resto de los fuegos artificiales. Enganché una de las tiras de su cinturón para detenerlo. —Gracias, pero ya la pido yo. No puedo soportar la culpa. Enarcó sus cejas con interrogación. —¿Cuándo fue la última vez que la chica en el puesto de hamburguesa te dejó pagar por comida?
—Ha pasado tiempo. —Nunca ha pasado. Quédate aquí. Si te ve, pasaré el resto de la noche con una consciencia culpable. Joe abrió su billetera y sacó un billete de veinte. —Déjale una buena propina. Fue mi turno de enarcar las cejas. —¿Estás tratando de redimirte por todas esas veces que tomaste comida gratis? —La última vez que pagué, ella me persiguió y empujó el dinero en mi bolsillo. Estoy intentando evitar otro toque. Sonaba como si fuera inventado, pero conociendo a joe, probablemente fuera verdad. Busqué el final de una larga fila que le daba la vuelta al puesto de hamburguesas, y lo encontré cerca de la entrada del carrusel interno. Juzgando por el tamaño de la fila, estimaba que esperaría unos quince minutos sólo para hacer mi pedido. Había sólo un puesto de hamburguesas en toda la playa. Se sentía anti-americano. Después de unos pocos minutos de espera sin descanso, eché la que debería haber sido mi décima mirada aburrida cuando vi a Miley Millar parada dos puestos detrás de mí. Miley y yo habíamos ido a la escuela juntas desde el jardín de infancia, y los once años desde entonces, había visto más de ella de lo que me importaría recordar. En la secundaria, el usual Modus Operandi de Miley fue robar mi sostén de mi taquilla del gimnasio y pegarlo en el tablón de anuncios que estaba fuera de la oficina principal, pero ocasionalmente era creativa y lo usaba como centro de mesa en la cafetería… llenando ambas copas con pudin de vainilla y encabezadas con cerezas al marrasquino1. Elegante, lo sé. Las faldas de Miley eran dos tallas demasiado pequeñas y cinco centímetros demasiado cortas. Su cabello era rubio fresa, y ella tenía la figura de una paleta de helado2… moldeada por ambos lados y prácticamente desaparecería. Si hubiera un pizarrón manteniendo la pista de los triunfos y derrotas entre nosotras, estaba bastante segura de que Marcie tenía el doble de mi puntuación. —Hey —dije, atrapando su mirada sin querer y no viendo ningún camino de alejarme de su mínimo saludo. —Hey —dijo de vuelta en lo que parecía ser un tono cortés. Ver a Miley en Delphic Beach esta noche era como jugar a ¿Qué está mal con esta foto? El padre de Miley era dueño de la agencia de Toyota en Coldwater, su familia vivía en un vecindario de lujo a un lado de la colina, y los Millar estaban orgullosos de ser los únicos ciudadanos de Coldwater que eran bienvenidos en el Club de Yates Harraseeket. En este mismo momento, los padres de Marcie probablemente estaban en Freeport, corriendo veleros y pidiendo salmón. En contraste, Delphic era una playa ordinaria. El pensamiento de un club de yates era cómico. El único restaurante venía en forma de un puesto de hamburguesas hecho de madera donde podías elegir entre salsa de tomate o mostaza. En un buen día, las patatas fritas eran ofrecidas con la mezcla. El entretenimiento se inclinaba entre fuertes arcadas y coches de choque, y después de oscurecer, el estacionamiento era conocido por oler más a drogas que una farmacia. No es el tipo de atmósfera a la que el Sr. y la Sra. Millar les gustaría que su hija se contaminara a sí misma. —¿Nos podríamos mover más lento, gente? —le gritó Marcie a la fila—. Algunos de nosotros nos estamos muriendo de hambre aquí atrás. —Solo hay una persona trabajando en el mostrador —le dije. —¿Y entonces? Deberían contratar a más personas. Oferta y demanda. Dado su promedio de notas, Miley era la última persona que debería estar recitando economía. Diez minutos después hice un progreso, y me paré lo suficientemente cerca del puesto de hamburguesas para leer la palabra MOSTAZA escrita con Marcador Mágico negro en la común botella amarilla con tapa de jeringa. Detrás de mí, Miley hizo todo el asunto de cambiar-de-peso-entre-la-arena-suspirando. —Estoy famélica con F mayúscula —se quejó. El tipo delante de mí en la fila pagó y cargó su comida. —Una hamburguesa con queso y una Coca-cola —le dije a la chica trabajando en el puesto. Mientras ella iba a la parrilla haciendo mi pedido, me volví hacia Miley. —Entonces, ¿con quién estás aquí? —No me importaba particularmente con quién había venido, especialmente porque no compartíamos ningún amigo, pero mi sentido de cortesía sacó lo mejor de mí. Además, Miley no me había hecho nada abiertamente grosero en semanas. Y estuvimos paradas en relativa paz los últimos quince minutos. Tal vez este era el comienzo de una tregua. Que se quede en el pasado y todo eso. Ella bostezó, como si hablar conmigo fuera más aburrido que esperar en una fila y mirar las nucas de las cabezas de la gente. —Sin ofender, pero no estoy de humor conversador. He estado en esta fila por lo que se ha sentido como cinco horas, esperando a una chica incompetente que obviamente no puede cocinar dos hamburguesas al mismo tiempo. —La chica detrás del mostrador tenía la cabeza agachada, concentrándose en pelar carnes de hamburguesa preparadas del papel encerado, pero sabía que ella lo había escuchado.
Probablemente odiaba su trabajo. Probablemente escupía secretamente en las carnes de hamburguesa cuando se daba la vuelta. Yo no estaría sorprendida si al final de su turno, fuera a su coche y llorara. —¿A tu padre no le molesta que estés pasando el rato en Delphic Beach? —le pregunté a Miley, estrechando mis ojos muy ligeramente—. Podría empañar la estimable reputación de la familia Millar. Especialmente ahora que tu padre fue aceptado en el Club de Yates Harraseeket. La expresión de Marcie se enfrió. —Me sorprende que a tu padre no le importe que estés aquí. Oh, espera. Es cierto. Está muerto. Mi primera reacción fue de sorpresa. Mi segunda fue de indignación por su crueldad. Un nudo de ira se hinchó en mi garganta. —¿Qué? —razonó ella con un encogimiento de hombros—. Está muerto. Es un hecho. ¿Quieres que mienta sobre los hechos? —¿Qué te he hecho? —Naciste. Su completa falta de sensibilidad me sacudió de mis casillas… tanto que ni siquiera tuve una respuesta a su insulto. Arrebaté mi hamburguesa de queso y Coca-Cola del mostrador, dejando el billete de veinte en su lugar. Quería desesperadamente apresurarme e ir hacia joe, pero esto era entre Miley y yo. Si aparecía ahora, una mirada a mi rostro le diría a joe que algo estaba mal. No necesitaba arrastrarlo a esto. Tomando un momento a solas para recobrarme a mí misma, encontré un banco a la vista del puesto de hamburguesas y me senté lo más elegantemente que pude, no queriendo darle a Miley el poder de arruinar mi noche. La única cosa que podía hacer que este momento fuera peor era saber que ella me estaba viendo, satisfecha de haberme metido en un pequeño agujero negro de auto-compasión. Tomé un mordisco de mi hamburguesa de queso, pero tuve un mal sabor en la boca. Todo en lo que podía pensar era en carne muerta. Vacas muertas. Mi propio padre muerto. Tiré la hamburguesa de queso en la basura y seguí caminando, sintiendo a las lágrimas deslizarse por la parte de atrás de mi garganta. Abrazando mis brazos apretadamente a mis codos, me apresuré hacia la cabaña de los baños en el borde del estacionamiento, esperando lograr llegar detrás de la puerta de una caseta antes de que las lágrimas empezaran a caer. Había una línea goteando constantemente fuera del baño de mujeres, pero bordeé mi camino a través de la puerta y me posicioné a mí misma enfrente de uno de los espejos cubiertos de suciedad. Incluso debajo de la bombilla de bajo voltaje, podía decir que mis ojos estaban rojos y vidriosos. Humedecí una toalla de papel y la presioné contra mis ojos. ¿Cuál era el problema de Miley? ¿Qué le había hecho que fuera lo suficientemente cruel como para merecer esto? Haciendo unas cuantas respiraciones tranquilizadoras, cuadré mis hombros y construí una pared de ladrillos en mi mente, colocando a Marcie en el lado más lejano de ella. ¿Qué me importaba lo que ella dijera? Ni siquiera me caía bien. Su opinión no significaba nada. Ella era ruda y sólo estaba interesada en atacar debajo del cinturón. No me conocía, y definitivamente no conocía a mi padre.
Llorar por cualquier palabra que saliera de su boca era un desperdicio. «Supéralo», me dije a mí misma. Esperé hasta que el borde enrojecido de mis ojos se desvaneció antes de dejar el baño. Vagué por la multitud, buscando a joe, y lo encontré en uno de los juegos de lanzar la pelota, con su espalda hacia mí. Rixon estaba a su lado, probablemente apostando dinero en la inhabilidad de joe de golpear un único pin de boliche. Rixon era un ángel caído que tenía una larga historia con joe, y sus vínculos corrían profundos hasta el punto de ser una hermandad. joe no dejaba que mucha gente entrara en su vida, y confiaba en incluso menos personas, pero si había alguien que conocía todos sus secretos, ése era Rixon. Hasta hace dos meses, Joe también había sido un ángel caído. Luego él salvó mi vida, ganando sus alas de nuevo, y se convirtió en mi ángel guardián. Se supone que ahora jugaba para los chicos buenos, pero yo sentía secretamente que su conexión con Rixon, y el mundo de los ángeles caídos, significaba más para él. E incluso aunque no quería admitirlo, sentía que se arrepentía de la decisión de los arcángeles de hacerlo mi guardián. Después de todo, eso no era lo que él quería. Él quería convertirse en humano. Mi móvil sonó, sacándome de mis pensamientos. Era el tono de llamada de mi mejor amiga, Vee, pero dejé que el buzón de voz tomara su llamada. Con un apretón de culpa, vagamente noté que era la segunda llamada de ella que evitaba hoy. Justifiqué mi culpa con el pensamiento de que verla sería la primera cosa que haría mañana. A Joe, por otro lado, no lo vería de nuevo hasta mañana por la tarde. Planeaba disfrutar cada minuto que tuviera con él. Lo observé tirar la pelota a una mesa con seis pines de bolos prolijamente alineados, mi corazón se agitó un poco cuando su camiseta se deslizó por su espalda, revelando una raya de piel. Sabía por propia experiencia que cada centímetro de él era músculo definido y duro. Su espalda era suave y perfecta también, las cicatrices de cuando cayó fueron remplazadas con alas… alas que yo, los humanos, no podíamos ver. —Cinco dólares a que no puedes hacerlo de nuevo —dije, apareciendo detrás de él. Joe miró hacia atrás y sonrió. —No quiero tu dinero, Ángel. —Hey, ahora, nenes, vamos a mantener esta discusión en un rango que no implique solo-besos —dijo Rixon. —Todos los tres pines restantes —reté a Joe. —¿De qué clase de premio estamos hablando? —preguntó él. —Demonios —dijo Rixon—. ¿Esto no puede esperar hasta que estéis solos? Joe me dio una sonrisa secreta, luego cambió su peso hacia atrás, acunando la pelota contra su pecho. Lanzó su hombro derecho, estiró su brazo, y envió la pelota volando lo más fuerte que pudo. ¡Hubo un ruidoso estallido! Y los tres pines restantes se dispersaron de la mesa.
—Sí, estás en problemas, chica —me gritó Rixon por encima de la conmoción causada por un montón de espectadores, que le estaban aplaudiendo y silbando a Joe. Joe se inclinó hacia atrás contra la cabina y me arqueó las cejas. El gesto lo decía todo: «Págame.» —Tuviste suerte —dije. —Estoy a punto de tener suerte.(5 Estoy a punto de tener suerte: En el original “I’m about to get lucky.‖ Es una expresión que en inglés significa, esencialmente, estar a punto de tener sexo.)
—Escoge un premio —le gritó el anciano encargado de la cabina a Joe, agachándose para recoger los pines que habían caído. —El oso morado —dijo joe, y aceptó un osito horrible con una espesa piel morada. Él lo sostuvo para mí. —¿Para mí? —dije, presionando una mano contra mi corazón. —Te gustan los rechazados. En el supermercado, siempre eliges las latas abolladas. Estuve prestando atención. —Él enganchó sus dedos en la banda de la cintura de mis jeans y me empujó más cerca de él—. Salgamos de aquí. —¿Qué tienes en mente? —Pero estaba completamente caliente y agitada por dentro, porque sabía exactamente lo que él tenía en mente. —Tú casa. Sacudí mi cabeza. —No va a pasar. Mi madre está en casa. Podríamos ir a tu casa —insinué. Habíamos estado juntos dos meses, y todavía no sabía dónde vivía joe. Y no era por falta de intentos. Dos semanas en una relación parecían ser lo suficientemente largas para ser invitada a ir, especialmente porque joe vivía solo. Dos meses parecía ser excesivo. Estaba intentando ser paciente, pero mi curiosidad seguía interponiéndose en el camino. No sabía nada acerca de los privados e íntimos detalles de la vida de joe, como el color de pintura de sus paredes. Si su abridor de latas era electrónico o manual. La clase de jabón con la que se bañaba. Si sus sábanas eran de algodón o de seda. —Déjame adivinar —dije—. Vives en un componente secreto enterrado por debajo de la ciudad. —Ángel. —¿Ahí hay platos en el lavabo? ¿Ropa interior sucia en el suelo? Es mucho más privado que mi casa. —Es cierto, pero la respuesta todavía es no. —¿Rixon ha visto tu casa? —Rixon necesita conocerla. —¿Yo no necesito conocerla? Su boca se torció. —Hay un lado oscuro que no necesitas conocer.
—Si me lo muestras, ¿tendrás que matarme? —adiviné. Él envolvió sus brazos alrededor de mí y besó mi frente. —Lo suficientemente cerca. ¿A qué hora es tu toque de queda? —A las diez. La escuela de verano empieza mañana. Eso, y que mi madre prácticamente había tomado un trabajo de media jornada buscando oportunidades de lanzar el cuchillo entre joe y yo. Si hubiera salido con Vee, podía decir con absoluta certeza que mi toque de queda se habría alargado hasta las diez y media. No podía culpar a mi madre por no confiar en joe, hubo un punto en mi vida en que yo me sentía similar, pero hubiera sido extremadamente conveniente si lo hiciera ahora y luego relajara su vigilancia. Como, digamos, esta noche. Además, nada me va a pasar. No con mi ángel guardián parado a centímetros de mí. Joe miró su reloj. —Es hora de irnos. A las 10:04, Patch hizo una vuelta en U enfrente de la granja y aparcó cerca del buzón de correo. Apagó el motor y las luces de los faros, dejándonos solos en la oscura naturaleza. Nos sentamos así durante mucho tiempo antes de que él empezara. —¿Por qué estas tan callada, Ángel? Instantáneamente le presté atención. —¿Estaba siendo callada? Sólo estaba perdida en mis pensamientos. Una sonrisa que-apenas-estaba-ahí curvó la boca de Joe. —Mentirosa. ¿Qué está mal? —Eres bueno —dije perceptivamente. Su sonrisa se amplió una fracción. —Realmente bueno. —Huí de Miley Millar en el puesto de las hamburguesas —admití. Era demasiado el mantener mis problemas para mí misma. Obviamente todavía estaban latentes debajo de la superficie. Pero por otro lado, si no podía hablar con joe, ¿con quién podía hacerlo? Hace dos meses nuestra relación envolvía un montón de besos espontáneos dentro de nuestros coches, fuera de nuestros coches, debajo de las gradas, y encima de la mesa de la cocina. También envolvía un montón de manos extraviadas en el cuerpo del otro, cabellos despeinados, y brillo de labios corrido. Pero era mucho más que eso ahora. Me sentía conectada con joe emocionalmente. Su amistad significaba más para mí que cien encuentros casuales. Cuando mi padre murió, dejó un enorme vacío dentro de mí que amenazaba con comerme desde dentro hacia fuera. El vacío seguía ahí, pero el dolor no cortaba ni la mitad de profundo. No vi la razón de seguir congelada en el pasado, cuando tenía todo lo que quería en este momento. Y tenía que agradecerle a joe por eso. —Ella tuvo el suficiente tacto como para recordarme que mi padre está muerto.
—¿Quieres que hable con ella? —Eso suena un poco como El Padrino. —¿Qué empezó la guerra entre vosotras dos? —Esa es la cosa. Ni siquiera lo sé. Solía ser acerca de quién obtenía la última leche achocolatada en la cafetería. Luego un día en la secundaria, Miley fue a la escuela y pintó con spray ―puta‖ en mi taquilla. Ni siquiera intentó ser cautelosa sobre ello. Toda la escuela lo supo. —¿Ella se volvió loca así como así? ¿Sin razón? —Sip. —Ninguna razón de la que yo tuviera conocimiento, de todos modos. Él puso uno de mis rizos detrás de mi oreja. —¿Quién está ganando la guerra? —Miley, pero no por mucho. Su sonrisa creció. —Ve por ella, Tigre. —Y esa es otra cosa. ¿Puta? En la secundaria, ni siquiera había besado a alguien. Miley debió haber pintado con spray su propia taquilla. —Empiezas a sonar como si estuvieras colgada, Ángel. —Él deslizó su dedo debajo del tirante de mi top sin mangas, su toque envió electricidad zumbando a través de mi piel—. Apuesto a que puedo alejar tu mente de Miley. Unas pocas luces estaban brillando en el nivel superior de la granja, pero como no vi el rostro de mi madre presionado contra ninguna de las ventanas, supuse que teníamos algo de tiempo. Desabroché mi cinturón y me doblé a través de la consola, encontrando la boca de jor en la oscuridad. Lo besé lentamente, saboreando el sabor de sal de mar en su piel. Él se había afeitado esta mañana, pero ahora su barba raspó mi barbilla. Su boca rozó mi garganta y sentí un toque de su lengua, causando que mi corazón golpeara contra mis costillas. Su beso se movió hacia mi hombro desnudo. Él movió el tirante de mi top sin mangas hacia abajo y frotó su boca hacia abajo por mi brazo. Justo entonces, quería estar lo más cerca de él que pudiera. Nunca querría que se fuera. Lo necesitaba en mi vida justo ahora, y mañana, y el día después. Lo necesitaba como nunca había necesitado a nadie. Me arrastré por encima del salpicadero, sentándome con una pierna a cada lado de su regazo. Deslicé mis manos por arriba de su pecho, agarrándolo detrás del cuello, y atrayéndolo hacia mí. Sus brazos abrazaron mi cintura, encerrándome contra él, y me acurruqué más profundamente. Atrapada en el momento, recorrí mis manos debajo de su camiseta, pensando únicamente en cómo amaba la sensación del calor de su cuerpo extendiéndose en mis manos. Tan pronto como mis dedos rozaron el lugar en su espalda donde las cicatrices de sus alas solían estar, una luz distante explotó en la parte de atrás de mi mente. Oscuridad perfecta, rota por una explosión de luz cegadora. Era como ver un fenómeno cósmico en el espacio a millones de metros de distancia. Sentí mi mente siendo aspirada dentro de la de jor, dentro de todos los miles de recuerdos privados almacenados ahí, cuando repentinamente lo sentí tomar
mi mano y deslizarla hacia abajo, lejos del lugar donde sus alas se unían con su espalda, y todo agudamente volvió a la normalidad. —Buen intento —murmuró, con sus labios rozando los míos mientras hablaba. Mordisqueé su labio inferior. —Si pudieras ver mi pasado sólo tocando mi espalda, tendrías un momento difícil resistiendo la tentación también. —Tengo un momento difícil manteniendo mis manos lejos de ti sin ese beneficio extra. Me reí, pero mi expresión rápidamente se volvió seria. Incluso con una concentración considerable, difícilmente podía recordar cómo había sido mi vida sin joe. Por la noche, cuando me recostaba en mi cama, podía recordar con perfecta claridad el bajo timbre de la risa de joe, la manera en que su sonrisa se curvaba ligeramente más arriba en la derecha, el toque de sus manos… calientes, suaves y deliciosas en mi piel. Pero era sólo con un serio esfuerzo que podía elegir recuerdos de los anteriores dieciséis años. Tal vez porque esos recuerdos palidecían en comparación con joe. O tal vez porque no había nada bueno en absoluto. —Nunca me dejes —le dije a joe, enganchando un dedo en el cuello de su camiseta y atrayéndolo más cerca. —Eres mía, Ángel —murmuró, rozando las palabras a través de mi mandíbula mientras arqueaba mi cuello más altamente, invitándolo a besarlo todo—. Me tienes para siempre. —Demuéstramelo —dije solemnemente. Él me estudió un momento, luego buscó debajo de su cuello y desabrochó la plana cadena de plata que usaba desde el día en que lo conocí. No tenía ni idea de dónde salió la cadena, o el significado detrás de ella, pero sentí que era importante para él. Era la única pieza de joyería que usaba, y la mantenía metida debajo de su camisa, al lado de su piel. Nunca lo había visto quitársela. Sus manos se deslizaron a mi nuca, donde él enganchó la cadena. El metal cayó en mi piel, todavía cálido por la de él. —Me dieron esto cuando era un arcángel —dijo—. Para ayudarme a percibir la verdad de la decepción. La toqué gentilmente, sorprendida por su importancia. —¿Todavía funciona? —No para mí. —Entrelazó nuestros dedos y giró mi mano para besar mis nudillos—. Es tu turno. Me quité un pequeño anillo de cobre del dedo medio de mi mano izquierda y lo sostuve para él. Un corazón estaba tallado a mano en el suave lado debajo del anillo. Jor sostuvo el anillo entre sus dedos, examinándolo silenciosamente. —Mi padre me lo dio la semana antes de que fuera asesinado —dije. Los ojos de joe se cerraron con un golpe rápidamente. —No puedo aceptar esto.
—Es la cosa más importante en el mundo para mí. Quiero que lo tengas. —Cerré sus dedos, envolviéndolos alrededor del anillo. —____. —Dudó—. No puedo aceptar esto. —Prométeme que lo guardarás. Prométeme que nunca nada se interpondrá entre nosotros. —Sostuve sus ojos, rehusándome a dejar que él se apartara—. No quiero estar sin ti. No quiero que esto acabe nunca. Los ojos de joe eran negros como una pizarra, más oscuros que un millón de secretos apilados encima de nosotros. Él bajó su mirada al anillo en su mano, girándolo lentamente. —Júrame que nunca dejarás de amarme —susurré. Aunque ligeramente, él asintió. Me apoderé de su cuello y lo atraje contra mí, besándolo más fervientemente, sellando la promesa entre nosotros. Cerré mis dedos dentro de los suyos, el agudo borde del anillo cortando nuestras palmas. Nada de lo que hice parecía llevarme lo suficientemente cerca, ninguna cantidad de él era suficiente. El anillo se enterró más profundamente en mi mano, hasta que estaba segura de que había roto nuestra piel. Una promesa de sangre. Cuando pensé que mi pecho podría colapsar por falta de aire, me alejé, descansando mi frente contra la suya. Mis ojos estaban cerrados, mi respiración causaba que mis hombros se elevaran y cayeran. —Te amo —murmuré—. Más de lo que creo que debería. Esperé a que respondiera, pero en vez de eso su agarre en mí se apretó, casi protectoramente. Giró su cabeza hacia los bosques a través de la carretera. —¿Qué pasa? —pregunté. —Escuché algo. —Ésa era yo diciendo que te amo —dije, sonriendo mientras trazaba recorría boca con mi dedo. Esperé que me devolviera la sonrisa, pero sus ojos todavía estaban fijos en los árboles, por los que se desplazaban sombras mientras sus ramas se estremecían con la brisa. —¿Qué hay ahí fuera? —pregunté, siguiendo su mirada—. ¿Un coyote? —Algo no está bien. Mi sangre se congeló, y me deslicé fuera de su regazo. —Estás empezando a asustarme. ¿Es un oso? No habíamos visto osos en años, pero la granja estaba ubicada en la esquina más lejana de la ciudad y los osos eran conocidos por acercarse a la ciudad después de hibernar, cuando estaban hambrientos y buscando comida. —Enciende los faros y toca la bocina —dije. Orientando mis ojos a los bosques, busqué movimiento. Mi corazón se aceleró un poco, recordando la vez que mis padres y yo habíamos visto desde las ventanas de la granja cómo un oso meció nuestro coche, oliendo comida dentro.
Detrás de mí, las luces del porche se encendieron. No necesitaba girarme para saber que mi madre estaba parada en la puerta, frunciendo el ceño y golpeando el suelo con su pie. —¿Qué es? —le pregunté a joe una vez más—. Mi madre está saliendo. ¿Está segura? Él encendió el motor y puso el Jeep en primera. —Entra. Hay algo que tengo que hacer. —¿Entrar? ¿Estás bromeando? ¿Qué está pasando? —¡____! —grito mi madre, bajando los escalones, su tono grave. Ella se detuvo a un metro y medio del Jeep y me hizo señas de que bajara la ventana. —¿joe? —intenté de nuevo. —Te llamo luego. Mi madre tiró de la puerta para abrirla. —Joe —reconoció secamente. —Blythe. —Él le dio un asentimiento distraído. Ella se volvió hacia mí. —Llegas cuatro minutos tarde. —Estuve cuatro minutos más temprano ayer. —Rodar minutos no funciona con los toques de queda. Adentro. Ahora. No queriendo irme hasta que Joe me respondiera, pero no viendo muchas opciones, le dije: —Llámame. Él asintió, una vez, pero la singular concentración de sus ojos me dijo que sus pensamientos estaban en otro lado. Tan pronto como estuve fuera del coche y en tierra firme, el Jeep rápidamente se puso en movimiento hacia delante, no perdiendo tiempo en acelerar. Donde quiera que joe estuviera yendo, estaba apurado. —Cuando te doy un toque de queda, espero que lo mantengas —dijo mamá. —Cuatro minutos tarde —dije, sugiriendo con mi tono que ella tal vez estaba exagerando. Eso me ganó una mirada que tenía su desaprobación estampada. —El año pasado tu padre fue asesinado. Hace un par de meses, tú tuviste tu propio roce con la muerte. Creo que me he ganado el derecho a ser sobreprotectora. —Ella caminó rígidamente de vuelta a la casa, con los brazos sujetos a su pecho. Ok, ahora era una hija sin sentimientos e insensible. Punto captado. Volví mi atención al camino de árboles en el borde de la carretera opuesta. Nada se veía fuera de lo ordinario. Esperé un escalofrío que me advirtiera que había algo por ahí, algo que no podía ver, pero no sentí nada. Una cálida brisa de
verano crujía al pasar, el sonido de cigarras llenando el aire. Si acaso, el bosque se veía pacífico debajo del plateado brillo de la luz de luna. joe no había visto nada en los bosques. Él se fue porque yo dije dos muy grandes, y muy estúpidas palabras, que se habían derramado antes de que pudiera detenerlas. ¿En que había estado pensando? No. ¿En qué estaba pensando joe ahora? ¿Él se había ido conduciendo para huir de tener que responderme? Estaba bastante segura de que conocía la respuesta. Y estaba bastante segura de que explicaba por qué fui abandonada observando la parte de atrás de su Jeep.
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| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 19th 2011, 06:55 | |
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CAPITULO 2
Durante los últimos once segundos, estuve cayendo, abrazando mi almohada sobre la cabeza, tratando de sacar de mi cabeza el reportaje sobre el tráfico de Chuck Delaney‘s del centro de Portland, que sonaba a través de mi reloj de alarma alto y muy claro. Del mismo modo, estaba intentando excluir la parte lógica de mi cerebro que gritaba que me vistiera, prometiendo repercusiones si no lo hacía. Pero la parte que busca el placer en mi cerebro se impuso. Se aferraba a mi sueño – o más bien al tema de mi sueño. Tenía el pelo negro ondulado y una sonrisa asesina. En este momento, él estaba sentado en la parte de atrás de su moto y yo estaba sentada mirando hacia adelante, nuestras rodillas tocándose. Acurruque mis dedos en su camisa y tire de él para besarle. En mi sueño, joe sentía cuando le daba un beso. No sólo a nivel emocional, sino un toque real, físico. En mi sueño era más humano que ángel. Los ángeles no pueden sentir una sensación física –sabía eso– pero en mi sueño, quería que joe sintiera la presión suave y sedosa de los labios en conexión. Quería que sintiera mis dedos pasando a través de su pelo. Necesitaba que sintiera el campo magnético de emociones innegables tirando de cada molécula de su cuerpo hacia la mía. pasó el dedo por debajo de la cadena de plata de mi cuello, su contacto enviando escalofríos de placer ondulando a través de mí. —Te quiero —murmuro. Arrastrando mis manos sobre su estómago duro, me apoye en él parando para un beso corto. —Yo te quiero más —dije, rozando su boca mientras hablaba. Sólo que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta. Mientras joe esperaba que respondiera su sonrisa vacilo. Te quiero, intente de nuevo. Una vez más, las palabras se quedaron sujetas en mi interior. La expresión de joe se volvió ansiosa. —Te quiero —repitió él. Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta. Subiéndose a la motocicleta y marchándose sin más. —¡Te quiero! —grité tras él. ¡Te amo, te amo! Pero era como si arena movediza se hubiera derramado por mi garganta, cuanto más intentaba luchar contra mis palabras, más rápido se arrastraban hacia abajo. Patch escapaba entre la multitud. La noche había caído rodeándonos en un instante y yo apenas podía distinguir su camiseta negra entre los cientos de otras camisetas negras de la masa. Corrí para llegar a él, pero cuando le agarre el brazo, otra persona se dio la vuelta. Una chica. Estaba demasiado oscuro para leer sus facciones, pero me di cuenta de que era preciosa.
—Amo a joe —dijo ella, sonriendo a través del rojo de sus labios—. Y no tengo miedo de decírselo. —¡Ya se lo dije! —argumente—. ¡Anoche se lo dije! Pase junto a ella, escaneando la multitud a ver si alcanzaba a ver a joe con el casco azul. Corrí frenéticamente extendiendo la mano para cogerle, y él extendió la mano. Él se giró, pero había cambiado en la misma chica hermosa. —Es demasiado tarde —dijo—. Yo quiero a joe ahora. —Pasar por encima de Angie lleva tiempo —Chuck Delaney‘s chilló en mi oreja con alegría. Mis ojos se abrieron de golpe con la palabra Tiempo. Yo estaba en la cama un momento, tratando de deshacerme de lo que no era más que una pesadilla y rodando fuera. El tiempo se anunciaba a menos veinte y no había forma de que estuviera escuchando el tiempo a no ser que… ¡Escuela de verano! ¡Me quede dormida! Quitándome las sabanas de encima corrí hacia el armario. Metiéndome en los primeros vaqueros que puse en el armario la noche anterior, una camiseta blanca y una chaqueta recién lavada. Marque el número de joe, pero tres tonos después me mando al contestador de voz. —¡Llámame! —dije, haciendo una pausa medio segundo para preguntarme si me estaba evitando después de la confesión de la última noche. Yo había hecho a mi mente fingir que no había pasado que se olvidaría y volvería a la normalidad, pero después del sueño de esta mañana, estaba empezando a dudar de que lo dejara ir tan fácilmente. Quizás joe sólo necesitaba tiempo para asimilarlo. De cualquier manera no había mucho que pudiera hacer ahora. A pesar de que podría haber jurado que él me prometió dar una vuelta.
* * * Me puse una diadema sobre el corte de pelo, cogí la mochila que estaba sobre la encimera y salí corriendo por la puerta. Hice una pausa en el camino con el tiempo suficiente para dar un grito de exasperación en la losa de ocho por tres metros de cemento donde mi Fiat Spider del 79 estaba aparcado. Mi madre lo había vendido para pagar la demora de tres meses de luz y para llenar nuestra nevera con provisiones suficientes para mantenernos alimentados hasta final de mes. Incluso había despedido a la ama de casa, Dorotea, mi padre suplente, para recortar gastos. Enviando ráfagas de odio debido a las circunstancias, me colgué la mochila al hombro y empecé a trotar. La mayoría de la gente podría considerar que la población de granja como mamá y yo vivimos de forma pintoresca, pero correr una milla no tiene nada de pintoresco. En la esquina de Hawthorne y Beche, vi señales de vida mientras un coche hacia su viaje por la mañana. Un Toyota 4runner rojo freno en la acera y la ventana del pasajero bajo con un zumbido automático. Mily Millar estaba detrás del volante. —¿Problemas con el coche? —preguntó ella.
Problema de coche porque no tengo coche. No es que fuera a admitirlo delante de Miley. —¿Necesitas que te lleve? —se expresó de otra manera cuando vio que no respondía. No podía creer que de todos los coches que pasan por este tramo de carretera, Marcie tuviera que ser la que se paraba. ¿Quería montarme con Miley? No. ¿Estaba trabajando acerca de lo que me había dicho mi padre? Sí. ¿Estaba a punto de perdonar? Por supuesto que no. Le haría un gesto para que ella siguiera conduciendo, pero había un pequeño inconveniente. Se rumoreaba que la única cosa que le gustaba más al Sr. Loucks que la tabla periódica era entregar papelitos de detención por llegar tarde. —Gracias —acepte a regañadientes—. Voy de camino al colegio. —¿Supongo que tu amiga la gorda no podía llevarte no? Me quede inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Vee y yo hacía mucho tiempo que habíamos renunciado a educar a la gente de mente estrecha que piensa que grasa y curvas son la misma cosa, pero eso no significa que toleremos la ignorancia. Y yo estaría encantada de llamar a V para un paseo, pero había sido invitada a asistir a una reunión para los editores de la publicación electrónica del colegio y ya estaba en la escuela. —Pensándolo bien, caminare. —Le di un empujón a la puerta de Marcie, devolviéndola a su posición. Marcie puso cara confundida. —¿Te ha ofendido que la llame gorda? Porque es cierto. —¿Qué pasa contigo? Siento como que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu padre, ahora esto. ¿Qué pasa con la libertad de expresión? Por un momento pensé que esto sería genial si yo tuviera el Spider. No sólo no iba a conseguir un paseo, si no que podría conseguir algo con Marcie. Aparcar en el colegio era un caos después de clase. Los accidentes sucedían. Como no podía empujar a Marcie con mi guardabarros, hice la siguiente mejor cosa. —Si mi padre fuera el propietario de la Toyota, creo que tendría la conciencia medioambiental suficiente para pedir un hibrido. —Bueno, tú padre no posee el concesionario Toyota. —Cierto. Mi padre está muerto. Alzo el hombro. —Tú lo has dicho, no yo. —A partir de ahora creo que es mejor si nos quedamos en caminos diferentes. Examinó su manicura. —Bien. —Bien. —Intento ser amable y mira donde me tienes —dijo ella en voz baja. —¿Amable? Has llamado gorda a Vee. —También me he ofrecido para llevarte —Ella apretó el gas y sus neumáticos levantaron polvo del camino que floto en mi dirección. No me había despertado esta mañana buscando una razón más para odiar a Miley Millar, pero aquí estaba.
Coldwater High estaba erguido en el siglo XIX y la construcción era una ecléctica mezcla entre el gótico y el estilo victoriano, lo que la hacía parecer más una catedral que un colegio. Las ventanas eran estrechas y arqueadas con el cristal de color plomo. La piedra era de multicolores, pero sobre todo gris. Durante el verano, la hiedra se arrastraba hacia el exterior y le confería al colegio un cierto encanto a lo Nueva Inglaterra. Durante el invierno, la hiedra parecía largos dedos esqueléticos ahogando el edificio. Yo medio andaba rápido, medio trotaba por el pasillo para llegar a Química, cuando sonó mi teléfono móvil en el bolsillo. —¿Mamá? —contesté, sin frenar el ritmo—. Puedo llamarte más… —¡A que no adivinas a quién me encontré ayer por la noche! Lynn Parnell. Recuerdas a los Parnells, la madre de Scott. Mire el reloj de mi móvil. Había tenido la suerte de que me trajeran al colegio un completo desconocido –una mujer que iba de camino al gimnasio para hacer kickboxing– pero todavía llegaba tarde. Menos de dos minutos para que sonara la campana. —¿Mamá? Están a punto de empezar las clases. ¿Te puedo llamar en el almuerzo? —Tú y Scott eran tan buenos amigos. Se había desencadenado un vago recuerdo. —Cuando teníamos cinco —dije—. ¿No era el que mojaba siempre sus pantalones? —Fui a tomar algo con Lynn anoche. Acaba de terminar de divorciarse y ella y Scott están volviendo a Coldwater. —Es genial. Te llamo… —Los he invitado a cenar esta noche. Al pasar por la oficina del director el minutero marcaba con una muesca. Desde donde yo estaba de pie se veía atrapado entre las 7:59 y las 8. Me apuntó con una amenaza cuando dijo: —No te atrevas a llegar tarde. —Esta noche no es buena mamá. Yo y Patch… —¡No seas tonta! —Me cortó mi madre—. Scott es uno de tus viejos amigos. Lo conocías de mucho antes que a Patch. —Utilizas a Scott para hacerme comer Roly-polies —dije, mi memoria empezando a entrar en razón. —¿Y tú nunca lo forzaste a jugar con Barbies? —¡Es diferente! —Esta noche, a las siete —dijo mi madre con voz que no deja opción a argumento. Me apresure en llegar a Química, con unos segundos de sobra y me deslice en un taburete de metal detrás de una mesa de granito negra en el laboratorio en primera fila. Las mesas eran de dos en dos y yo cruzaba los dedos para que me emparejaran con alguien cuya comprensión de la ciencia superara a la mía, ya que, dado mi nivel, era fácil de perder el ritmo. Tendía a ser más romántica que realista y opte por la fe ciega por encima de la lógica fría. Ponerme a mí con la ciencia era mala idea desde el principio. Miley Millar entro en la sala con sus tacones, jeans y un top de seda de Banana Republic que tenía en la espalda la lista de deseos del día. Durante el día, la camiseta estaría en el despacho de rack. Yo estaba en proceso mental cuando Marcie se sentó en el taburete de al lado mío. —¿Qué le pasa a tu pelo? —dijo—. ¿Te has quedado sin espuma? ¿Paciencia? — Una sonrisa se levantó desde la comisura—. ¿O es porque has tenido que correr cuatro kilómetros para llegar a tiempo? —¿Qué pasa con lo de mantenerse al margen del otro? —Di una mirada hacia su taburete, luego a mí, haciéndole ver que no se estaba quedando fuera de mi camino. —Necesito algo de ti. Yo exhale en silencio, estabilizando mi presión sanguínea. Debería haberlo sabido. —Veras Miley —dije—. Las dos sabemos que esta clase va a ser increíblemente difícil. Permíteme hacerte un favor y advertirte que la ciencia es mi peor asignatura. La única razón por la que estoy en el colegio de verano es porque escuché que la química es más fácil. Tú no me quieres como pareja. Esto no será un A fácil. —¿Me ves como si estuviera sentada a tu lado para aumentar mi GPA? —dijo ella con impaciencia—. Te necesito para otra cosa. La semana pasada conseguí un trabajo. ¿Miley? ¿Un trabajo? Ella sonrió y yo me imaginé que habría visto mis pensamientos en mi cara. — Estoy en la oficina. Uno de los vendedores de mi padre está casado con la secretaria de la oficina principal. Nunca está de más disponer de conexiones. No es que desee saber nada al respecto.
Yo sabía que el padre de Marcie era influyente en Coldwater. De hecho, él era uno de los mayores donantes de la escuela secundaria. —De vez en cuando un archivo abierto se cae y no puedo dejar de ver cosas —dijo Marcie. —Si claro. —Por ejemplo, sé que aún no has superado la muerte de tu padre. Has estado con la psicóloga del colegio. De hecho lo sé todo acerca de todo el mundo. Salvo joe. La semana pasada me di cuenta de que su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber lo que oculta. —¿Por qué te importa? —Estaba de pie anoche en la entrada, mirando hacia la ventana de mi habitación. Parpadeé. —¿joe estaba de pie en tu camino de entrada? —A menos que conozcas algún otro chico que conduzca un Jeep Comander, vista todo de negro y este realmente bueno. Fruncí el ceño. —¿Te dijo algo?
—El me vio mirarlo desde la ventana y se fue. ¿Debería pensar en una orden de alejamiento? ¿Es un comportamiento típico de él? Sé que estaba fuera, pero, ¿simplemente por qué no habla? No le hacía caso, demasiado absorta en digerir esta información. ¿joe? ¿En casa de Miley? Tuvo que haber sido después de haber salido de mi casa. Después de que le dijera que le quería y que él se fuera. —No hay problema —dijo Miley, enderezándose—. Hay otros medios de obtener información, como la administración. Supongo que no todos los archivos de la escuela estarán vacíos. No iba a decir nada, pero por mi propia seguridad… No me preocupaba que Miley fuera a la administración. Joe podía cuidarse solito. Me preocupaba lo de anoche. Joe se había ido bruscamente diciendo que había algo que tenía que hacer, pero me costaba creer que algo tan complicado para irse estuviera en el camino de entrada de casa de miey. Era mucho más fácil aceptar que se había ido por lo que le había dicho. —O la policía —agregó miley, tocándose los labios con la punta de los dedos—. Un archivo en blanco en el colegio suena casi ilegal. ¿Cómo entró joe en el colegio? Te ves molesta, ____. ¿Me estoy metiendo en algo? —Una sonrisa de placer apareció en su rostro—. ¿Lo hago verdad? Hay más que esta historia. Puse mis ojos fríos sobre ella. —Para alguien que ha dejado claro que su vida es algo superior a la de cualquier estudiante del colegio, seguro que conseguirás lo que quieras persuadiendo a cualquiera aburrido o sin nada de valor. La sonrisa de miley se desvaneció. —Yo no tendría si tú permanecieras fuera de mi camino. —¿De tu camino? Este no es tu colegio. —No me hables de esa manera —Dijo Miley incrédula haciendo tics involuntarios con la cabeza—. De hecho, no me vuelvas a hablar nunca. Puse las manos hacia arriba. —No hay problema. —Y qué tal si tú te mueves eh. Eche un vistazo a mi taburete, pensando que sin duda podría decir: —Estaba aquí primero. Imitándome, Marcie levantó las manos. —No es mi problema. —Yo no me muevo. —No voy a sentarme junto a ti. —Me alegra oírlo. —Muévete —Ordenó Marcie. —No. La campana sonó y cuando el sonido murió, Miley y yo nos dimos cuenta de que la habitación estaba en silencio. Miramos a nuestro alrededor y el hecho de que todos los asientos estuvieran ocupados me golpeo duro. El Sr. Loucks se colocó en el pasillo a mi derecha agitando una hoja de papel. —Es un plano de la sala —dijo—, cada uno de los rectángulos corresponde a una mesa en la sala. Escriban su nombre en el rectángulo y pásenlo —Puso la hoja justo delante de mí—. Espero que les caiga bien su compañero —nos dijo—. Van a estar ocho semanas con ellos. * * * Al mediodía, cuando terminamos la clase, di un paseo con Vee hasta Enzo‘s Bistro, nuestro lugar favorito para tomar mochas de helado o leche al vapor, dependiendo de la temporada. Sentí el sol calentar mi cara mientras cruzaba el estacionamiento y fue entonces cuando lo vi. Un descapotable Volkswagen Cabriolet con un cartel pegado que ponía a la venta: 1000$ OBO. —Tú estás babeando —dijo V, cerrando la barbilla con la punta de los dedos. —¿Tú no tienes unos mil dólares que pueda pedir prestados? —No tengo ni cinco para prestar. Mi cerdito banco está oficialmente anoréxico. Di un suspiro de nostalgia en dirección al Cabriolet. —Necesito dinero. Necesito un trabajo. —Cerré los ojos imaginándome a mí misma al volante del Cabriolet, de arriba abajo, con el viento moviendo mi rizado pelo. Con el Cabriolet, nunca tendría que correr más. Seria libre de ir a donde quisiera, cuando me diera la gana. —Sí, pero conseguir un trabajo significa que tienes que trabajar realmente. O sea, ¿estás segura de que deseas pasarte todo el verano trabajando fuera por un salario mínimo? Es posible, no lo sé, que sudes o algo así. Saque de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número que aparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario por un par de cientos. Mientras tanto, miraría los anuncios clasificados de empleo a tiempo parcial de tarde. Un trabajo significaba tiempo lejos de joe, pero también significaba transporte privado. Por mucho que quisiera a joe, él siempre parecía estar tan ocupado… haciendo algo. Lo que lo hacía poco fiable cuando se trataba de llevarme a algún sitio. Dentro de Enzo‘s, Vee y yo pedimos Mochas de helado y ensalada picante de nuez y nos dejamos caer en una mesa con la comida. Durante las últimas semanas, Enzo‘s había sido objeto de una amplia remodelación para ponerse al día con el siglo XXI, y Coldwater ahora tenía su primera sala de internet. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa tenía seis años, estaba entusiasmada con esto. —Yo no sé tú, pero estoy lista para las vacaciones —dijo Vee, empujando sus gafas de sol en la parte superior de la cabeza—. Ocho semanas más de español. Eso son más días de los que quiero pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Necesitamos algo que tenga la fuerza de evadir nuestras mentes del sistema educativo que se extiende ante nosotros. Tenemos que ir de compras. Portland, allá vamos. Macy‘s tiene una gran tienda. Necesito zapatos, necesito un vestido y un perfume. —Te acabas de comprar ropa nueva. Doscientos dólares. Tu madre va a tener un ataque cuando llegue el recibo de la MasterCard.
—Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir novio, hay que verse bien. No hace daño oler bien también. Mordí un cubo de pera enganchado en mi tenedor. —¿Tienes a alguien en mente? —Ahora que lo dices, lo tengo. —¿Sólo prométeme que no es Scott Parnell? —¿Scott quién? Sonreí. —Ves, ahora estoy feliz. —Yo no sé nada de Scott Parnell, pero el tipo en el que he puesto el ojo está muy bueno. Más bueno que joe —Hizo una pausa—. Bueno, quizá no tan caliente. Nadie es tan caliente. —En serio, el resto de mi día es un bajón. Portland o nada —digo yo. Abrí mi boca, pero Vee fue más rápida. —Oh oh —dijo—. Ya sé que viene. Vas a decirme que ya tienes planes. —Recuerdas a Scott Parnell. Solía vivir aquí cuando teníamos cinco años. Vee parecía que estaba buscando en su memoria a largo plazo. —Se hacía pis en los pantalones muchas veces —ofrecí amablemente. A Vee se le iluminaron los ojos. —¿Scotty el meón? —Está volviendo a Coldwater. Mi madre le ha invitado a cenar esta noche. —Ya veo de que va —dijo V asintiendo sabiamente—. Esto es lo que se llama cumplir. Cuando la vida de dos posibles románticos se cruza. ¿Recuerdas cuando Desi accidentalmente entro en el baño de los hombres y pillo a Ernesto en el orinal? Detuve mi tenedor a medio camino entre el plato y mi boca. —¿Qué? —El corazón, la telenovela española. ¿No? No importa. Tu madre quiere juntarte con Scott el meón pronto. —No, ella no lo hace. Sabe que estoy con joe. —El hecho de que ella lo sepa, no quiere decir que este contenta con ello. Tu madre va a gastar mucho tiempo en esta ecuación de __ más joe igual a amor, y quiere que sea ___ más Scotty el meón igual a amor. ¿Y qué pasa con esto? A lo mejor Scotty el meón se convirtió en Scotty el caliente. ¿Has pensado en eso? No lo había hecho ni pensaba hacerlo. Tenía a joe y estaba perfectamente feliz mientras fuera así. —¿Podemos hablar de algo un poco más importante? —pregunté pensando que era hora de cambiar de tema antes de que las ideas de Vee se volvieran más salvajes. —¿Como el hecho de que mi nueva compañera de química es Miley Millar? —El infierno. —Al parecer entró en la oficina y vio el archivo de joe. —¿Aún está vacío?
—Eso parece, ya que quiere que le diga todo lo que se sobre él. —Incluyendo porqué estaba ayer por la noche en el camino de entrada de su casa mirando hacia la ventana de su dormitorio. Había escuchado el rumor de que Marcie colocaba una raqueta de tenis en la ventana cuando estaba abierta, para determinados servicios en los que no iba a pensar. ¿No era los rumores 90% ficción de todos modos? Vee se inclinó más cerca. —¿Qué sabes tú? Nuestra conversación cayó en un silencio incómodo. No creía en los secretos entre mejores amigas. Pero hay secretos… y hay verdades duras. Verdades que dan miedo. Verdades inimaginables. Tener un novio que es un ángel caído vuelto guardián se ajusta a todo lo anterior. —Estás ocultándome algo —dijo Vee. —No lo hago. —Lo haces. Silencio espeso. —Le dije a joe que lo amaba. Vee se tapó la boca, pero yo no podía decir si se estaba ahogando en un jadeo o riéndose. Lo que me hizo sentir aún más insegura. ¿Era tan gracioso? ¿Había hecho algo más estúpido de lo que pensaba? —¿Qué dijo él? —preguntó Vee. Tan sólo la mire. —¿Tan malo?— preguntó. Me aclaré la voz. —Cuéntame acerca de este chico al que persigues. Quiero decir, ¿es sólo una cuestión de lujuria a la distancia, o en realidad has hablado con él? Vee tomo la conversación. —¿Hablar con él? Tome perritos calientes en Skippy con él, ayer en el almuerzo. Es una de estas citas a ciegas, y resulto mejor de lo que esperaba. Mucho mejor. Para tu información, sabrías todo esto si me devolvieras las llamadas en lugar de estar con tu novio a todas horas. —Vee, soy tu única amiga, y no fui yo la que te la busco. —Ya lo sé. Tu novio lo hizo. Me atragante con una bola de queso gorgonzola. —¿joe te organizo una cita a ciegas? —¿Sí, por qué? —dijo Vee, su tono poniéndose a la defensiva. Sonreí. —Pensaba que no te fiabas de joe. —No lo hago. —¿Pero? —Intente llamarte para investigar a mi primera cita, pero repito, nunca me devuelves las llamadas ya. —Misión cumplida. Me siento como la peor amiga del mundo —Le sonreí de forma conspiradora—. Ahora cuéntame el resto.
La resistencia de Vee se alejó y lo reflejo en su sonrisa. —Su nombre es Rixon, y es irlandés. Su acento o como se llame me mata. Sexy al máximo. Es un poco flaco teniendo en cuenta que soy de huesos grandes, pero estoy pensando en perder veinte libras este verano, así que todo puede ir bien para agosto. —¿Rixon? ¡No puede ser! ¡Me encanta Rixon! —Como norma estándar, no confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon era una excepción. Como joe, sus límites morales se dibujaban grises, de la zona negra a la blanca. No era perfecto, pero no era del todo malo, tampoco. Sonreí, señalando el tenedor de Vee. —No puedo creer que te fueras con él. Quiero decir, es el mejor amigo de joe. Odias a joe. Vee me dio su mirada de gato negro, prácticamente con el pelo erizado. —Que sean mejores amigos no quiere decir nada. Míranos a mí y a ti, no somos nada iguales. —Esto es genial. Podemos pasar el rato los cuatro durante el verano. —Uh-uh. De ninguna manera. No saldré con ustedes ni de broma. No me importa lo que me digas, yo todavía creo que joe tiene algo que ver con la misteriosa muerte de Jules en el gimnasio. Una nube oscura cayó sobre la conversación. Sólo había tres personas la noche que Jules murió en el gimnasio, y yo era una de ellas. Yo nunca le había dicho lo que sucedió a V, sólo lo suficiente para que dejara de presionar y por su propia seguridad, y planeaba mantenerme así. Vee y yo pasamos el día conduciendo por ahí, recogiendo solicitudes de empleo de los locales de comida rápida y eran casi las seis y media cuando llegue a casa. Deje las llaves en el aparador y comprobé el contestador automático. Había un mensaje de mi madre. Había ido al mercado de Michaud a comprar ajo, delicatesen de lasaña y vino barato, y juro sobre su tumba que llegaría antes que los Parenlls a casa. Eliminé el mensaje y subí a mi habitación. Como había perdido mi ducha matinal, y mi cabello se encontraba encrespado a la altura máxima permitida en un día, pensé que tenía que cambiarme sin demora de ropa y ver el control de daños. Cada recuerdo que tenía de Scott Parnell era desagradable, pero invitados eran invitados. Llevaba la chaqueta desabrochada hasta la mitad cuando tocaron a la puerta. Me encontré a joe al otro lado de ella, con las manos en los bolsillos. Normalmente lo habría recibido tirándome directa sobre sus brazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba y él se había dado la vuelta y se había ido directo a casa de Miley. Mi estado de ánimo cayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la esperanza de que mi silencio reservado le enviara el mensaje de que algo andaba fuera de lugar y haría algún movimiento para corregirlo, ya fuera pedir disculpas o dar una explicación. —Hey —dije, de forma casual—. Olvidaste llamar anoche. ¿Dónde terminaste yendo? —A dar una vuelta. ¿Vas a invitarme a entrar?
No lo hice. —Me alegra oír que la casa de Miley es más o menos alrededor de aquí. Una caricatura de sorpresa momentánea confirmo lo que yo no quería creer: Marcie había dicho la verdad. —¿Quieres contarme lo que está pasando? —Le dije con un tono un poco más hostil. —¿Quieres decirme lo que estabas haciendo anoche en su casa? —Pareces algo celosa, Ángel —Podría haber habido una nota de celos detrás de ello, pero a diferencia de la costumbre, no había nada cariñoso o alegre al respecto. —Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras una razón para estarlo —le respondí. —¿Qué estabas haciendo en su casa? —Vigilando unos negocios. Levanté las cejas. —No me había dado cuenta de que tú y miley tuvieran negocios. —Los tenemos, pero es sólo eso. Negocios. —¿Muy elaborados? —hubo una fuerte dosis de denuncia en mis palabras. —¿Me estás acusando de algo? —¿Debería hacerlo? joe por lo general era experto en ocultar sus emociones, pero la línea de su boca estaba apretada. —No. —Si lo que estabas haciendo ayer por la noche en su casa era tan inocente. ¿Por qué te está resultando tan complicado para explicarme que estabas haciendo allí? —No estoy teniéndolo complicado —dijo—. Cada palabra medida con cuidado. —No te lo digo, porque lo que yo esté haciendo en casa de Miley no tiene nada que ver con nosotros. ¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros? Miley era la única persona que cogía todas las oportunidades que tenía para atacarme y las utilizaba menospreciándome. Durante los últimos once años había estado molestándome, difundiendo rumores horribles sobre mí y humillándome públicamente. ¿Cómo podía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía pensar que simplemente iba a aceptar esto sin preguntar? Sobre todo, ¿no se daba cuenta de que estaba aterrada con la idea de que Miley pudiera utilizarlo para hacerme daño? Si ella sospechaba que yo estaba mínimamente interesada, haría todo lo que estuviera en su poder para robarlo para ella. No podía soportar la idea de perder a joe, pero esto me mataría si lo perdía por su culpa. Abrumada por el temor que de pronto sentí, le dije: —No vuelvas por aquí hasta que estés listo para decirme que estabas haciendo en ese lugar. joe con impaciencia entro hacia dentro y cerró la puerta detrás de él. —No he venido para discutir. Quería hacerte saber que Miley se ha topado con algunos problemas esta tarde.
¿Miley otra vez? ¿Se creía que no había cavado un agujero suficientemente profundo? Trate de mantener la calma el tiempo suficiente para escuchar lo que decía, aunque yo quisiera gritarle de vuelta. —¡Oh! —dije con frialdad. —Ella quedó atrapada en el fuego cruzado cuando un grupo de ángeles caídos trataron de forzar a un Nefil para que jurara lealtad dentro del baño de chicos del Bo‘s Arcade. El Nefil no tenía dieciséis años, por lo que no pudieron forzarlo, pero se divirtieron intentándolo. Lo cortaron de forma burda y le rompieron varias costillas. Aquí entra Miley. Había bebido mucho y entro en el baño por equivocación. El ángel caído que guardaba la puerta le clavó un cuchillo. Está en el hospital, pero saldrá pronto. Herida. Mi pulso salto, y sabía que estaba molesta porque Miley había sido apuñalada, pero eso era lo último que quería revelarle a joe. Cruce los brazos. —¿El Nefil está bien? —Recordaba vagamente oír a joe explicar, hace un tiempo, que los ángeles caídos no fuerzan a los nefilims a jurar lealtad hasta que tienen dieciséis años. Del mismo modo que no podían sacrificarme para conseguir un cuerpo humano hasta que tuviera dieciséis. Los dieciséis era una edad oscura, mágica y crucial en el mundo de los ángeles y nefilims. joe me lanzó una mirada que llevaba en ella un mínimo reflejo de disgusto. —Mily podía haber estado borracha, pero lo más probable es que recuerde lo que vio. Obviamente tú sabes que los ángeles caídos y los nefilims intentamos permanecer fuera del radar y alguien como Miley, con una gran boca, puede poner en peligro el secreto. Lo último que quiero es que ella vaya anunciando al mundo lo que vio. Nuestro mundo funciona más fácil cuando los seres humanos lo ignoran. Los ángeles caídos están envueltos en esto. —Su mandíbula se tensó—. Van hacer lo que sea para mantener a Miley callada. Sentí un escalofrió de miedo por Marcie pero lo descarte. ¿Desde cuándo me importaba de una manera u otra lo que le pasara a ella? ¿Desde cuándo estaba más preocupado él por ella que por mí? —Estoy intentando sentirme mal —dije—, pero suena como si esto no nos concerniera a nosotros dos. —Cogí el pomo de la puerta y la mantuve abierta—. Tal vez deberías ir a ver a Miley, a ver si la herida esta sanando adecuadamente.joe soltó mi mano y cerró la puerta con el pie. —Grandes cosas acerca de Miley, tú y yo están a punto de pasar. —El vaciló, como si hubiera más que decir, pero cerró la boca en el último momento. —¿Tú yo y Miley? ¿Desde cuándo has empezado a poner a los tres en la misma frase? ¿Desde cuándo significa algo para ti? —le espeté. Puso una mano en la parte posterior del cuello, el aspecto que confería era el de alguien que sabía que debía elegir cuidadosamente sus palabras antes de responder. —¡Sólo dime lo que estás pensando! —le espeté—. ¡Escúpelo! ¡Ya es bastante malo que no tenga ni idea de lo que sientes, mucho menos si tampoco sé lo que estás pensando! joe miro a su alrededor, como si estuviera preguntándose si yo estaba hablando con otra persona. —¿Escúpelo? —dijo con tono incrédulo. Tal vez incluso molesto—. ¿Qué te parece que estoy intentando hacer? Si tú te calmaras a lo mejor podría. A partir de ahora te vas a poner histérica diga lo que yo diga.
Sentí que mis ojos se estrechaban. —Tengo derecho a estar enfadada. No quieres decirme que estabas haciendo anoche con Marcie. joe echo las manos en alto. Lo hacía de nuevo, ese gesto. —Hace dos meses —empecé a decir, intentando inyectar orgullo en mi voz para ocultar el temblor en ella—. Vee, mi madre –todo el mundo– me advirtió de que eras el tipo de chico que ve a las chicas como conquistas. Ellas dijeron que yo sólo era una muesca en tu cinturón, otra chica estúpida que seducirías para tu propia satisfacción. Dijeron que en el momento en que me enamorara te ibas a largar. Trague duro. —Necesito saber que no estaban en lo cierto. A pesar de que no quería recordar, el recuerdo de la última noche resurgió con perfecta claridad. Le dije que lo amaba y me había dejado ahí. Había cientos de formas diferentes para analizar su silencio, pero ninguna de ellas era buena. El movió la cabeza con incredulidad. —¿Quieres que te diga que están equivocadas? Porque tengo la sensación de que no vas a creerme, no importa lo que te diga. —Me miro. —¿Sigues tan comprometido con esta relación como yo? —No podía no pedírselo. No después de ver todo lo que se derrumbó la noche anterior. De repente me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que el sentía realmente por mí. Pensé que lo era todo para él, ¿pero y si sólo había visto lo que quería? ¿Qué pasa si exagere sus sentimientos? Le sostuve la mirada, no queriendo ponérselo tan fácil, a punto de darle una segunda oportunidad para la pregunta. Necesitaba saberlo—. ¿Me quieres? No podía responder a eso —dijo él, sorprendiéndome hablando a mis pensamientos. Era un regalo que todos los ángeles poseían, pero no entendía cuál era su posición hoy para usarlo. —Pasaré por aquí mañana. Que duermas bien —añadió secamente, dirigiéndose hacia la puerta. —¿Cuando me besas, estás fingiendo? Se detuvo en seco. Otra sacudida de cabeza incrédulo. —¿Fingiendo? —¿Cuando te toco, sientes algo? ¿Cuán lejos va tu deseo? ¿Sientes algo cercano a lo que yo siento por ti? Patch me miraba en silencio. —____… —empezó él. —Quiero una respuesta directa. Después de un momento, dijo: —Emocionalmente sí. —Pero físicamente, no ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en una relación, cuando no tengo ni idea de los medios con los que cuento? ¿Estoy experimentando cosas a un nivel completamente diferente? Porque eso es lo que siento. Y lo odio —añadí—, no quiero que me beses porque tienes que hacerlo. No quiero que pretendas que significa algo cuando simplemente es un acto.
—¿Simplemente un acto? ¿Te estás escuchando? —El echo la cabeza hacia atrás sobre la pared y rio de forma oscura. Me corto con una mirada de reojo—. ¿Has terminado con las acusaciones? —¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola de ira. —Todo lo contrario —Antes de que pudiera decir nada más, se volvió hacia la puerta—. Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente. —¿Qué se supone que significa esto? —Significa que estás loca. Eres imposible. —¿Loca? Inclinó la barbilla hacia arriba y planto un rápido beso en mi boca. —Y yo debo estar loco por estar aquí a pesar de ello. Me liberé y él se froto la barbilla con resentimiento. —¿Dejaste que te convirtieran en un humano por mí y esto es lo que consigo? Un novio que pasa su tiempo con Miley, pero no me va a decir por qué. Un novio que sale al primer indicio de pelea. Te diré lo que eres: eres un ¡idiota! ¿Imbécil? —Le hablo a mis pensamientos, su voz fría y cortante—. Estoy intentando seguir las reglas. Yo no se supone que tenga que enamorarme de ti. Los dos sabemos que no se trata de Marcie. Esto es sobre lo que siento por ti. Tengo que frenarme. Estoy caminando por una línea peligrosa. No puedo estar contigo como yo quiero. —¿Por qué renunciaste a convertirte en un humano por mí, si tu sabias que no podías estar conmigo? —le pregunté, mi voz tambaleándose un poco, el sudor picándome en las manos—. ¿Qué esperas de una relación conmigo? ¿Cuál es el punto de… —mi voz se cortó y trague sin querer—, nosotros? ¿Qué tenía que esperar de una relación con joe? En algún punto, debía haber pensado que nuestra relación era así, y que sucedería. Por supuesto que lo había hecho. Pero yo había tenido tanto miedo por lo que vendría que había pretendido obviar la distancia. Pretendía una relación con joe pudiera funcionar, porque en el fondo, en cualquier momento joe había parecido mejor que nada en absoluto. Ángel. Mire hacia arriba cuando joe dijo mi nombre en mis pensamientos. — Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. —El paro, y por primera vez desde que lo conocía, vi un destello de preocupación en sus ojos—. Pero yo ya he caído. Si les doy a los arcángeles un simple motivo para que piensen que estoy remotamente enamorado de ti, me van a mandar al infierno. Para siempre. La noticia me cayó como un golpe en el estómago. —¿Qué? Soy un ángel de la guarda o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles no confían en mí. No tengo privilegios, no hay privacidad. Dos de ellos me acorralaron ayer por la noche para tener una charla y volví andando con la sensación de que quieren que caiga de nuevo. Por la razón que sea, se está eligiendo tomar medidas enérgicas contra mí. Están buscando cualquier excusa para librarse de mí. Estoy en libertad condicional, y si me equivoco aquí, mi historia no tendrá un final feliz.
Lo mire, pensando que tenía que exagerar, pensando que no podía ser tan malo, pero un vistazo a su rostro me dijo que nunca había hablado tan en serio. —¿Qué ocurre ahora? —pregunté en voz alta. En lugar de contestar, joe suspiró con frustración. La verdad de la cuestión, es que esto iba a terminar mal. No importa cuánto diéramos marcha atrás, punto muerto, o mirábamos para otro lado, o un día no muy lejano nuestras vidas serian destrozadas. ¿Qué sucedería cuando me graduara y fuera a la universidad? ¿Qué pasaría cuando siguiera mi sueño de irme al otro lado del país? ¿Qué pasaría cuando llegara el momento de que me casara o tuviera hijos? Yo no estaba haciéndole un favor a nadie cayendo enamorada de joe cada día un poco más. ¿De verdad quería seguir en este camino ya, sabiendo que sólo terminaría con la devastación? Por un momento fugaz pensé que tenía la respuesta –dejar marchar mis sueños. Era tan simple como eso. Cerré los ojos y deje ir mis sueños como si fueran globos con cintas largas y delgadas. No necesitaba esos sueños. Ni siquiera podía estar segura de que los conseguiría. E incluso si lo hiciera, no quería pasar el resto de mi vida sola y torturada sabiendo que todo lo que había hecho no significaba nada sin joe. Y entonces me di cuenta de una forma terrible de que ninguno de los dos podía renunciar a todo. Mi vida seguiría marchando en el futuro y no tenía el poder para detenerlo. joe se quedaría siendo un ángel para siempre, que seguiría su camino cuando yo muriera. —¿No hay nada que podamos hacer? —le pregunté. —Estoy trabajando en ello. En otras palabras, no tenía nada. Estábamos atrapados a ambos lados –los arcángeles aplicaban presión en una dirección y dos futuros en direcciones muy diferentes por el otro lado. —Quiero que lo dejemos —dije en voz baja. Sabía que no era justo –estaba protegiéndome a mí misma. ¿Qué otra opción tenia? Yo no podía darle a joe la oportunidad de hablar conmigo fuera de esto. Tenía que hacer lo mejor para los dos. No podía estar aquí esperando, cuando la verdadera cosa que nos sostenía va desapareciendo día a día. Yo no podía mostrar lo mucho que me importaba cuando sólo iba a hacer las cosas aún más duras al final. Por encima de todo, no quería ser la razón por la que joe perdiera todo por lo que había trabajado. Si los arcángeles buscaban una excusa para desterrarle para siempre, se lo estaba poniendo más fácil. Joe se quedó mirándome, como si no pudiera decir si yo hablaba en serio. —¿Eso es todo? ¿Quieres terminar? Has tenido tu turno para dar tus explicaciones que yo no comparto por cierto, pero ahora que me toca a mí, ¿se supone que tengo que acatar tu decisión y terminar? Me abrace los codos y me aleje. —No puedes obligarme a permanecer en una relación que no quiero. —¿Podemos hablar de esto? —Si quieres hablar, dime que hacías en casa de miley ayer por la noche. — Pero joe tenía razón, no se trataba de Marcie. Esto es por lo que yo estaba asustada y molesta con el trato que el destino y las circunstancias nos habían dado a los dos. Me volví para ver a joe arrastrar la mano por su cara. Soltó una breve carcajada, incrédulo. —¿Si yo hubiera quedado con Rixon anoche, me habrías preguntado qué estaba pasando? —Le espeté. —No —dijo él, su voz peligrosamente baja—. Confió en ti. Con el miedo a perder mi decisión si no actuaba de inmediato, golpeé su pecho con las manos haciéndole dar un paso atrás. —Vete —le dije, con lágrimas en los ojos que hicieron mi voz más áspera—. Hay otras cosas que quiero hacer con mi vida. Cosas que no te implican a ti. Tengo la universidad y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda por algo que no está destinado a ser. Joe se estremeció. —¿Es esto lo que realmente quieres? —¡Cuando beso a mi novio, quiero saber que él lo siente! Tan pronto como lo dije, me arrepentí. No quería hacerle daño, sólo quería llegar a ese momento con la mayor brevedad posible antes de que me viniera abajo y rompiera a llorar. Pero había ido demasiado lejos ahora. Lo vi rígido. Nos quedamos cara a cara, ambos respirando con dificultad. Luego salió, tirando de la puerta tras de él. Una vez que la puerta estuvo cerrada, me desplome. Lágrimas quemando en la parte de atrás de mis ojos, pero no cayo ni una sola gota. Sentía la frustración y la ira chocando con lo que sentía más que cualquier otra cosa, pero sospechaba que eso es lo que capturo un sollozo en mi garganta, cinco minutos después cuando todo paso lejos y me di cuenta del impacto total de lo que había hecho, sentí mi corazón romperse. -------- aca les dejoo el capii comenten y diganme que les parece
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| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 19th 2011, 16:05 | |
| la leere cuando vuelva de mmi mini viaje, el lunes la comento besitos bye bye | |
| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 20th 2011, 19:06 | |
| osea terminaron?! Waaaaa! No es cierto verdad? Jajaja guau me quede sin palabras jajaja, pero si con muchisimas preguntas siguela! | |
| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 22nd 2011, 19:21 | |
| wooow lo acabo de terminar de leer completo si la primera temporada me dejo sin aliento, esta me quito los pulmones la ame sii eso quise leer yo, la intensidad de su amor y luego la desilusion, xq encontraba injusto todo lo que les costo estar juntor y ahora esto'??
1-. ¿QUE EDAD TENGO? 2.- ¿PATCH NO ME AMA? 3-. ¿XQ PERSIGUIO A MILLAR? 4-. ¿CUANDO SUBES CAPITULO'?
ddefinitvamente siguela amo tu nobe y necesito saber que mas sigue besitos bye bye
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| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 22nd 2011, 21:44 | |
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| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 23rd 2011, 06:01 | |
| gayaaa siguela pronto por fi vore! tu saes que estamos tus lectoras fieles q nos cortamos por seguir leeiendo :B exito en el cole y vuelve con mas capitulos *...* | |
| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 24th 2011, 14:37 | |
| siguela | |
| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 25th 2011, 11:46 | |
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| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 26th 2011, 11:33 | |
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capitulo 3
Me apoyé a la esquina de mi cama, mirando hacia ninguna parte. La ira estaba comenzando a desaparecer, pero casi deseé poder quedarme atrapada en ese estado para siempre. El vacío que quedó dolía más que el agudo y fiero dolor que sentí cuando joe se marchó. Traté de encontrarle sentido a lo que ocurrió, pero mis pensamientos eran un desastre descompuesto. Las palabras que gritamos corrían por mis oídos, como un eco atropellado, recordando un mal sueño más que una conversación verdadera. ¿De verdad rompí con él? ¿Significaba que sería permanente? ¿No había esperanza? o, más inmediato, ¿algún tipo de trato con los arcángeles para nosotros? Como una respuesta, mi estómago se retorcía, amenazando con enfermarse. Me apresuré hacia el baño y me arrodillé junto al inodoro, mis oídos retumbando y mi respiración forzosa y entrecortada. ¿Qué he hecho? Nada permanente, definitivamente nada permanente. Mañana nos veremos otra vez y todo volverá a ser normal. Esto era sólo una discusión. Una estúpida discusión. Éste no era el final. Mañana nos daremos cuenta lo tontos que hemos sido y nos disculparemos. Dejaremos esto en el pasado. Nos reconciliaríamos. Me arrastré a mi misma para levantarme y abrí el grifo del lavamanos. Mojé una pequeña toallita y la presioné contra mi rostro. Todavía me sentía como si mi mente estuviese girando más rápido que un carrete de hilo, cerré mis ojos para hacer que se detuviera. ¿Pero qué hay sobre los arcángeles? ¿Cómo joe y yo tuvimos una relación normal si ellos siempre nos estaban vigilando? Me congelé. Ellos podrían estar mirándome ahora mismo. Ellos podrían estar mirando a joe. Tratando de decir si él había cruzado la línea. Buscando alguna excusa para enviarlo al infierno, y lejos de mí, para siempre. Sentí mi ira reiniciarse. ¿Por qué ellos no nos dejan tranquilos? ¿Por qué ellos estaban tan decididos en destruir a joe? Joe me dijo que él era el primer ángel caído al que se le devolvieron las alas y lo convirtieron en un ángel guardián. ¿Los arcángeles estaban molestos por eso? ¿Sentían que de alguna manera joe los había engañado? ¿O que él había hecho trampa para volver desde abajo? ¿Querían poner a joe en su lugar? ¿O simplemente no confiaban en él? Cerré mis ojos, sintiendo una lágrima caer por un lado de mi nariz. Devuelvo lo dicho, pensé. Quise llamar a joe desesperadamente pero no sabía si eso lo pondría en algún tipo de peligro. ¿Los arcángeles podían escuchar conversaciones telefónicas? ¿Cómo podíamos joe y yo tener una conversación sincera si ellos estaban espiando siempre?
Además, no podía dejar ir mi orgullo tan rápidamente. ¿Por qué el simplemente no podía admitir que yo tenía algo de razón? La primera razón por la que discutimos fue porque él no estaba dispuesto a decirme que estaba haciendo en casa de Marcie anoche. Yo no era una chica celosa, pero él sabía mi historia con Marcie. Él sabía que esa era la única razón por la que yo tenía que saber. Había algo más que me hacia enfermar. joe dijo que Miley había sido atacada en el baño de hombres en Bo's Arcade, ¿Qué hacia Marcie en Bo's? Tanto como sabía, nadie en Coldwater iba a Bo's. De hecho, antes de conocer a joe no sabía de la existencia de ese lugar. ¿Era una coincidencia que después de que joe mirara hacia la ventana del dormitorio de Miley, ella pasara frente a la puerta de Bo's? joe insistió en que no había más que negocios entre ellos dos, ¿pero qué significaba eso? Y Miley era muchas cosas más entre persuasiva y seductora. No sólo que ella no tomaba un no por respuesta, ella no aceptaba ninguna respuesta que no fuera exactamente lo que ella quería. Y si, esta vez, ¿ella quería a... joe? Un fuerte golpe en la puerta principal me sacó de mi ensueño. Me fui hasta el desastre de almohadas en mi cama, cerré mis ojos y llame a mi mamá. —Los Parnells están aquí. —Ack! Estoy en el semáforo de Walnut. Estaré allí en dos minutos. Invítalos a pasar. —A penas recuerdo a Scott, no recuerdo a su mamá en lo absoluto. Los invitaré a pasar, pero no buscaré conversación. Estaré en mi habitación hasta que regreses. –Traté de hacer que mi tono de voz le dijera que algo estaba mal, pero no es que no confié en mi madre. Ella odiaba a jor. No quería hablar con él. Y yo no podría soportar la felicidad y el alivio en su voz. No ahora. —____. —¡Bien! Hablaré con ellos. —Cerré mi teléfono de un golpe y lo lancé a algún lugar de mi habitación. Me tomé mi tiempo para caminar hasta la puerta principal y le quité el seguro. El chico parado en el tapete de la puerta era alto y bien formado– podía decirlo porque su camiseta estaba ajustada a los lados y decía GIMNASIO PLATINIUM, PORTLAND. Un aro de plata colgaba del lóbulo de su oreja derecha, y sus Levi's colgaban peligrosamente en lo más bajo de su cadera. Tenía un gorra rosa con estampado Hawaiano que lucía recién salida de una tienda se segunda mano, tenía que ser una broma, y sus lentes de sol me recordaron a Hulk Hogan6. A pesar de todo esto, el chico tenía cierto encanto. Las esquinas de su boca sonrieron. —Tú debes ser ___. —Tú debes ser Scott. Entró en la habitación y se quitó sus lentes de sol. Sus ojos escanearon todo el lugar, desde el pasillo hasta la cocina. —¿Dónde está tú mamá? —En camino, con la cena. —¿Qué comeremos?
No me gustó como utilizó la terminación emos de "Nosotros". No hay un "Nosotros". Estaba la Familia Grey y la familia Parnell. Dos entidades separadas que se encontraban compartiendo la misma mesa por una noche. Cuando yo no respondí, el siguió hablando. —Coldwater es más pequeño en comparación a lo que estoy acostumbrado. Envolví mis brazos sobre mi pecho. —Es también más frío que Portland. El me miró de pies a cabeza, luego sonrió. —De eso me di cuenta. —el pasó por un lado de donde estaba yo hasta el refrigerador—. ¿Tienes cerveza? —¿Qué? No. La puerta principal todavía estaba abierta, y entraban voces desde afuera. Mi mamá entró, cargando con dos bolsas marrones de papel con comida. Una mujer redonda con un mal corte de cabello y un pesado maquillaje rosa la siguió. —____, esta es Lynn Parnell –mi mamá dijo—. Lynn, esta es ___. —Mi Dios —dijo la Sra. Parnell, juntando sus manos—. Ella es igualita a ti, ¿cierto Blythe? ¡Y mira esas piernas! Más largas que una bailarina de las Vegas. Luego hablé. —Sé que este no es un buen momento, pero no me siento bien, me iré a acostarme. Mi madre me lanzó la peor de sus miradas. Yo le respondí con mi mirada de injusticia. —Scott ha crecido bastante, ¿cierto ___? —ella dijo. —Muy observadora. Mamá colocó las bolsas en la mesa y miró a Scott. —___ y yo estábamos nostálgicas esta mañana recordando todo lo que ustedes hacían de pequeños. ___ me dijo que la obligabas a comer insectos. Antes de que Scott se pudiese defender, yo dije: —El solía freírlos vivos bajo una lupa y no me obligaba a comerlos. El se sentaba sobre mí y me presionaba la nariz hasta que se me acabara el aire y tuviera que abrir la boca. Luego el los metía en mi boca. Mamá y la Sra. Parnell se miraron brevemente. —Scott siempre fue persuasivo —la Sra. Parnell dijo rápidamente—. Él puede hacer que las personas hagan cosas que nunca soñarían con hacer. El tiene un talento para ello. Me convenció de que le comprara un Mustang del '66. Claro, él me lo dijo en un buen momento, me sentía muy culpable por el divorcio. Bueno. Como estaba diciendo, Scott seguramente hacia los mejores insectos fritos en todo el vecindario. Todos me miraron a mí para que lo confirmara. No puedo creer que estuviéramos discutiendo esto como si fuera un tema normal. —Entonces —dijo Scott, rascándose el pecho. Sus bíceps se flexionaron cuando lo hizo, pero el probablemente lo sabía—. ¿Qué hay para cenar? —Lasaña, pan de ajo y ensalada de gelatina —dijo Mamá con una sonrisa—. ___ hizo la ensalada. Esto era noticia para mí. —¿La hice?
—Tú compraste las cajas de gelatina —ella me recordó. —Eso no cuenta realmente. —____ hizo la ensalada —Mamá le aseguró a Scott—. Creo que todo está listo. ¿Por qué no vamos a comer? Una vez sentados, nos tomamos las manos y mamá bendijo la comida. —Háblame sobre los apartamentos en el vecindario —la Sra. Parnell dijo, cortando la lasaña y dándole el primer trozo a Scott—. ¿Cuánto debería pagar por dos habitaciones y dos baños? —Depende de que tan remodelado lo quieras —mamá respondió—. Casi todas las construcciones en esta área son anteriores al año 1900, y lo muestran. Cuando estábamos recién casados, Harrison y yo buscamos muchos apartamentos de dos habitaciones, pero siempre había algo mal, como hoyos en las paredes, problemas de cucarachas, o estaban muy lejos de un parque. Y como yo estaba embarazada, decidimos que necesitábamos un lugar más grande. Esta casa había estado en el mercado por 18 meses, y tuvimos la oportunidad de hacer un trato considerado muy bueno para ser real. —ella miró alrededor—. Harrison y yo habíamos planeado remodelarla eventualmente, pero bueno... luego... como ustedes saben... —ella bajó su mirada. Scott aclaró su garganta. —Siento mucho lo de tu papá, _____. Todavía recuerdo que mi papá me llamó la noche que ocurrió. Yo estaba a poca distancia del lugar, en una tienda. Espero que consigan a quién fuera que lo mató. Trate de decirle gracias, pero las palabras se rompieron en mi garganta. No quería hablar sobre mi papá. Mis sentimientos por la ruptura con joe estaban lo suficientemente crudos como para hablar sobre eso. ¿Dónde estaba él ahora? ¿Lo estaría consumiendo el remordimiento? ¿Entenderá lo mucho que deseo devolver mis palabras? De repente me pregunté si me habría enviado un mensaje de texto, y desee haber traído mi teléfono conmigo. ¿Pero cuanto podría decir? ¿Los arcángeles podrían leer sus textos? ¿Cuánto podían ver? ¿Ellos están en todas partes? Me pregunté a mí misma, sintiéndome vulnerable. —Dinos ___ —Dijo la Sra. Parnell—. ¿Cómo es la secundaria de Coldwater? Scott estaba en el equipo de lucha libre en Portland. Su equipo ganó las estatales los últimos tres años. ¿El equipo de lucha de la escuela es bueno? Yo antes estaba segura de mudarnos hasta aquí pero luego Scott me recordó que Coldwater es clase C. Yo me saqué a mi misma de las tinieblas de mis pensamientos muy lentamente. ¿Acaso teníamos equipo de lucha libre? —No sé nada sobre lucha —dije vagamente—. Pero el equipo de básquet fue a las estatales una vez. La Sra. Parnell se ahogó con su vino. —¿Una vez? —sus ojos me miraban a mí y luego a mi madre, pidiendo una explicación. —Hay una foto del equipo en la recepción —dije—. Por el aspecto de la foto, parece que es de hace sesenta años. Los ojos de la señora Parnell se estrecharon. —¿Hace sesenta años? —Se limpió la boca con la servilleta—. ¿Hay algo mal con esa escuela? ¿El entrenador? ¿El director atlético?
—No hay problema —dijo Scott—. Me tomaré este año libre. La Sra. Parnell bajo su tenedor con un sonoro 'chink'. —Pero tú amas la lucha. Scott se comió otro trozo de lasaña y levantó un hombro indiferentemente. —Este es tu último año. —¿Y? —dijo Scott con la comida en la boca. La Sra. Parnell plantó sus hombros en la mesa y se inclinó hacia adelante. —Y no vas a entrar en la universidad por tus notas señor. Tu única esperanza a estas alturas es esa universidad comunitaria. —Tengo otras cosas que quiero hacer. Sus cejas se alzaron. —¿Oh? ¿Cómo repetir el último año? —Tan pronto como ella lo dijo, vi una pisca de miedo en sus ojos. Scott mascó su comida dos veces más, luego tragó. —¿Me pasas la ensalada, Blythe? Mi mamá le paso el tazón de gelatina a la Sra. Parnell, quien lo posó frente a Scott cuidadosamente. —¿Qué pasó el año pasado? —mi mamá preguntó, llenando el silencio tenso. La Sra. Parnell sacudió una mano. —Oh, tú sabes como es. Scott se metió en problemas, lo usual. Nada que una madre de adolescente no haya visto nunca. — Ella rió, pero su humor estaba bajo. —Mamá —dijo en un tono que sonaba bastante como una advertencia. —Sabes cómo son los chicos —La Sra. Parnell continuó, haciendo gestos con el tenedor—. Ellos no piensan. Viven en el momento. Son descuidados. Tienes que estar agradecida de tener una hija Blythe. Oh, por Dios. Ese pan de ajo me tiene la boca hecha agua, ¿me pasas un trozo? —No debí haber dicho nada —mi madre murmuró, pasando el pan—. No te puedo explicar lo encantada que estoy tenerte devuelta en Coldwater. La Sra. asintió vigorosamente. —Estamos encantados de estar de regreso, y juntos. Pare de comer, dividiendo mis miradas entre Scott y la Sra. Parnell, tratando de entender lo que estaba ocurriendo. Los chicos siempre serán chicos, eso lo podía creer. Lo que no estaba creyendo era la insistencia de la Sra. Parnell en que los problemas de Scott figuraran en la categoría de normales. Y la supervisión de Scott en cada palabra que ella decía no me estaba ayudando a cambiar de parecer. Pensando que había más en la historia de lo que estaban diciendo, presioné una mano en mi corazón y dije: —¿Por qué?, Scott, No paseaste alrededor del vecindario robando avisos para colgarlos en tu habitación ¿o sí? La Sra. Parnell lanzó una genuina, y casi de alivio, sonrisa. Bingo. Cuál fuera el problema en qué se metió Scott no fue tan inocente como robar letreros. Yo no tenía cincuenta dólares, pero de tenerlos hubiese apostado que el problema de Scott era todo menos normal. —Bueno —mi mamá dijo, su sonrisa en las esquinas—, estoy segura de que lo que haya pasado está en el pasado. Coldwater es un buen lugar para un nuevo comienzo. ¿Ya te registraste para las clases, Scott? Algunas de ellas se llenan rápidamente, especialmente las avanzadas. —Clases avanzadas —Scott repitió con un tono de diversión—. No quiero ofender, pero no aspiro por tanto. Como mi mamá. —él la alcanzó y tocó su hombro de un manera de todo menos afectuosa—. Muy cariñosamente les señalo, que si voy para la universidad, no será por mis notas. Sin querer que nadie acabe con el tema de los problemas de Scott, yo comienzo. —Oh, por favor, Scott. Me estás matando. ¿Qué es tan malo sobre tu pasado? No puede ser tan horrible que no quieras decirles a tus viejos amigos. —___ —mi mamá comenzó. —¿Obtuviste infracciones? ¿Robaste un auto? ¿Un paseo ilegal? Bajo la mesa, sentí el pie de mi mamá posarse sobre mi pie. Me dio una mirada que claramente decía, '¿Qué te pasa?' La silla de Scott hizo que se cayera al piso. —¿El baño? —él le preguntó a mi madre. Se estiró y dijo: —Tengo indigestión. —Al final de las escaleras. —Su voz sonó como una disculpa. De hecho ella se estaba disculpando por mi comportamiento, cuando fue ella quien arregló todo para esta ridícula cena. Cualquiera con un poco de juicio sabría que el objetivo de esta cena no era puramente social. Vee tenía razón –esta era una cita. Bueno, tengo noticias para mamá. ¿Scott y yo? No pasará. Luego de que Scott se retirara, La Sra. Parnell sonrío ampliamente, como para borrar los últimos cinco minutos y comenzar de nuevo. —Entonces, dime —dijo ella muy feliz—. ¿____ tiene novio? —No —dije al mismo tiempo en que mamá dijo—, Algo así. —Eso es confuso —dijo la Sra. Parnell, masticando la lasaña y mirándome a mamá y a mí. —Su nombre es joe —dijo mamá. —Que nombre tan raro —añadió la Sra. Parnell—. ¿En qué estaban pensando sus padres? —Es un sobre nombre —mamá explicó—. joe se mete en un montón de peleas. Él siempre necesita ser remendado De repente me arrepentí de haberle explicado a mamá que ese era un sobre nombre. La Sra. Parnell sacudió su cabeza. —Creo que ese es un nombre de pandillero. Todos los pandilleros usan sobre nombres. Asesino, Violador, Torturador. Joe. Gire mis ojos. —joe no es un pandillero. —Eso es lo que tú crees —dijo la Sra. Parnell—. Los pandilleros son criminales de lo profundo de la ciudad, ¿cierto? Ellos son cucarachas que solo salen en las noches. —Ella se calló por un instante y miró la silla vacía de Scott—. Los tiempos cambian. Un par de semanas atrás vi un episodio de La Ley y El Orden sobre unos nuevos pandilleros adinerados. Se llaman a sí mismos sociedades secretas, o sociedades de sangre, o alguna cosa sin sentido, pero todo termina siendo lo mismo. Pensé que eran cosas típicas de la basura de Hollywood, pero el padre de Scott ve cada vez más de esas cosas, tú sabes que él es un policía. —¿Tu esposo es un policía? —pregunté. —Ex-esposo, que se pudra su alma.
Esto es suficiente.
La voz de Scott salió desde el pasillo sombrío, y yo salté del susto. Ya me estaba preguntando si no había ido al baño, o si se había quedado allí parado para escuchar nuestra conversación, cuando me di cuenta de que él no había hablado en voz alta. De hecho. Estaba muy segura que él había hablado a... mis pensamientos. No. No a mis pensamientos. A los de su madre, y yo de alguna manera lo escuché. La Sra. Parnell levantó sus manos. —Todo lo que digo es que se pudra su alma, no me arrepiento de decirlo porque eso es lo que pienso. —Dije que dejaras de hablar. —El tono de voz de Scott era tranquilo, suave. Mi mamá se volteó, como si se acabara de dar cuenta de que Scott estaba allí. Yo pestañeé, sin poder creer lo que estaba pasando. No pude haberlo escuchado hablar a los pensamientos de su madre. Quiero decir, Scott era humano... ¿lo era? —¿Así es como le hablas a tu madre? —la Sra. Parnell dijo, sacudiendo su dedo. Pero podía decir que era más por nuestro beneficio que por poner a Scott en su lugar. Su mirada fría se quedo posada en ella un momento más, luego el salió por la puerta principal. La Sra. Parnell se limpio la boca, labial rosa se quedo en su servilleta. —El feo lado del divorcio. —Ella dejó salir un largo y elaborado suspiro—. Scott nunca tenía ese temperamento. Por supuesto debe ser que está madurando para ser el padre de su propio hijo. Bueno. Es un mal tema y nada apropiado para la cena. ¿joe lucha, ___? apuesto que Scott podría enseñarle un par de cosas. —El juega pool —dije con una voz distraída; no tenía el deseo de hablar sobre joe. No aquí. No ahora. No cuando su nombre hacia que una roca llenara mi garganta. Más que nunca, desee haber traído mi teléfono a la mesa. Ya no me sentía tan furiosa, lo que podía significar que joe tampoco. ¿Ya me habrá perdonado lo suficiente como para enviarle un texto o llamarlo? Todo era un desastre, pero tenía que buscarle solución. Esto no era tan malo como parecía. Nosotros encontraríamos la manera de hacer que funcione. La Sra. Parnell asintió. —Polo. Ese es un buen deporte en Maine. —Pool como billar, en un bar —Mamá me corrigió, sonando un poco molesta. La Sra. Parnell sacudió su cabeza como si hubiese escuchado mal. —La mayor de las actividades de pandilleros —ella dijo finalmente ---Mejor mantén un ojo sobre ese joe tuyo, ___. Podría estar escondiendo algo de ti. Algo que mantiene en la oscuridad. —Él no es un pandillero —repetí por millonésima vez, tratando de mantener un tono cortés. Pero tan pronto como lo dije, me di cuenta de que no había manera de que yo supiera si él había sido un pandillero o no. ¿Acaso un grupo de Ángeles caídos cuentan como pandilleros? No sabía mucho sobre su pasado, nada antes de conocerlo... —Ya veremos —dijo la Sra. Parnell, dudosa—. Ya veremos. Una hora después de que la comida se había acabado y los platos habían sido lavados, La Sra. Parnell finalmente había terminado de perseguir a Scott, y me fui a mi habitación. Mi teléfono estaba en el piso, mostrando que no tenía mensajes, ni llamadas. Mi labio tembló, y me llevé mis manos al rostro para evitar que se me nublara la visión con lágrimas. Para evitar que mi mente pensara en todas las cosas horribles que le dije a joe, traté de pensar en una manera para arreglar las cosas. Los arcángeles no nos podían prohibir hablar o vernos el uno al otro –no cuando joe era mi ángel guardián. El tenía que quedarse en mi vida. Nosotros seguiríamos haciendo lo que siempre hacemos. En un par de días, después de olvidar nuestra primera pelea real, las cosas volverán a la normalidad. ¿Y a quién le interesa mi futuro? Eso lo puedo arreglar después. No es como si tuviera toda mi vida planeada en este momento. Pero todavía había algo que no encajaba. joe y yo nos pasamos los últimos dos meses mostrando nuestra afección públicamente, sin ningún tipo de reservación. ¿Así que por qué ahora se está preocupando por los arcángeles? Mi mamá asomó su cabeza dentro de la habitación. —Voy a comprar un par de cosas para mi viaje de mañana. Debería estar de regreso pronto. ¿Necesitas que te traiga algo? Me di cuenta de que no había mencionado a Scott como novio potencial. Aparentemente ese pasado que esconde empañó sus planes como Cupido. — Estoy bien, pero gracias de todas maneras. Ella comenzó a cerrar la puerta, luego se detuvo. —Tenemos un problema. Dejé que se me saliera que tú no tienes un carro. Y Lynn ofreció a Scott para que te lleve a las clases de verano. Le dije que realmente no era necesario, pero creo que ella pensó que sólo lo decía para no dejar fuera a Scott. Dijo que tú le pagarías a él dándole un recorrido por Coldwater mañana. —Vee me lleva hasta la escuela. —Eso también se lo dije. Pero no quiso aceptar un no por respuesta. Será mejor si tú le explicas las cosas a Scott directamente. Agradécele por ofrecerse, y dile que ya tienes a alguien que te lleve. Justo lo que quería. Más interacción con Scott. —Quiero que te sigas yendo con Vee, —ella agregó lentamente—. De hecho, si Scott pasa por aquí mientras estoy fuera de la ciudad, mantén tu distancia. —¿No confías en él?
—No lo conocemos muy bien —dijo cuidadosamente. —Pero Scott y yo solíamos ser amigos, ¿recuerdas? Me miró enfáticamente. —Eso fue hace mucho tiempo. Las cosas cambian. Exactamente mi punto. —Sólo me gustaría saber un poco más sobre Scott antes de que pases mucho tiempo con él —ella continuó—. Cuando vuelva veré que podemos encontrar. Bueno, este fue un cambio inesperado de los eventos. —¿Vas a buscar la basura que esconde? —Lynn y yo somos buenas amigas. Está muy estresada. Va a necesitar alguien en quien confiar. —dio un paso hacia la peinadora, tomó mi loción para las manos y se echó—. Si menciona a Scott, bueno, no voy a dejar de escuchar. —Si te sirve de ayuda, yo creo que él no es bueno, pienso que estuvo muy misterioso en la cena. —Sus padres están pasando por un divorcio —ella dijo en ese mismo tono cuidadoso y neutral—. Estoy segura de que está pasando por mucho trauma. Es difícil perder a un padre. Dímelo a mí. —La subasta termina el miércoles en la tarde, debería estar de regreso para la cena. ¿Vee se quedara mañana en la noche, verdad? —Sí —dije, justamente recordando que todavía tenía que discutir esto con Vee, pero no me imagine que habría algún problema—. Por cierto, estoy pensando en buscar trabajo. Es mejor decirle rápidamente, especialmente que si tengo suerte, espero tener un trabajo antes de que ella regrese. Mamá pestañeo. —¿De dónde salió eso? —Necesito un auto. —Pensé que a Vee no le importaba llevarte. —Siento que soy un estorbo. —No puedo ni siquiera ir de emergencia a la tienda para comprar tampones sin llamar a Vee. Peor, casi me voy a la escuela con Millar. No quería pedirle nada innecesario a mi madre, especialmente cuando estamos tan cortas de dinero, pero no quiero que ocurra de nuevo lo de esta mañana tampoco. He estado esperando conseguir un carro desde que me mamá vendió el Fiat, y ver el Cabriolet esta tarde me hizo entrar en acción. Pagar por el auto yo misma parece como algo justo. —¿No crees que un trabajo va a interferir con la escuela? —Mamá preguntó, su tono me decía que ella no estaba muy feliz con la idea. No es que esperara que lo estuviera. —Sólo estoy tomando una clase. —Sí, pero es química. —Sin ofender, pero yo puedo manejar dos cosas a la vez. Con eso, ella se sentó en el borde de mi cama. —¿Hay algún problema? Estás muy mal esta noche.
Me tomó más tiempo más tiempo del necesario responder, y estuve a punto de decir la verdad. —No. Estoy bien. —Pareces estresada. —Largo día. Oh, ¿y te mencioné que Miley Miller es mi compañera de clase? Pude notar por su expresión que ella sabía lo malo que eso era. Después de todo, fue a mi mamá a quien recurrí estos últimos once años en los que Miley ha estado haciéndome la vida difícil. Y fue mi mamá quien recogió las piezas, me armó de nuevo y me envío al colegio más fuerte, sabía y con mis propios trucos. —Estoy atascada con ella por las próximas ocho semanas. —Te diré una cosa, si sobrevives las ocho semanas sin matarla, podemos hablar de un carro. —Eso es una apuesta difícil mamá. Ella besó mi frente. —Espero un reporte completo de los primeros días cuando llegue del viaje. Nada de fiestas salvajes mientras no estoy aquí. —No te prometo nada. Cinco minutos después, mi mamá se alejó en su Taurus. Dejé que la cortina cayera de vuelta a su lugar, me senté en el sofá, y mire fijamente mi teléfono. Pero no entraba ninguna llamada. Busqué la cadena de joe, todavía enrollada en mi cuello, y más apretado de lo que esperaba. Estaba ahogada en el horrible pensamiento de que eso era todo lo que me había quedado de él.
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| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
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| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 27th 2011, 07:08 | |
| iuugh que conScott?! Y como pudo hablarle a su mama asi?q no entiendo?! jajaja siguela muy buenos los caps | |
| | | liz_anasstazia Casada Con
Cantidad de envíos : 1055 Edad : 30 Localización : Chile // en sueños vivo en LA xD Fecha de inscripción : 11/09/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 28th 2011, 17:20 | |
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| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 28th 2011, 19:33 | |
| siguuela!!! | |
| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Noviembre 30th 2011, 18:25 | |
| Vaane siguuela! | |
| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Diciembre 1st 2011, 16:42 | |
| capitulo 4
El sueño vino en tres colores: negro, blanco y un gris pálido. Era una noche fría. Estaba descalza en el camino de tierra, lodo y lluvia llenando rápidamente los agujeros. Rocas e hierbas malas surgieron intermitentemente. La oscuridad consumió el campo, excepto por un punto brillante: a unos metros de la carretera yacía una taberna de piedra y madera. Velas parpadearon en las ventanas, y estaba a punto de ir hacia la taberna por refugio cuando oí el tintineo lejano de campanas. Mientras el sonido de las campanas aumentaba, me moví a una distancia segura de la carretera. Observé como un coche tirado por caballos se sacudió de la oscuridad y vino a parar donde había estado parada momentos antes. Tan pronto como las ruedas dejaron de rodar, el conductor se arrojo fuera del coche, salpicando lodo hasta la mitad de sus botas. Él tiró de la puerta y retrocedió. Una sombra oscura surgió. Un hombre. Una capa colgaba de sus hombros, agitándose abierta en el viento, pero la capucha estaba bajada para cubrir su rostro. —Espere aquí —le dijo al conductor—. Mi señor, está lloviendo fuertemente. El hombre de la capa asintió en dirección a la taberna. —Tengo negocios. No debería tardar. Mantenga los caballos listos. Los ojos del conductor se movieron hacia la taberna. —Pero mi señor… son ladrones y vagabundos que mantienen compañía allí. Y hay aire malo esta noche. Lo siento en mis huesos. —Él se frotó los brazos vigorosamente, como si combatiera el frío. —Mi señor, tal vez sería mejor regresar rápidamente a la casa con la Sra. y los pequeños. —No mencione nada de esto a mi esposa. —El hombre de la capa flexionó y abrió sus manos enguantadas mientras fijaba su mirada en la taberna. —Ella tiene bastante de qué preocuparse — él murmuró. Volví mi atención hacia la taberna, y la ominosa luz de la vela vacilando en sus pequeñas, ventanas inclinadas. El techo también estaba torcido, inclinado ligeramente a la derecha, como si los instrumentos utilizados para construirlo habían estado lejos de ser exacto. Malezas obstruyeron el exterior, y de tanto en tanto un grito escandaloso o el sonido de vidrios rotos viajaban hacia fuera desde sus paredes. El conductor arrastró la manga de su abrigo debajo de su nariz. —Mi propio hijo murió de la plaga no pasado dos años. Un cosa terrible, lo que usted y la señora están sufriendo. En el rígido silencio que siguió, los caballos cabalgaron impacientemente, acompañados por una ola de vapor. Pequeñas nubes de aire helado surgieron de sus hocicos. La imagen era tan autentica, de repente me asustó. Nunca antes ninguno de mis sueños se había sentido tan verdadero. El hombre de la capa había comenzado a cruzar el camino empedrado hacia la taberna. Los bordes del sueño se desvanecieron detrás de él, y después de dudar un momento comencé después de él, temiendo desaparecer también, si no me quedaba cerca. Me deslicé a través de la puerta de la taberna detrás de él. A mitad de la pared del fondo había un horno gigante con una chimenea de ladrillo. Varios cuencos de madera, tazas de estaño, y utensilios flanqueando las paredes a ambos lados del horno, colgando en el lugar sobre grandes clavos. Tres barriles habían sido rodados hacia la esquina. Un perro sarnoso estaba acurrucado en una bola de dormir en frente de ellos. Taburetes volcados y un arreglo casual de platos y tazas sucias atestaron el piso, el cual era difícilmente un piso en absoluto. Era tierra, apisonada lisa y salpicada con lo que parecía aserrín, y en el momento en que entre en ella, el lodo ya endurecido en mis talones limpio la tierra polvorienta. Sólo estaba deseando una ducha caliente, cuando la aparición de la decena de clientes sentados en varias mesas alrededor de la taberna penetro mi conciencia. La mayoría de los hombres tenía el pelo hasta los hombros con raras, barbas puntiagudas. Sus pantalones eran anchos y metidos dentro de botas altas, y sus mangas onduladas. Usaban sombreros de ala ancha que me recordaron a los peregrinos. Estaba soñando definitivamente con un tiempo muy atrás en la historia, y desde el detalle de que el sueño era tan vívido, debería haber tenido alguna idea de en que período de tiempo había soñado. Pero estaba perpleja. Lo más probable Inglaterra, pero en cualquier lugar del siglo XV hasta el siglo XVIII. Había obtenido un 10 en historia del mundo este año, pero el período de ropa no había estado en ninguna de nuestras pruebas. Nada en la escena frente a mi lo había estado. —Estoy buscando a un hombre — el hombre de la capa le dijo al cantinero, quien estaba situado detrás de una mesa hasta la cintura que asumí servía como la barra. —Me dijeron que me encontrara con él aquí esta noche, pero me temo que no sé su nombre. El cantinero, un hombre bajo, calvo excepto por unos pocos pelos nervudos parados en la parte superior de su cabeza, miró al hombre en la capa.
—¿Algo para beber?— preguntó él, extendiendo sus labios para mostrar sus dentados tocones negros por dientes. Tragué la nausea que rodó a través de mi estomago al ver de sus dientes y retrocedí. El hombre de la capa no mostró mi misma repugnancia. Él simplemente sacudió su cabeza. —Necesito encontrar este hombre lo más rápido posible. Me dijeron que usted sería capaz de ayudar. La sonrisa podrida del cantinero desapareció detrás sus labios. —Sí, puedo ayudarlo a encontrarlo, mi señor. Pero confié en un viejo hombre y tomé un trago o dos primero. Algo para calentar su sangre en una noche fría— Él empujó un pequeño vaso hacia el hombre. Detrás de la capucha, el hombre sacudió su cabeza otra vez. —Me temo que estoy un poco apurado. Dígame dónde puedo encontrarlo —Él empujo unas pocas fichas retorcidas sobre la mesa. El cantinero guardo las fichas. Sacudiendo su cabeza hacia la puerta trasera, él dijo: —Él permanece más allá del bosque. ¿Pero mi señor? Tenga cuidado. Algunos dicen que el bosque está embrujado. Algunos dicen que el hombre que entra en el bosque es el hombre que nunca vuelve a salir. El hombre de la capa se inclinó sobre la barra que los separa a los dos y bajo su voz. —Me gustaría hacer una pregunta personal. ¿El mes Judío de Jeshvan significa algo para ti? —No soy un judío —el cantinero dijo categóricamente, pero algo en sus ojos me dijo que ésta no era la primera vez que le habían hecho la pregunta. —El hombre que he venido a ver esta noche me dijo que lo encontrara aquí en la primera noche de Jeshvan. Él dijo que me necesitaba para prestar un servicio para él, por la duración de una quincena completa. —El cantinero acarició su barbilla—. Una quincena es un largo tiempo. —Demasiado largo. No habría venido, pero temía de lo que el hombre podría hacer si no venía. Él menciono el nombre de mi familia. Él los conocía. Tengo una hermosa mujer y cuatro hijos. No los quiero perjudicados. El barman bajo su voz, como para compartir un chisme escandaloso. —El hombre que ha venido a ver es… —él calló, echando una mirada sospechosa alrededor de la taberna—. Él es inusualmente poderoso —el hombre de la capa dijo. —He visto su fuerza antes, y él es un hombre fuerte. He venido para razonar con él. Seguramente él no puede esperar que yo abandone mis derechos y a mi familia por tan largo tiempo. El hombre será razonable. —No sé nada de la razón de este hombre —dijo el cantinero.
—Mi hijo menor ha contraído la plaga —explico el hombre de la capa, su voz adquiriendo un temblor de desesperación—. Los doctores no creen que él viva lo suficiente. Mi familia me necesita. Mi hijo me necesita. —Tenga un trago —dijo el cantinero en voz baja. Él empujó el vaso hacia adelante una segunda vez. El hombre de la casa giro abruptamente de la barra y se dirigió a la puerta trasera. Lo seguí. Afuera, chapotee descalza por el frío lodo después de él. La lluvia continúo a cántaros, y tenía que caminar cuidadosamente para evitar resbalar. Me limpié los ojos y vi la capa del hombre desaparecer en la línea de árboles en el borde del bosque. Tropecé detrás de él, dudando en la línea de árboles. Ahuecando mis manos para retener mi pelo mojado, miré hacia la oscuridad profunda de adelante. Hubo un destello de movimiento y de repente el hombre de la capa estaba corriendo de regreso hacia mí. Él tropezó y cayó. Las ramas engancharon su capa; en un frenesí, él lucho para desatarla de su cuello. Él dio un alto grito de terror. Sus brazos se agitaron frenéticamente, todo su cuerpo retorciéndose y sacudiéndose convulsivamente. Empujé mi camino hacia él, ramas raspando mis brazos, rocas pinchando mis pies descalzos. Caí de rodillas junto a él. Su capucha estaba en su mayor parte bajada, pero podía ver que su boca estaba ligeramente abierta, paralizada en un grito. —¡Dase vuelta! —le ordené, tirando para liberar la tela atrapada debajo de él. Pero él no podía oírme. Por primera vez, el sueño tomo un filo familiar. Al igual que todas las otras pesadillas en que había estado atrapada dentro, cuanto más luchaba, la cosa que más quería se deslizaba fuera del alcance. Agarré sus hombros y lo sacudí. —¡Dese vuelta! Puedo sacarlo de aquí, pero tiene que ayudar. —Soy Barnabas Underwood —él arrastró las palabras—. ¿Conoces el camino hacia la taberna? Eso es buena chica —dijo él, acariciando el aire como si él estuviera acariciando una mejilla imaginaria. Me puse rígida. No había forma de que él pudiera verme. Él estaba alucinando sobre otra chica. Él tenía que estarlo. ¿Cómo podía él verme si no podía oírme? —Corre de vuelta y dile al cantinero que envié ayuda —él continúo. —Dile que no hay hombre. Dile que es uno de los ángeles del diablo, vino a poseer mi cuerpo y echar mi alma lejos. Dile que envié un sacerdote, agua sagrada y rosas. A la mención de los ángeles del diablo, el vello en mis brazos se crispo. Él giró su cabeza hacia el bosque, esforzando su cuello. —¡El ángel! —él susurró en un pánico. —¡El ángel está viniendo! —Su boca se retorció en formas distorsionadas, y parecía que él estaba peleando por el control de su propio cuerpo. Él se arqueó hacia atrás violentamente, y su capucha cayó hacia atrás.
Yo estaba aún agarrando la capa, pero sentí mis manos reflexivamente aflojarse. Observé al hombre con un jadeo de sorpresa atrapado en mi garganta. Él no era Barnabas Underwood. Él era Hank Millar. El padre de Miley.
* * * Parpadeé mis ojos despiertos. Rayos de luces brillaron a través de la ventana de mi dormitorio. El panel estaba roto y una brisa perezosa susurro el primer aliento de la mañana a través de mi piel. Mi corazón estaba aún trabajando en doble tiempo desde la pesadilla, pero tomé una respiración profunda y me tranquilice que no era real. A decir verdad, ahora que mis pies estaban plantados firmemente en mi propio mundo, estaba más alterada sobre el hecho que había estado soñando sobre el padre de Miley que de cualquier otra cosa. En un apuro por olvidarlo, empuje el sueño a un lado. Saque mi celular debajo de mi almohada y revisé mis mensajes. Joe no había llamado. Atrayendo la almohada contra mí, me enrosqué en ella y traté de ignorar la sensación vacía dentro de mí. ¿Cuántas horas habían pasado desde que Joe se fue? Doce. ¿Cuántas más hasta que lo viera de nuevo? No lo sabía. Eso era lo que realmente me preocupaba. Mientras más tiempo pasaba, mas sentía la pared de hielo entre nosotros espesarse. Sólo llega al final de hoy, me dije, tragando el guijarro en mi garganta. La extraña distancia entre nosotros no podía continuar por siempre. Nada se va a resolver si me escondía en la cama todo el día. Veré a Joe otra vez. Él podría incluso pasar después de escuela. O eso, o podría llamarlo. Sigo con estos ridículos pensamientos, negándome a dejar de pensar sobre los arcángeles. Sobre el infierno. Sobre lo asustada estaba que Joe y yo estuviéramos enfrentando un problema que ninguno de los dos era lo suficiente fuerte para resolver. Rodé fuera de la cama y encontré una nota pegada al espejo del baño.
La buena noticia: convencí a Lynn no enviar a Scott durante esta mañana para recogerte. La mala noticia: Lynn ha planeado que le des un tour por la ciudad. En este punto estoy segura que decir “No” no funcionará. ¿Te molestaría llevarlo alrededor después de clases? Que sea breve. Realmente breve. Deje su número sobre el mostrador de la cocina. XOXO —mamá Pd: te llamaré esta noche desde mi hotel.
Gemí y baje mi frente hacia el mostrador. No quería pasar diez minutos más con Scott, y mucho menos un par de horas. Cuarenta minutos después, me había duchado, vestido, y consumido un tazón de avena de fresa. Alguien dio un golpe en la puerta delantera, la abrí para encontrar a Vee sonriendo.
—¿Lista para otro día de escuela de verano llena de diversión? —preguntó ella. Agarré mi mochila de un gancho en el armario de los abrigos—. Vamos a acabar con este día, ¿está bien? —Woah, ¿Quién orino en tus Cheetos? —Scott Parnell. Joe. —Veo que el problema de la incontinencia no desapareció con el tiempo. —Se supone que tengo que darle un tour de la ciudad después de clases. —Uno-a-uno con un chico. ¿Qué hay que odiar? —Deberías haber estado aquí anoche. La cena fue extraña. La madre de Scott comenzó a contarnos sobre su pasado conflictivo, pero Scott la cortó. No sólo eso, sino que casi parecía como si estuviera amenazándola. Luego él se disculpo para usar el baño, pero termino espiándonos desde el pasillo. Y luego hablo hacia los pensamientos de su madre. Quizás. —Suena como si él estuviera tratando de mantener su vida privada. Suena como que tendremos que hacer algo para cambiar eso. Estaba dos pasos por delante de Vee, encabezando la manera de salir, y me quede corta. Sólo había experimentado un destello de inspiración. —Tengo una gran idea —dije, girando alrededor—. ¿Por qué no le das tú el tour a Scott? No, en serio, Vee. Lo amaras. Él tiene esa imprudente, actitud de chico malo anti-reglas. Él incluso pregunto si teníamos cerveza —Escandaloso ¿verdad? Creo que él es apropiado para ti. —No puedo hacerlo. Tengo una cita de almuerzo con Rixon —Sentí una inesperada apuñalada en los alrededores de mi corazón. Joe y yo teníamos planes de almuerzo hoy también, pero de algún modo dudo que eso suceda. ¿Qué había hecho? Tengo que llamarlo. Tengo que encontrar una manera de hablar con él. No iba a terminar las cosas así. Era absurdo. Pero una pequeña voz que despreciaba cuestionaba porqué él no había llamado primero. Él tenía que disculparse tanto como yo. —Te pagaré ocho dólares y treinta y dos centavos por llevar a Scott alrededor, última oferta —dije. —Tentador, pero no. Y aquí hay otra cosa. Joe probablemente no estará demasiado feliz si tú y Scott hacen un hábito de este tiempo exclusivo. No me malinterpretes. No me podría importar menos lo que piense Joe, y si quieres volverlo loco, más poder para ti. Sin embargo, pensé que había alzado el punto. Estaba a mitad de los escalones del porche delantero, y mi pie resbaló a la mención de Joe. Pensé en contarle a Vee que había cancelado las cosas, pero no estaba lista para decirlo en voz alta. Sentí mi celular, con la imagen de Joe guardado en el, quemando en mi bolsillo. Una parte de mi quería lanzar el teléfono hacia los árboles al otro lado de la carretera. Una parte de mí no podía perderlo así de rápido. Además, si le digo a Vee, ella inevitablemente señalaría que una ruptura nos hacia libres de salir con otras personas, lo cual era la conclusión equivocada. Yo no estaba mirando en otra parte, y tampoco lo estaba Joe. Espero. Esto era sólo una pequeña dificultad. Nuestra primera pelea real. La ruptura no era permanente. Atrapados en el momento, ambos habíamos dicho cosas que no queríamos decir. —Si fuera tu, me acobardaría —dijo Vee, sus tacones de cuatro pulgadas pinchando los escalones detrás de mí—. Eso es lo que hago cada vez que me encuentro en un aprieto. Llama a Scott y dile que tu gato esta tosiendo intestinos de ratas, y tienes que llevarlo al veterinario después de la escuela. —Él estuvo aquí anoche. Él sabe que no tengo gato. —Al menos que él tenga espaguetis cocidos por cerebro, se dará cuenta que no estás interesada. Consideré esto. Si me salgo de darle un tour a Scott por la ciudad, quizás podría tomar prestado el auto de Vee y seguirlo. Intentar como yo podría racionalizar lo que había oído la noche anterior. No podía ignorar la persistente sospecha que Scott había hablado a los pensamientos de su madre. Hace un año habría descartado la idea como ridícula. Pero las cosas eran diferentes ahora. Joe había hablado hacia mis pensamientos numerosas veces. Así como Chauncey (Alias Jules), un Nefil de mi pasado. Desde que los ángeles caídos no envejecen, y conozco a Scott desde que él tenía cinco, ya había descartado aquello. Pero incluso si Scott no era un ángel caído, él podía aún ser un Nefilim. Pero si él fuera un Nefilim, ¿Qué estaba haciendo en Coldwater? ¿Qué estaba haciendo viviendo una vida de adolescente normal? ¿Sabía que era un Nefilim? ¿Lo sabía Lynn? ¿Había jurado Scott lealtad a un ángel caído? Si él no lo había hecho, ¿Era mi responsabilidad advertirle sobre lo que tenía por delante? No había congeniado instantáneamente con Scott, pero eso no significaba que creyera que él se merecía renunciar a su cuerpo por dos semanas cada año. Por supuesto, quizás él no era un Nefilim en absoluto. Quizás estaba dejándome llevar por la imaginación que yo había oído hablarle a los pensamientos de su madre. Después de química pasé por mi casillero, cambie mi libro de texto por mi mochila y el celular, luego camine a las puertas laterales ofreciendo una visión clara del aparcamiento de los estudiantes. Scott estaba sentado en el capó de su Mustang azul plateado. Él estaba aún usando el sombrero hawaiano, y caí en la cuenta que si él continuaba esto, no lo reconocería sin eso. Ejemplo: ni siquiera sabía su color de cabello. Saqué la nota de mi bolsillo que mi mamá me había dejado y marqué su número. —Esta debe ser Nora Grey —contestó él—. Espero que no me estés plantando.
—Mala noticia. Mi gato está enfermo. El veterinario me apretó en una cita de las 12:30. Voy a tener que dejar el tour para otro día, lo siento —Terminé, sin esperar sentirme bastante culpable. Después de todo, sólo era una pequeña mentira. Y ninguna parte de mi honestamente creía que Scott quería hacer un tour por Coldwater. Al menos, eso era lo que me estaba diciendo para aliviar mi consciencia. —Claro —dijo Scott, y cortó la conexión. Sólo había cerrado mi celular cuando Vee se acercó por detrás de mí—. Lo cancelaste muy bien, esa es mi chica. —¿Te importa si tomo prestado el Neón por la tarde? —pregunté, observando a Scott deslizarse del Mustang y hacer una llamada en su celular. —¿Cuál es la ocasión? —Quiero seguir a Scott. —¿Para qué? Esta mañana dejaste bastante claro que no estabas interesada. —Algo sobre él está… mal —Sí, son llamados gafas de sol. ¿Has escuchado de Hulk Hogan? De cualquier modo, no puedo hacerlo, tengo una cita de almuerzo con Rixon. —Sí, pero Rixon podría darte un aventón para que así yo pueda tener el Neón —dije, lanzando una mirada a través de la ventana para verificar que Scott no hubiera saltado dentro del Mustang aún. No lo quería yéndose antes de convencer a Vee que me entregara las llaves del Neón. —Por supuesto que puede. Pero entonces me vería necesitada. Los chicos hoy quieren una fuerte mujer independiente. —Si me dejas tomar el Neón, llenaré el tanque —La expresión de Vee se suavizo sólo un poco—. ¿Todo el camino? —Todo el camino. O como mucho lo que ocho dólares y treinta y dos centavos puedan comprar. Vee mordió su labio. —Está bien —dijo ella lentamente—. Pero quizás yo debería ir y hacerte compañía, asegurarme de que nada malo pase. —¿Qué hay sobre Rixon? —Sólo porque me haya ido y enganchado un ardiente novio no significa que voy a dejar a mi mejor amiga estacada. Además, tengo el presentimiento de que vas a necesitar mi ayuda. —Nada malo va a suceder. Lo voy siguiendo. Él no sabrá que estoy allí. Pero aprecio la oferta. Los pasados meses me habían cambiado. No era tan ingenua y descuidada como lo había sido una vez, y teniendo a Vee a lo largo apelando en mi en más de un plano. Especialmente si Scott era un Nefilim. El único otro Nefilim que había conocido había tratado de matarme.
Después que Vee llamó a Rixon y canceló, esperamos hasta que Scott estuviese detrás del volante y se retirase de su lugar de aparcamiento antes de que nosotras saliéramos del edificio. Él giró a la izquierda del estacionamiento, y Vee y yo corrimos por su 1995 púrpura Dodge Neon. —Tu conduces —dijo Vee, lanzándome las llaves. Algunos minutos después, cogimos el Mustang, y deje atrás a tres autos. Scott continuaba en la carretera, dirigiéndose al este hacia la costa, y yo lo seguí. Media hora después, Scott salió hacia el muelle y entró a un estacionamiento en el borde de tiendas de ropa dirigiéndose hacia el océano. Conduje más despacio, permitiéndole tiempo para cerrar las puertas y alejarse, entonces estacione dos filas por encima. —Parece que Scotty el meón está yendo de compras —dijo Vee. —Hablando de compras, ¿no te importa si doy un vistazo alrededor mientras tú controlas la vigilancia de hora aficionada? Rixon dijo que le gusta cuando chicas se arreglan con bufandas, y mi guardarropa está despejado de bufandas. —Ve por ello. Quedando media cuadra detrás de Scott, lo observé caminar hacia una tienda de ropa moderna y salir en menos de quince minutos después con una bolsa de compra. Él fue hacia otra tienda y salió diez minutos después. Nada fuera de lo normal, y nada que me hiciera pensar que el pudiera ser un Nefilim. Después de una tercera tienda, la atención de Scott fue dirigida a un grupo de chicas en edad universitaria comiendo almuerzo a través de la calle. Se sentaron en una mesa de sombrilla en la terraza exterior del restaurante, usando tejanos cortos y la parte superior del bikini. Scott sacó su teléfono con cámara e hizo clic a unas cuentas imágenes francas. Me giré para hacer muecas en la ventana de vidrio de la tienda de café a mi lado, y ahí fue cuando lo vi a él sentando en un puesto dentro. Él estaba vestido con pantalones color caqui, una camisa azul debajo, y una chaqueta de lino de marfil. Su cabello rubio ondulado largo ahora, jalado hacia atrás en una cola de caballo baja. Él estaba leyendo el periódico.
Mi padre. Él doblo el periódico y camino hacia la parte trasera de la tienda. Corrí por la vereda hacia la entrada de la tienda de café y abrí mi camino al interior. Mi padre había desaparecido en la multitud. Corrí a la parte trasera de la tienda, mirando alrededor frenéticamente. El pasillo embaldosado negro y blanco terminaba con el baño de los hombres a la izquierda, el de las mujeres a la derecha. No había salida, lo cual significaba que mi padre tenía que estar en el baño de hombres. —¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó Scott directamente sobre mi hombro. Giré alrededor. —¿Cómo—que—qué estás haciendo aquí?
—Estaba a punto de preguntarte lo mismo. Sé que me seguiste. No luzcas tan sorprendida. Se llama un espejo retrovisor. ¿Me estás acechando por una razón específica? Mis pensamientos estaban muy revueltos para preocuparse de lo que él estaba diciendo. —Ve adentro del baño de los hombres y dime si hay un hombre en una camisa azul allí. Scott tocó mi frente. —¿Drogas? ¿Desorden de comportamiento? Estás actuando esquizofrénica. —Sólo hazlo. Scott le dio a la puerta un puntapié, enviándola a volar abierta. Escuché el balanceo de las casillas de puertas, y un momento después él regreso. —Nada. —Vi a un hombre en una camisa azul caminar hasta aquí. No hay otras salidas —Gire mi atención a la puerta a través del pasillo la única puerta. Entré en el baño de mujeres y empuje cada casilla abriéndolas una a la vez, mi corazón subió a mi garganta. Los tres estaban vacíos. Me di cuenta que estaba conteniendo el aliento, y lo deje salir. Tenía muchas emociones apretadas encadenándose en mi interior. Decepción y miedo encabezan la lista. Había pensado que había visto a mi padre vivo. Pero resulto ser un truco malvado de mi imaginación. Mi padre se había ido. Él nunca iba a regresar, y necesitaba encontrar una manera de aceptarlo. Me agaché con mi espalda en la pared y sentí todo mi cuerpo sacudirse con lágrimas
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| | | vanesa Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 225 Edad : 29 Localización : middle of nowere Fecha de inscripción : 26/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Diciembre 1st 2011, 16:58 | |
| CAPIYULO 5 Scott se plantó en la entrada, con los brazos cruzados. —Entonces, así es como luce el interior del baño de mujeres. Debo decirlo, es mucho más limpio. Yo mantuve la cabeza baja y limpie mi nariz con el dorso de mi mano —¿Te importaría? —No me iré hasta que no me digas porque me seguiste. Sé que soy un tipo fascinante, pero esto está empezando a sentirse como una insana obsesión —Me empuje a mi misma a estar de pie y salpique agua fría en mi cara. Evitando el reflejo de Scott en el espejo, tome una toalla de papel y me seque. —Tú también me vas a decir a quién estabas buscando en el baño de hombres —dijo Scott. —Pensé haber visto a mi papá —replique, convocando toda la ira que pude para enmascarar el dolor punzante muy adentro. —Eso es todo. ¿Satisfecho? Yo arrugue la toalla y la arroje a la basura. Estaba llegando a la salida cuando Scott dejo cerrarse la puerta y se apoyo sobre esta, bloqueándome. —Una vez que ellos encuentren al tipo que lo hizo y lo manden lejos de por vida, te sentirás mejor. —Gracias por el peor consejo que he recibido hasta ahora —dije mordazmente, pensando que lo único que haría que me sintiera mejor seria tener a mi papá de vuelta. —Confía en mí. Mi papá es un policía. El vive para decirles a las familias sobrevivientes que ha encontrado al asesino. Ellos van a encontrar al tipo que destruyó a tu familia y lo harán pagar. Una vida por una vida. Ahí es cuando encontraras tu paz. Vamos a salir de aquí. Me siento como un acosador repugnante estando en el baño de chicas —Él espero—. Eso se supone que tendría que haberte hecho reír. —No estoy de humor —Él entrelazó los dedos en la parte superior de su cabello y se encogió de hombros, luciendo incómodo, como si odiara los momentos incómodos, y mucho menos si no sabía cómo resolverlos. —Escucha estaré jugando pool, en este bar en Springvale esta noche, ¿quieres venir? —Paso —No estaba de humor para jugar pool. Todo lo que lograría seria llenar mi cabeza con recuerdos no deseados de Joe. Yo recordé la primera vez que lo perseguí para terminar una asignatura de Bio y lo encontré jugando pool en el sótano de Bo´s. Recordé cuando me enseño a jugar pool. Recordé la manera en que se paro detrás de mí, tan cerca que sentí electricidad. Aún más, Yo recordé la manera en que él siempre había aparecido cuando lo necesitaba. Pero yo lo necesitaba ahora. ¿Dónde estaba él? ¿Estaba él pensando en mí? Me quede en el patio delantero rebuscando dentro de mi bolso por las llaves. Mis zapatos empapados de lluvia chillaban contra las tablas, y mis mojados jeans frotaban un sarpullido en la parte interna de mis muslos. Después de seguir a Scott, Vee me había arrastrado a varias tiendas para que le diera mi opinión acerca de bufandas, y mientras le daba mi opinión acerca de una violeta de seda versus una más simple pintada a mano en colores neutrales, una tormenta había volado en frente del mar. Para el momento en que corrimos al estacionamiento y nos arrojamos dentro del Neon, habíamos pasado de secas a empapadas. Nosotras habíamos encendido el calefactor durante todo el camino a casa, pero mis dientes aún castañeaban, mi ropa se sentía como hielo pintado mi piel, y aún temblaba por haber creído ver a mi padre. Yo empuje mi hombro contra la húmeda e hinchada puerta, luego palmee la pared de adentro hasta que mis dedos toquetearon el interruptor de luz. En el baño de arriba, me saque la ropa y la colgué en el tubo de la ducha para que se secara. En el otro lado de la ventana, un relámpago se bifurco abajo a través del cielo y un trueno clamó como si estuviesen pisoteando el techo. He estado sola en la granja en numerosas tormentas antes, pero toda la experiencia no me había vuelto nada más adaptada ellas. La tormenta de esta tarde no era la excepción. Vee se suponía que debía haber estado aquí ahora, para dormir, pero ella había decidido reunirse con Rixon por unas horas desde que le había cancelado antes. Yo desee poder viajar atrás en el tiempo y decirle que yo podía seguir a Scott sola, si ella aseguraba hacerme compañía en la granja esta noche. Las luces del baño parpadearon dos veces. Esa fue toda la advertencia que obtuve antes de que se apagaran, dejándome de pie en la sombra de la oscuridad. La lluvia se lanzaba contra la ventana, corriendo en ríos. Me quede en el lugar un momento, esperando a ver si la electricidad seria restablecida. La lluvia se convirtió en granizo, golpeando las ventanas con tanta fuerza que temí que el cristal se rompería. Llamé a Vee. —Mi energía eléctrica acaba de apagarse. —Sí, las farolas acaban de morir en mi camino. Vagos. —¿Quieres devolverte y hacerme compañía? —Vamos a ver. No especialmente. —Me prometiste dormir aquí. —También prometí a Rixon reunirme con él en Taco Bell. No voy a cancelarle dos veces en un día. Dame un par de horas, entonces yo seré toda tuya. Te llamaré cuando haya terminado. Definitivamente, voy a llegar antes de la medianoche. Colgué y exprimí mi memoria, tratando de recordar donde había visto por última vez las cerillas. No estaba lo suficientemente oscuro para necesitar velas para ver, pero me gustaba la idea de iluminar el lugar tanto como fuera posible, sobre todo porque yo estaba sola. La luz tenía una forma de mantener a los monstruos de mi imaginación a raya. Había velas en la mesa del comedor, recordé, Me envolví en una toalla y baje las escaleras hasta el nivel principal. Y candelabros en los gabinetes. ¿Pero dónde estaban las cerillas? Una sombra se movió en el campo detrás de la casa, y yo lance mi cabeza hacia las ventanas de la cocina. Una cortina de lluvia se derramada por los cristales, lo que distorsiona el mundo exterior, y yo me acerque para ver mejor. Todo lo que yo había visto se había ido. Un coyote, me dije, sintiendo una repentina oleada de adrenalina. Sólo un coyote. El teléfono de la cocina chilló, y yo lo agarre, mitad, porque estaba sorprendida y mitad porque quería oír una voz humana. Rece para que fuera Vee llamando para decir que había cambiado de opinión. —¿Hola? —Esperé—. ¿Hola? La estática crujió en mi oído. —¿Vee? ¿Mamá? —En el borde de mi visión, vi a otra sombra escabullirse a través de los campos. Chupe una respiración estabilizadora, recordándome a mí misma que no había manera posible de que yo estuviera en cualquier peligro verdadero. Joe podía no ser mi novio, pero él seguía siendo mi ángel de la guarda. Si había problemas, él estaría aquí. Pero incluso mientras lo pensaba, me pregunté si podía contar con Joe para nada más. Él debe odiarme, pensé. Tiene debería querer tener nada que ver conmigo. Todavía debía estar furioso, y por eso no había hecho ningún esfuerzo en ponerse en contacto conmigo. El problema con esa línea de pensamiento es que sólo me hacia enojar de nuevo. Ahí estaba yo, preocupada por él, pero las posibilidades, donde quiera que estuviera, eran de que él no estaba preocupado por mí. Él había dicho que no se iba solo a tragarse mi decisión de romper, pero eso era exactamente lo que él había hecho. No me había enviado textos o llamado. No había hecho nada. Y no era como que él no tenía una razón. Podía llamar a mi puerta en este mismo instante y decirme que es lo que había estado haciendo en lo de Marcie hacia dos noches. Él me podría decir porque había huido cuando le dije que lo amaba. Sí, yo estaba enojada. Sólo que esta vez, yo iba a hacer algo al respecto. Agarre el teléfono de la casa y me desplace a través de mi teléfono celular, buscando el número de Scott. Yo iba a tirar la precaución al viento y tomar su oferta. Incluso a pesar que sabía que era por todas las razones equivocadas, que quería salir con Scott. Quería sacarle a Joe el dedo. Si él pensaba que yo iba sentarme en casa y llorar por él, estaba equivocado. Habíamos roto, yo era libre de salir con otros chicos. Y mientras estaba en ello, iba a probar la capacidad de Joe para mantenerme a salvo. Tal vez Scott realmente era un Nefilim. Tal vez el era un problema. Tal vez era exactamente el tipo de persona que debería evitar. Sentí una dura sonrisa en mi cara cuando me di cuenta que no importaba lo que hiciera, o lo que Scott pudiera hacer; Joe tenía que protegerme. —¿Ya te has ido a Springvale ? —Le pregunté a Scott, después de introducir su número. —¿Andar conmigo no es tan malo después de todo? —Si me lo vas a restregar, no voy —Le oí reír. —Tranquila, Grey, sólo estoy jugando contigo —Le prometí a mi mamá que mantendría distancia de Scott, pero no estaba preocupada. Si Scott se metía conmigo Joe tendría que entrar. —Bueno —dije—. ¿Me vas a recoger o qué? —Paso por allá después de las siete. Springvale es un pequeño pueblo pesquero, y en su mayor parte está aglomerado en la calle principal: la oficina de correos, algunos restaurantes baratos de pescado y papas, Tiendas de pesca, y el Salón de billar Z. El Z era de un solo piso, con una ventana de vidrio que ofrecía una vista privilegiada al salón de billar y un bar. Basura y malas hierbas decoraban el exterior. Dos hombres con la cabeza rapada y barbas de chivo estaban fumando en la acera a las afueras de las puertas; Ellos tiraron sus cigarrillos y desaparecieron en el interior. Scott se estaciono en una esquina cerca de las puertas. —Voy a correr un par de cuadras para encontrar un cajero automático —dijo apagando el motor. Estudié el letrero de la tienda colgando encima de la ventana. El Salón de Billar Z. El nombre me hizo cosquillas en la memoria. —¿Por qué este lugar me suena familiar? —Le pregunté. —Un par de semanas atrás un hombre se desangró en una de las mesas. Una pelee en el Bar. Estuvo en todas las noticias. —Oh. —Iré contigo —le ofrecí rápidamente. Se volvió, y yo le seguí. —No —dijo por encima de la lluvia. —Vas a mojarte. Espera en el interior. Vuelvo en diez minutos —Sin darme otra oportunidad de seguirlo, se encorvó los hombros en la lluvia, metió las manos en sus bolsillos, y se fue corriendo por la acera. La lluvia caía en mi cara, me metí debajo del voladizo del edificio y resumí mis opciones. Podía entrar sola, o podía esperar aquí a Scott. Yo no había esperado ni cinco segundos antes de que mi piel empezara a picar. Si bien en la acera había Página64 poco tráfico, no estaba completamente desolado. Los que estaban debajo de aquel tiempo llevaban camisas y botas de trabajo. Se veían más grandes, más duros, y más malo que los hombres que merodeaban en torno a Main Street en Coldwater. Algunos me dieron un vistazo en su paso. Miré por la acera en la dirección que Scott había tomado y lo vi rodear el edificio y desaparecer por un lado del callejón. Mi primer pensamiento fue que iba a pasar un duro tiempo encontrando un cajero automático en el callejón junto al Z. Mi segundo pensamiento fue que tal vez me había mentido. Tal vez él no iba en la búsqueda de un cajero automático después de todo. Pero entonces ¿qué estaba haciendo en un callejón, en la lluvia? Quería seguirlo, pero no sé cómo se iba a quedar fuera de su vista. Lo último que necesitaba era que él me atrapara expiándolo de nuevo. Ciertamente, no promovería la confianza entre nosotros. Pensando que tal vez yo podría entender lo que estaba haciendo sólo observándolo a través de una de las ventanas dentro del Z, yo tire de la manija de la puerta. El aire en el interior era fresco y cubierto de humo y hombres transpirando. El techo era bajo, las paredes eran de hormigón. Tenía algunos carteles de los coches gigantes, un calendario de Sports Illustrated, y una placa de Budweiser10 ofrecían la única decoración. Sin ventanas, los paneles de la pared me dividieron de Scott. Di un paseo por el pasillo central, vagando más adentro en la sala oscura, y disminuí mi respiración haciéndola superficial, tratando de filtrar mi consumo de sustancias cancerígenas. Cuando llegué a la parte posterior del Z, fije los ojos en la salida y mire hacia el callejón trasero. No tan conveniente como una ventana, pero tendría que ser. Si Scott me sorprendía mirándolo, yo podría siempre fingir inocencia y afirmar que había salido por aire fresco. Después de asegurarme de que nadie estaba mirando, abrí la puerta y saqué la cabeza. Unas Manos me agarraron por el cuello de mi chaqueta de jean, tirando de mí, y me apoyaron contra el exterior de la pared de ladrillo. —¿Qué estás haciendo aquí? —Exigió Joe. La lluvia siseó detrás de él, derramándose fuera del techo de metal. —Jugar billar —yo tartamudeé, mi corazón aún congelado por la sorpresa de ser arrancada de mis pies. —Jugar billar —él repitió, no sonando ni incluso cerca de comprarlo. —Estoy aquí con un amigo. Scott Parnell —Su expresión se endureció. —¿Tienes un problema con eso? —replique. —¿Rompimos, recuerdas? Puedo salir con otros chicos si quiero. Yo estaba enojada con los arcángeles, con el destino, con las consecuencias. Estaba enojada por estar aquí con Scott, y no con Joe. yo estaba enojada con Joe por no tirar de mí hacia sus brazos y decirme que quería poner todo lo que había sucedido en las últimas veinticuatro horas detrás de él. Que todo lo que nos dividía, seria lavado, y seriamos sólo él y yo a partir de ahora. Joe bajó la mirada al suelo y se pellizcó el puente de la nariz. Me di cuenta de que estaba convocando a la paciencia desde lo más profundo. —Scott es un Nefilim. Una primera generación de raza pura. Justo como era Chauncey. Parpadeé. —Es cierto, entonces. Gracias por la información, pero ya sospechaba. —Hizo un gesto de asco—. Termina con el acto de valentía. Es un Nefilim. —Cada Nefilim no es Chauncey Langeais —dije con irritación. —Todos los Nefilim no son malos. Si le dieras a Scott una oportunidad, verías que es en realidad bastante… —Scott no es cualquier viejo Nefilim —dijo Patch, cortándome. —El pertenece a una sociedad de sangre Nefilim que ha ido creciendo en el poder. La sociedad quiere liberar a la esclavitud Nefilim de los ángeles caídos durante Cheshvan. Están reclutando miembros, como locos para luchar contra los ángeles caídos, y es una guerra por el territorio entre las dos partes. Si la sociedad se vuelve más potente, lo suficiente, los ángeles caídos darán marcha atrás... y comenzaran a poseer a los seres humanos como sus vasallos en su lugar. Me mordí el labio y lo mire con inquietud. Sin querer, Me acordé del sueño de la noche anterior. Cheshvan. Nefilims. Ángeles Caídos. No podía escapar de nada de eso. —¿Por qué los ángeles caídos por lo general no poseen a los seres humanos? —Le pregunté. —¿Por qué eligen un Nefilim? —Los cuerpos humanos no son tan fuertes o resistentes como los cuerpos de los Nefilim —respondió Patch. —Una posesión de dos semanas de duración los mataría. Decenas de miles de seres humanos morirían en cada Cheshvan. —Y es mucho más difícil de poseer un ser humano —continuó. —Los ángeles caídos no pueden obligar a los seres humanos a jurar fidelidad, tienes que convencerlos de entregar sus cuerpos. Eso lleva tiempo y persuasión. Los cuerpos humanos también se deterioran más rápido. No son muchos los ángeles caídos que quieren tomar la molestia de poseer un ser humano si podría estar muerto en una semana. Un estremecimiento de aprensión se deslizó a través de mí, pero yo le dije, —Eso es una triste historia, pero es difícil culpar a Scott o a cualquier Nefilim, por la materia. No me gustaría que un ángel caído tomara el control de mi cuerpo dos semanas de cada año tampoco. Esto no suena como un problema Nefilim. Suena como un problema de los ángeles caídos. El músculo de su mandíbula saltó. —El Z no es tu tipo de lugar. Vete a casa. —Acabo de llegar aquí —Bo´s es leve en comparación con este lugar. —Gracias por el dato, pero no estoy de humor para pasar el rato en mi casa toda la noche sintiendo lástima por mí misma. Joe se cruzó de brazos y me estudió. —¿Te estás poniendo a ti misma en peligro para volver conmigo? —el adivinó. —En caso de que lo hayas olvidado, no fui el que termino las cosas —No te hagas ilusiones. Esto no es acerca de ti. Joe excavo en su bolsillo por las llaves. —Te voy a llevar a casa. Su tono me dijo que yo era un gran inconveniente, y que si veía algún modo de rodearme, con mucho gusto lo haría. —No necesito que me lleves. Yo no necesito tu ayuda. Se echó a reír, pero el sonido carecía de humor. —Te vas a meter en el jeep, incluso si tengo que arrastrarte dentro, porque no vas a quedarte aquí. Es demasiado peligroso. —No puedes darme órdenes. Él simplemente me miró. —Y mientras lo haces, tú vas a dejar de salir con Scott. Sentí que mi ira burbujeaba. Cómo se atrevía a suponer que era débil e indefensa. Cómo se atrevía a tratar de controlarme diciendo lo que podía y no podía hacer, y con quién podía pasar el tiempo. Cómo se atrevía a actuar como si hubiera significado algo para él. Le envié una mirada de desafío fresco. —No me hagas más favores. Nunca te los pedí. Y yo no te quiero como mi ángel guardián más. Joe se puso sobre mí, y una gota de lluvia cayó de su pelo, aterrizando como hielo en mi clavícula. La sentí deslizarse a lo largo de mi piel, y desaparecer por debajo de la línea del cuello de mi camisa. Sus ojos siguieron la gota de agua, y empecé a temblar por dentro. Yo quería decirle que lo sentía por todo lo que había dicho. Quería decirle que no me importaba Marcie, o lo que los arcángeles pensaran. Me preocupaba por nosotros. Pero la verdad era dura y fría, nada de lo que dijera o hiciera podría alinear las estrellas. A mí no me podría importar el nosotros. No si quería mantenerme cerca de Joe. No, si yo no quería que lo desterraran al infierno. Cuanto más peleáramos, más fácil seria ingerir el odio y convencerme de que él no significaba nada para mí, y que podía seguir adelante sin él. —Retíralo —dijo Joe, en voz baja. Yo no me atrevía a mirarlo, y no podía llevarme a mí misma a retirarlo. Yo apunte la barbilla hacia arriba y cubrí mis ojos en el desenfoque de la lluvia por encima de sus hombros. Maldita sea mi orgullo, y maldito sea él, también. —Retíralo, ___ —repitió Joe más firme. —No puedo hacer las cosas bien contigo en mi vida —le dije, odiándome a mí misma por permitir que mi barbilla temblara. —Esto sería lo más fácil de todo el mundo si sólo quiero una ruptura limpia. He pensado sobre esto. —Yo no lo había hecho. Yo no había pensado en esto en absoluto. No había querido decir estas palabras. Sin embargo, una pequeña, horrible y despreciable parte de mí quería herir a Joe tanto como yo estaba herida. —Te quiero fuera de mi vida. Durante todo el camino. Después de un golpe fuerte de silencio, Joe llegó a mí alrededor y metió algo profundo en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Yo No sabría decir si me había imaginado que su mano había quedado allí un latido más del tiempo necesario. —Efectivo —explicó—. Vas a necesitarlo. Saqué el dinero. —No quiero tu dinero —Cuando no tomo el fajo de dinero en efectivo extendido, lo golpeé contra su el pecho, queriendo, rozarlo al pasarme por delante de él cuando lo hacía, Joe agarró mi mano, capturándola contra de su cuerpo. —Tómalo —El tono de su voz me dijo que yo no sabía nada. Que yo no lo entendía, o a su mundo. Que era una forastera, y que nunca encajaría —La mitad de los chicos allí está llevando algún tipo de arma. Si pasa algo, tira el dinero sobre la mesa y dirígete hacia las puertas. Nadie te va a seguir con un montón de dinero en efectivo en juego. Me acordé de Miley. ¿Estaba sugiriendo que alguien podría tratar de acuchillarme? Casi me eché a reír. ¿El honestamente creía que me asustaba? Si yo lo quería como mi ángel de la guarda era irrelevante. El hecho del asunto es, que nada de lo que dijera o hiciera cambiaría su destino. Tenía que mantenerme a salvo. El hecho de que estaba aquí en este momento lo había demostrado. Soltó mi mano y tiró de la manija de la puerta, los músculos a lo largo de su brazo estaban rígidos. La puerta se cerró detrás de él, temblando sobre sus bisagras. ------- HOLAA CHICAS COMO ESTAN??? YO ESTOY BIEN MAÑANA TERMINO LAS CLASES!! PERO ME LLEVE UNA MATERIA: INGLES PERO LA VOY A DAR COMO SEA IGUAL TENGO TIEMPO PARA INGLESS EL PROCIMO CAPII VIENE RE INTERESANTE MUY INTERASENTE COMENTEN!!! MAÑANA NO LES SUBO CAPII PORQUE LA VOY A AYUDAR A UNA AMIGA QE TIENE QE RENDIR 5 MATERIAS PERO BUENOO QE LA PASEN BIENN FALTA PARA QUE TERMINE LA HISTORIA PERO CREO QE VA ABER 3 PARTE SII PASENLA BIEN BESSOS COMENTEN!! el proximo capii es re interesantre | |
| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush Diciembre 2nd 2011, 16:46 | |
| waaa jaja todo mundo esta salieendo de vacas antes que yo jajaja ): wooa me quede en shoock! nose ni siquiera quue decir, esque tengo tantas preguntas, pero solo hare una: ¿¡Cuando la sigues?! jaja | |
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| Tema: Re: CRESCENDO (JOE Y TU) segunda parte de hush hush | |
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