CAPITULO 1
-PRIMERA PARTE
Si oía una sílaba más acerca de husos1, ¡seguramente iba a morir!
En mi adolecente mente, el tema de mi muerte ya me tenia cansada lo decían en todo el castillo, no, en el reino entero. Mi primera palabra infantil fue ‘huso’, en vez de Mamá o Papá, y no tenia la menor duda de que esa fuera la palabra que mas escuchaba en mis oídos.
“__TN___ querida, sabes que nunca deberás de tocar un huso” dice mi Madre, mientras me arropa en mí cama por las noches.
“No lo haré, Madre”.
“Vous devez ne jamais toucher un axe,” me dice mi tutor de francés durante las lecciones de francés.
“No lo haré”, le contestaré yo en inglés.
“Si usted ve un huso, usted debe de olvidarle” - la criada dice mientras deja el castillo, y yo voy con mi institutriz, porque no tengo permitido estar sola ni un momento.
Cada principito, cada princesa, o cada noble que venia al castillo a jugar era informado sobre las restricciones de los husos a no ser que ellos pudieran contar el secreto a alguien más, o que erróneamente creyeran que yo era alguien normal. Cada criado era registrado en la puerta, y el hilo era comprado fuera del reino. Aun, incluso los campesinos tenían prohibido la tenencia de algún huso. Era muy inconveniente, tener a todos preocupados.
Debería decir que no reconocería un huso si llegara a ver uno. Pero parecía improbable que alguna vez lo haga.
“¿Por qué debo evitar los husos?”‛ Le pregunté a mi madre, a mi corta edad. “Simplemente debes de hacerlo”, ella contestó, como para no asustarme, supongo.
“Sino, ¿qué sucederá?” Continué. Ella suspiró.
“Los niños no deberían ver, ni oír”.
Pregunté varias veces más antes de que ella se excusase, diciendo tener un dolor de cabeza. Tan pronto como ella se fue, empecé a preguntarle a mi institutriz, Lady Brooke.
“¿Por qué yo nunca deberé de tocar un huso?”
Lady Brooke se vio agraviada. Estaba mal visto, ella lo sabia, regañar fuertemente a los niños reales. Mi Padre era un gobernante humanitario que nunca recurrió a cortar la cabeza de alguien. Pero aún así, ella esporádicamente trabajaba teniendo consideración hacia su cuello.
“Esta prohibido”, ella dijo.
Bien, entonces yo me puse de pie y le dije lloriqueando y gritando, ya que era tan fallido esperar alguna respuesta deseada, dije, "Si usted no contesta, le diré a mi Padre que usted me abofeteó".
“¡Tu niña mala, malvada! ¡El Dios de los cielos le castigará para tal engaño!”
“Nadie castiga a las princesas”. Mi voz sonaba tranquila. Terminando con mi gritería, ahora que había descubierto la mejor cara de la moneda. “Ni aun Dios”.
“Dios no entiende de rangos ni privilegios. Si usted dice una mentira tan horrible, usted seguramente será castigada”.
“Entonces usted debe prevenirme de cometer tal pecado diciéndome lo que quiero saber”. Aun con cuatro o cinco, yo era precoz y decidida.
Finalmente, suspirando, ella me dijo. “Fuiste una bebé muy deseada (eso yo lo sabia, me lo habían dicho casi tan a menudo como el discurso del huso) - y cuando naciste, tus padres invitaron a muchas personas del reino a tu bautismo, incluyendo varias mujeres que se rumoreaba que tenían poderes magicos”
“¿Se refiere a las hadas?” Interrumpí, sabiendo que ella no mencionaría la palabra. Lady Brooke era altamente religiosa, lo cual quería decir que creía en brujas, quienes destinaron su magia para la maldad, pero no en las hadas, quienes usaban sus poderes para el bien. Aun, a los cuatro años, sabia de las hadas. Todo el mundo sabía de ellas. “No hay tal cosa como hadas” - Lady Brooke dijo.
Pero sí, las personas dicen que eran hadas. Su padre les dio la bienvenida, pues él esperó que le trajesen regalos mágicos. Pero hubo una persona que su padre no invitó: La bruja Malvolia.
Lady Brooke procedió a describir, detenidamente y con cada detalle, la belleza del día, la altura del sol en el cielo, y la importancia del servicio bautismal. Cerré mis ojos. Y cuando ella trató de llevarme a mi dormitorio, me desperté y exigí saber más, - ¿Qué hay del huso?
“¡Oh! Pensé que estabas dormida”.
Continué exigiéndole saber del huso, lo cual condujo a una lenta recitación de los regalos que tenía, y que yo recibí de los diversos invitados. Puse el máximo empeño en permanecer atenta, pero me reanimé cuando ella comenzó a describir los regalos de las hadas.
“Violeta le dio el regalo de belleza, y Xanthe le dio el regalo de gracia, aunque seguramente tales cualidades no pueden ser dadas”.
No vi por qué no. Las personas a menudo hacían una observación sobre mi belleza y mi gracia.
“Leila le dio el regalo de talento musical…” - Anoté, en privado, ya que yo era una experta en el clavecín – “…Mientras Celia le dio el regalo de la inteligencia…”
“Se sobreentiende…” Lady Brooke continuó. - Flavia estaba a punto de dar un paso adelante para darle el regalo de la obediencia _ que habría sido bienvenida, si lo digo yo. Ella me guiñó el ojo, pero el guiño tenia un indicio de molestia que no fue _ debo decir _ apreciado.
“¿El huso?” Le recordé, ella bostezo.
“Tal como Flavia estaba lista a dar un paso adelante y ofrecer su codiciado regalo de obediencia, la puerta del gran vestíbulo se abrió. ¡La bruja Malvolia! Los guardas intentaron detenerla, pero ella descaradamente paso por ellos”.
“¡Le exijo ver a la niña! Ella dijo. Su enfermera intentó bloquear su camino. Pero más rápido que el batir de una pestaña, la enfermera estaba en el suelo y Malvolia sobresalía por encima de su cuna de mimbre”. ‘Ah' Ella la sujeto y la levanto para verla mejor. – “La bebé maldita.” ‚Su madre y su padre probaron apaciguar a Malvolia con mentiras de invitaciones perdidas, pero ella repitió la palabra – “maldita”, varias veces, y entonces ella lanzo un maleficio ahí mismo‛.
“¡Antes de su decimosexto cumpleaños, la princesa pinchará su dedo en un huso y morirá!” Ella rugió. Y entonces, así como había llegado, ella se fue. El día hermoso fue arruinado, y la lluvia cayó libremente del cielo.
- ¿Y entonces qué? - Pregunté, lejos de estar interesado y a la intemperie ahora que entendí que podía morir tocando un huso. - ¿Por qué nadie me lo dijo?
- Flavia intentó salvar la situación con su regalo. Ella dijo que debido a que los poderes de Malvolia eran fuertes, ella no podría deshacer el hechizo, pero ella trató de modificarle un poco.
- “la princesa no morirá” ella dijo. Pero como todo el mundo suspiraba aliviado, ella agregó – “Mas Bien, la princesa dormira. Y todos los demás ciudadanos de Euphrasia dormirán también, protegidos de cualquier daño por este hechizo, y el reino estará oculto a la vista por una capa gigante, inadvertida para el resto de mundo y distante de mapas y memoria hasta. . .” Las personas se pusieron más nerviosas con cada pronunciamiento.
“…Un día, el reino estará oculto. La princesa será despertada por el primer beso de su verdadero amor, y el reino se despertará y se volverá visible para todo el mundo otra vez”.
“¡Pero eso es estúpido!”- dije precipitadamente. - Si el reino entero estará dormido y olvidado, ¿quién me besará?
Lady Brooke dejó de hablar, y entonces ella en verdad se rascó la cabeza, como - las personas en las historietas - cuando estaban tratando de arreglar algún gran acertijo. Al final de eso, ella dijo - No sé. Alguien lo hará.