twoworldscollide Vecina De Los Jonas!
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| Tema: A Little More Personal ♥ (Nick y Tú) NOVELA MOVIDA A "DE TODO UN POCO" Marzo 7th 2011, 10:57 | |
| Les dije que habrían más historias de Nick para rato! CAPITULO 1. NÚMERO EQUIVOCADO Era un día aburrido, un lunes más. No me creía capaz de soportarlo otra vez, así que en estos casos sólo había un remedio: música de los Jonas Brothers a todo volumen de buena mañana. Está claro que eso no les haría mucha gracia a los vecinos, pero poco me importaba.
Mientras que de los altavoces de mi ordenador se podía escuchar el grito desgarrador de "Tonight" yo me vestía con el ritmo en el cuerpo. ¿Qué ponerme hoy? Como siempre, necesitaba algo que me animara, así que opté por colores llamativos. Quizá eso podía llevar a la gente a pensar que era una persona muy segura de mi misma, (¡ERROR!) pero era una de las pocas cosas que me animaba; poner un poco de color al día gris. Antes de salir corriendo hacia el colegio, agarré algo de desayuno, algo que tragaría literalmente durante el camino y que seguramente acabaría provocándome un fuerte dolor de estómago a media mañana. Pero chica, las cosas no pueden ser perfectas.
Atravesé la puerta de acceso del colegio casi sin aliento, cuando me encontré con Lizzie. Ella, tan perfecta como siempre, sin un solo pelo fuera de su sitio y con una sonrisa sarcástica en la cara.
- Veo que hoy llegas pronto – dijo.
La miré con cara de "alegría aparente" y le dije:
- Guárdate ese simpático sarcasmo para alguien que quiera oírlo.
Ella se rió y enseguida empezó a hablarme, para desgracia mía. No me malinterpreten, Lizzie era mi mejor amiga desde que íbamos al jardín de infantes...
- Así que le dije: "mira, si no me quieres es tu problema, así que olvida todo lo que ha pasado y no hablemos más del tema"
- ¿De qué me hablas? – pregunté un poco confusa. A nuestro alrededor la gente iba entrando a las clases, pero a nosotras no nos importó demasiado, ya que ninguna llevaba reloj, una excusa perfecta en el caso de que un entrometido profesor viniera a darnos prisa para que entráramos a clase.
- ¡De Paul, tonta! Ya te dije que estábamos viéndonos... pero no era nada serio, ya se acabó todo. Sabes que mi amor verdadero es Joseph.
Ella y "su" Joseph. Se pasaba la vida soñando cómo sería conocerlo y poder darle un abrazo. Por supuesto esto era bastante difícil, ya que él era una súper estrella de la música y estaba lo bastante ocupado como para dejarse caer por nuestra ciudad. Aunque no lo descartábamos.
- Mira Liz, sé que babeas por él. Pero tienes que centrarte en algo más serio, algo más... alcanzable. ¿No te parece que Joe está un poco fuera de tu alcance? Además, sabes que le gustan las rubias.
- Eso es porque nunca se ha encontrado con una morena como yo – al tiempo que decía esto movía su perfecto pelo liso castaño oscuro, como en un anuncio de champú.
Yo me divertía fastidiándola y diciéndole que era imposible que Joseph se enamorara de ella; es más, ni siquiera sabía que existía, pero a mí me pasaba lo mismo que a ella. Estaba COMPLETAMENTE enamorada del hermano de Joe, Nicholas Jonas. Es que era perfecto, él y su pelo rizado, sus ojos tímidos, pero a la vez penetrantes, esos músculos que exhibía de vez en cuando, esa voz que me hacía temblar... Nick era lo que siempre había querido, por muy imposible que me pareciera llegar hasta él. Mi obsesión llegaba al punto de tener agregados en el messenger por lo menos cinco e-mails distintos de supuestos Nicks. Por supuesto, ninguno me había aceptado, así que mi sueño seguía distante.
La discusión de la mañana acabó ahí, cuando el director en persona vino a arrastrarnos a clase, pero durante todo el día pude ver como Lizzie se distraía dibujando en la libreta corazones y "JOE" por todas partes. ¡Qué vergüenza! A mí nunca se me ocurriría hacer algo así... al menos no en clase. ¿Qué pasaría si el profesor lo viera y lo publicara delante de todos? Quedaría como una tonta.
Un momento bueno del día fue cuando volviendo a casa del colegio, (por fin!) Liz y yo pasamos por una tienda de ropa nueva que habían abierto en una de las calles por las que solíamos pasear, y vimos en el escaparate una camiseta de los Power Rangers. De pequeñas jugábamos a ser parte del equipo, yo siempre era el amarillo y ella el rosa. El problema era que nunca encontrábamos a ningún chico que quisiera ser el rojo y el verde. De repente, como un milagro, a Liz se le ocurrió una idea genial.
- ¿Llevas dinero encima?
- Nop. No suelo llevar al colegio, lo sabes.
- No importa. Yo llevo. – dijo a la vez que me empujaba dentro de la tienda.
- ¡No, no y no! ¿Qué vas a hacer? – dije asustada.
- ¡Comprar esa camiseta, por supuesto!
- ¡Ah claro! Había olvidado que a tu amor le encantan esos bichejos. – lo dije de forma cansina, para que pensara que estaba harta, aunque en realidad me gustaba la idea.
- ¡Cállate! La voy a llevar siempre debajo de la ropa por si acaso un día me encuentro con ÉL. Así verá que somos almas gemelas.
- ¡Puaj! ¡Eso es asqueroso! No te atreverás a hacerlo...
- ¿Te apuestas algo? – lo dijo con un brillo de obsesión en los ojos, así que pensé que lo decía en serio.
- Dime por lo menos que tienes lavadora y secadora en casa y prométeme que cada día al llegar a casa la lavarás y que no olerás a equipo de fútbol americano y que..
- Sí, sí, prometido, pero calla y ayúdame a buscar mi talla.
Ante esto, poco podía hacer, así que entre las dos conseguimos su talla (una mediana). La verdad era que la camiseta no estaba mal, era blanca de tirantes estilo nadador con el estampado delante de los Power Rangers y detrás una frase: "GO, GO, POWER!" bastante loca (aunque dudaba que ellos hubieran dicho alguna vez eso).
Liz me descubrió mirando con deseo una camiseta de las Tortugas Ninjas.
- ¿La quieres? – preguntó.
- ¡Sí! Ya sabes que siempre me ha gustado Miguel Angelo, o como se llame, pero no llevo dinero.
- No importa, yo te la compro... pero me tendrás que devolver el dinero porque no ando muy bien de ahorros en estos momentos...
- Claro! Muchísimas gracias Liz! No me volveré a meter contigo ni con Joseph – crucé los dedos en mi espalda mientras lo decía. ¿Cómo sobrevivir sin fastidiarla?
Pagó y las dos nos volvimos muy contentas a casa. Ya sabía qué hacer esa tarde: revolver todo mi armario para buscar los conjuntos perfectos para esa camiseta.
"¡Al fin en casa!" se me escapó un suspiro al tiempo que me tumbaba en mi cama. Como todas las tardes, no había nadie. Mamá estaba liada llevando a mi hermano pequeño Liam a sus muchas clases extraescolares y como ella era una orgullosa mamá-trabajadora, siempre tenía algo que hacer. Papá...bueno...de mi padre hacía mil años que no sabía nada. Mis últimas noticias fueron que desapareció con mi niñera de entonces (el muy pervertido...). Nunca me había importado porque no me acordaba NADA de él, era demasiado pequeña para recordarlo, así que había crecido bajo la supervisión de mi madre, y a veces de la abuela Audrey. Me encantaba ese nombre, era tan... elegante. Una vez le pregunté a mi madre porqué no me puso el nombre de la abuela...
-Mamá! Me voy a cambiar el nombre.
-¿Porqué? ¿Qué le pasa al tuyo? – dijo con tono de voz cansino mientras le arreglaba el pelo a Liam.
-Que a ti te diera un ataque poético cuando me pusiste el nombre, no significa que a mi me guste!
-April, tu nombre es precioso! Escribirán canciones sobre él, ya lo verás.
Ante eso, mi respuesta fue fruncir los labios. Siempre funcionaba para demostrar que estaba enfadada o por lo menos, molesta. Mi madre se rió.
-Mamá! No me gusta nada! Me muero de vergüenza cada vez que alguien me pregunta mi nombre.
-¿Te lo puedes creer? – era nana (mi abuela, pero la llamaba nana) – En mi época un nombre era un nombre y nadie se lo cambiaba.
- Pero nana, no te das cuenta de que no puedo ir a hablar con el señor Nicholas Jerry Jonas y decirle que me llamo April! ¡Se reirá de mi en mi cara y pensará que le estoy engañando!
Estas conversaciones siempre acababan igual: mi madre diciéndome que mientras viviera bajo su techo seguiría llamándome April y mi nana ofreciéndose a decirle ella misma mi nombre a "sir" Nicholas. Por supuesto Nana sabía todo sobre los hermanos Jonas, ya me encargué yo de narrarle toda la historia.
De repente sonó el teléfono sacándome de mis recuerdos. Miré el identificador de llamadas pero era un número oculto, así que me imaginé que sería algún gracioso con ganas de bromitas. Con un poco de mal humor, contesté:
-¿Diga?
- Sí, ¿hola?
- Oye, ¿quién eres? – dije yo.
- No, perdona, ¿quién eres tú? – la voz me sonaba muy familiar, pero no sabía porqué.
- Creo que eso me lo tienes que responder tú ¿no? Tú has llamado, tú te presentas.
Se oyeron voces por el otro lado, un pequeño grito y una risa como de niño pequeño.
- ¿Oye? – dije preocupada.
- Sí, perdona, me he equivocado, creo. Es obvio que tú no eres Dan.
¡Me preguntaba si yo era Dan! ¿Acaso tenía voz de hombre? La última vez que lo comprobé, mi voz era perfectamente (y quizá tendría que añadir, seductoramente) femenina.
- Si es una broma, no tiene gracia – esto prácticamente lo susurré con odio. YO, Dan! Por favor...!
- No, no... no eres Daniel. Lo siento linda. – y colgó.
Me quedé con los ojos totalmente abiertos, aún un poco enfadada, pero por otro lado intrigada. Esa voz me sonaba muchísimo y aunque no lo conociera, era tan... bonita. Era la clase de voz que oyes sin saber quién es el dueño, pero intuyes que el propietario sería guapo. Pero no se puede tener todo en la vida...
Retomé mi trabajo de la tarde; es decir, me duché tranquilamente y sin los habituales gritos de mi hermano desde fuera de la puerta diciendo que quería entrar a "cambiarle el agua al canario". Definitivamente no tenía ni idea de dónde sacaba esas frases raras... Cuando acabé la ducha me dediqué a un cuidadoso proceso de "embellecimiento", o sea, depilación, cremas, manicura, pedicura... etc. Durante ese rato no pensé en nada que no fueran las letras de las canciones que sonaban en mi Ipod mientras tanto. Claro, no pensé en nada hasta que, entre canción y canción, mi móvil empezó a vibrar frenéticamente y a lanzar los aullidos de Joe diciendo "I don't wanna hurt you, I wanna kiss you!". Era mi tono de mensajes. Miré la pantalla y descubrí que tenía 3 llamadas perdidas y un mensaje de texto nuevo. ¿Tanto me había tardado en la ducha? Sin perder tiempo miré de quién eran las perdidas, y casi muero del asombro: ¡número oculto! Estúpida, estúpida, estúpida! El chico misterioso con voz seductora había vuelto a llamar y yo no había podido contestar porque estaba en mi ritual de belleza. Estúpida. Sin mucha esperanza y creyendo que el mensaje sería el típico de publicidad "Le regalamos una semana de llamadas gratis..." hice clic en el botoncito de "LEER MENSAJE". Tuve que sentarme, porque de repente mis piernas se hicieron de gelatina.
El mensaje decía así:
Siento haberte molestado antes. Supongo que me he dado cuenta de que no eres Dan.
Entiendo que no me quieras contestar la llamada, ha sido muy grosero por mi parte no decir nada más.
Por cierto, bonita voz.
¿Qué hacer ante una situación así? No tenía su número y era imposible averiguarlo, pero un gusanito empezó a picar por dentro... ¿Sería guapo? ¿simpático? ok, olvídalo me dije. No vas a volver a saber nada de él.
Mientras tanto, en otra parte del mundo...
-¿No te mueres de sed? – dijo Joe.
-La verdad, un poco sí... – dije.
-chicos!, no pueden salir del coche sin provocar algún paro cardiaco a las muchachitas de la zona – dijo Big Rob.
Así era él, tan "gracioso" y sarcástico. A veces me daban ganas de pegarle un puñetazo amistoso en el brazo pero sabía que si lo hacía mi cabeza estaba seriamente amenazada de ser arrancada del cuerpo. No, mejor me callaba.
-Creo que huelo Starbucks, - dijo Kevin. Siempre le pasaba, era un don. Sabía dónde había uno incluso aunque estuviéramos a 5 kilómetros de distancia.
Mientras que Kev le daba las instrucciones a Jeff, nuestro conductor de la furgoneta, me recosté en mi respaldo. Había sido un día muy largo y estaba agotado después de estar 3 horas firmando discos y haciendo una pequeña actuación para nuestras fans. Y encima, ahí dentro hacía mucho calor.
- Eh chicos, ¿les importa si bajo un poco el vidrio? Me muero de calor. – dije.
-Claro Nick, como quieras... pero ten cuidado con no volarte. Estás perdiendo músculo, no como yo, que cada vez estoy más bueno. – era Joseph. Cómo no...
-Querido Joseph, ¿qué te parece si dejas de hablar de ti y te concentras en mi? – dijo Kevin. – Es obvio que el que tiene más músculo de los tres, soy yo.
Joe empezó a reírse. Ya estaban otra vez discutiendo por lo mismo.
-Joe, ¿qué problema tienes con mis músculos? – le dije.
-Pues sencillo, hermanito, te estás quedando huesudo.
Ante esto, Kevin se rió mientras afirmaba con la cabeza.
-Estás más fuerte que antes, pero no lo suficiente. ¿Qué pasaría si una fan se desmayase delante de ti? ¿serías capaz de sujetarla o la dejarías que se diera contra el suelo? – dijo Kev.
Pensé en eso un momento.
-Creo que sí que podría con ella. Pero si la cosa fuera grave y la chica pesara más de lo que mis "huesudos" brazos se pueden permitir, Rob se encargaría, ¿verdad, Big?
-Sí Nick. Para eso estoy. Y ahora, cállense chicos, que paramos en un semáforo. No hagan ruido o las personas de fuera los oirán.
Eso nos encantaba. Como los cristales eran tintados, podíamos mirar sin ser vistos. Lo malo era que no podíamos hablar en voz alta, pero siempre intentábamos comunicarnos por señas o vocalizando sin hacer ningún sonido. Esta vez el primero en hacerlo fue Joe.
-¡CHIIICASSS! ¡HE LLEVADO BIGOTE FALSO EN UN VIDEO!
Esto lo dijo vocalizando mucho y mirando hacia fuera por el cristal, pero claro, ninguna se dio cuenta.
-¡JOE, A NADIE LE INTERESAS! ¡CIERRA LA BOCOTA! – articulé yo.
Como siempre, Kev nos descubrió cuando estalló en mil carcajadas. Su risa era inconfundible, y algunas chicas que iban caminando se giraron a mirar la furgoneta. Por suerte para nosotros, el semáforo se puso en verde y pudimos salir lo más rápido posible.
-Chicos, ya estamos, pero va a ser complicado que no los vean. Y yo llamo mucho la atención – dijo Big Rob. – Jeff, ¿te importa ir a ti?
- No puedo Rob, tengo que controlar que no vengan a ponerme una multa por mal aparcamiento. Aquí no puedo estar parado mucho rato. – dijo.
-No se preocupen, voy yo – dije. – Tengo mi kit de camuflaje.
-Nick, tu "kit de camuflaje" es el peor que he visto – dijo Joe.
Kevin empezó a reírse otra vez cuando saqué de mi mochila mi gorra azul de los Yanquees, unas gafas de sol extra grandes y un bigote postizo como el que había utilizado Joe en el video de Burnin' Up. Tenía que reconocer que sí era bastante malo.
-Además Nick, a mi me queda mejor ese bigote.
Ignoré el comentario de Joseph, tomé nota de lo que querían y bajé hacia el Starbucks que Kevin había "olido". Por suerte para mi y para mi patético disfraz, no había mucha gente. Entré decidido mientras que la empleada me miraba ya desde lejos. Ahí era cuando me entraba la manía persecutoria, ¿me habría reconocido? Seguí caminando con la cabeza baja hasta que llegué al mostrador.
-Hola, buenas tardes. ¿Qué te pongo? – dijo ella.
-Hola.. Ponme un café helado, un frappucino de fresa y crema, uno de moka y otro de chocolate, por favor.
-Perfecto. ¿Tu nombre?
ok..Empezaron los sudores fríos.. y ¿ahora qué decía? Dudé unos momentos mientras pensaba un nombre convincente...
-¿Te parece bien sólo Jerry? – dijo mientras me guiñaba un ojo. Eso significaba que sabía quién era yo. Lo que implicaba que Joe tenía razón en cuanto a mi patético camuflaje. Le sonreí agradecido y pasé a la mesa de espera, deseando que se diera prisa antes de que entrara alguien más.
Cuando recogí mi pedido y me disponía a salir de aquel lugar corriendo, me topé con la persona que menos esperaba encontrar: Dan, mi mejor amigo de la infancia.
-¡Mira por donde andas! – dijo él enfadado, pero pronto le cambió la cara – ¡¿Nick? ¿¡NICHOLAS!
-Sí, ok, publícalo en el periódico nacional – susurré mientras le apartaba un poco del camino - ¡Cállate o me descubrirán! Voy de incógnito.
-Un "incógnito" bastante malo, a decir verdad – dijo entre risas. Resoplé. - ¿Cómo estás hermano? Hace mil años que no te veo. ¿Y Kev y Joe? ¿Y Frankie?
-Genial, todos están bien –dije con prisa. - Dan, mira, me encantaría quedarme a hablar, pero tengo que irme, me esperan en el coche. Oye, ¿qué te parece si me das tu número y te llamo en cuanto pueda? Tenemos que vernos y ponernos al día. ¿Conseguiste salir con aquella chica que te volvía loco?
-Bueno, digamos que aún conservo la cicatriz de cuando me rechazó. – rió entre dientes – pero, claro, te doy mi número, un momento.
Cogió una servilleta y un bolígrafo y a toda prisa me apuntó su número. Me sobresalté al escuchar unos pitidos de coche desde afuera del Starbucks. Impacientes...
-Toma Nick. Llámame, señor ocupado ¿vale? – dijo con su característica sonrisa. Siempre me había caído bien este tipo.
-Claro. Nos vemos. ¡Cuídate!
Me largué corriendo antes de que a Joe se le ocurriera venir con un bate a repasarme por haber tardado tanto (no sería la primera vez que empleaba métodos violentos conmigo).
-Esto, Nick, creo que de repente has perdido tu virilidad. – dijo Kev entre risas cuando entré todo sudoroso al coche. Inmediatamente Big Rob se rió también, pero Joe aún estaba serio. Me miró con aspecto entre preocupado y enfadado, y me dijo:
-Nicholas Jerry, hermano mío... Esta no te la perdono. ¡Has perdido mi bigote favorito!
No pude evitarlo. Me empecé a reír.
-Lo...lo siento Joseph... te compraré otro. – dije con dificultad.
Joe puso su cara de niño pequeño enfadado. Yo sabía de quién la copiaba: de Frankie.
-¡Pero ese era mi preferido! – dijo con un puchero de bebé. Parecía a punto de llorar.
-Vamos, Joe. ¿No pretenderás que vuelva a buscarlo no? – se le iluminó la cara. - ¡Ni lo sueñes! No salgo de aquí hasta que lleguemos. – dije indignado.
-ok señor gruñón – ese ya era su tono de voz normal – pero pásame mi frappucino de fresa, ¡me muero de sed!
Repartí el pedido entre ellos: frapuccino de moka para Kevin, de chocolate para Big Rob, el de fresa para Joe, y el café helado para mi. Cuando Jeff arrancó otra vez, les conté lo de mi encuentro con Dan.
-¡Genial! ¡Llámale, Nicholas! Creo que mañana no tenemos nada programado. Pueden quedar... – dijo Kevin.
La verdad, era una buena idea... Quizá lo llamaría después. Mientras, pasé el número de teléfono a la memoria de mi Iphone y después guardé el papel en mis jeans.
-¿Qué tienen pensado hacer mañana? – les pregunté a mis hermanos.
-Íbamos a ir todos a probar un sitio nuevo que han abierto. Es para hacer escalada. – dijo Joe – y además creo que Frank quiere que le acompañemos a "fabrícate un oso".
-¡Wow! Muero de ganas por hacerme un osito – dijo Kevin.
-Lo sé, Kev... el tuyo está un poco viejo ya. – dijo Joe.
Me reí. Por una vez, el chiste no iba sobre mi.
-No te metas con Bigotes – refunfuñó Kevin. – Tiene más años que tú.
-Cierto, y aún le falta el ojo que le arranqué cuando me enfadé contigo porque no quisiste jugar conmigo a los Power Rangers. – contestó Joe.
-Chicos, llegamos – era Big Rob.
En esos momentos estábamos entrando por el camino de grava que llevaba a nuestra casa. Era como un refugio para nosotros porque allí podíamos estar sin preocuparnos por nuestra privacidad. No había gritos histéricos, ni flashes de cámaras, ni agarrones inoportunos.
Después de saludar a mi madre y a mi padre, fui a mi cuarto para relajarme un poco. Puse mi canción favorita y me tumbé en la cama. No sabría decir si pasaron 10 minutos o una hora, pero me desperté de repente con Frankie dando saltos sobre mi cama.
-Frank, ¿cómo has entrado? –le dije.
-Pues por la puerta, ¡como todo el mundo! – dijo entre risitas. – Venía a ver qué hacías. Es que Joe me ha echado de su cuarto porque creo que está jugando con su nuevo videojuego y Kevin me ha dicho que estaba ocupado. No sé en qué, la verdad...
No pude evitar sonreírle a pesar de que me había despertado de muy mala manera. Es que tenía una carita tan inocente..,
-Bien, Frank. Quédate si quieres – le dije. De repente me acordé de ese número nuevo que había anotado en mi móvil. – Pero ahora tienes que estarte calladito ¿vale? Tengo que hacer una llamada.
-OK –dijo mientras bajaba de mi cama y se ponía a rebuscar en mis cajones en busca de mi colección de tarjetas de baseball.
Busqué el número de Daniel y marqué. La señal sonaba como distante y como sonido de espera estaba esa canción que tanto me gustaba: Superstition de Stevie Wonder.
Una voz que no me esperaba contestó:
-¿Diga? –dijo una... ¿chica?
- Sí, ¿hola? – dije un poco preocupado. ¿Habría pillado a Dan en un mal momento, es decir, estaba ocupado ahora con una chica?
- Oye, ¿quién eres? – la chica empezó a sonar molesta.
- No, perdona, ¿quién eres tú? – le dije. ¿Quizá estaba siendo muy antipático?
- Creo que eso me lo tienes que responder tú ¿no? Tú has llamado, tú te presentas.
Al ver mi cara de desconcierto, Frank me empezó a mirar y se rió por lo bajo mientras me hacía una imitación de la que era mi cara en ese momento. Le di un golpe para que se callara.
- ¿Oye? – preguntó la desconocida.
-Sí, perdona, me he equivocado, creo –dije. –Es obvio que tú no eres Dan.
- Si es una broma, no tiene gracia – susurró con voz muy molesta esta vez.
- No, no... no eres Daniel. Lo siento linda. – y colgué.
Era gracioso que la hubiera llamado linda; ni siquiera sabía cómo era, pero había algo en su voz que me llamó la atención.
-¿Quién es la linda? –preguntó curioso Frankie. –Nicholas, ¿tienes novia nueva?- y sonrió.
-No, enano. Ahora calla y sal de mi cuarto – esto lo dije aún pensando en esa chica.
¿Cómo se llamaría? Y... la verdad era que no había sido muy amable con ella. De pronto me arrepentí de haberle hablado de esa forma, así que esperé un poco mientras me preguntaba qué hacer. Al cabo de un rato decidí volver a llamarla. Sin embargo, probé incluso 3 veces seguidas, pero nadie contestaba. Era obvio que se había enfadado y pensaba que me burlaba de ella. En ese momento me entró la culpabilidad y me puse a escribirle un mensaje de texto que esperaba ella me contestara.
Siento haberte molestado antes. Supongo que me he dado cuenta de que no eres Dan.
Entiendo que no me quieras contestar la llamada, ha sido muy grosero por mi parte no decir nada más.
Por cierto, bonita voz.
Sí, tras haberlo leído 10 veces y retocado de aquí y allá, me quedó un mensaje bastante decente. Y el piropo final era la verdad, no era una treta para ganármela: realmente tenía una voz muy bonita.
Fue con esa voz con la que soñé esa noche. PD: April → eres Tú! jejejeje
Última edición por twoworldscollide el Marzo 7th 2011, 12:09, editado 1 vez | |
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