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| el diablo en invierno nick y tu | |
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+9kary jonas BeckieSummer IshPaniagua claribel de jonas PameeJB Jonas' Mysc CRIS adriiPerfecto geness16 13 participantes | |
Autor | Mensaje |
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Jonas' Mysc Casada Con
Cantidad de envíos : 1281 Edad : 31 Localización : Valencia Fecha de inscripción : 25/11/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 6th 2010, 12:03 | |
| go on..! siguela pliss!!! sta buena sta nove xD | |
| | | geness16 Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 396 Edad : 30 Localización : valencia-venezuela Fecha de inscripción : 10/09/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 6th 2010, 12:46 | |
| capitulo 8
—No necesita flores —soltó St. Jonas, pero la joven se marchó de todos modos. —Que la novia lleve brezo blanco es una vieja costumbre escocesa —explicó MacPhee a ______—. ¿Quiere que le cuente porqué?
Ella asintió y contuvo una risita ahogada. A pesar de su cansancio, o quizá debido a él, empezaba a sentir un placer perverso al ver cómo Nick se esforzaba por controlar su irritación. En aquel momento, el hombre mal afeitado y malhumorado que tenía a su lado no guardaba ningún parecido con el aristócrata petulante que había asistido a la fiesta en casa de lord Kevin.
—Hace mucho, mucho tiempo... —empezó MacPhee, sin prestar atención al gruñido de St. Jonas—, había una hermosa joven llamada Malvina. Estaba prometida a Osear, un valiente guerrero que había conquistado su corazón. Osear pidió a su amada que lo esperara mientras iba a buscar fortuna. Pero un día aciago, Malvina recibió la noticia de que su novio había muerto en combate. Descansaría para siempre en unas colinas lejanas... sumido en un sueño eterno... —Dios mío, cómo lo envidio —afirmó Nick, a la vez que se frotaba los ojos. —Cuando las lágrimas de dolor de Malvina empaparon la hierba como el rocío —prosiguió MacPhee—, el brezo púrpura que había a sus pies se volvió blanco. Por eso todas las novias escocesas llevan brezo blanco el día de su boda. —¿Esa es la historia? —preguntó Nick con incredulidad—. ¿El brezo procede de las lágrimas que derramó una muchacha por la muerte de su prometido? —Así es. —¿Cómo diablos puede considerarse entonces señal de buena suerte?
MacPhee abrió la boca para contestar pero, en ese momento, Florag volvió y entregó a ______ un ramito de brezo blanco seco. Tras murmurarle las gracias, ______ dejó que el herrero la condujera hacia el yunque, en el centro del local.
—¿Tiene un anillo para la señorita? —preguntó MacPhee a Nick, que sacudió la cabeza .— Me lo imaginaba —dijo con frialdad el herrero—. Gavenia, trae el estuche de los anillos. —Y acercándose a ______, explicó—: Trabajo metales preciosos además de hierro. Es un trabajo fino, hecho con el mejor oro de Escocia. —No necesita ningún... —Nick se detuvo al ver que ______ alzaba los ojos hacia él. Soltó un suspiro—. De acuerdo. Elige uno.
MacPhee retiró un trozo de lana del estuche, lo extendió sobre el yunque y colocó sobre él con delicadeza una selección de seis anillos. ______ se inclinó parar mirarlos. Los anillos, todos ellos alianzas de oro de diversos tamaños y motivos, eran tan intricados y delicados que parecía imposible que los hubiera creado un herrero. —Éste muestra cardos y nudos —dijo MacPhee, y lo levantó para que lo viera mejor—. Este tiene un diseño de llaves, y éste, una rosa de Shetland.
______ eligió el más pequeño y se lo probó en el dedo anular izquierdo. Le iba perfecto. Se lo acercó para examinar el diseño. Era el más sencillo; una alianza de oro pulido que llevaba grabadas las palabras: Tha Gad Agam Ort.
—¿Qué significa? —preguntó a MacPhee. —«Mi amor es tuyo.»
Nicholas permaneció impertérrito y se produjo un silencio incómodo. ______ se quitó la alianza lamentando haberse interesado por los anillos. El sentimiento de aquella frase estaba tan fuera de lugar en esa ceremonia impostada que realzaba la farsa de la boda.
—Creo que no quiero anillo después de todo —masculló, y volvió a dejarlo en la tela. —Nos lo quedamos —dijo entonces Nick. Anonadada, ______ lo vio coger la alianza de oro y, cuando lo miró con los ojos desorbitados, él añadió con sequedad—: Son sólo palabras. No significa nada.
Ella asintió y agachó la cabeza. MacPhee los observó con ceño y se tiró de la barba incipiente.
—Niñas, cantad una canción —pidió a sus hijas con resuelta alegría. —Una canción... —protestó Nicholas, pero ______ le tiró de la manga. —Déjalos —murmuró—. Cuanto más discutas, más tardaremos.
Él maldijo entre dientes y fijó la vista en el yunque, mientras las hermanas entonaban en perfecta armonía. Oh, mi amor es como una rosa roja, roja, recién brotada en junio.
Oh, mi amor es como una melodía que se entona dulcemente. Mi amor por ti es tan inmenso como tu belleza. Y te seguiré amando, amor mío, hasta que los mares se sequen... El herrero escuchó a sus hijas con orgullo hasta que acabó la última nota y entonces las alabó generosamente. Se volvió a la pareja que estaba ante el yunque e indicó, dándose importancia:
—Y ahora les haré unas preguntas. ¿Son los dos solteros? —Sí —respondió Nick. —¿Tiene un anillo para la novia? —Acaba de... —Nick se detuvo con una imprecación entre dientes al ver que MacPhee arqueaba las cejas, impaciente. Era evidente que si quería que la ceremonia concluyera, debía seguirle la corriente. Así que gruñó—: Sí, lo tengo. —Póngaselo a su prometida en el dedo y tómele la mano. ______ se sintió extraña y mareada cuando miró a Nick. En cuanto él le deslizó la alianza en el dedo, el corazón empezó a latirle deprisa, y le recorrió el cuerpo algo que no era ni entusiasmo ni temor, sino una emoción nueva que le agudizaba los sentidos. No tenía palabras para definir ese sentimiento. La tensión la atenazó mientras su pulso rehusaba calmarse. Su mano descansaba sobre la de él, cuyos dedos eran más largos y su palma suave y cálida.
Él inclinó un poco la cabeza para verle la cara. Aunque estaba inexpresiva, una nota de color le cubría los pómulos y el puente de la nariz. Y respiraba más rápido de lo habitual. Ella desvió la mirada, sorprendida de que ya conociera algo tan íntimo como su respiración normal. El herrero tomó una cinta blanca y se la entregó a una de sus hijas. ______ se estremeció un poco cuando la chica rodeó con ella las muñecas de los novios. Notó que Nick había acercado la mano libre a su cuello y se lo acariciaba como si fuera un animal nervioso. El suave contacto de sus dedos hizo que se relajara. MacPhee terminó de rodearles las muñecas con más cinta.
—Y ahora el nudo —dijo mientras lo hacía con una floritura—. Repita después de mí, señorita: «Yo te tomo por esposo.» —Yo te tomo por esposo —susurró ______. —¿Milord? —lo animó el herrero.
St. Jonas la miró con unos ojos fríos y brillantes que no revelaban nada. Aun así, ella sintió de algún modo que él también sentía aquella tensión extraña, tan fuerte como la de un relámpago.
—Yo te tomo por esposa —dijo en voz baja. —Ante Dios y estos testigos, yo os declaro marido y mujer —dijo MacPhee con tono de satisfacción—. Que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Son ochenta y dos libras, tres coronas y un chelín. St. Jonas apartó con dificultad la mirada de ______ y la dirigió hacia el herrero con una ceja arqueada. —El anillo vale cincuenta libras —explicó MacPhee en respuesta a su pregunta implícita. —¿Cincuenta libras por un anillo sin piedra? —replicó St. Jonas agriamente. —Es oro escocés —dijo MacPhee, a quien parecía indignarle que cuestionara el precio—. Es de los arroyos de las colinas de Lowther. —¿Y el resto? —Treinta libras por la ceremonia, una libra por el uso del local, una guinea por el certificado de matrimonio, que les tendré preparado mañana, una corona por cada testigo... —Hizo una pausa para señalar a sus hijas, que rieron e hicieron una reverencia—. Otra corona por las flores... —¿Una corona por un puñado de hierbajos secos? —soltó Nick, indignado. —La canción es cortesía de la casa —concedió MacPhee gentilmente—. Oh, y un chelín por la cinta, que no deben desatar hasta que el matrimonio se haya consumado o la mala suerte les perseguirá.
Nick abrió la boca para replicar, pero tras una mirada a la agotada ______, metió la mano en el bolsillo de la chaqueta en busca del dinero. Se movía con torpeza, ya que era diestro y ahora sólo podía usar la mano izquierda. Sacó un fajo de billetes y unas monedas y los lanzó sobre el yunque.
—Tenga —dijo con brusquedad—. Quédese con el cambio. Déselo a sus hijas. —Su voz adquirió una nota irónica—. Junto con mi gratitud por la canción.
MacPhee y sus hijas dieron las gracias a coro y los siguieron hasta la puerta mientras las muchachas repetían una estrofa:
Y te seguiré amando, amor mío, hasta que los mares se sequen...
Cuando salieron de la herrería, la lluvia arreciaba como una densa cortina plateada. ______ reunió las fuerzas que le quedaban para acelerar el paso en su regreso a la posada. Se sentía como si caminara en sueños. Todo parecía desproporcionado, le costaba concentrar la mirada y el suelo enfangado parecía moverse caprichosamente bajo sus pies. Para su disgusto, su flamante marido la detuvo junto al edificio, a cubierto bajo un alero chorreante.
—¿Qué pasa? —preguntó aturdida.
Él alargó la mano hacia sus muñecas atadas y empezó a deshacer el nudo de la cinta.
—Voy a quitarnos esto. —No. Espera. —La capucha de la capa le resbaló hacia atrás al intentar impedírselo. Le cubrió la mano con la suya y él la miró. —¿Por qué? —preguntó Nick con impaciencia. Inclinó la cabeza para mirarla a los ojos, y el agua empezó a resbalarle por el ala del sombrero. Había oscurecido y la única iluminación que había era el brillo tenue de las farolas. Aunque la luz era poca, parecía prender en sus ojos, que lucían como si poseyeran una luz interior. —Ya has oído al señor MacPhee: trae mala suerte desatar la cinta. —¿Eres supersticiosa? —dijo Nick en tono incrédulo. ______ asintió como discul-pándose.
No costaba demasiado darse cuenta de que la furia de St. Jonas podría desatarse mucho antes que sus muñecas. Ahí de pie, juntos, en medio de la oscuridad y el frío, con los brazos extendidos en un ángulo extraño, ______ sentía su mano sobre la de él. Era la única parte de su cuerpo que experimentaba calor.
El habló con una paciencia exagerada que habría impulsado a ______, en circunstancias normales, a retirar de inmediato sus objeciones.
—¿De verdad quieres entrar así en la posada?
Era irracional, pero ______ estaba demasiado exhausta para pensar con sensatez. Sólo sabía que ya había tenido toda la mala suerte del mundo, y no quería buscarse más.
—Estamos en Gretna Green. Nadie le dará ninguna importancia. Y creía que no te importaban las apariencias. —Nunca me ha importado parecer depravado o vil. Pero me niego a parecer *******. —No, por favor —insistió ella cuando Nick volvió a atacar el nudo. Forcejeó con él y sus dedos se entrelazaron.
De repente, Nick le tomó la boca con la suya y la empujó contra el edificio, donde la sujetó con su cuerpo. Con la mano libre, le tomó la nuca por debajo del pelo mojado. La presión de sus labios la aturdió. No sabía besar y no tenía idea de qué hacer con la boca. Perpleja y temblorosa, le ofreció los labios cerrados mientras el corazón le latía con fuerza y las piernas le flaqueaban. Nicholas quería cosas que ella no sabía darle. Al notar su confusión, él cedió un poco y empezó a darle besos breves e insistentes mientras le rozaba con suavidad la cara. Empezó a acariciarle la mandíbula, el mentón, y, con el pulgar, le incitó a separar los labios. En cuanto lo consiguió se los cubrió con la boca. ______ podía saborearlo: una esencia sutil y seductora que la afectó como si se tratara de un elixir exótico. Notó cómo le introducía la lengua, cómo le exploraba suavemente la boca, cómo la deslizaba más y más adentro sin que ella opusiera resistencia.
Tras este beso exuberante, Nick redujo la presión hasta que sus bocas apenas se tocaban y su aliento, que el frío de la noche convertía en vaho, se mezclaba de modo visible. La besó con suavidad una, dos veces. Le recorrió la mejilla con los labios hasta el hueco de la oreja. Entonces, al sentir cómo se la acariciaba con la lengua y cómo le tomaba el lóbulo entre los dientes, ______ soltó un gritito ahogado. Se estremeció y una cálida sensación le invadió los pechos hasta sus partes íntimas.
Buscó a ciegas su boca, la caricia delicada de su lengua. Y él se las ofreció con un beso tierno pero firme. ______ le rodeó el cuello con el brazo libre para no caerse, mientras él mantenía la otra muñeca contra la pared, lo que provocaba que sus pulsos latieran juntos bajo la cinta blanca. Otro beso apasionado, rudo y dulce a la vez, con el que le devoró la boca y le saboreó y lamió el paladar. Ella sintió un placer tan intenso que casi se desmayó.
«No es extraño...», pensó atolondrada.
No, no era extraño que tantas mujeres hubieran sucumbido a aquel hombre, echado a perder su reputación y su honor por él. Habían incluso, si había que dar crédito a los rumores, amenazado con suicidarse cuando las abandonó. Nicholas era la sensualidad personificada.
Cuando se separó de ella, le sorprendió no desplomarse. Él jadeaba tanto como ella, más incluso, y su tórax se movía con fuerza. Ambos guardaron silencio mientras él alargaba la mano para desatar la cinta con los ojos totalmente fijos en ello. Le temblaban las manos. No la miró, aunque no supo si era para evitar verle la expresión o para impedirle ver la suya. Una vez retirada la cinta blanca, ______ se sintió como si siguieran atados. Su muñeca conservaba la sensación de estarlo. Él, que por fin se atrevió a mirarla, la retó en silencio a que protestara. Así que ella se contuvo y le tomó el brazo para recorrer la corta distancia que los separaba de la posada. La cabeza le daba vueltas y apenas oyó las felicitaciones joviales del señor Findley cuando entraron. Al subir la escalera, oscura y angosta, le pesaban las piernas.
El viaje concluía finalmente en un esfuerzo titánico por poner un pie delante del otro. Llegaron a una puerta en el pasillo de arriba. Apoyada contra la pared, vio cómo Nick introducía la llave en la cerradura. Cuando hubo abierto, se tambaleó hacia el umbral.
—Espera —dijo él, y se agachó para cargarla. —No tienes que... —soltó ella. —Por deferencia a tu naturaleza supersticiosa, creo que será mejor que sigamos una última tradición. —Y la levantó con la misma facilidad que si fuera una niña y cruzó de lado la puerta con ella en brazos—. Trae mala suerte que la novia tropiece en el umbral. Y he visto hombres caminar mejor que tú después de una bacanal de tres días. —Gracias —murmuró ______ cuando la dejó en el suelo. —Será media corona —replicó Nick, y el recordatorio irónico de las tarifas del herrero la hizo sonreír.
Pero su sonrisa se desvaneció al echar un vistazo a la habitación. La cama de matrimonio se veía mullida y limpia, y la colcha, raída de incontables lavados. El armazón era de metal, con remates en forma de bola. Un brillo rosado emanaba de una lámpara de aceite con tulipa de cristal rojo que había en la mesita de noche. Manchada de barro, helada y entumecida, ______ observó en silencio la bañera de cobre colocada delante de la chimenea.
Nicholas cerró la puerta, se acercó a ella y le desabrochó la capa. Su rostro reflejó algo parecido a la lástima cuando se percató de que temblaba de cansancio.
—Deja que te ayude —dijo en voz baja a la vez que le quitaba la capa de los hombros, y acercó una silla al fuego.
______ tragó saliva y trató de tensar las rodillas, que parecían querer doblarse. Al mirar la cama, un pavor frío le golpeó el estómago.
—¿Vamos a...? —empezó con una voz que se le volvió áspera. —¿Vamos a...? —repitió Nick a la vez que empezaba a desabrocharle la parte delantera del vestido. Sus dedos se movieron con rapidez por la botonadura del canesú—. No, por Dios. A pesar de lo deliciosa que eres, mi amor, estoy demasiado cansado. Jamás había dicho esto en toda mi vida pero, en este momento, me apetece más dormir que follar.
______ suspiró aliviada. Tuvo que agarrarse a él para no perder el equilibrio cuando le pasó el vestido por las caderas para quitárselo.
—No me gusta esa palabra —dijo en voz baja. —Pues más vale que te acostumbres a ella —respondió él con mordacidad—. Es una palabra que se usa con frecuencia en el club de tu padre. No entiendo cómo no estás acostumbrada a oírla. —La he oído —replicó indignada mientras daba un paso para salir del círculo que formaba el vestido en el suelo—. Sólo que, hasta ahora, no sabía qué significaba.
Nicholas se agachó para desabrocharle los zapatos. Un ruido extraño, como de ahogo, se le escapó de los labios. ______ creyó, angustiada, que le había dado un ataque, pero luego comprendió que se estaba riendo. Era la primera carcajada auténtica que le oía, aunque no sabía qué le resultaba tan gracioso. De pie ante él, en camisola y culote, se cruzó de brazos y frunció el ceño. Sin dejar de regodearse, St. Jonas le quitó los zapatos y los dejó en el suelo. Le bajó las medias con rápida eficiencia.
—Toma un baño, cielo —logró decir por fin—. Esta noche no corres peligro conmigo. Podré mirar, pero no tocar. Adelante.
Como nunca se había desnudado delante de un hombre, ______ se ruborizó de pies a cabeza mientras se soltaba los lazos de la camisola. Nick, con tacto, se volvió y se dirigió hacia el palanganero con un aguamanil lleno de agua caliente que había en la chimenea. Mientras sacaba los útiles para afeitarse, ______ se quitó con torpeza la ropa interior y se metió en la bañera. El agua estaba deliciosamente caliente y, al sumergirse, sintió un cosquilleo en las piernas, como si se le clavaran millares de agujitas.
En un taburete junto a la bañera había un tarro con un jabón gelatinoso de color marrón y olor acre. Se vertió un poco en los dedos y se lo extendió por el pecho y los brazos. Tenía las manos muy torpes y los dedos se negaban a obedecer sus órdenes. Tras hundir la cabeza en el agua, alargó la mano para tomar un poco más de jabón y casi volcó el tarro. Se lavó el pelo, refunfuñó cuando empezaron a escocerle los ojos y con las manos se vertió agua en la cara.
Nicholas se acercó a la bañera con el aguamanil. ______ le oyó hablar a través del agua.
—Echa la cabeza hacia atrás —ordenó antes de verterle el resto de agua limpia sobre el pelo enjabonado.
Con destreza, le secó la cara con una toalla limpia pero áspera, y le dijo que se levantara. ______ tomó la mano que le ofrecía y lo hizo. Debería haberse muerto de vergüenza de estar desnuda ante él, pero había llegado a tal límite de agotamiento que era incapaz de sentir pudor. Temblorosa y agobiada, dejó que la ayudara a salir de la bañera. Incluso permitió que la secara, sin hacer otra cosa que no fuera esperar lánguidamente a que terminara, sin importarle ni darse cuenta de si la estaba mirando.
Nicholas era más eficiente que cualquier doncella, y le puso con rapidez el camisón de franela blanca que había encontrado en su bolsa de viaje. Con la toalla le escurrió el agua del pelo y después la condujo hasta el palanganero. ______ observó, indiferente, que había encontrado su cepillo de dientes en la bolsa y le había echado polvos dentífricos. Se cepilló los dientes, se los aclaró con movimientos enérgicos y escupió en la jofaina de cerámica. El cepillo se le escurrió entre los dedos entumecidos y repiqueteó en el suelo.
—¿Dónde está la cama? —susurró con los ojos cerrados. —Aquí, cariño. Tómame la mano —respondió él, y la guió. En cuanto llegó, ______ se tumbó como un animal herido. El colchón era mullido, y el peso de las sábanas y las mantas de lana, secas y calientes, exquisito para sus extremidades doloridas. Hundió la cabeza en la almohada y gimió suspirante. Sintió un ligero tirón en el cabello y comprendió que Nick le estaba peinando los mechones mojados. Aceptó pasivamente sus atenciones y dejó que le diera la vuelta para hacer lo mismo con el otro lado. Cuando hubo terminado, él fue a tomar su baño. ______ logró mantenerse despierta lo suficiente para ver su cuerpo esbelto y dorado a la luz del fuego. Cerró los ojos cuando se metía en la bañera y, cuando él se sentó, ella ya estaba dormida. | |
| | | kary jonas Comprometida Con...
Cantidad de envíos : 785 Edad : 32 Localización : mexico Fecha de inscripción : 07/06/2010
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 02:08 | |
| nueva lectora debo decir qe en absoluto miento cuado digo qe me super facino la nobela la catalogare como una de mis favoritas por favor tienes qe seguirla me volvi adicta haci qe ahora no me puedes dejar asi por fa siguela | |
| | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 258 Edad : 30 Localización : Barranquilla-Colombiia Fecha de inscripción : 29/06/2010
| | | | llollzz Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 307 Edad : 30 Localización : santo domingo , Rep. dominicana Fecha de inscripción : 27/12/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 15:20 | |
| Nueva Lectora !!! Me encanta la nove Pon cap seguido .. jejejjejejje | |
| | | Jonas' Mysc Casada Con
Cantidad de envíos : 1281 Edad : 31 Localización : Valencia Fecha de inscripción : 25/11/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 16:44 | |
| esta muy buena siguela pronto plis..! | |
| | | geness16 Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 396 Edad : 30 Localización : valencia-venezuela Fecha de inscripción : 10/09/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 22:53 | |
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Ningún sueño la perturbó por la noche. No existía nada salvo la oscuridad dulce y densa, la cama mullida y la tranquilidad de un pueblo escocés en una noche fría de finales de otoño. Sólo se movió al alba, cuando los ruidos del exterior se colaron en la habitación: los gritos alegres del vendedor de bollos y de un buhonero, los sonidos de animales y carros que pasaban por la calle. Entreabrió los ojos, y en la luz tenue que entraba a través de las burdas cortinas beige, vio con sorpresa que había otra persona en la cama.
St. Jonas. Su marido. Estaba desnudo, al menos de cintura para arriba. Dormía boca abajo, y rodeaba con sus musculosos brazos la almohada en que apoyaba la cabeza. Las líneas de sus hombros y espalda eran tan perfectas que parecían grabadas en ámbar pálido del Báltico y lijadas hasta lograr un acabado brillante. Su rostro parecía mucho más suave que cuando estaba despierto. Tenía cerrados sus calculadores ojos, y la boca, relajada, se veía sensual.
______ cerró los ojos y pensó que era una mujer casada, y que podría ver a su padre y quedarse con él todo el tiempo que quisiera. Y, como era probable que a Nicholas no le importara demasiado lo que hiciera o adonde fuera, gozaría de cierta libertad. A pesar de que seguía preocupada, sintió algo parecido a la felicidad y, con un suspiro, volvió a dormirse.
Esta vez soñó que avanzaba por un camino bañado por el sol y bordeado de áster y espigas doradas. Era un camino de Hampshire que había recorrido muchas veces y que atravesaba campos húmedos llenos de reina de los prados y hierbas largas de finales de verano. Andaba sola hasta acercarse al pozo de los deseos donde ella y sus amigas habían lanzado una vez monedas al agua y formulado sus deseos. Como conocía la superstición local sobre el espíritu del pozo que vivía bajo tierra, ______ no había querido acercarse demasiado al borde. Según la leyenda, el espíritu esperaba capturar a alguna doncella inocente para que viviera con él en el pozo. En su sueño, sin embargo, no tenía miedo y se atrevía incluso a quitarse los zapatos y a meter los pies en el agua. Para su sorpresa, no estaba fría, sino deliciosamente caliente. Se sentaba en el borde del pozo, sumergía las piernas en el agua y levantaba la cara hacia el sol. Sentía que algo le rozaba los tobillos. Se quedaba muy quieta, sin sentir ningún miedo a pesar de notar que algo se movía bajo la superficie del agua. Otro roce... una mano... unos dedos largos le acariciaban los pies y le masajeaban con ternura los doloridos arcos hasta que ella suspiraba de placer. Unas grandes manos masculinas le iban ascendiendo por las pantorrillas y las rodillas mientras un cuerpo corpulento y bien formado emergía de las profundidades del pozo. El espíritu había adoptado la forma de un hombre para cortejarla. La rodeaba con sus brazos y su contacto era extraño, pero tan agradable que seguía con los ojos cerrados, temerosa de que, si intentaba mirarlo, pudiera desaparecer. Tenía la piel cálida y sedosa, y los músculos de la espalda se le tensaban bajo sus dedos.
Su amante soñado le susurraba palabras cariñosas al abrazarla y le acariciaba el cuello con la boca. Notaba una sensación agradable dondequiera que la tocara.
—¿Te hago mía? —murmuró mientras le quitaba con cuidado la ropa y dejaba su piel expuesta a la luz, al aire y al agua—. No tengas miedo, mi amor...
Y cuando ella se estremecía y lo abrazaba a ciegas, él le besaba el cuello y los pechos, y le rozaba los pezones con la lengua. Le deslizaba las manos cuello abajo para acariciarle los pechos mientras con los labios medio separados le tocaba los pezones. La incitaba con la lengua una y otra vez hasta que a ella se le escapaba un gemido de placer y le hundía los dedos en el pelo. El espíritu del pozo le cubría con la boca un pezón y tiraba con suavidad. Lo acariciaba después con la lengua y volvía a tirar de él para lamerlo y chuparlo. ______ arqueaba la espalda, gemía y no podía evitar separar los muslos cuando él se situaba entre ellos, y entonces...
Abrió los ojos de golpe. Despertó confundida y jadeante, llena de deseo. El sueño se desvaneció y comprendió, aturdida, que no estaba en Hampshire sino en la habitación de la posada de Gretna, y que el ruido de agua no procedía de ningún pozo de los deseos sino de la lluvia que caía en ese momento. Tampoco había luz del sol, sino el brillo de un fuego recién encendido en la chimenea. Y el cuerpo que la cubría no era ningún espíritu del pozo, sino un hombre que tenía la cabeza en su vientre y le recorría la piel con la boca. ______ se puso tensa y gimoteó sorprendida al darse cuenta de que estaba desnuda, que St. Jonas le estaba haciendo el amor y que llevaba en ello varios minutos.
El alzó los ojos hacia ella. Con el ligero rubor que le cubría las mejillas, sus ojos parecían más claros e impresionantes de lo habitual. Sus labios esbozaron una sonrisa relajada pero picara.
—Es difícil despertarte —musitó con voz ronca antes de volver a agachar la cabeza mientras le recorría furtivamente un muslo con la mano.
______, escandalizada, protestó y se movió bajo su cuerpo, pero él la tranquilizó acariciándole las piernas y las caderas y volvió a colocarla en la posición adecuada.
—Estáte quieta. No tienes que hacer nada, mi amor. Deja que yo me encargue. Sí. Puedes tocarme si te... Mmm... Sí... —susurró al notar los dedos temblorosos de ______ en su pelo, en su nuca, en la curva de sus hombros. Descendió, y ______ sintió cómo sus piernas desnudas se deslizaban entre las de ella hasta que se percató de que él tenía la cara justo en su vello íntimo. Avergonzada, alargó una mano para taparse.
La erótica boca de Nick se deslizó hacia su cadera, y notó que sonreía contra su piel suave.
—No deberías hacer eso —le susurró—. Si me escondes algo, lo deseo más. Me temo que me estás llenando la cabeza de ideas lascivas, así que será mejor que apartes la mano, cariño, o podría hacerte algo realmente depravado.
Cuando ______ apartó la mano temblorosa, Nicholas paseó la yema de un dedo por el vello rizado para buscar con delicadeza su tersura carnosa.
—Así me gusta, que obedezcas a tu marido —prosiguió con picardía en voz baja mientras la acariciaba hasta separarle los rizos del vello—. Especialmente en la cama. Qué bonita eres. Separa las piernas, cariño. Voy a tocarte por dentro. No, no tengas miedo. Te irá mejor si antes te beso aquí. No te muevas...
______ sollozó al notar cómo la boca de su marido le exploraba el pubis . Su lengua, cálida y paciente, encontró el pequeño montículo medio oculto bajo el vulnerable capuchón. Sitió un dedo, largo y ágil, en la entrada de la vagina, pero ella se lo descolocó al moverse de repente, sorprendida.
Nick le susurró palabras tranquilizadoras y volvió a deslizarle el dedo en el interior de su cuerpo, más profundamente esta vez.
—Mi niña inocente —murmuró en voz baja mientras le excitaba con la lengua aquel punto tan sensible.
______ se estremeció y gimió. A la vez, el dedo le acariciaba el interior de la vagina siguiendo un ritmo lánguido. Ella apretaba los dientes para no hacer ruido, pero no podía evitar gemir de placer.
—¿Qué crees que pasaría si siguiera haciendo esto sin parar? —preguntó Nick.
Sus miradas se cruzaron y a ______ se le nubló la vista. Sabía que tenía la cara contraída y ruborizada. Le abrasaba hasta el último centímetro de piel. Nicholas parecía esperar una respuesta, y a duras penas logró que las palabras le salieran de la garganta.
—No lo sé —dijo débilmente. —Vamos a probarlo, ¿te parece?
No pudo contestar, no pudo hacer nada salvo observar asombrada cómo él le presionaba con la boca y la acariciaba con destreza. ______ echó la cabeza atrás y su corazón se aceleró. Notó un ligero ardor cuando él le deslizó un segundo dedo y los movió con ternura a la vez que le chupaba la vulva, lamiéndosela despacio al principio y aumentando el ritmo mientras ella se retorcía. Siguió así, efectuando movimientos controlados con los dedos y tocándola de modo imperioso con la boca hasta que el placer la invadió en oleadas cada vez más rápidas y, de repente, se quedó paralizada. Arqueó el cuerpo en tensión, gritó, gimió y volvió a gritar. Nicholas suavizó el contacto con la lengua pero siguió su juego con destreza para alimentar su climax y acariciarle el sexo mientras ella temblaba violentamente.
De pronto la invadió un enorme cansancio y, con él, una euforia física, como si estuviera borracha. Incapaz de controlar sus extremidades, se retorció temblorosa bajo su cuerpo y no ofreció ninguna resistencia cuando Nick la volvió boca abajo. A continuación, le deslizó una mano entre los muslos y volvió a introducirle los dedos en el sexo. Tenía sus partes íntimas sensibles y, para su vergüenza, empapadas. Eso, sin embargo, parecía excitar a Nicholas, que le jadeaba en la nuca. Sin retirarle los dedos, la besó y la mordisqueó espalda abajo.
______ sintió el roce de su sexo entre las piernas, duro, hinchado y ardiente. No le sorprendió el cambio, ya que Annabelle le había contado bastante sobre qué le pasaba al cuerpo de un hombre durante el acto amoroso. Pero Annabelle no le había dicho nada sobre las demás intimidades que hacían que la experiencia no fuera meramente física, sino de una clase que podía transformarte el alma.
Nick, agachado sobre ella, la provocó y la acarició hasta que elevó tentativamente las caderas.
—Quiero penetrarte —susurró, y le besó el lado del cuello—. Quiero estar muy dentro de ti. Seré muy tierno, amor mío. Deja que te dé la vuelta y... Dios mío, eres tan hermosa... —Se situó entre sus muslos abiertos y le dijo con voz tensa—: Tócame, cariño... Pon la mano aquí.
Inspiró con fuerza cuando ______ le rodeó el turgente miembro con los dedos y se lo acarició vacilante, reconociendo por la aceleración de su respiración que le gustaba. Nicholas cerró los ojos con las pestañas temblorosas y los labios algo separados debido a sus jadeos.
______ se colocó con torpeza el miembro entre los muslos. Pero la punta se le deslizó por el sexo húmedo y Nick gimió como si le doliera. ______ volvió a intentarlo, insegura. Una vez en el sitio adecuado, él se lo introdujo con fuerza. A ella le dolió mucho más que cuando la había tocado con los dedos y se puso súbitamente tensa. Él la rodeó con los brazos y empujó con fuerza una y otra vez hasta que la penetró totalmente. ______ se retorció para evitar la dolorosa invasión pero parecía que cada movimiento suyo sólo servía para aumentar la profundidad de la penetración. Así que se obligó a permanecer quieta entre sus brazos. Le hincó los dedos en los hombros y, aferrada a él, dejó que la calmara con la boca y las manos. Nick la besó con los ojos cerrados y, al notar la calidez de su lengua, ella quiso introducírsela más con una succión ansiosa. El soltó un sonido de sorpresa y se estremeció con una serie de espasmos rítmicos de su miembro a la vez que un gemido le vibraba en el pecho y soltaba el aliento entre dientes.
______ le deslizó las manos por el pecho cubierto de vello dorado. Con los cuerpos aún unidos, ella le tocó el costado, el contorno de las costillas y la espalda suave. Nicholas dejó que le explorara el cuerpo sin moverse hasta que por fin se le desorbitaron los ojos y dejó caer la cabeza en la almohada junto a ella con un gruñido mientras la embestía con fuerza y se estremecía como extasiado.
La besó con un ansia primaria. ______ separó más las piernas y le presionó la espalda para apremiarlo e intentar, a pesar del dolor, que la penetrara más profundamente y con más fuerza. Apoyado en los codos para no aplastarla, St. Jonas le puso la cabeza en el pecho y ______ sintió su aliento cálido y suave sobre el pezón. Su barba incipiente le rascaba un poco y la sensación le contrajo los pezones. El seguía dentro de ella, aunque su sexo se había suavizado. Estaba despierto, pero inmóvil.
______ también permaneció quieta mientras le rodeaba la cabeza con los brazos y le acariciaba el pelo. Notó que él movía la cabeza y buscaba el pezón hasta rodearlo con los labios y seguir despacio con la lengua el contorno de la aureola, una y otra vez hasta que ella se movió impaciente bajo su cuerpo. Él le lamió el pezón suavemente y sin descanso, y el deseo le abrasó los pechos, el vientre y la entrepierna hasta que el dolor desapareció bajo una nueva oleada de deseo. Nick pasó al otro pecho y se lo mordisqueó y jugó con él, gozando, al parecer, con su placer. Levantó un poco el cuerpo para deslizar una mano entre ambos y acariciarle su pubis húmedo e incitarla con destreza. Le provocó un nuevo climax, y con su cuerpo frotó voluptuosamente la entrepierna de ______.
particularmente a mi no me gusto el capi chicas que dicen ustedes?????
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| | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 258 Edad : 30 Localización : Barranquilla-Colombiia Fecha de inscripción : 29/06/2010
| | | | CRIS Comprometida Con...
Cantidad de envíos : 712 Edad : 31 Localización : donde quiera que este joe!!!! Fecha de inscripción : 10/02/2010
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 23:20 | |
| QUE ERES REALMENTE MALA SIGUELA QUE ME QUEDE BOCA ABIERTA QUE TE PASA?!!!!!! AMO ESTA NOVE AUNQUE NO TENGO TIEMPO DE COMENTARTE QUE POR CIERTO SORRY PERO YA REGRESE Y QUIERO MAS CAPIS!!!!!YA PLIS!!!! | |
| | | kary jonas Comprometida Con...
Cantidad de envíos : 785 Edad : 32 Localización : mexico Fecha de inscripción : 07/06/2010
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 8th 2010, 23:55 | |
| demasiado especifico el capitulo pero me encanta tu nobela SIGUELA =) es super buena jaja | |
| | | geness16 Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 396 Edad : 30 Localización : valencia-venezuela Fecha de inscripción : 10/09/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 9th 2010, 00:03 | |
| - BrendaJonas escribió:
- Como pueds deciir que no te gusto ha ????
A mii me ENCANTOOOOOOO!! Siigue prontoooooooooooo!!! Cuiidate lo que pasa es q para ser la primera vez de ella me fuera gustado q fuera mas bonito jajajajajajaj | |
| | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
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| | | | Jonas' Mysc Casada Con
Cantidad de envíos : 1281 Edad : 31 Localización : Valencia Fecha de inscripción : 25/11/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 9th 2010, 10:58 | |
| me gusto pero la parte del acto como tal de verdad me parecio como muy tosco de parte de el... osea lo dsmas stubo bn..! pero x sr su primera vz debio ser mas sutil, mas cariñoso..! no asi de un golpe... | |
| | | geness16 Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 396 Edad : 30 Localización : valencia-venezuela Fecha de inscripción : 10/09/2009
| | | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 258 Edad : 30 Localización : Barranquilla-Colombiia Fecha de inscripción : 29/06/2010
| | | | geness16 Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 396 Edad : 30 Localización : valencia-venezuela Fecha de inscripción : 10/09/2009
| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 11th 2010, 21:31 | |
| Luego, jadeante, levantó la cabeza para mirarla como si fuera una variedad de ser vivo desconocida.
—Dios mío —susurró con una expresión que no era de satisfacción sino de algo parecido a la alarma.
Nicholas se levantó y se dirigió al palanganero con piernas temblorosas. Se sentía aturdido, inseguro, como si fuera él quien acababa de perder la virginidad. Después de tantas aventuras amorosas, creía que ya no le quedaba nada por experimentar. Estaba equivocado. Para un hombre para quien hacer el amor era una mezcla experta de técnica y coreografía, había sido toda una sorpresa encontrarse a merced de su propia pasión. Tenía intención de retirarse en el último momento, pero el deseo lo había cegado tanto que se había olvidado. *******. Eso no le había pasado nunca.
Tomó con torpeza una toalla de lino para mojarla en el agua fría de la jofaina. Para entonces, su respiración había recuperado la normalidad, pero no estaba nada tranquilo. Después de lo que acababa de pasar, debería olvidarse del sexo por unas horas. Pero no había tenido suficiente. Había tenido el orgasmo más largo, persistente y espectacular de su vida, y aun así no había colmado su necesidad de poseerla, de penetrarla. Era una locura. Pero ¿por qué? ¿Por qué con ella? Ella tenía la clase de figura que siempre le había gustado, voluptuosa y firme, con unos muslos bien torneados que lo rodearan. Y su piel era tan suave como el terciopelo, con pecas doradas esparcidas como chispas festivas. Pero las bondades físicas de ______ Jenner no explicaban del todo el extraordinario efecto que ejercía en él.
Excitado de nuevo, Nicholas se restregó bien con la toalla fría y tomó otra para llevársela a ______, que yacía medio acurrucada de costado. Para su alivio, parecía que no iba a haber lágrimas ni quejas virginales. Parecía más pensativa que afectada. Lo miraba intensamente, como si intentara resolver un misterio. El le musitó que se volviera boca arriba y le lavó la sangre y los fluidos entre las piernas. A ella no le resultaba fácil estar desnuda delante de él. Nicholas vio el sonrojo que le subió a las mejillas en una rápida oleada. Había conocido muy pocas mujeres que se ruborizaran por ese motivo. Siempre había elegido mujeres expertas, ya que no le gustaban demasiado las ingenuas. No por una cuestión de moralidad, por supuesto, sino porque las vírgenes eran, por norma, bastante sosas en la cama. Aquélla era una notable excepción.
Dejó la toalla y apoyó las manos a cada lado de los hombros de ______. Se estudiaron con curiosidad. Se percató de que a ella no le incomodaba el silencio; no intentaba llenarlo como la mayoría de mujeres. Un punto más a su favor. Se inclinó hacia ella sin dejar de mirarla a los ojos, pero al agachar la cabeza, una especie de gruñido interrumpió el silencio. Era el estómago de su flamante esposa, que protestaba de hambre. Más sonrosada aún, si eso era posible, ella se cubrió el vientre con las manos como para acallar el terco ruido.
Una sonrisa iluminó el rostro de Nicholas, que le besó el ombligo y anunció:
—Pediré el desayuno, cariño. —______ —murmuró ______ a la vez que se tapaba con las sábanas hasta las axilas—. Así es como me llama mi padre. —Llámame Nick —repuso él con una sonrisa.
______ alargó la mano despacio, como si él fuera un animal salvaje que fuera a echar a correr si se asustaba, y le toqueteó los rizos del pecho con suavidad. —Ahora somos realmente marido y mujer.
—Sí. Que Dios te ayude —dijo Nick, bajando un poco la cabeza, encantado con sus caricias—. ¿Salimos hoy hacia Londres?
Ella asintió.
—Quiero ver a mi padre. —Será mejor que elijas las palabras con tacto cuando le expliques que soy su yerno —dijo—. Si no, la noticia podría acabar con él.
—Démonos prisa —insistió ______ a la vez que le apartaba la mano del pelo—. Si el tiempo mejora, quizá podamos ir más rápido. Quiero ir directamente al club de mi padre y... —Llegaremos pronto —dijo Nick con calma—, pero no viajaremos a la velocidad endemoniada con que lo hicimos al venir. Pasaremos por lo menos una noche en una posada de posta. —______ fue a protestar, pero él añadió—: A tu padre no le servirá de nada que llegues a su club medio muerta de cansancio.
Era el inicio del ejercicio de la autoridad del marido, y de la obligación de obedecer de la esposa. Era evidente que ______ ansiaba discutir, pero se limitó a mirarlo con ceño.
—Te esperan tiempos difíciles, cariño —murmuró Nicholas—. Tenerme por marido ya será bastante arduo. Pero cuidar de un tísico en la última fase de su enfermedad... Necesitaras todas tus fuerzas. No tiene sentido que las malgastes antes de llegar.
Ella lo observó con una intensidad renovada que le hizo sentir incómodo. ¡Qué ojos tenía! Era como si alguien hubiera reunido capas de cristal azul para hacer pasar por ellas un rayo de sol.
— ¿Te preocupa mi bienestar? —preguntó. —Claro que sí, princesa. Me conviene conservarte viva y sana hasta que pueda cobrar tu dote.
______ averiguó pronto que Nicholas se sentía tan cómodo desnudo como vestido. Intentó actuar con naturalidad ante un hombre que se movía por la habitación sin nada de ropa. Pero, siempre que pudo, le dirigió miradas discretas hasta que sacó un traje del baúl. Tenía piernas largas y esbeltas, y amplias zonas del cuerpo tonificadas mediante la práctica de ejercicios de caballeros como la equitación, el pugilismo y la esgrima. Tenía la espalda y los hombros muy desarrollados, con músculos que se flexionaban bajo la piel tensa. Por delante era más fascinante aún, e incluía un pecho no lampiño como el de las estatuas de mármol o bronce, sino ligeramente cubierto de vello. El vello pectoral, y el de otros sitios, la había sorprendido. Era otro de los muchos misterios del sexo opuesto que se le habían revelado, en sentido literal. Incapaz de andar por la habitación desnuda, se envolvió con una sábana antes de dirigirse a su bolsa de viaje. Extrajo de ella un vestido de lana marrón, una muda y, lo mejor de todo, un par de zapatos secos y limpios. El otro par estaba tan sucio y húmedo que se estremecía de sólo pensar en ponérselo. Mientras se vestía, notó la mirada de Nicholas fija en ella. Se bajó con rapidez la camisola para ocultar su torso.
—Eres preciosa, ______ —comentó él en voz baja.
Como había crecido rodeada de parientes que se lamentaban del color estridente de su pelo y de la proliferación de pecas en su piel, le dirigió una sonrisa escéptica.
—La tía Florence siempre me daba una loción decolorante para eliminar las pecas. Pero no hay forma de librarse de ellas.
Nicholas se acercó a ella con una sonrisa. Le tomó los hombros y le recorrió el cuerpo medio desnudo con una mirada apreciativa.
—No te quites ni una sola peca, cariño. He encontrado algunas en sitios de lo más encantadores. Ya tengo mis favoritas. ¿Quieres saber dónde están?
______, desconcertada, sacudió la cabeza e hizo un movimiento para liberarse de su sujeción. Pero él no se lo permitió. La acercó más hacia él, agachó la cabeza y le besó el lado del cuello.
—Aguafiestas —susurró sonriente—. Voy a decírtelo de todos modos. —Le subió la camisola despacio. Ella contuvo el aliento al notar cómo le acariciaba las piernas desnudas mientras le decía con los labios en el cuello—: Como descubrí antes, tienes unas cuantas en la cara interna del muslo derecho que conducen hacia... Los interrumpió una llamada a la puerta. Nicholas levantó la cabeza con una exclamación de enojo. —El desayuno —masculló—. Y no me atrevería a darte a elegir entre mis artes amorosas o una comida caliente, ya que lo más probable es que la respuesta fuera poco halagüeña para mí. Ponte el vestido.
Una vez ella lo hubo hecho lo más rápido que pudo, Nicholas abrió la puerta a dos camareras con un par de bandejas llenas de platos tapados. Al ver al atractivo huésped de rostro angelical y cabellos color trigo, soltaron una exclamación ahogada y risitas picaras. No mejoró las cosas que vieran que iba sólo parcialmente vestido, con los pies descalzos, el cuello de la camisa blanca desabrochado y un pañuelo de seda colgando a ambos lados del cuello. Las alteradas muchachas casi volcaron dos veces las bandejas antes de lograr dejar los platos en la mesa. Observaron la cama revuelta y les costó contener chillidos de regocijo al especular sobre lo ocurrido allí durante la noche. ______, enojada, las despachó sin cortesías y cerró la puerta.
Miró a Nicholas para comprobar su reacción ante la admiración de las camareras, pero parecía no haberse dado cuenta. Era evidente que el comportamiento de aquellas muchachas le resultaba tan habitual que le pasaba inadvertido. Las mujeres debían de contemplar y perseguir a un hombre de su atractivo y posición. ______ no tenía ninguna duda de que sería terrible para una esposa que lo amara. Ella, sin embargo, no iba a permitirse nunca tener celos ni temer una traición. Nicholas la hizo sentar a la mesa y le sirvió a ella primero. Había gachas sazonadas con sal y mantequilla, ya que para los escoceses era un sacrilegio endulzarlas con melaza. También había panecillos, lonchas de beicon hervido frío, abadejo ahumado y un cuenco con ostras ahumadas, así como rebanadas de pan tostado cubiertas de mermelada y té fuerte. ______ comió con avidez. Era un desayuno sencillo, difícilmente comparable a los opíparos desayunos ingleses de la finca de lord Kevin en Hampshire, pero estaba caliente y era abundante, y ella tenía demasiada hambre para criticar nada.
Siguió desayunando un poco más mientras Nicholas se afeitaba y terminaba de vestirse. Tras meter un estuche de piel con los útiles de afeitar en el baúl, cerró la tapa y dijo:
—Haz el equipaje, cielo. Voy abajo a pedir que nos preparen el carruaje. —El certificado de matrimonio del señor MacPhee... —También me encargaré de eso. Cierra la puerta con llave cuando salga.
En aproximadamente una hora volvió para recoger a ______. Un muchacho musculoso transportó el baúl y la bolsa de viaje hasta el carruaje. Nicholas esbozó una leve sonrisa al ver que su mujer había cogido uno de sus pañuelos de seda para recogerse el pelo en la nuca. ______ había perdido la mayoría de horquillas durante el viaje desde Inglaterra, y no llevaba otras de recambio en la bolsa.
—Pareces demasiado joven para casarte —murmuró—. Eso añade una nota de libertinaje a la situación. Me gusta.
Como empezaba a acostumbrarse a sus comentarios indecentes, ella le dirigió una mirada resignada. Descendieron a la planta baja y se despidieron del señor Findley. Cuando se dirigían hacia la entrada, el posadero soltó con alegría:
—¡Que tenga buen viaje, lady St. Jonas!
Sorprendida al darse cuenta de que se había convertido en vizcondesa, ______ le dio las gracias tartamudeando. Nicholas la ayudó a subir al carruaje, mientras los caballos piafaban y soltaban vaho por los ollares ensanchados.
—Sí —comentó irónicamente—. A pesar de lo mancillado que está, el título también es tuyo ahora. —La ayudó a poner un pie en el codillo y a entrar en el vehículo. Una vez sentado a su lado, añadió—: Además, algún día nos elevaremos aún más, ya que soy el primero en la línea de sucesión del ducado. Aunque has de tener paciencia. Los hombres de mi familia son lamentablemente longevos, lo que significa que no heredaré nada hasta que ambos estemos demasiado decrépitos para disfrutarlo.
—Si tu... —empezó ______, y se detuvo sorprendida al ver un bulto en el suelo. Era un recipiente grande de cerámica, con una abertura en un lado. Era redondeado, pero plano por debajo. Miró desconcertada a Nick mientras tocaba tímidamente el objeto con la suela del zapato y era recompensada con una ráfaga de calor que le subió por las piernas—. ¡Un calientapiés! —exclamó. El calor del agua hirviendo que contenía el recipiente de cerámica duraría mucho más que el ladrillo caliente—. ¿Dónde lo conseguiste?
—Se lo compré a MacPhee cuando lo vi en su casa —respondió Nick, a quien parecía divertirle su mezcla de agitación y desconcierto—. Como es lógico, estuvo encantado de poder cobrarme el doble de su valor. Impulsivamente, ______ medio se levantó del asiento para besarle la mejilla. —Gracias. Es todo un detalle.
Nick le sujetó la cintura para impedir que se separara de él, hasta que tuvieron las caras tan juntas que casi se tocaban. Ella notó su aliento cuando le murmuró:
—Me parece que me merezco un agradecimiento mejor. —Es sólo un calientapiés —protestó ______. —Debo recordarte, cariño, que este trasto acabará enfriándose —comentó él con una sonrisa—. Y entonces volveré a ser tu única fuente de calor disponible. Y yo no comparto mi calor corporal indiscriminadamente. —Según dicen, sí lo haces. —______ estaba descubriendo un placer desconocido en aquel intercambio. Jamás había bromeado así con un hombre, ni se había divertido negándole algo que deseaba, provocándolo con ello. Por el brillo de sus ojos, vio que a él también le gustaba. Parecía querer desnudarla allí mismo. —Esperaré —aseguró Nick—. El maldito calientapiés no puede durar toda la vida.
Dejó que se sentara bien de nuevo y la miró mientras distribuía el vestido sobre el calientapiés. Cuando el carruaje arrancó, ______ se recostó feliz en el asiento mientras la deliciosa sensación de calor le ascendía por las perneras del culote y se le colaba a través de las medias.
—Milord... Quiero decir, Nick... —¿Sí, cielo? —Si tu padre es duque, ¿cómo es que eres vizconde? ¿No deberías ser marqués, o conde por lo menos? —No por fuerza. Es una práctica relativamente moderna conceder varios títulos menores cuando se crea uno nuevo. Por norma, cuanto más antiguo es el ducado, menos probable es que el hijo mayor sea marqués. Mi padre lo convierte en una virtud, claro. No se te ocurra sacarle el tema, en especial cuando vaya bebido, o recibirás un discurso insoportable sobre lo fea que es la palabra «marqués», y cómo el título en sí es solamente un penoso escalón inferior al ducado. —¿Es arrogante tu padre? —Antes pensaba que era arrogancia —comentó con una sonrisa amarga—. Pero más bien es que se mantiene ajeno a todo lo que no pertenezca a su mundo. Hasta donde sé, nunca se ha puesto él mismo los calcetines, ni los polvos en el cepillo de dientes. Dudo mucho que pudiera sobrevivir a una vida sin privilegios. De hecho, creo que se moriría de hambre en una habitación llena de comida si no hubiera un criado que se la llevara a la mesa. Para él no tiene importancia usar un jarrón valioso como blanco para hacer prácticas de tiro ni apagar el fuego de la chimenea cubriéndolo con un abrigo de piel de zorro. Y siempre tiene antorchas y lámparas encendidas en los bosques que rodean la finca por si le apetece darse un paseo nocturno.
—No me extraña que tenga deudas —soltó ______, horrorizada por tanto despilfarro—. Espero que no seas igual de derrochador. —Nunca me han acusado de gastar en exceso. Rara vez juego, y no mantengo ninguna querida. Aun así, tengo varios acreedores pisándome los talones. —¿Has pensado alguna vez en dedicarte a alguna profesión? —¿Para qué? —repuso con una mirada perpleja. —Para ganar dinero. —¡Por Dios! ¡Cómo se te ocurre! Trabajar sería una distracción inoportuna en mi vida privada. Pocas veces estoy en disposición de levantarme antes del mediodía.
—Eso no le gustará a mi padre. —Si mi ambición en la vida fuera gustar a los demás, me preocuparía. Por suerte, no lo es.
A medida que el viaje proseguía, ______ fue consciente de una mezcla contradictoria de sentimientos hacia su marido. Aunque poseía un notable encanto, no encontraba en él demasiadas cosas dignas de respeto. Era evidente que tenía una mente muy despierta, pero no la usaba para nada útil. Además, el hecho de que hubiera traicionado a su mejor amigo fugándose con Lissie, su prometida, dejaba claro que no era de fiar. Aun así, de vez en cuando era capaz de mostrar una amabilidad que ella valoraba.
En cada posta, Nick se ocupaba de sus necesidades y, a pesar de sus amenazas de dejar enfriar el calientapiés, lo había hecho rellenar con agua hirviendo. Cuando ______ se cansó, le permitió echar un sueñecito apoyada en su pecho para sujetarla cada vez que las ruedas del carruaje encontraban un bache.
Mientras dormitaba entre sus brazos, se le ocurrió que aquello le permitía forjarse la ilusión de algo que no había tenido nunca. Refugio. Le pasaba una y otra vez la mano por el pelo con ternura y oyó cómo le murmuraba:
—Descansa, amor mío. Yo velaré por ti.
Aunque Nicholas tenía ganas de llegar a Londres y adaptarse a sus nuevas circunstancias, no lamentó su decisión de viajar más despacio en el camino de vuelta. ______ estaba pálida y poco comunicativa, con las reservas de energía agotadas. Necesitaba descansar. Tras encontrar una posada de posta apropiada donde pernoctar, Nick tomó la mejor habitación disponible y pidió que les subieran comida y un baño caliente. Así, ______ pudo meterse en una reducida pero reparadora tina de agua caliente, mientras Nicholas disponía el cambio de caballos por la mañana y se encargaba de hospedar al cochero. Cuando volvió a la habitación, que era pequeña pero limpia, con unas raídas cortinas azules en las ventanas, su mujer había terminado de bañarse y llevaba puesto el camisón.
Se acercó a la mesa, levantó la servilleta que tapaba su plato y dejó al descubierto una ración de pollo asado, unas cuantas verduras mustias y un pequeño pudín. Al ver que el plato de ______ estaba vacío, la miró con una sonrisa irónica.
—¿Cómo estaba? —Mejor que quedarse sin cenar. —La verdad, empiezo a ver con otros ojos el talento de mi cocinero de Londres. —Se sentó a la mesa y se colocó la servilleta en el regazo—. Creo que te gustarán sus creaciones. —No espero comer demasiadas veces en tu casa —replicó ______ con cautela.
Nick se detuvo con el tenedor a medio camino de la boca.
—Voy a estar en el club de mi padre. Como ya te dije, quiero cuidar de él. —De día, sí. Pero no dormirás ahí. Por la noche volverás a mi... a nuestra casa.
Ella lo miró sin pestañear.
—Su enfermedad no desaparecerá al anochecer para reaparecer al alba. Necesitará cuidados constantes. —Para eso están los criados —soltó Nicholas, irritado, antes de tomar el primer bocado—. Puedes contratar a una mujer para que lo atienda.
______ sacudió la cabeza con una obstinación que lo enojó aún más.
—No es igual a que te cuide un familiar que te quiere. —¿Por qué debería importarte la calidad de su cuidado? Apenas lo conoces. Ese cabrón ha hecho muy poco por ti. —No me gusta esa palabra. —Es una lástima —repuso él—. Porque es una de mis favoritas, y tengo intención de seguir usándola siempre que sea aplicable. —Pues es una suerte que vayamos a vernos tan poco una vez estemos en Londres.
Nick se quedó mirando a su mujer, cuyo dulce rostro escondía un carácter inesperadamente testarudo, y comprendió que estaba dispuesta a tomar medidas drásticas para lograr sus propósitos. A saber qué haría si la presionaba demasiado. Se obligó a sujetar el tenedor y el cuchillo con suavidad y siguió comiendo. Daba igual que el pollo estuviera insípido. Si hubiera estado bañado en una deliciosa salsa francesa, tampoco lo hubiera notado. Su mente astuta estaba ocupada buscando alguna estrategia para tratar con ella.
—No puedo permitir que te quedes en un sitio lleno de bribones, jugadores y borrachos —murmuró por fin con expresión preocupada—. Seguro que comprendes los peligros inherentes a semejante situación. —Me aseguraré de que recibes mi dote lo antes posible. Y entonces ya no tendrás que preocuparte por mí. —¡Maldita sea! No estoy preocupado por ti —explotó Nicholas, incapaz de contenerse—. Es sólo que... no está bien, ______. La vizcondesa de St. Jonas no puede vivir en un club de juego y mujeres de la vida, ni siquiera unos días. —No sabía que fueras tan convencional —repuso ella y, por alguna razón, verlo fruncir el ceño furioso le provocó una ligera sonrisa.
A pesar de lo sutil que fue el gesto, Nick lo vio, y pasó al instante del enfado al desconcierto. Que lo colgaran si iba a ponerlo en un aprieto una muchacha de veintitrés años virgen... casi virgen... que era tan ingenua como para creer que podía plantarle cara. —Y mientras tú haces de ángel de la bondad, ¿quién imaginas que te protegerá en ese antro, cielo? —repuso con una mirada gélida y desdeñosa que debería haberla intimidado—. Dormir sola en el Jenner's es una invitación a ser violada. Y no pienso quedarme ahí contigo. Tengo mejores cosas que hacer que estar en un club de juego de segunda esperando a que el viejo Jenner la palme. | |
| | | geness16 Vecina De Los Jonas!
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| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 11th 2010, 21:40 | |
| —No te he pedido que veles por mí —respondió ______ con calma—. Puedo arreglármelas sola. —Claro que sí —masculló Nicholas con ironía. De repente, había perdido el interés en la cena fría que tenía delante, así que dejó la servilleta sobre el plato medio terminado, se levantó y se quitó la chaqueta y el chaleco. Estaba cansado y sucio del viaje, y quería darse un baño. Con un poco de suerte, el agua aún estaría caliente.
Mientras se desnudaba y lanzaba las prendas a una silla, no pudo evitar pensar en todas las mujeres que habían pretendido casarse con él a lo largo de los años. Mujeres hermosas, bien dotadas física y económicamente. Mujeres que hasta habrían matado por complacerlo. Pero él había preferido seguir con sus actividades libertinas, sin siquiera hacer una propuesta de matrimonio a alguna de ellas. Y ahora, debido a una combinación de circunstancias en el momento más inoportuno, había terminado casado con una mujer de escasas aptitudes sociales, pésimo linaje y carácter obstinado.
Al ver que ______ evitaba mirar su cuerpo desnudo, Nicholas esbozó una sonrisa desdeñosa. Se dirigió hacia la pequeña bañera y se colocó dentro con las pantorrillas colgando hacia fuera. Se enjabonó a fondo y luego se enjuagó el pecho y los brazos con el agua tibia sin dejar de observar a su mujer con los ojos entornados. Le encantó verla perder algo de compostura mientras él se bañaba. Estaba sonrojada y mostraba un interés excesivo en el estampado de la colcha de la cama. Mientras ella reseguía una costura con el índice, Nick se fijó en el brillo del anillo de oro escocés. Entonces sintió un súbito impulso de lanzar a su mujer sobre la cama y poseerla sin preliminares. De dominarla y obligarla a admitir que le pertenecía. Ese deseo tan primario era más que alarmante para alguien que siempre se había considerado un ser civilizado. Preocupado y excitado, terminó de lavarse, cogió la toalla húmeda que ella había usado y se secó rápidamente. La prueba de su excitación no pasó inadvertida a ______, ya que lo oyó respirar con brusquedad. Se envolvió el cuerpo con la toalla y se dirigió al baúl.
Cogió un peine y fue al palanganero para peinarse el pelo mojado. La esquina del espejo que había sobre la jofaina le ofrecía una vista parcial de la cama, y vio que ______ lo estaba mirando.
—¿Esta noche me toca hacer de perro del carnicero? —murmuró sin volverse. —¿De perro del carnicero? —repitió ______, confundida. —El perro que está en el rincón de la tienda y no se le permite tocar la carne. —La comparación no es demasiado halagüeña para ni... ninguno dé los dos.
Nicholas hizo una pausa al detectar que volvía a tartamudear. «Estupendo», pensó con crueldad. No estaba tan tranquila como aparentaba.
—¿No vas a contestarme? —insistió. —Lo siento, pero pre... preferiría no volver a te... tener relaciones íntimas contigo.
Atónito, Nicholas dejó el peine y se volvió para mirarla. Las mujeres jamás lo rechazaban. Y el hecho de que ______ lo hiciera después de los placeres de esa mañana le tocó el amor propio.
—Me dijiste que no te gustaba acostarte con una mujer más de una vez —le recordó ella medio excusándose—. Dijiste que sería muy aburrido. —¿Te parezco aburrido? —repuso él sin que la toalla hiciera gran cosa por disimular el contorno de su erección. —Supongo que eso depende de la parte de tu cuerpo que uno mire —farfulló ______, y bajó los ojos hacia la colcha—.Te re... recuerdo que tenemos un acuerdo. —Eso siempre puede modificarse. —Pero no lo haré.
—Me temo que tu rechazo huele a hipocresía, cielo. Ya te he poseído una vez. Repetir no afectaría en nada a tu virtud. —No te estoy rechazando por una cuestión de virtud. —Su tartamudeo desapareció al recobrar la compostura—. El motivo es otro. —Me muero de curiosidad. —Autoprotección —dijo ______, y se esforzó para mirarlo a los ojos—. No tengo ningún inconveniente en que tengas amantes. Es sólo que no quiero ser una de ellas. El acto sexual no significa nada para ti, pero sí para mí. No quiero que me lastimes, y creo que eso sería inevitable si aceptara acostarme contigo.
Nicholas bullía por dentro.
—No voy a disculparme por mi pasado. Se supone que un hombre debe tener experiencia. —Según tu historial, has adquirido la de diez hombres. —¿Por qué debería importarte eso? —Porque tu... tu historia romántica, por decirlo educadamente, es como la del perro que va a la puerta trasera de las casas para que le den sobras de comida. Y yo no quiero ser una puerta más. Eres incapaz de ser fiel a una mujer, ya lo has demostrado. —Que nunca lo haya intentado no implica que no pueda hacerlo, zorra quisquillosa. Sólo significa que no he querido hacerlo.
______ se puso tensa.
—Te agradecería que no dijeras groserías. —Me pareció oportuno, dada la proliferación de analogías con cánidos —espetó Nick—. Y, por cierto, ése no es exactamente mi caso, porque las mujeres me suplican a mí y no al revés. —Pues ve con ellas. —Lo haré —dijo con crueldad—. Cuando vuelva a Londres, voy a montar una orgía que no terminará hasta que detengan a alguien. Pero mientras tanto, ¿de verdad esperas que durmamos juntos esta noche, y mañana por la noche, y seamos tan castos como unas monjas de vacaciones? —A mí no me supondrá ningún problema —dijo ______ con cautela, consciente de que lo ofendía gravemente. La mirada incrédula de Nicholas podría haber perforado las sábanas. Masculló una retahila de palabras que ampliaron considerablemente la lista de blasfemias que su esposa conocía, dejó caer la toalla y se volvió para apagar la lámpara. —No le prestes atención —dijo al meterse en la cama en referencia a su erección, consciente de que ______ la miraba intranquila—. A partir de ahora, tenerte cerca afectará a mis partes íntimas tanto como nadar un buen rato en un lago siberiano.
El tiempo mejoró bastante durante el viaje de vuelta a Londres, ya que dejó de llover y la temperatura glacial remitió. Sin embargo, esa mejora exterior se veía contrarrestada por la frialdad surgida entre los recién casados. Aunque Nicholas fue rellenando a regañadientes el calientapiés, ya no volvió a invitar a ______ a acurrucarse entre sus brazos o a dormir apoyada en su pecho. Ella sabía que era para bien. Cuanto más lo conocía, más se convencía de que cualquier intimidad entre ellos acabaría en desastre. Nicholas era peligroso de formas que él ni siquiera sabía.
Se tranquilizó pensando que, cuando llegaran a la ciudad, se separarían. Ella se quedaría en el club y él se iría a su casa y seguiría con sus actividades habituales hasta que tuviera noticia de la muerte de su suegro. Entonces, era probable que vendiese el club y usara el dinero obtenido para llenar las arcas vacías de su familia.
La idea de vender el Jenner's, que había sido el centro de la vida de su padre, entristeció a ______. Sin embargo, sería lo más sensato. Pocos hombres sabían dirigir bien un club de juego. Su propietario debía tener carisma para atraer clientela y habilidad para hacerla gastar mucho dinero. Y también, por supuesto, visión empresarial para invertir las ganancias. Ivo Jenner había tenido una cantidad moderada de las dos primeras cualidades, pero nada de la tercera. En los últimos tiempos había perdido una fortuna en Newmarket, ya que en la vejez le había entrado debilidad por los embaucadores que poblaban el mundo de las carreras. Por suerte, el club ganaba tanto dinero que pudo absorber las cuantiosas pérdidas.
La pulla de Nicholas sobre que el Jenner's era un club de segunda no era del todo falsa. De conversaciones con su padre, que no solía andarse por las ramas, ______ sabía que, aunque su club tenía éxito, nunca había alcanzado el nivel deseado. Había querido igualar al Craven's, el club rival que se había incendiado muchos años atrás. Pero Ivo Jenner jamás había alcanzado el estilo y la astucia de Derek Craven. Se decía que Craven había ganado el dinero de toda una generación de ingleses. El hecho de que el Craven's hubiera desaparecido en pleno apogeo lo había consolidado como leyenda en el recuerdo colectivo de la sociedad británica.
Si el Jenner's no se había acercado a la gloria del Craven's no fue por no intentarlo. Ivo Jenner había trasladado su club de Covent Garden a King Street, en el pasado un mero pasaje hacia la popular zona residencial y comercial de St. James pero por entonces una calle normal. Después de comprar una gran parte de la calle y de derribar cuatro edificios, Jenner construyó un club amplio y elegante, y anunció que disponía de la banca de juego más grande de Londres. Cuando los caballeros deseaban jugar fuerte, iban al Jenner's.
______ recordaba el club de las veces en que, de niña, le habían permitido pasar el día con su padre. Se trataba de un local bien equipado, aunque algo recargado, y le encantaba estar con él en el balcón interior del primer piso observando lo que ocurría en la planta baja. Con una sonrisa indulgente, Jenner acompañaba a su hija a St. James Street, donde entraban en cualquier tienda que ella quisiera. Iban a la perfumería, la sombrerería, la librería y la panadería, donde siempre regalaban a ______ un bollo recién horneado.
Con el paso de los años, las visitas de ______ a King Street se fueron restringiendo. Aunque siempre había culpado a los Maybrick de ello, ahora se daba cuenta de que su padre también había tenido parte de culpa. Le había sido más fácil quererla cuando era una niña y podía hacerla feliz lanzándola al aire y atrapándola con sus brazos musculosos. Cuando podía despeinarle el cabello pelirrojo, del mismo tono que el suyo, y aliviarle las lágrimas dándole un dulce o un chelín. Pero cuando se convirtió en una joven y ya no pudo tratarla como a una niña, su relación se había vuelto incómoda y distante.
—Este club no es sitio para ti, bonita —le había dicho con un cariño brusco—. Tienes que mantenerte alejada de un tipo ordinario como yo y encontrar un buen pollo para casarte con él. —Papá —había suplicado, tartamudeando desesperadamente—, no me ma... mandes ahí de nuevo. Déjame que... quedarme contigo, por favor. —Mi pequeña tartamudita, tu lugar está con los Maybrick. Y no se te ocurra escaparte y volver aquí porque te enviaré con ellos de nuevo.
Sus lágrimas no habían servido de nada. Los años siguientes, las visitas de ______ a su padre se redujeron a una cada seis meses. Tanto si era por su propio bien como si no, la sensación de no ser querida le había calado hondo. Se sentía tan incómoda cuando estaba cerca de algún hombre, tan segura de que iba a aburrirlo que era lo que acababa ocurriendo. Su tartamudez empeoró; cuanto más se esforzaba por pronunciar las palabras, más incoherentes eran, hasta que le resultó más fácil guardar silencio y confundirse con la pared. Se había convertido en una de las floreros del baile. Jamás la habían sacado a bailar, jamás la habían besado, jamás la habían cortejado. La única oferta de matrimonio que había recibido era la de su primo Eustace, hecha a regañadientes.
Maravillada por cómo le había cambiado la suerte, ______ observó a su marido, que había estado callado las dos horas anteriores. Con su expresión fría y su boca cínica, no se parecía en absoluto al desvergonzado seductor que había compartido la cama con ella hacía dos días.
Se volvió hacia la ventanilla para contemplar el paisaje londinense. Pronto estarían en el club. Hacía seis meses que no veía a su padre, y ______ se había preparado para encontrarlo muy cambiado. La tisis era una enfermedad frecuente, y todo el mundo conocía sus estragos.
Provocaba una muerte lenta del tejido pulmonar, acompañada de fiebre, tos, pérdida de peso y fuertes sudores por la noche. El mal avanzaba hasta que el paciente empezaba a expectorar mucosidad y sangre. Cuando llegaba la muerte, el enfermo y todos sus seres queridos solían agradecerla porque suponía el final de un sufrimiento terrible. ______ no podía imaginarse a un hombre corpulento como su padre reducido a tal estado. Temía verlo tanto como ansiaba cuidarlo. Sin embargo, ante la sospecha de que Nick se burlaría de ella, se guardó sus pensamientos y sentimientos.
Cuando el carruaje recorrió St. James y tomó King Street, se le aceleró el pulso. Por fin pudo ver la fachada alta de ladrillo y mármol del Jenner's, recortada contra los amarillos y rojos de una puesta de sol espléndida que brillaba a través de la eterna neblina que cubría Londres. Sin dejar de mirar por la ventanilla, ______ soltó un suspiro tenso cuando el vehículo pasó por uno de los muchos callejones que llevaban de la calle principal a las cuadras y los patios situados tras la hilera de edificios.
El carruaje se detuvo en la entrada trasera, lo que era preferible a entrar por la fachada delantera. El Jenner's no era un sitio que frecuentaran las mujeres de bien. Un caballero podía llevar a su amante o a una prostituta, pero jamás se le ocurriría acudir con una dama respetable. ______ era consciente de que su marido la observaba con el interés de un entomólogo que estudia una nueva especie de escarabajo. Sin duda vio su palidez repentina y su visible temblor, pero no le ofreció ni una palabra ni un gesto de consuelo.
Nick bajó el primero y ayudó a ______ a apearse. El callejón de atrás aún conservaba el mismo olor de cuando ______ era una niña: estiércol, basura, alcohol y humo de carbón. Sin duda, era la única joven de buena educación de Londres que consideraba que olía como en casa. Por lo menos, le resultaba más agradable que el ambiente de la casa de los Maybrick, con su fragancia de alfombras raídas y colonia barata.
______ se dirigió a la puerta sintiendo los músculos entumecidos tras el largo tramo final. La entrada de la cocina y demás habitaciones del servicio se encontraban más adelante, pero ésta daba a una escalera que conducía a los aposentos de su padre. El cochero había llamado ya varias veces a la puerta con el puño.
Apareció un hombre joven, y ______ se sintió aliviada al reconocerlo. Era Joss Bullard, una figura muy conocida en el club, donde había trabajado como cobrador de morosos y encargado de la seguridad. Era corpulento, fornido, moreno y de mandíbula cuadrada. Dado su carácter hosco, Bullard siempre la había tratado con la mínima cortesía. Sin embargo, ______ había oído a su padre alabarlo por su lealtad, y lo apreciaba por ello.
—Señor Bullard —dijo—. He venido a ve... ver a mi padre. Déjeme pa... pasar, por favor. —El no la ha mandado llamar —respondió con brusquedad el hombre, sin moverse. Y, tras echar un vistazo a Nicholas y ver su ropa cara, le dijo—: Vaya por la puerta principal si es miembro del club, señor. —Idi*ota —masculló Nicholas, pero ella lo interrumpió: —¿Po... podría hablar con el señor Egan? —preguntó. Egan era el factótum del club desde hacía diez años. Era un hombre jactancioso y bravucón que no le caía demasiado bien, pero no se atrevería a negarle la entrada al club de su padre. —No. —Pues con el señor Miller entonces. Por favor, dígale que la se... señorita Jenner está aquí. —Ya le dije que... —Vaya a buscar a Miller —soltó Nicholas a la vez que ponía el pie contra la puerta para impedir que la cerrara—. Esperaremos dentro. ¿O quiere dejar a mi esposa esperando en la calle?
Aquello pareció sobresaltar al empleado, que farfulló algo y desapareció rápidamente.
Nicholas hizo cruzar el umbral a ______ y echó un vistazo a la escalera.
—¿Subimos? —preguntó.
______ sacudió la cabeza.
—Preferiría hablar antes con el señor Miller —dijo—. Él podrá decirme algo sobre el estado de mi pa... padre. Al notar su ligero tartamudeo, Nicholas le deslizó una mano bajo el pelo y le apretó la nuca con suavidad. Aunque su expresión seguía fría, su mano era cálida y tranquilizadora, y ______ se relajó sin querer. —¿Quién es Miller? —quiso saber Nicholas. —El jefe de crupiers. Trabaja aquí desde que era un muchacho. Mi padre lo inició en la supervisión de las mesas. Si lo has visto alguna vez, seguro que te acuerdas. No es fácil olvidarlo. —¿Es el gitano? —preguntó Nick tras pensar un instante. —Medio gitano, creo, por parte de madre. —¿Y la otra mitad?
—Nadie lo sabe. —Le dirigió una mirada cautelosa y añadió en voz baja—: Siempre me he preguntado si podría ser hermanastro mío. —¿Se lo has preguntado a tu padre? —Los ojos claros de Nick brillaban de interés. —Sí, y lo negó. —Pero no la había convencido del todo. Su padre siempre había mostrado una actitud vagamente paternal con Joe. Y no era tan ingenua como para creer que no había tenido hijos ilegítimos. Era un hombre conocido por sus apetitos carnales y, además, jamás le habían preocupado las consecuencias de sus actos. Se preguntó si podría decirse lo mismo de su marido—. Nick, ¿alguna vez has...? —preguntó con cautela.
—No que yo sepa —contestó sin necesitar más palabras para entenderla—. Siempre he usado gomas, no sólo para evitar la concepción sino también para prevenir las dolencias exóticas que sufren los desprevenidos.
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| | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
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| | | | BrendaJonas Me Gustan Los Jonas!
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| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 11th 2010, 22:59 | |
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| | | Jonas' Mysc Casada Con
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| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 18th 2010, 13:36 | |
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| | | Robertta Forista!
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| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 19th 2010, 18:05 | |
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| | | More Jonas Novia De..
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| Tema: Re: el diablo en invierno nick y tu Julio 20th 2010, 21:43 | |
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