Encuentros Sexuales!!! (Nick y tu) (solo mayores)

Capítulo XXVI

“Odio”

Sus manos se enfriaron drásticamente, tan frías como un cubo de hielo, incluso una temperatura más baja que la mía, sentía como si me quemaran sus dedos por lo fríos que estaban –no vuelvas a decir eso– dijo con un gesto tan rígido que sus labios casi no se movían, el color de su piel se palideció tanto que parecía un vampiro sacado de los libros – ¿a decir qué?– le pregunté desafiante –nunca podrías dejar de amarme al igual que yo nunca te odiaría– mientras hablaba solo deseaba poder sacarle los ojos con mis propias manos ¿cómo se atrevía a decir eso? –Eres un descarado, te pedí que te fueras de la habitación y aun te veo frente a mí–
–Primero dime que no es cierto, que aun sigues amándome– me dijo mientras acercaba su rostro al mío –con cada palabra haces que el odio crezca, ¿para qué quiere que te diga que te amo?...para irte y dejarme sufriendo como una estúpida, ya no necesito eso, ahora tengo a mi hija, solo mía porque ya dejaste en claro que no es tuya, termina de salir de la habitación, déjame sola–
– ¡No quise decir eso!– dijo saliéndose de sus cabales, en ese momento me levante del suelo y caminé hacia la puerta, tome la manilla y abrí, la mirada de todos se posaron sobre mi –sal de la habitación y no quiero que vuelvas nunca más, y que quede claro, ¡NUNCA!...Mandare a buscar mis cosas a tu casa–
–Es nuestra casa–
–Es tu casa, aunque no hayas querido decirlo lo pensaste y eso es suficiente–
–ahora estas molesta, es mejor que te calmes, cierra la puerta para poder hablar– necesite respirar para no lanzarle al rostro lo primero que viera –mira desgraciado, lo que tú me acabas de decir no tiene perdón y estás haciendo que lo poco del amor que queda en mi corazón se desvanezca, por lo que más quieras déjame sola, vete de mi vida, no quiero volver a verte– para las últimas tres palabras ya me encontraba ahogada en llanto, al instante entraron a la habitación Joe y Alicia, mi madre se encontraba a mi lado – ¿Qué sucedió bro?– pregunto Joe lleno de sorpresa y preocupación –solo una confusión– dijo excusándose lo que me lleno mas de furia e indignación –resulta que tu querido hermano dijo que mi bebé no era de el– toda la habitación se silenció –sal de acá– le ordeno Joe, por primera vez lo veía actuando de una forma tan seria e imponente, se notaba molesto –Joe tranquilo, todo tiene explicación–
–Nick, estoy luchando por no partirte la cara en dos, lo que te ha mantenido a salvo es que eres mi hermano, sal de aquí antes de que se me olvide ese detalle ¿Cómo puedes decir eso sabiendo que ella está dando su vida por ti? ¿sabiendo todo lo que ella ha sacrificado por ti?...– los puños de Joe se engarrotaban mientras evitaba ver a Nick quien se retiro cabizbajo de la habitación, justo antes de salir cruzo su mirada con la mía dejándome ver su sufrimiento y arrepentimiento pero no me importaba –no me voy porque él me lo pida, no le temo a nadie, solo no quiero verte sufrir, de verdad lo lamento– dijo antes de dejarme atrás, sin poderlo detener el agujero de mi pecho se abrió dejándome sin aire y el dolor de todo mi cuerpo reapareció, me desplome en los brazos de mi delicada madre mientras el sufrimiento se apoderaba de mi cuerpo, escuche como la puerta se volvía a abrir al subir la mirada me encontré con Joe quien salía rápidamente de la habitación, pero ya no me importaba lo que sucediera, así como yo había destruido a esa familia ellos me habían destruido a mí, ya no debía sentirme culpable de nada, en este momento ya estaba convencida de que debían ser olvidados –necesito que llamen a una enfermera, me duele mucho la cabeza– fue lo último que dije antes de que un pantalla de oscuridad envolviera mis ojos, al despertar me encontraba en la cama, las cortinas estaban abiertas pero todo estaba oscuro lo que me decía que aun no había amanecido, en ese momento desee no haber despertado, no pude contener las lagrimas que creía imposible que existieran, ya debería estar seca, lo sollozos eran ruidosos, estaban llenos de frustración y dolor, nada había valido la pena ni el esfuerzo ni los enfrentamientos, ahora solo quedábamos mi hija y yo, una caricia recorrió mi mejilla humedecida mientras mis manos acariciaban con amor mi abultado vientre –hija, todo estará bien, te lo digo con toda la experiencia del mundo, he sobrevivido a muchos divorcios, lo superaras créeme–
–Espero sea tan fácil para mí como lo fue para ti–
– ¿Quién dijo que fue fácil?– preguntó con una media sonrisa de tristeza –nunca demostraste lo contrario–
–Tenía dos hijas por las cuales seguir adelante ¿Qué ejemplo les habría dado si me hubiera lanzado a llorar?...tenía mucha fe en tu padre y en el de Patricia, son los mejores de todos mis esposos, por eso los elegí para que fueran sus padres pero aun así resultaron no ser los indicados ¿Cómo crees que se siente eso? ¿Cómo crees que se siente fracasar tanto en una sola cosa?...lo peor es que soy la mejor en todo lo que hago, solo en eso fallo–
–Pero ¿nunca te enamoraste?–
–una vez hace muchos años, tu no habías nacido…ni siquiera pensaba en tener hijos o casarme– dijo entre risas, con un movimiento tosco digno de mí limpie mis lagrimas para poder observarla con detalle, esto era algo sorprendente, mi madre nunca me había contado nada de su pasado, mas allá de lo que eran nuestra familia y de lo que significaba llevar mi apellido, en un gesto de camaradería le cedí un lado de la cama para que sentara a lo que respondió con aceptación, por primera vez en años me sentaba tan cerca de mi madre –cuéntame– le dije llena de intriga y emoción –tenía más o menos tu edad, mi madre siempre fue como es ahora, incluso antes era más estricta, unas vacaciones prometí irme para la casa de Italia pero me escape a Marruecos con tu tía Graciela, estando allá un par de mochileros se nos unieron, recorrimos toda la ciudad caminando, nunca había estado tan cansada y nunca había estado tan feliz, fueron los días más largos de mi vida y también los más hermosos, me sentía libre, uno de esos mochileros fue quien me enamoro, Iván se llamaba– los ojos de mi madre brillaban mientras se perdían en el cielo estrellado que se mostraba desde la ventana lo que me decía que aun lo amaba pero estaba lastimada, lo que despertó mas mi curiosidad –al llegar el final del verano debimos despedirnos, era imposible que mi madre se enterara, pero lo amaba tanto y el insistía tanto que decidí presentárselo, esa fue la peor decisión de mi vida, una noche bajaba para cenar y escuche a través de la puerta del estudio de mi padre como Iván negociaba el precio por dejarme, en ese momento entendí porque las clases sociales no deben ligarse, es por eso que te separe del chico de Brooklyn en aquella ocasión, no quería que sufrieras lo mismo que yo sufrí, estaba dispuesta a jugarme todo por el, así como tú te jugaste todo por Nick, la gran diferencia es que Nicholas no es de otra clase social, o mejor dicho puede darte los lujos a los que estas acostumbrada pues no podemos olvidar que su familia es de procedencia humilde y aunque ahora tengan dinero no cambia de donde vienen–
–No quiero hablar de eso mamá–
–Hija lo mejor que puedes hacer es hablar, drena todo lo que sientes, si te sirve de consuelo, tu padre planea romper la relación con los Jonas–
– ¿En qué sentido? ¿Eso es malo?–
–Solo para los Jonas, tenían todo su capital invertido en ese proyecto, es hora de que se asusten–
–No quiero que eso pase, no dejes que papá haga eso– dije llena de remordimiento –no puedo hacer nada, yo solo tengo diez por ciento de las acciones de la compañía de tu padre, eso no es nada, si él decide hacerlo no hay vuelta atrás–
–No dejes que lo haga, Joe está de por medio y no puedo hacerle eso, además parecerá que estoy dolida y aunque no es mentira no quiero que sea tan evidente, solo quiero olvidar y con la ruina de los Jonas cargando sobre mi espalda no se me hará mas fácil– mi madre me miró con resignación pero de repente su mirada se lleno de brillo –tengo una idea, a tu padre no le gustara pero podremos convencerlo– fue lo último que dijo, tal vez estaba siendo muy sensible y estúpida pero no podía negar que aun en lo mas profundo de mi corazón existía amor por Nick, eso nunca podría borrarse, así como mi madre aun amaba a Iván yo siempre amaría a Nick, aunque lo odiara con igual intensidad.

Capítulo XXVII

“Meta”

Mi madre salió de la habitación al amanecer y aunque había simulado dormir no había podido pegar un ojo en toda la noche, me era imposible dormir sin su olor, sin el roce de su piel, sin su respiración, cada minuto dolía más que el anterior, extrañaba sus brazos, sus caricias, extrañaba todo y solo se trataba de horas de separación, tal vez tenía que ver con que mi mente mantenía una imagen demasiado remota de reconciliación porque aunque lo odiara con tanta intensidad lo amaba en mayor cantidad y el sueño de tenerlo junto a mi nunca desaparecería, las horas pasaban lentamente al igual que el tiempo con las visitas, por la puerta de la habitación pasaron cualquier cantidad de personas, doctores, familiares, amigos, todos menos el hombre que deseaba que apareciera, nunca había ocultado mi personalidad mártir así que no me importaba sufrir viéndolo si tenía la oportunidad de contemplar una vez más su cuerpo y sus gestos, poder examinar minuciosamente cada uno de sus lunares y pecas, mi humor estaba cada vez más insoportable, no soportaba a ninguna personas incluyendo a Alicia y Patricia, ni siquiera a ellas podía verlas sin desear que se desaparecieran –ya está lista para irse– dijo la enfermera cuya amabilidad me daba nauseas, su perfume dulce y barato me parecía empalagoso y su belleza era absurda para haberse dedicado a la enfermería –¿quieres ir a mi casa o a la de tu madre?– me preguntó mi padre mientras le pedía al chofer que encendiera el coche –¿saldrás de viaje pronto?– le pregunté al instante mientras perdía mi vista en las calles abarrotadas de coches –mañana en la noche, tal vez sea mejor que vayas con tu madre–
–Quiero ir a tu casa, no tengo ganas de verle la cara a nadie– en ese momento encontré mi vista con la suya llena de asombro –quita esa cara, es mejor soportarme sola que rodearme de gente a la que terminare odiando y por consecuencia me terminara odiando– le dije, nuevamente clavé la mirada a través de la ventanilla, mi padre no pronuncio palabra alguna durante todo el viaje, al llegar al edificio dos empleadas nos esperaban en la entrada junto al botones del conjunto –¿Qué tal se siente señorita?–
– ¿Cómo crees que me siento?...tengo los talones hinchados, me duele todo el cuerpo, he crecido como 900 centímetros, no me queda tres cuartos de mi hermoso guardarropa y ahora me devuelvo a la casa de mi padre…no me parece una pregunta muy inteligente de tu parte– le respondí mientras continuaba hacia la entrada del edificio –necesito que llamen una manicurista y un masajista, también deseo que preparen la tina y por favor, no se les olvide mandar a buscar mis cosas a la casa de Nicholas– fue lo último que dije antes de que las puertas del elevador se cerraran –entiendo que estés de mal humor, pero no puede tratar a los demás así, no es normal en ti, lo comprendo de tu madre pero no te veo así a ti– dijo mi pare al estar solos –no creo que sepas como soy pues nunca estuviste, me conoces desde hace cuatro años, tal vez cinco, ni siquiera tienes idea de que es lo que más me gusta hacer– las puertas se abrieron en el apartamento por lo que me encamine hacia mi recamara sin dejarlo responder, me molestaba tener que volver a esta recamara después de haberme ido de la forma que lo hice, me molestaba haberme humillado de esta forma y me enojaba aun mas haberlo hecho por Nick, recordar su nombre fue como si me golpearan con un fuete en el rostro, como pude me dirigí hasta la cama para sentarme, las lágrimas comenzaban a aflorar quemándome las entrañas –déjenme sola– les pedí a las empleadas al verlas entrar, me levanté a tomar las pastillas para evitar un ataque –¡entren a arreglar la tina!– les ordene mientras disimulaba lo tranquilidad, intentaba concéntrame en la vista privilegiada del Central Park, pero me era imposible, recordaba la primera vez que camine por las calles oscuras de Nueva York con Nick, recordaba la primera vez que me pidió que le tomara la mano, recordaba las mariposas alborotadas en mi estomago cada vez que una de sus piernas rozaba con las mías mientras Kevin me esperaba en el hotel, recordaba la manera y los gestos con que me había conquistado –¡apúrense!– les grite al sentir que no podría mantenerme en pie por mucho tiempo –ya está listo señorita– dijeron antes de perderse en el pasillo, como si se tratara de una camisa de fuerza comencé a arrancarme la ropa del cuerpo, me sentía ahogada, todo olía a él, sentía en mi cuerpo su olor por el encuentro del día anterior, rápidamente me sumergí en el agua tibia llena de espuma, mientras más deseaba arrancarme los recuerdos más sentía sus labios recorrer mi cuerpo, en mis manos se sentían sus vellos, su piel, su cabello, enjabonaba mi cuerpo con fuerza, pero de nada servía, todo implicaba un recuerdo lleno de Nick, en ese momento como una chispa en la oscuridad me vino a la mente una idea que podría interpretarse como meta, contemporáneamente mis pulmones se quedaban sin aire, fue cuando descubrí que me había quedado dormida, estaba a punto de ahogarme y con un cinismo increíble imagine que hubiera pasado si no me hubiese despertado de repente, si esa idea no me hubiera iluminado, no debía lamentarme de nada, ahora debía limpiar mi nombre, debía demostrarle a Nick que se había equivocado y le demostraría que primero debía escucharme a mi antes que cualquier otra persona, incluso descubrí que deseaba mas demostrarle que estaba equivocado antes que volver con él y lo lograría aunque significara olvidarme de un futuro a su lado, y ya sabía cuál sería el primer paso para lograrlo, me levanté rápidamente de la tina, mientras me aplicaba la crema hidratante descubrí rosetones por mi cuerpo, me había enjabonado tan fuerte que me había irritado la piel –cancelen la cita con la manicurista y el masajista por favor– ordené por medio del intercomunicador, tomé un vestido Ferragamo color crema ya que era lo único que podía colocarme con la barriga, cambie a una cartera Mario Hernández color tabaco, tomé mis lentes de sol y salí de la habitación –¿mi padre salió?– pregunté al encargado de la entrada del edificio –se fue hace unos minutos señorita–
–Gracias– al salir ya el coche que se me había asignado me esperaba, nuevamente Carlos era mi chofer –es un placer verla señorita–
–El placer es mío Carlos– le respondí con sinceridad, le había tomado mucho cariño –le sienta muy bien el embarazo– me dijo mientras me observaba desde el retrovisor –Gracias, necesito ir a una peluquería y luego llévame a la oficina de mi padre, me veras más a menudo porque comenzare a trabajar– le dije llena de emoción, si todo salía como lo tenía planeado en un mes ya todo estaría aclarado y podría dedicarme a olvidar todo incluido Nick en ese todo.