Encuentros Sexuales!!! (Nick y tu) (solo mayores)

Capítulo V

“Lección”

Sus labios no me dejaron pronunciar palabra en toda la noche, Nick estaba sediento de mí y no se preocupaba en ocultarlo, la diminuta cama impedía la separación, su cuerpo estaba entrelazado con el mío mientras su lengua no descansaba ni un segundo, sus manos exploraban todo mi cuerpo con extrema delicadeza –adoro esta bata– dijo en varias oportunidades al darse cuenta que le facilitaba las cosas, el vientre me ardía pero no por la bebé, todo lo contrario, estaba deseosa de tenerlo dentro de mí, quería sentirlo desnudo sobre mi cuerpo, poder detallar las gotas de sudor que corrían por sus mejillas perdiéndose en su hermoso cuello, sentir todos sus músculos trabajar para darme todo el placer que quería recibir, ese que solo él sabía darme, luego de varias horas en las que Nick no disimulaba el tamaño de su excitación rozando mi piel, se detuvo –no lo soporto– dijo en un susurro mientras besaba mi cuello –¿Qué cosa?– pregunté entre gemidos acelerados provocados por sus besos –esto es algo más que arruina esa cosa– dijo despectivamente sin detener sus besos –¿Qué sucede?– preguntó luego sin detenerse al notar como mi cuerpo se había tensado y mi emoción se disminuía de manera inmediata –todo lo que haces con las manos lo destruyes con los pies– fue lo único que pude decirle antes de darme la vuelta y darle la espalda –¿Qué hice ahora?– preguntó mientras envolvía mi espalda con sus brazos y su rostro se apoyaba en mi hombro, no podía creer que se expresará así de nuestra hija y luego pretendiera que no había dicho nada –creo que debes dormir en el sofá–
–No te entiendo, hace unos minutos estabas a gusto–
–Si no quieres dormir en el sofá puedes irte a tu casa–
–No voy a irme a “nuestra” casa, no te voy a dejar sola, aunque debo admitir que tienes alborotadas las hormonas– dijo mientras se colocaba de pie con una almohada en manos, como pude me levanté de la cama para dirigirme hacia el interruptor eléctrico, mientras me colocaba de pie noté que Nick había logrado dejarme completamente desnuda, busque rápidamente mi bata, cuando ya la tenía puesta encendí la luz – ¡¿Qué haces de pie?! ¡Deberías descansar, al amanecer me permitirán llevarte a casa!– dijo con sorpresa mientras acomodaba el sofá – ¡no sé si quiero irme contigo, eres un grosero, estoy arriesgando mi vida por este bebé y a ti parece no importarte, aun le dices cosa como si se tratara de algo que puedes comprar o botar, es nuestra hija Nick, te guste o no!– sentía como la cabeza me latía de la molestia que experimentaba, Nick se quedo petrificado frente a mí, su mirada me decía que se había dado cuenta del error que había cometido –lo siento…–
–No quiero que me hables por esta noche porque en algo tenias razón, tengo las hormonas a mil y me provoca ahorcarte, no puedo creer que seas tan insensible–
–A bueno, no puedes pedirme mucho sabiendo que esa bebé es capaz de arrebatarme al amor de mi vida, no puedes pretender que le ame de un día para otro–
–Eres un insensible– fue lo que dije antes de apagar la luz, caminé lo más rápido posible hasta la cama, al acostarme me envolví en la sabana para ahogar luego mis lagrimas en la almohada, sus palabras tenían tanto efecto sobre mí que me molestaba, pero como no tendrían ese efecto si todo su ser me importaba, yo no lo conocía de una manera diferente, desde el primer día en que lo vi se había comportado así y yo lo amaba tal y como era –preciosa, no llores que sabes que eso me destroza– dijo en un susurro mientras medio apoyaba su cuerpo de la camilla, sentí una de sus manos posarse de manera solidaria en mi hombro –lo siento– dijo luego, por alguna razón sentí ganas de ser yo la que se disculpara, yo no podía hacerlo cambiar su forma de ser, así lo amaba, aunque esto era algo fuera de lo normal, se trataba de nuestra hija, al caer en cuenta todas las ganas de disculparme se desaparecieron –¿no piensas hablarme en toda la noche?– me preguntó sin moverse haciéndose el inocente, de igual manera lo ignoré, Nick no se movió de su posición en varios minutos, su mano seguía en el mismo sitio y su cuerpo parecía una estatua pero no daría mi brazo a torcer, de alguna manera debía hacerlo aprender que no podía meterse con nuestra hija, el sueño me venció primero y poco a poco fui perdiendo la conciencia para hundirme en los brazos de Morfeo, me desperté al sentir como algo me impedía moverme, al estar despierta me di cuenta de lo que se trataba, ese olor era reconocible por mis sentidos a kilómetros de distancia, bajé la mirada y me encontré con sus brazos rodeando mi cintura, sentía su pecho golpear mi espalda mientras su respiración movía ligeramente las hebras de mi cabello, su pierna estaba entre las mías, debía pedirle al doctor que me eliminara las pastillas para dormir, prefería sentir dolor antes de quedar tan inconsciente, podía sentir los ligeros ronroneos de su pecho, lo que me daba la satisfacción de ser yo quien lo despertaría, mis manos habían adoptado un frío particular al igual que mis labios, como pude giré mi cuerpo para colocarme frente a él, una sonrisa de victoria apareció en su rostro al sentir como mis labios accidentalmente rozaron su piel, pero aun no abría los ojos, con ligereza deslicé mi mano por su espalda hasta llegar a su abdomen cubierto por una camiseta, sin previo aviso introduje mi mano dentro de la prenda para así poder colocar de manera directa mi mano fría en su abdomen –¡Ah!– se quejó mientras se dejaba caer en el suelo –se suponía que dormirías en el sofá–
– ¡Me mataras de un infarto mujer!– se quejó –te aprovechaste de que estaba dormida– le reclamé provocando que soltara una carcajada –te amo– me dijo mientras se levantaba –no podía permitir que pasaras frío– continuó luego –tan considerado– repliqué con sarcasmo –siempre preciosa– dijo mientras besaba suavemente mis labios, sabía que debía rechazarlo pero no podía hacerlo, una sonrisa se formo en sus labios aun unidos a los míos –somos más que todo esto mi amor– dijo al separarnos pero manteniéndose cerca, sus manos tibias tomaban mi cuello –somos agua en el desierto– le respondí –tienes razón, aunque a veces te puedes poner muy acida– inmediatamente pellizqué su abdomen, solo me respondió con una sonrisa –te amo preciosa– dijo luego de darme un corto beso –buenos días– dijo un enfermera al entrar a la habitación –hoy es el gran día señorita, hoy se irá a su casa–
–Sí, lo sé– le dije con una media sonrisa, la enfermera comenzó a realizar las revisiones de rutina mientras yo observaba lo hermoso que estaba Nick esta mañana, sus vaqueros de color azul perfectos a su medida, su camisa de algodón blanco, que se pegaba de manera ligera a su cuerpo dejando ver en ocasiones lo torneados que estaban sus músculos, sus mejillas rojizas producto del calor que hacía debido a que el aire no podía ser prendido, mi temperatura era más baja de lo normal, hasta que un gesto detonó todo mis deseos mas lujuriosos, Nick alzó sus brazos para estirar su imponente cuerpo, la camisa se subió ligeramente dejando ver de manera suave y espontanea pocos bellos de su abdomen, me vi obligada a cruzar las piernas al sentir como el ardor se marcaba en mi cuerpo, lo deseaba tanto –debes respirar continuamente– me dijo la enfermera, fue en ese momento que noté que había dejado de respirar, pero había sido por una causa justa, debía evitar el gemido de excitación que luchaba por salir de mi garganta –lo siento– dije luego de aclarar mi garganta y parte de mis pensamientos, Nick me guiño un ojo y luego salió de la habitación –¿tienes calor? Estas muy sonrojada– dijo la enfermera con un rostro lleno de preocupación –no…estoy bien, gracias– le dije sin verla a los ojos, después de tanto tiempo Nick seguía influenciando mi cuerpo de la misma forma, incluso con más intensidad que antes –el doctor debe estar por llegar– dijo la enfermera antes de salir de la habitación, casualmente Raúl estaba en la entrada, Nick y Patricia lo seguían –bueno tn____ estas mejor de lo que esperaba, en quince minutos te irás a tu casa, solo debes seguir al pie de la letra todas mis indicaciones, iré a tu casa una vez a la semana para examinarte, una enfermera vivirá contigo para medicarte al pie de la letra, si te llegas a saltar una dosis podría costarte la vida– Nick escuchaba con atención mientras su mirada volvía a llenarse de agonía, sus gestos eran deprimentes, no eran propios de su personalidad –arréglate para que puedas irte– dijo Raúl antes de salir junto a Nick, todos tenían caras propias de un velorio pero yo solo sabía que saldría de aquí y que iría a casa junto al amor de mi vida y a mi hija.