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| 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. | |
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Autor | Mensaje |
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- Galletas&Leche - Casada Con
Cantidad de envíos : 1889 Edad : 27 Localización : Soñando Despierta. Fecha de inscripción : 02/02/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 28th 2012, 11:00 | |
| Capitulo 6, Parte Dos.
—Pero si no habla con nadie, ¿cómo es que sa¬bes su nombre? —Abuelo —se permitió una sonrisa engreída—. ¿Alguna vez se me ha resistido alguien? No me contó su vida precisamente, pero con unas cuantas galletas conseguí que al menos me dijera su nom¬bre. —¿Y qué tal aspecto tiene? —Es guapo, muy guapo. Emily se va a volver loca por él. —¡Vaya, vaya! —exclamó Daniel con una car¬cajada de deleite.
Una vez hubo conseguido toda la información que necesitaba de su nieta adoptiva, Daniel hizo una nueva llamada. Sonrió con malicia cuando Nicholas contestó con voz impaciente.
—¿Sí? —Es usted tan dulce, Jonas, que se me ale¬gra el corazón con sólo oírlo. —Señor Miller —la voz del escocés le cambió el humor de golpe y le hizo sonreír. —¿Qué tal se adapta a su nuevo apartamento? —Bastante bien. Le agradezco de nuevo que me haya dejado utilizarlo mientras mi casa está en obras. Con toda esa gente a mi alrededor, no ha¬bría podido trabajar —frunció el ceño al mirar a la pared por la que le llegaba el ruido de la casa de al lado—. Claro que esto tampoco está resultando muy tranquilo precisamente. Parece que mi vecina está celebrando algo. —¿_____? Es mi nieta, una muchacha muy so¬ciable. —Desde luego. No sabía que fuera su nieta. —Bueno, algo parecido. Debería relajarse un poco y unirse a la fiesta. —No, gracias —antes prefería tomarse una copa de detergente—. Debe de tener en su apar¬tamento a la mitad de los habitantes del barrio. Señor Miller, este edificio suyo está lleno de gente a la que le gusta más hablar que comer. Y su nieta parece la cabecilla del grupo. —Es una chica muy cordial. Me tranquiliza sa¬ber que durante un tiempo vivirá cerca de ella. Usted es un tipo sensato, Jonas. De hecho, me gustaría pedirle que le echara un ojo de vez en cuando. _____ a veces es un poco ingenua y eso me preocupa.
Nicholas sonrió cuando le vino a la cabeza la imagen de _____ tumbando a aquel atracador con la precisión de un boxeador.
—Yo que usted no me preocuparía. —Ahora que sé que usted está cerca, no lo haré. Una chica tan guapa como _____... porque es muy guapa, ¿no le parece? —Mucho. —También es muy lista. Y responsable, aunque parezca algo alocada. Pero no se puede ser alocada y crear una tira cómica tan popular todos los días, ¿no cree? Hay que ser creativa, artística y muy responsable para entregar el trabajo a tiempo día tras día. Eso usted lo sabe mejor que nadie por¬que escribir obras de teatro no debe de ser nada fácil. —No —Nicholas se frotó los ojos, estaba cansado de pelearse con un trabajo que no estaba yendo tan bien como debería—. No lo es. —Pero usted tiene mucho talento, Jonas, un talento muy poco usual. Yo lo admiro por eso. —Últimamente me parece una maldición más que un talento. Pero se lo agradezco. —Debería salir y distraerse un poco. Salga con alguna chica guapa. Yo no sé mucho de escribir, aunque tengo dos nietos que se ganan la vida muy bien gracias a eso. Debería aprovechar al má¬ximo la ciudad antes de volver a encerrarse en su casa. —Puede que lo haga. —Ah, Jonas, hágame el favor de no decirle a _____ que le he pedido que cuide de ella. Esas cosas le molestan mucho. El problema es que su abuela se preocupa mucho por ella. —No le diré nada —prometió Nicholas.
Después de la conversación con Daniel Miller, Nicholas llegó a la conclusión de que el ruido acabaría por volverlo loco, por lo que deci¬dió salir a tocar al club, pero descubrió que aquel día la música no conseguía alejarlo de sus pensa¬mientos.
No dejaba de imaginar a _____ sentada en la mesa del fondo, con la barbilla apoyada en las ma¬nos, una sonrisa en los labios y los ojos llenos de brillo. Aquella mujer había invadido una zona que Nicholas protegía bien y eso era algo que no le ha¬cía ninguna gracia.
Delta's era una de sus vías de escape. A menudo viajaba desde Connecticut sólo para subirse al es¬cenario con André y tocar hasta que la tensión de¬saparecía, diluida en la música. Después volvía a casa o se quedaba a dormir en el sofá que había en el despacho del local. Allí nadie le molestaba, ni le exigía más de lo que él quería dar.
Sin embargo, ahora que _____ había estado allí, no dejaba de mirar a la mesa que había ocupado y de preguntarse si volvería a hacerlo. A mirarlo con sus enormes ojos verdes.
—Amigo —le dijo André después de dar un largo trago del vaso de agua que tenía sobre su querido piano—. Hoy no sólo tocas blues, llevas dentro hasta la nota más triste. —Sí, eso parece. —Cuando un hombre tiene la cara que tienes tú ahora, suele haber una mujer implicada.
Nicholas negó con la cabeza y se volvió a llevar el saxo a los labios.
—No. No se trata de ninguna mujer, es por el trabajo.
André asintió sin estar demasiado conven¬cido.
—Sí tú lo dices, hermano.
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| | | - Galletas&Leche - Casada Con
Cantidad de envíos : 1889 Edad : 27 Localización : Soñando Despierta. Fecha de inscripción : 02/02/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 28th 2012, 11:03 | |
| Capítulo 7.
Volvió a casa a las tres de la mañana con la in¬tención de golpear la puerta de _____ y exigir que dejaran de hacer ruido, así que sintió cierta decep¬ción al descubrir que la fiesta había terminado. Del apartamento vecino no salía ni el más mínimo ruido. Entró en el suyo y decidió aprovechar la paz que se respiraba para sentarse a trabajar. Después de hacerse un café bien fuerte, se sentó al ordena¬dor para adentrarse en la obra, en la mente de unos personajes que estaban destrozando sus vidas porque no podían comprender su propio corazón.
El sol había salido ya cuando se levantó de la mesa, cuando desapareció la oleada de energía que lo había invadido. Era el primer trabajo realmente sólido que conseguía hilar en casi una semana y lo celebró acostándose completamente vestido. Y soñó con un hermoso rostro con unos ojos del color de las hojas de los sauces y con una voz que canturreaba como el agua de un arroyo.
«¿Por qué todo tiene que ser tan serio?» le pre¬guntaba ella, riéndose mientras le echaba los bra¬zos al cuello. «Porque la vida es algo muy serio». «Pero eso es sólo una de las caras de la moneda. ¿No vas a bailar conmigo?»
En realidad ya lo estaba haciendo. Estaban en Delta's y, aunque el local estaba vacío, la música sonaba llenando el aire de una sensual melodía.
«No voy a vigilarte. No puedo permitírmelo». «Pero si ya lo estás haciendo».
Levantó la mirada hacia él y al ver el modo en que se curvaban sus labios, Nicholas sintió que se le aceleraba el pulso.
«Pero eso no es todo lo que quieres hacerme, ¿verdad?» «No te deseo»
Otra vez esa risa, ligera como el aire, burbujeante como el champán.
«¿Por qué mentir en tu propio sueño? Puedes hacerme todo lo que desees en tus sueños». «No te deseo», se empeñó en decir una vez más mientras la tumbaba sobre el suelo.
Se despertó sudando, enredado en las sábanas, preocupado y sorprendido. Cuando consiguió pensar con claridad decidió que aquella mujer era un peligro, pero que lo único que era cierto de aquel erótico sueño era que no la deseaba.
Se frotó la cara y miró la hora. Eran más de las cuatro de la tarde, lo que significaba que había conseguido dormir ocho horas seguidas después de casi una semana. ¿Qué importaba que no fuera en el momento en que solía hacerlo todo el mundo? Bajó a la cocina, apuró el café que quedaba y se comió el único bollito que tenía. Tarde o tem¬prano tendría que salir a la calle a comprar co¬mida.
Estuvo haciendo ejercicio una hora y se alegró de que el sudor que cubría su cuerpo no tuviera nada que ver con ninguna fantasía sexual. Después se dio una larga ducha y se afeitó por primera vez en tres o cuatro días. Una vez vestido y con la mente más despejada, salió del apartamento con actitud alegre. _____ dejó caer la mano que había levantado para apretar el timbre.
—Gracias a Dios que estás en casa.
La alegría se esfumó al recordar el sueño.
—¿Qué? —Tienes que hacerme un favor. —De eso nada. —Es una emergencia —lo agarró del brazo an¬tes de que pudiera pasar de largo—. Es cuestión de vida o muerte. La mía y la del sobrino de la se¬ñora Wolinsky, porque uno de los dos morirá si tengo que salir con él. Por eso le he dicho a la se¬ñora Wolinsky que tenía una cita. —¿Qué te hace pensar que todo eso me inte¬resa lo más mínimo? —No te pongas antipático,Jonas. Estoy de¬sesperada. No tuve tiempo de pensar y no sé men¬tir; lo hago muy poco, por eso no se me da bien. No dejaba de preguntarme con quién iba a salir y, como no se me ocurría nadie, le dije tu nombre.
Era cierto que estaba desesperada, por eso se colocó frente a él bloqueándole el camino.
—A ver, déjame que te aclare una sola cosa. Todo eso no es problema mío. —No, ya lo sé, es sólo mío. Me habría inven¬tado algo mejor si la señora Wolinsky no me hu¬biese pillado trabajando y con la cabeza en otra cosa —se pasó las manos por el pelo, dejándoselo de punta—. Va a estar mirando y sabrá si salimos juntos o no.
Se dio media vuelta, apretándose las sienes con las manos como si así pudiera estimular a su mente para idear algo.
—Mira, lo único que tienes que hacer es salir de aquí conmigo como si tuviéramos una cita; algo relajado. Nos tomaremos un café o algo así y después de un par de horas volveremos juntos, porque si no lo hacemos, se enterará. La señora Wolinsky se entera de todo. Te daré cien dólares.
Eso último lo dejó atónito. Lo absurdo de la idea hizo que se quedara inmóvil antes de comen¬zar a bajar la escalera.
—¿Vas a pagarme para que salga contigo? —No es eso exactamente, pero más o menos. Sé que te vendrá bien el dinero y me parece justo compensarte de algún modo por tu tiempo. Cien dólares por un par de horas, Jonas, y yo pa¬garé el café.
Nicholas se apoyó en la pared, observándola. La situación era tan ridícula, que despertó en él un sentido del absurdo que creía haber olvidado ha¬cía mucho tiempo.
—¿Sólo café? ¿Sin tarta?
Ella se echó a reír con alivio.
—¿Quieres tarta? Eso está hecho. —¿Dónde está el dinero? —Enseguida.
Entró corriendo a su apartamento. La oyó subir las escaleras.
—Deja que me arregle un poco —gritó desde dentro. —El cronómetro está en marcha, niña. —Está bien. ¿Dónde demonios está mi...? ¡ahí Dos minutos, sólo dos minutos. No quiero que me diga que podría conservar a algún hombre si me pusiera un poco de pintalabios.
Efectivamente fueron dos minutos, después apareció subida a otros de esos zapatos de tacón de aguja, los labios pintados de rosa oscuro y unos pendientes largos. Otra vez eran diferentes, se fijó Nicholas al tiempo que ella le daba un billete de cien dólares.
—Te lo agradezco mucho. Sé que debe de parecerte una estupidez, pero es que no quería ofenderla. —Si para no ofenderla estás dispuesta a pagar cien dólares, es asunto tuyo —se metió el billete en el bolsillo sin dejar de mirarla con curiosidad—. Va¬mos, tengo hambre. —¿Quieres cenar? Podemos ir a cenar. Aquí cerca hay un lugar en el que sirven buena pasta. Bueno, vámonos. Finge que no sabes que nos está observando —le susurró cuando se acercaban a la puerta del edificio—. Actúa con naturalidad. ¿Po¬drías agarrarme de la mano? —¿Por qué? —Por el amor de Dios —protestó tomándole la mano con firmeza—. Es nuestra primera cita, intenta hacer como si estuvieras pasándolo bien. —Sólo me has dado cien dólares —le recordó y se sorprendió cuando ella se echó a reír. —Eres un tipo difícil. Realmente difícil. Vamos a cenar, a ver si eso te pone de mejor humor.
Y así fue. Nadie habría podido resistirse a un enorme plato de espagueti ni a la alegría de _____.
—Está riquísimo, ¿verdad? —Lo vio comer con verdadero placer y pensó que seguramente no ha¬bría comido nada consistente desde hacía sema¬nas—. Siempre que vengo aquí acabo comiendo más de la cuenta, luego me llevo lo que queda a casa y al día siguiente vuelvo a comer más de lo debido. Podrías salvarme de ponerme como un tonel, llevándotelo tú. —De acuerdo —dijo él al tiempo que llenaba de chianti sus copas. —¿Sabes? Estoy segura de que hay un montón de clubes de jazz que estarían encantados de con¬tratarte. —¿Qué?
_____ sonrió de un modo que lo obligó a mi¬rarla a la boca, esa boca tan sensual que cuando se curvaba hacía que le saliera un hoyito en la meji¬lla.
—Eres muy bueno con el saxo. Seguro que en¬cuentras un empleo estable enseguida.
Nicholas levantó su copa, divertido por la situa¬ción. _____ creía que era un músico sin trabajo. Bueno, ¿por qué no?
—Los trabajos van y vienen. —¿Sueles trabajar en fiestas privadas? —se in¬clinó sobre la mesa con entusiasmo—. Yo conozco mucha gente, siempre hay alguien preparando una fiesta. —No lo dudo. —Podría darles tu nombre si quieres. ¿Te im¬porta viajar? —¿Adónde? —Algunos parientes míos tienen hoteles. Atlantic City no está lejos. Supongo que no ten¬drás coche.
Tenía un Porsche casi nuevo guardado en un garaje del centro de la ciudad.
—Aquí no.
_____ se echó a reír.
—Bueno, no es difícil llegar a Atlantic City desde Nueva York.
A pesar de lo divertido que resultara, lo mejor era no permitir que se entusiasmara más de la cuenta.
—_____, no necesito que nadie me organice la vida. —Lo siento, es una mala costumbre que tengo —se disculpó sin ofenderse—. Me meto en la vida de los demás y luego me molesta cuando otros lo hacen conmigo. Como la señora Wolinsky, la ac¬tual presidenta del club que parece haberse for¬mado para buscarme un buen hombre. Me vuelve loca. —Porque tú no quieres un buen hombre. —Supongo que en algún momento lo querré. Vengo de una gran familia y eso me predispone a querer formar algún día la mía, pero aún tengo mucho tiempo. Me gusta vivir en la ciudad y hacer lo que quiero cuando quiero. No me gustan los horarios, por eso nunca había encajado bien en ningún empleo hasta lo de los comics. Y no es que no sea un trabajo que no requiera disciplina, pero yo dispongo mi trabajo y mi tiempo. Supongo que a ti te pasa algo parecido con la música. —Supongo —el trabajo para él rara vez era un placer y sin embargo para ella sí parecía serlo. La música también lo era para él. —Jonas—comenzó a decirle con una sonrisa—. ¿Con qué frecuencia participas en una conversación con más de tres oraciones comple¬tas? —Me gusta noviembre. En noviembre suelo hablar mucho. Es un mes de transición en el que me pongo filosófico. —Parece que tienes cierto sentido del humor escondido en algún lugar —se recostó sobre el respaldo de la silla y suspiró con satisfacción—. ¿Postre? —Desde luego. —Muy bien, pero no pidas tiramisú porque en¬tonces tendré que suplicarte que me des un poco, luego otro poco y acabaré en coma.
Sin apartar los ojos de ella, levantó la mano para llamar al camarero con la autoridad de un hombre que estuviera acostumbrado a dar órdenes. _____ frunció el ceño.
—Tiramisú —le dijo al camarero—. Con dos tenedores—. Quiero ver si un coma podría ha¬certe callar.
_____ tuvo que hacer un esfuerzo para dejar de reírse.
—No creo, hablo incluso en sueños. Mi her¬mana siempre me amenazaba con ponerme una almohada en la cara. —Creo que me gustaría esa hermana tuya. —Adria es guapísima... probablemente sea tu tipo. Elegante, sofisticada y muy inteligente. Tiene una galería de arte en Portsmith.
Nicholas repartió las últimas gotas de vino en¬tre las dos copas. Seguramente eso explicaba por qué se sentía más relajado de lo que se había sen¬tido desde hacía semanas, o meses. Quizá incluso años.
—¿Vas a emparejarme con ella? —Puede que le gustaras —consideró _____ ob¬servándolo detenidamente por encima del borde de la copa—. Eres bastante guapo a pesar de tu es¬tilo arrogante y hosco. Tocas música, lo que segu¬ramente resultara muy atractivo para alguien que aprecia tanto el arte. Y eres demasiado desagradable como para tratarla como si fuera de la realeza, como hacen muchos hombres. —¿De verdad? —Es tan guapa, que no pueden evitarlo. Lo peor es que a ella le molesta que se queden aton¬tados por su aspecto y acaba dejándolos. Segura¬mente te rompería el corazón —añadió con un movimiento de la mano—. Claro que quizá eso te viniera bien. —Yo no tengo corazón —dijo él cuando el ca¬marero les llevó el postre—. Pensé que ya te ha¬brías dado cuenta. —Claro que lo tienes —con un gesto de ren¬dición, _____ aceptó uno de los tenedores y probó el tiramisú, lo que la hizo suspirar de placer—. Lo que ocurre es que lo tienes encerrado bajo una gruesa armadura para que nadie pueda volver a hacerte daño. Dios, ¿no te parece que está deli¬cioso? Por favor, no me dejes que coma más, sólo este último bocado.
Pero Nicholas la miraba fijamente, sorprendido de que aquella pequeña lunática lo hubiese anali¬zado de manera tan certera cuando otros que de¬cían amarlo no habían conseguido ni aproxi¬marse.
—¿Por qué dices eso? —¿El qué? ¿No te he dicho que no me dejes comer más? ¿Es que eres un sádico? —Olvídalo —decidió dejar el tema y retiró el plato del tiramisú para dejarlo fuera de su al¬cance—. Es mío —y se dispuso a comer lo que quedaba.
Sólo tuvo que amenazarla una vez con el tene¬dor para que no volviera a intentar comer.
—Lo he pasado muy bien —dijo _____ cuando volvían caminando hacia el edificio. Se había aga¬rrado a su brazo—. Ha sido mucho más divertido que pasarse la noche entera tratando de que Johnny no me meta la mano bajo la falda.
Por algún motivo, la idea le resultó tremenda¬mente irritante.
—No llevas falda. —Claro, porque no estaba segura de poder es¬capar de la cita con Johnny y decidí poner en marcha un sistema de defensa.
Lo cierto era que los pantalones anchos de co¬lor azafrán que llevaba resultaban mucho más sexys que defensivos.
—¿Y por qué no tumbas a Johnny igual que hiciste la otra noche con el atracador? —Porque la señora Wolinsky lo adora y no po¬dría decirle que su adorado sobrino es como un pulpo. —Me parece que te dejas mangonear con mu¬cha facilidad. —No es cierto. —¿No? —preguntó Nicholas espontáneamente, antes de darse cuenta de que se estaba metiendo de lleno en su juego—. ¿Entonces por qué dejas que tu amiga Joanie... —Jody. —Bueno... Jody te mete en la encerrona de tener que salir con su primo, la señora de abajo con su sobrino y Dios sabe cuántos amigos más tendrás con parientes insoportables. Y tú te dejas llevar porque eres incapaz de negarte. —Lo hacen con buena intención. —Se están entrometiendo en tu vida, da igual con qué intención lo hagan. —No sé —dijo con un suspiro y se quedó pen¬sativa unos segundos—. Mira mi abuelo, por ejemplo. Bueno, en realidad no es mi abuelo, es el suegro de la hermana de mi padre, Shelby. Y mi madre es prima de las respectivas parejas de sus dos hijos. Es un poco complicado. —Sí que lo es, sí. —Lo sé, pero ésa es la relación que hay entre Daniel y Anna Miller y mis padres. Mi tía Shelby se casó con su hijo, Alan Miller, a lo mejor has oído hablar de él. Solía vivir en la Casa Blanca. —El nombre me suena. —Y mi madre, Genviéve Grandeau es prima de Justin y Diana Blade, los dos hermanos que se casaron con Serena y Caine, los otros dos hijos de Daniel y Anna. Por eso Daniel y Anna son como mis abuelos. ¿Me sigues? —Perfectamente, pero ya se me ha olvidado por qué has empezado a contarme todo eso. —A mí también —dijo riéndose y, al hacerlo, se tambaleó un poco y tuvo que agarrarse a él con más fuerza—. Creo que he bebido demasiado vino —explicó—. A ver... ¡Ya me acuerdo! Está¬bamos hablando de entrometerse en las vidas de otros, un ejercicio en el que mi abuelo, Daniel Miller, es el verdadero rey. Como casamen¬tero no tiene rival. Te lo prometo, Jonas, ese hombre es una especie de mago. Tengo... —hizo una pausa para contar con los dedos—. Creo que ya son siete los primos a los que ha conseguido casar. Es increíble. —¿Cómo que los ha casado? —No me preguntes cómo lo hace, pero siem¬pre encuentra la persona perfecta, después deja que la naturaleza actúe y, antes de que se den cuenta, empiezan a sonar campanas de boda. Acabo de en¬terarme de que mi primo Ian y su esposa están es-perando su primer hijo. Se casaron el otoño pa¬sado. —¿Y nadie le dice que se meta en sus asuntos? —Claro que se lo dicen, constantemente. Pero él no hace ni caso. Supongo que pronto se encar¬gará de Adria o de mi hermano Matthew. —¿Y de ti? —Creo que soy demasiado hábil para él. Co¬nozco todos sus trucos y no tengo intención de ena¬morarme. ¿Y tú? ¿Has pasado por eso alguna vez? —¿Si he pasado por qué? —Por el amor, Jonas, no seas obtuso. —No creo que me interese. —Pero seguro que lo habrá algún día —vati¬cinó con gesto pensativo.
De pronto se detuvo en seco.
—Maldita sea —protestó—. Es el coche de Johnny. Parece que ha venido de Nueva Jersey. Maldita sea. Bueno, tengo un plan —se volvió a mirarlo y cerró los ojos un segundo—. No debe¬ría haberme tomado la última copa. —Eso parece, niña. —Haz el favor de no llamarme «niña» para sen¬tirte superior y guardar las distancias. Bueno, no importa. Lo que vamos a hacer es seguir cami¬nando un poco más hasta que estemos justo en¬frente de la ventana de la señora Wolinsky. Con mucha naturalidad, ¿de acuerdo? —Es difícil, pero intentaré hacerlo. —Me encanta ese sarcasmo tuyo. Escucha, cuando estemos delante de su ventana, nos deten¬dremos porque seguro que estará mirando y ense¬guida se moverán las cortinas. Tú me avisas.
La idea le parecía inofensiva y lo cierto era que empezaba a gustarle que _____ se agarrase a su brazo. Se volvió a mirar hacia la ventana con disi¬mulo.
—Ahí está. —Ahora tienes que besarme. —Ah, ¿sí? —Y vas a tener que hacerlo bien para que la señora Wolinsky se dé cuenta de que Johnny no tiene nada que hacer. Te pagaré otros cincuenta dólares.
Nicholas se pasó la lengua por los labios. _____ tenía la mirada lánguida y estaba tan hermosa como un capullo de rosa.
—Vas a darme cincuenta dólares por besarte. —Es un extra. Quizá así consiga que Johnny vuelva a Nueva Jersey para siempre. Piensa que es¬tás encima de un escenario. No significa nada. ¿Si¬gue mirando? —Sí —pero ni siquiera se giró a comprobarlo. —Estupendo. Hazlo bien. Que parezca román¬tico. Rodéame con tus brazos y luego inclínate hacia... —_____, sé cómo besar a una mujer. —Claro. No pretendía ofenderte. Sólo quiero que salga bien para que...
Nicholas decidió que la mejor manera de hacerla callar era hacerlo de una vez por todas. No la rodeó con los brazos, la agarró por la cintura y la atrajo hacia sí con fuerza. Vio cómo sus enormes ojos ver¬des se abrían de la sorpresa antes de que sus bocas se unieran y las palabras se secaran en su garganta.
Tenía razón, pensó _____. Sabía muy bien cómo besar a una mujer. Vaya si lo sabía. Tuvo que agarrarse a sus hombros y ponerse de puntillas. No pudo evitar soltar un leve gemido.
La cabeza le daba vueltas y el corazón se le su¬bió a la garganta. De pronto se sintió indefensa, perdida y temblorosa. El calor invadió su cuerpo. Su beso era tan apasionado, tan ardiente, que sólo pudo dejarse llevar.
Era como en el sueño, pensó Nicholas. Pero me¬jor, mucho mejor. El sabor de sus labios era único, en sus sueños no la había sentido temblar de ese modo y no había sumergido las manos en su ca¬bello de ese modo mientras gemía de placer. La apartó sólo un poco para ver si se le habían sonrojado las mejillas como le había pasado a él. Ella lo miró sin decir nada, pero sin soltarse de él.
—Éste corre de mi cuenta —murmuró antes de besarla de nuevo.
Se oyó la bocina de un coche, alguien maldijo y se oyó también una ventana cerrarse después de que un coche pasara junto a ellos, pero _____ no se enteró de nada de eso. Era como si estuvieran en una isla desierta con el mar mojándoles los pies. Cuando la apartó por segunda vez, lo hizo muy despacio, movió las manos de un modo que casi pareció una caricia. Eso le dio tiempo a _____ para hacer que la cabeza dejara de darle vueltas.
Nicholas habría deseado seguir besándola, devo¬rarla. Deseaba sentir esa energía suya debajo de su cuerpo, abriéndose a él. Pero tenía la completa certeza de que después ambos se sentirían mal. Así que la agarró por los hombros y la miró.
—Creo que con eso será suficiente. —¿Suficiente? —repitió ella. —Para convencer a la señora Wolinsky. —¿La señora Wolinsky? —meneó la cabeza para recuperar la claridad mental—. Ah, sí, sí —respiró hondo y esperó poder actuar con norma¬lidad en las próximas horas—. Si no se convence con esto, no se convencerá con nada. Besas de ma¬ravilla, Jonas.
En sus labios apareció una sonrisa que no pudo controlar. Esa mujer era prácticamente irresistible.
—Tú tampoco lo haces nada mal, niña.
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| | | Lettu-Sweet Amiga De Los Jobros!
Cantidad de envíos : 428 Edad : 30 Localización : Jobroslandia *¬* Fecha de inscripción : 25/02/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 28th 2012, 13:36 | |
| Oh shit pleaseee siguelaaa no la dejes asi no seas cruel, necesitamos mas capis una MARATON *-* sii?, pleasee siguela pronto no soporto mas | |
| | | DaniAndreaJ Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 399 Edad : 28 Fecha de inscripción : 02/09/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 28th 2012, 15:27 | |
| NUEVA LECTORAAA SIGUELAAAAA | |
| | | Tatu d'Jonas Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 6938 Edad : 32 Localización : Peru Fecha de inscripción : 20/08/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 28th 2012, 15:37 | |
| se besarooon!!! AL FIN SE BESAROOON SIGUELA PORFAAAAAAAAAAAAA yo creo q el abuelo de rayita esta haciendo todo eso al proposito | |
| | | - Galletas&Leche - Casada Con
Cantidad de envíos : 1889 Edad : 27 Localización : Soñando Despierta. Fecha de inscripción : 02/02/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 30th 2012, 18:10 | |
| Capítulo 8.
Mientras trabajaba, _____ cantaba a dúo con Aretha Franklin. A su espalda, la brisa fresca de abril se colaba por la ventana abierta. El día estaba tan radiante como su estado de ánimo.
Se volvió a mirarse al espejo e intentó poner cara de sorpresa para después poder plasmar esa misma expresión en el rostro de un personaje. Pero lo único que podía hacer era sonreír. Aquél no había sido su primer beso. La habían besado otros hombres y la habían abrazado. Pero comparar aquellos besos con lo sucedido el día anterior con su vecino de enfrente era como comparar un petardo con un ataque nuclear. Uno silbaba, explotaba y durante un momento resul¬taba entretenido. El otro estallaba y con ello cam¬biaba el paisaje durante siglos.
A ella la había dejado increíblemente atolondrada durante horas. Le encantaba sentirse así. ¿Había algo más maravilloso que sentirse débil y fuerte, tonta y sabia, confundida y alerta, todo al mismo tiempo? Lo único que tenía que hacer era cerrar los ojos y dejar que su mente volviera de nuevo a aquel momento. Se preguntaba qué pensaría él, qué sentiría. Na¬die podría quedar impertérrito después de una experiencia de tal... magnitud. Él había estado junto a ella en el epicentro de aquel terremoto. Ningún hombre podía besar a una mujer de ese modo y no sufrir algún tipo de efecto secundario.
Volvió a cantar junto a Aretha y se centró de nuevo en el trabajo.
—¡Dios, ___*, aquí hace muchísimo frío! —Hola, Jody —saludó con alegría a su amiga al levantar la vista del papel—. Hola, pequeño Charlie.
El pequeño sonrió desde los brazos de su madre.
—No hace tanto calor como para sentarse frente a la ventana abierta —protestó al tiempo que cerraba. —Tenía calor —explicó _____ mientras acari¬ciaba al pequeño—. ¿No te parece un milagro que los hombres empiecen así? Después crecen y se convierten en... otra cosa. —Sí —Jody frunció el ceño y observó a su amiga—. ¿Estás bien? —le puso la mano en la frente—. No tienes fiebre. Saca la lengua.
_____ obedeció.
—No estoy enferma. Estoy perfectamente.
Jody volvió a observarla sin el menor conven¬cimiento.
—Voy a acostar a Charlie y después voy a prepa¬rar un café para que me cuentes qué está pasando. —Muy bien —volvió a dejarse llevar por la en¬soñación y comenzó a dibujar corazoncitos rojos sobre el papel.
Como le resultaba divertido, los hizo cada vez más grandes y después esbozó el rostro de Nicholas dentro de uno de ellos. Tenía un bonito rostro. Boca firme, ojos fríos y rasgos marcados. Unos rasgos que se endulzaban ligeramente cuando sonreía. Y sus ojos dejaban de ser fríos cuando se reía.
Le gustaba hacerle reír; siempre le parecía que tenía poca práctica. En eso podría ayudarlo. Des¬pués de todo, uno de sus pequeños talentos era ha¬cer reír a la gente. Además, una vez lo hubiese ayudado a conse¬guir un empleo estable, ya no tendría tanto de lo que preocuparse.
Le encontraría trabajo, se aseguraría de que co¬mía bien y estaba segura de que podría encontrar a alguien que quisiera deshacerse de un sofá viejo. Eso le haría sentir mejor. Pero eso no era entro¬meterse en su vida como hacía el abuelo; no, ella sólo estaría ayudando a un vecino. A un vecino increíblemente sexy, cuyos besos eran capaces de llevar a una mujer al paraíso.
Pero no era ése el motivo por el que iba a ayu¬darlo. También había ayudado al señor Puebles a encontrar un buen pedicuro. Sólo se comportaba como una buena vecina, pero si con ello obtenía otros beneficios, ¿qué te¬nía de malo?
Jody observó a su pequeño hasta que se le ce¬rraron los ojitos y fue a preparar café. En la cocina de _____ se movía con tanta libertad como en la suya propia. Lo cierto era que en los últimos años, _____ y ella estaban tan unidas como dos herma-nas, quizá más, corrigió _____. Sus dos hermanas siempre estaban presumiendo de sus maridos, de sus casas y de sus hijos... pero Jody pensaba que cualquiera pensaría que su Chuck y su Charlie eran mucho mejores que los maridos y los hijos de cualquiera de ellas dos.
A diferencia de sus hermanas, _____ la escu¬chaba y había estado a su lado en el duro mo¬mento en el que había decidido dejar su trabajo para cuidar de Charlie. También había sido _____ la que había estado ahí en los primeros días del niño, cuando Chuck y ella se aterraban cada vez que el bebé hacía el más leve ruido.
No había una amiga mejor en el mundo. Por eso era por lo que Jody estaba empeñada en ayu¬darla a ser tan feliz como lo era ella. Subió la bandeja con los cafés al estudio.
—Gracias, Jody —le dijo _____ cuando le dio su taza. —La tira de esta mañana es genial. No puedo creer que Emily se enfundara una gabardina y un sombrero para seguir a don Misterioso por todo el Soho. —Es una chica muy impulsiva —respondió, _____ que se había acostumbrado a hablar de Emily y del resto de personajes como si fueran personas reales—. Y también muy curiosa. Tenía que averiguar algo más de él. —¿Y tú? ¿Te has enterado de algo relacionado con nuestro don Misterioso? —Sí —respondió con un suspiro—. Se apellida Jonas. —Lo he oído —dijo Jody, automáticamente alerta—. Has suspirado. —No, sólo he respirado hondo. —De eso nada, has suspirado. ¿Qué quiere de¬cir eso? —Bueno, la verdad es que —se moría de ganas de contárselo—... anoche salimos juntos. —¿Salisteis juntos? ¿Quieres decir que tuvisteis una cita? —Jody acercó una silla y se sentó junto a ella—. ¿Dónde, cómo, cuándo? Quiero detalles, ___*. —Está bien —_____ se giró para mirar de frente a su amiga—. Ya sabes que la señora Wolinsky está empeñada en emparejarme con su sobrino. —¿Aún sigue con eso? —preguntó Jody con un resoplido de incomprensión—. ¿Cómo es po¬sible que no se dé cuenta de que no tenéis nada que ver el uno con el otro?
El tremendo cariño que sentía por Jody hizo que _____ no le dijera que la señora Wolinsky no se daba cuenta de ello por el mismo motivo por el que ella no veía los defectos de su querido primo Frank.
—Ella lo adora. El caso es que anoche me ha¬bía preparado otra cita con él y a mí no me apete¬cía nada. Tienes que prometerme que no se lo di¬rás a nadie, sobre todo a la señora Wolinsky. —A Chuck, sí. —Los maridos quedan excluidos del voto de silencio, al menos en este caso. Bueno, le dije que ya tenía otra cita... con Jonas. —¿Tenías una cita con 3B? —No, sólo se lo dije porque me pilló despreve¬nida y ya sabes que cuando miento me pongo a tartamudear. —Deberías practicar más —opinó antes de darle un mordisco a uno de los bollitos que había subido con el café. —Puede ser. Bueno, después de decírselo me di cuenta de que estaría mirando por la ventana para vernos salir juntos. Tenía que hacer un trato con Jonas, así que le ofrecí cien dólares y le invité a cenar. —Le pagaste —dijo Jody con los ojos abiertos de par en par—. Es genial. Jamás se me ocurrió pagar a un hombre para que saliera conmigo, ni siquiera en ese periodo de sequía que sufrí en el segundo año de universidad. ¿Y por qué cien dó¬lares? ¿Acaso es la tarifa habitual? —No lo sé, simplemente me pareció que es¬taba bien. Jonas no tiene trabajo estable, así que pensé que le vendría bien el dinero y una cena caliente gratis. La verdad es que lo pasamos bien —en sus labios se dibujó una sonrisa—. Muy bien. Sólo comimos y charlamos... bueno, sobre todo hablé yo porque Jonas no dice mucho. —Jonas—repitió Jody—. Sigue sonando muy misterioso. ¿No sabes su nombre? —No se me ocurrió preguntárselo. Pero calla, que aún queda lo mejor. Veníamos caminando ha¬cia casa y él parecía mucho más relajado, cuando vi el coche de Johnny Wolinsky y me entró el pánico. Pensé que la señora Wolinsky no iba a dejar de in¬tentar encasquetármelo a menos que creyera que estaba con otro, así que le ofrecí otro trato a Jonas; cincuenta dólares más a cambio de un beso.
Jody apretó los labios unos segundos.
—Pensé que eso habría estado incluido en el precio inicial. —No, ya habíamos detallado las condiciones y además no había tiempo para negociar. La señora Wolinsky estaba mirando por la ventana, así que Jonas me besó allí mismo, en la calle. —¡Vaya! —Jody había dejado de comer y la miraba sin parpadear—. ¿Cómo fue? ¿Cómo te agarró? —Más bien tiró de mí hacia sí. —Dios. Me encanta cuando hacen eso. —Me quedé pegada a él y de puntillas porque es muy alto. —Sí que lo es —murmuró como si estuviera imaginando la escena—. Y muy fuerte. —No puedes hacerte a la idea, Jody. Ese hombre es como una roca. —Dios mío —dijo cerrando los ojos—. Bueno, estabas pegada a él, ¿y luego? —Luego se inclinó sobre mí. —Así fue como Chuck y yo acabamos en mi apartamento en nuestra sexta cita. Ningún tío puede dejar de besarte cuando hace eso. —Pues Jonas lo hizo. Se detuvo y me miró fijamente. —Madre mía. —Y luego volvió a besarme otra vez. —¿Te besó dos veces? —parecía a punto de echarse a llorar de la emoción. —Fue... ¡increíble! —confesó _____ dejando que su amiga le agarrara la mano—. No sabes cómo besa. —Dios, creo que voy a abrir la ventana porque empiezo a tener calor —se levantó a abrir—. Pero sigue. —Fue como si me devorara. No sé qué me pasó... —ni sabía cómo describirlo—. La cabeza me daba vueltas. —Explícate mejor, ___*, porque me tienes en ascuas —le pidió con impaciencia—. A ver, en una escala del uno al diez, ¿qué puntuación le darías? —No, Jody, se sale de la escala.
Su amiga la miró fijamente.
—Eso es un mito. —Te prometo que existe —aseguró _____ con total seriedad—. Tengo pruebas irrefutables. —Por el amor de Dios. Tengo que sentarme — lo hizo sin apartar la mirada de ella—. Un beso que se sale de la escala. Yo te creo, ___*. Muchas no lo harían, pero yo sí. —Sabía que podía contar contigo. —Sabes lo que eso significa, ¿verdad? Ahora no te valdrá nada, ni siquiera un beso digno de un diez. Siempre buscarás otro que se salga de la es¬cala. —Ya lo había pensado —afirmó _____ con gesto pensativo—. Creo que se puede vivir per¬fectamente con besos de siete a diez, incluso des¬pués de una experiencia como ésta. Una puede ir a la luna, Jody, y visitar brevemente otros mundos, pero después tiene que volver a la tierra y seguir viviendo. —Tienes razón —murmuró Jody, visiblemente emocionada—. Y eres muy valiente. —Gracias. Claro que —comenzó a decir con una malévola sonrisa en los labios—... tampoco tiene nada de malo llamar de vez en cuando a su puerta.
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| | | Tatu d'Jonas Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 6938 Edad : 32 Localización : Peru Fecha de inscripción : 20/08/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 30th 2012, 20:02 | |
| jajaja un beso q se sale de la escala! me encanto eso SIGUELA!!!! | |
| | | Manzanitha Nuev@
Cantidad de envíos : 28 Localización : Chile... en un tercer cielo junto a los jonas Fecha de inscripción : 06/11/2012
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 30th 2012, 23:21 | |
| Awwwww qede atonita No puede ser se besaron y dos veces es muy tierno y genialy lindo y todo No se si podre sobrevivir si no escribes pronto aunqe ya lo hiciste xD Bueno siguela esta buenisima | |
| | | Tatu d'Jonas Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 6938 Edad : 32 Localización : Peru Fecha de inscripción : 20/08/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Diciembre 31st 2012, 23:20 | |
| Feliz Año Siguelaaa | |
| | | Valeryto Jonas Forista!
Cantidad de envíos : 58 Edad : 28 Localización : JobrosLand '*o*' Fecha de inscripción : 01/01/2013
| | | | MarieJBCruz Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 214 Localización : Nicholas Bed <3 Fecha de inscripción : 29/06/2012
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 2nd 2013, 18:41 | |
| HAHAHAH que nove tan buena me encantoo!!! TIENES QUE SEGUIRLA OH DIOS MIO QUE BUENA ME ENCATO LO DEL BESO!!! | |
| | | Tatu d'Jonas Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 6938 Edad : 32 Localización : Peru Fecha de inscripción : 20/08/2011
| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 12:37 | |
| siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa | |
| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:06 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:06 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:06 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:07 | |
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:09 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:09 | |
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:09 | |
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| Tema: Re: 'La Vecina Perfecta' - Nick&Tú - Adaptación. Enero 3rd 2013, 17:10 | |
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