Argumento
¿Qué haría a una mujer, de otra manera sensata y estable, fingir una relación
pasada con un hombre al que nunca ha conocido?
El amor y la lujuria a primera vista, ¡eso es!
______ no cree en el amor, sin embargo, una mirada a un completo desconocido, le
hace tomar medidas extraordinarias para conocer y seducir al hombre que nunca
había soñado con encontrar.
Alocada ______
—Última carga—. Eso dijo Gina, la camarera que estaba de turno, cuando
descargó la cuba de platos en la barra a mi lado. Miré de la tina de la limpieza
medio llena a mi reloj: eran casi las dos. Me quedaban tres horas de turno y al
menos una tina de platos que lavar. Por eso odiaba el turno de la tarde, aunque
empezara por la mañana. Una vez que la multitud del almuerzo se iba, no había
nada más que hacer salvo limpiar y mirar el reloj. Con suerte, eso pasaría sólo un
día y me dije a mí misma que podría soportarlo sólo esta vez.
Había sustituido a Daisy más de lo que me tocaba. Sabía que pronto
buscaríamos un nuevo lavaplatos. Bob no aguantaba a los trabajadores que
llamaban diciendo que estaban enfermos tan a menudo como ella lo hacía. Sin
embargo, hoy no me importaba mucho. Los martes no eran un gran día para las
propinas y yo estaba ganando más dinero limpiando las estúpidas cargas de platos
de lo que ganaría esperando al escaso grupo del almuerzo.
Ya terminada la carga, caminé hacia la parte delantera del restaurante y me
reuní con Gina y Alice, la cocinera, para un breve descanso. Sabía que si el lugar
estaba vacío ellas estarían sentadas en una mesa en el fondo de la sala fumando y
cotilleando, pero me impactó entrar en el comedor y ver que todavía faltaba una
mesa y que mis dos compañeras de trabajo estaban en el fondo del comedor
pasando la aspiradora.
Lo más fácil habría sido darme la vuelta y volver a mi lugar de trabajo, pero
una vez que lo vi habría sido necesaria una explosión nuclear para moverme de
donde estaba. Era guapo. Mientras se reía y hablaba con sus tres amigos, su sonrisa
me tenía cautivada. No puedo decir si todo el mundo pensaba que era tan guapo
como yo pensaba, incluso mis amigas dicen que tengo un gusto raro en lo relativo a
los hombres, pero sé que cuando lo vi, mi corazón se aceleró y juro que había un
brillo a su alrededor.
Mis amigas también te dirían que no creo en el amor, muy especialmente en
el amor a primera vista. Aprendí muy joven que el amor es sólo una reacción
temporal hacia alguien con quien crees que conectas en algún extraño nivel. No
dura y siempre termina con alguien sintiéndose miserable, y alguien más a quién no
le importa. Así que, ¿Por qué me tenía este extraño de repente tan cautivada? ¿Por
qué no podía moverme del lugar en el que mis pies parecían estar clavados? No lo
sé, pero lo que ocurrió a continuación fue todavía más extraño y si vivo para
siempre estoy segura de que nunca seré capaz de explicarlo.
Él me miró y, como te estoy contando, mis rodillas se doblaron, o lo que
fuera, y eso fue todo lo que pude hacer para no caerme de culo. Cuando sus ojos
encontraron los míos, fue como si una corriente eléctrica me recorriera,
forzándome a hacer lo que fuera necesario para conocer a ese hombre, infiernos,
para tocar a ese hombre. Si mi cerebro trabajara tan rápido siempre como en ese
momento, te diré, estoy segurísima de que no habría mesas esperando para comer.
Me quedé boquiabierta y me llevé la mano a la mejilla.
— Oh, Dios mío —le dije, en voz alta, a ese tío al que no conocía—. ¿Qué
estás haciendo aquí? —Fingí una gran sorpresa por verlo. Sus cejas se elevaron por
la confusión mientras me acercaba a su mesa. Sus amigos parecían algo atónitos
también. Ahora bien, ten en cuenta que esto sucedió muy rápidamente, pero me
sentí como si yo misma y todos los demás a mí alrededor nos moviéramos a cámara
lenta. Había algo de duda en él, sus labios parecían querer decir algo pero se abrían
y cerraban, inseguros de qué palabras usar. Para mí, parecía que sus labios se abrían
esperando que quizás me agachara y lo besara, pero si pienso ahora en eso, con la
mente algo más clara, estoy segura de que ese no era el caso. Estudió mi cara con
cuidado, buscando algo que estimulara su memoria. Cuando me paré al lado de la
mesa, se levantó.
— ¡No te he visto en años! —Parecía que había estado ensayando mi papel
durante meses. Lo agarré y lo abracé. Se sentía muy sólido en el abrazo y el olor de
colonia almizclada llenó mis sentidos. Con elegancia, me regresó el abrazo.
— Ya lo sé —siguió el juego—. Ha pasado mucho tiempo.
Lo solté a regañadientes, pero lo mantuve cerca.
— Te ves muy bien. No has cambiado nada —dije, aprovechando la
oportunidad para estudiarlo de la cabeza a los pies. Aunque no estuviera desnudo
ni nada por el estilo, tenía una bonita figura. Era más alto que yo al menos quince
centímetros; sus ojos eran como piscinas oscuras, de profundidades insondables; y
su pelo, no tan oscuro como los ojos, caía en rizos sobre su cara. Un remolino en la
parte izquierda de su frente subía el pelo a su alrededor y hacia los lados, pero
puedo decir que él intentaba ocultar el ofensivo parche. Su sonrisa, su increíble
sonrisa, calentaba una parte de mi interior, una parte que yo ni siquiera recordaba
tener caliente o fría antes de ese encuentro. Creo que fue justo tras la sonrisa y la
parte caliente de mi interior cuando me di cuenta de que otra parte de mi anatomía
estaba más caliente de lo normal y, si no estaba equivocada, también se estaba
humedeciendo.
— Así que Kevin, ¿nos vas a presentar a tu atractiva amiga? —preguntó
uno de los hombres de la mesa. Pude ver que Kevin no sabía qué decir, así que
dejé de mirarlo y me giré hacia el otro hombre.
— ______ —dije, acercando mi mano a su amigo.
Mientras nos dábamos la mano, Kevin volvió a la vida.
— Lo siento. ¡Qué maleducado de mi parte! _______, este es John — me
presentó al hombre al que estaba saludando—. Y este es Cody —Le di la mano a
Cody—. Y este el Paul.
Después que Paul y yo nos saludáramos formalmente, acerqué una silla a su
mesa y Kevin se volvió a sentar. La necesidad de tocarlo todavía me abrumaba,
así que cogí su mano. ¿Quién era esta ______, esta lunática envalentonada que
ocupaba mi dispuesto cuerpo? Todavía no estoy segura de dónde salió.
— Bueno Kevin, no puedes imaginarte lo sorprendida que estoy de verte
aquí —dije—. ¿Cómo estás? —Aparté los ojos de él para buscar algún signo de
matrimonio en la mano que sostenía y no había ninguno.
— Estoy bien, creo. Trabajando, como todo el mundo.
— ¿Dónde estás trabajando ahora?
— Todavía estoy en Paulson Surveying1.
Decidí que si iba a llevar esto a cabo, mejor me colocaba en su vida antes de
sus años de perito. Me imaginé que Kevin tendría poco más de treinta años, así
que tendría tres o cuatro más que yo. Un viejo amigo de la universidad no
funcionaría y tampoco del instituto. ¿Debería ir más atrás?, me preguntaba.
Consideré haber trabajado juntos en algún sitio, pero eso me desenmascararía muy
pronto. Seguí otra ruta.
— Ya veo. Nunca supe que fueras a trabajar en eso — dije, mirando su ojos
en un intento de ocultar su expresión confusa. Su mano todavía descansaba en la
mía y las corrientes de electricidad iniciales que había sentido cuando lo vi todavía
circulaban por mi cuerpo, pero con una frecuencia menor y más cómoda—. Mi
hermano todavía habla de las locuras que hacíais en el instituto — era mejor fingir
que lo conocía gracias a alguien más mayor, decidí.
— Sí, esos fueron unos años locos — dijo, asintiendo con la cabeza. La
mirada confusa desapareció y parecía estar genuinamente interesado en
estudiarme—. ¿Cómo está…?
— ¿Peter? — dije antes de que él pudiera encontrar un nombre. Kevin
asintió—. Peter está bien. Está casado y tiene un hijo —¿A dónde estaba llevando
esta mierda? Ni siquiera tenía un hermano.
— ¿Se casó con la chica con la que salía en el instituto? — preguntó con lo
que pudo haber sido cierta confianza.
— Sí. Cindy. —Me giré hacia los amigos de Kevin—. Peter y Cindy eran
casi inseparables ya entonces — hice un pequeño esfuerzo por separar mi mano,
pero ahora él la sujetaba firmemente y yo estaba contenta de dejarla apoyada en la
suya.
— Me alegro por él. Es genial. ¿Y tú? —Preguntó acercando la mano para
meter un mechón suelto de color castaño rojizo tras mi oreja. Me alegré de que el
delantal que llevaba escondiera cómo mis pezones se alzaban por su suave toque.
¿Qué diablos estaba haciendo yo?—. ¿Desde cuándo trabajas aquí?
— Llevo aquí unos dos años —Wow, me sorprendí conmigo misma por
decir la verdad—. Trabajo a jornada completa durante el verano y media jornada el
resto del año. Volví a la universidad hace unos años — me giré hacia sus amigos—.
Kevin os puede decir que yo era algo loca de niña. Abandoné la universidad la
primera vez. Creo que no estaba preparada para ir.
— Sí, Kevin . Nos lo tendrás que contar todo sobre los días locos de la
niñez de ______ — dijo John y, por su expresión, podría decirse que esperaba oír
historias sucias y excitantes.
Por el rabillo del ojo vi a Gina apagando la aspiradora y a Alice mirándome
de forma extraña. Decidí que probablemente era el momento de poner el punto y
final a la fantasía.
— Odio hacer esto — dije todavía allí de pie—, pero debería volver al
trabajo —Kevin todavía cogía mi mano con la suya y yo tampoco quería romper el
contacto. Él incluso parecía algo alarmado porque yo fuera a terminar nuestro breve
encuentro.
— Espera ______ —dijo apretando mi mano—. ¿Podemos vernos después?
Me gustaría que nos pusiéramos al día, si es posible. ¿A qué hora sales?
Mi cerebro me dijo que pusiera una excusa, que diera alguna razón por la
cual no podíamos vernos, yo sabía que si nos veíamos me quedaría prendada, pero
ese lugar cálido de mi interior y ese otro entre mis piernas rogaban por algo
diferente.
— Claro, salgo a las cinco. Nos podemos ver en Hannigan’s, un poco más
abajo en esta calle.
— Genial. Allí nos vemos — en ese momento, me tiró a sus brazos de nuevo
y yo me entregué a su cálido abrazo, sabiendo en mi interior, dónde prevalecían
voces más cuerdas, que sería mejor no volver a verlo—. Me ha encantado verte —
dijo en voz baja contra mi oído. Deseé tener un par extra de medias en mi bolso,
aunque nunca las había necesitado antes, las necesitaba ahora.
Finalmente me separé, apenas pudiendo sostenerme en pie, con la mente
vagando en lo que su toque, su olor y su mirada me hacían sentir. Sé que mi voz
temblaba cuando dije adiós y que me sentía encantada de conocer a sus amigos.
Mientras me alejaba de la mesa, el lugar cálido en mi interior aumentó su calor,
ahora me quemaba por dentro casi de forma dolorosa. Cuando giré por el pasillo,
Gina me detuvo.
— ¿Conoces a ese tío? ¡Es caliente! — por una vez no sólo me gustaba a mí.
— Sí, es un viejo amigo — mentí a mi compañera de trabajo y seguí
andando.
— Yo cambiaría lo de “viejo amigo” si fuera tú — dijo tras de mí.
Ese había sido mi objetivo inicial, creo, pero ahora me encontraba en un
punto en el que todo lo que no fuera ese breve encuentro era algo que no me
gustaba. ¿En qué estaba pensando? Si me hubiera tomado unos minutos para
pensar las cosas, y no hubiera actuado tan atípica, quizás podría haber encontrado
una manera de conocerlo que dejara una puerta abierta a futuras relaciones. Podría
haber escrito mi teléfono en un papel y habérselo dado. Incluso eso habría sido
atípico en mí, pero al menos habría tenido una oportunidad. Se notaba que él
estaba interesado en mí.
Después de limpiar alrededor del lavavajillas por si había cualquier desecho,
y de empaparme a mí misma en el proceso, decidí que la loca ______ necesitaba ser
enjaulada, así que me fui a la trastienda a limpiar. Hubo un tiempo en el que
aquello había sido la cocina principal, pero cuando Bob amplió el restaurante se
quedó esa parte como almacén. Mi reloj marcaba las dos y media, todavía me
quedaban más de dos horas para poder irme a casa, revolcarme por mi estupidez y,
con toda probabilidad, encontrar la forma de echarme agua en mi recién
descubierto y ardiente deseo.
Moví cajas de harina y masa de pancakes de debajo de la antigua encimera
y quité el polvo que dejaba su presencia tras de sí. Mientras ponía el pequeño
montón en el recogedor, escuché la puerta de la trastienda abrirse y cerrarse. Gina,
supuse, que querría detalles de mi viejo amigo perdido. No tuve tiempo de esconder
mi asombro cuando me levanté y descubrí que Kevin era mi nuevo acompañante
en la pequeña habitación. Ahora era mi turno para abrir la boca por la sorpresa.
Se acercó a mí y me cogió la mano otra vez.
— _______ — dijo, y su mirada era casi de pena. Me sentí algo aliviada: había
venido, por supuesto, para cancelar nuestra cita de después—. Siento molestarte, sé
que estás intentando trabajar, pero tengo que confesarte algo: me he roto la cabeza,
pero no te recuerdo. Me siento muy mal, porque eres genial. No sé cómo podría
olvidarme de alguien como tú, y siento que te conozco, pero no sé cómo me
olvidaría.
No estoy segura de si era la loca o la cuerda _______ la que habló en ese
momento. Debería haber sido fácil decirlo, porque como Kevin , la ______ loca era
una extraña para mí. Fuera quién fuera, separé mi mano de la suya a regañadientes.
— No, soy yo la que debe disculparse — dije, decidida a confesar mi
descabellado comportamiento y listo—. No puedo decirte por qué hice eso,
Kevin. No me conoces y yo no te he visto en la vida. —Puedo decir que él estaba
asombrado, pero también aliviado al comprobar que no tenía tan mala memoria—.
Cuando te vi, algo me entró, no estoy segura de qué, y tuve que conocerte, tuve que
tocarte. Necesitaba sentirte, en ese momento — su mirada estaba fija en mi cara
mientras yo pasaba apuros explicándome. No había forma de escapar de mi
reciente locura—. Nunca antes he hecho algo así parecido, honestamente; no es
quién soy — tenía que romper el contacto visual con él, así que me miré los pies.
Se acercó y me levantó la cabeza con el dedo, forzándome a perderme en sus
ojos de nuevo. Era como si mirando en ellos pudiera ver las profundidades de su
alma, y el fuego en mi interior crecía intensamente. Me sentía mareada mientras su
cara se acercaba a la mía, hasta que al fin sus labios tocaron los míos. Su tacto era
sedoso, mezclado con su sabor salado y dulce, y yo acepté con entusiasmo su
perspicaz lengua, incitándola suavemente con la mía. Un cálido abrazo me
envolvió cuando presionó su cuerpo contra el mío; podía sentir su deseo, tanto
interno como externo. Mis medias estaban calándose, estaba segura, así que puedes
imaginarte mi vergüenza cuando rompió el beso, se separó de mí y dijo:
— Estás muy mojada — dijo con una risita.
De forma inmediata, sentí que mis mejillas ardían y sé que tendría los ojos
como platos. ¿Cómo lo sabía? ¿Podría oler mi deseo, los jugos que escapaban de mi
sexo?
Ahora era el turno de Kevin de parecer avergonzado, aunque rápidamente
su mirada se convirtió en una diabólica.
— Quería decir tu delantal — me alcanzó por detrás y desató la protección
blanca y de algodón que llevaba. Mientras me lo sacaba por la cabeza, dijo—. Tu
delantal está muy mojado, pero creo que no es lo único.
Mi cara todavía ardía cuando cogió el dobladillo de mi vestido y paseó su
suave palma hacia arriba por mi muslo. Por un momento, provocó la delicada
carne con sus yemas, mientras que la loca y la cuerda ______ deseaban que su mano
continuara su camino ascendente. Lentamente, su mano se acercó hasta el lugar
que rogaba por su toque. Sus labios atacaron los míos con más poder que el primer
dulce beso y el fuego en mi interior sumió mi cuerpo en llamas cuando su mano se
deslizó por la parte superior de mis medias y abajo hacia la fuente. Mientras que
sus talentosos dedos calmaban mis hinchados y resbaladizos pliegues interiores, su
otra mano desabrochaba mi vestido y maniobraba con los delgados tirantes de los
hombros. Estoy segura de que mis dedos, enredados en sus ondas oscuras, le
tiraron del pelo cuando encontró el punto más sensible entre mis piernas. Mi
cuerpo entero se sacudió por su descubrimiento y sé que jadeé lo suficientemente
alto como para sentirme cohibida por ello.
¿De verdad estaba involucrada en una sesión de tocamientos en la
trastienda de mi trabajo? ¿Con un hombre al que apenas conocía? ¿Qué pasaría si
alguien entraba y nos descubría? Con toda seguridad, Alice o Gina lo habrían visto
entrar. ¿Me importaba? No, decidí, mientras los besos de Kevin deambulaban
bajando por mi cuello y sobre mi clavícula hacia mi duro y expectante pezón.
Mientras lo cogía con los labios, el dicho “estaba buscando trabajo cuando me
encontré con esto” pasó por mi mente y desapareció.
Encontré el hinchado bulto en sus pantalones y lo masajeé con los dedos y
la palma de la mano, deslizándolos por su impresionante longitud. Mi aliento se
convirtió en un breve jadeo cuando sus hábiles dedos dieron vueltas y me llevaron
al borde de algo explosivo. Era demasiado. Tenía que hacer algo antes de que nos
pillaran. Mi mente pensaba rápidamente qué era lo mejor que podíamos hacer. El
fuego en mi interior amenazaba con consumirme por completo mientras buscaba
un plan. Le desabroché el botón, le bajé la cremallera y agarré su polla con fuerza.
Chupó mi pezón más duro, lo soltó con un pop y bajó al siguiente nivel.
Justo cuando estaba a punto de explotar, paró todas las atenciones a mi
cuerpo y me subió a la encimera. Me faltaba el aliento, pequeñas ráfagas y largos
jadeos para aspirar el aire que necesitaba, mientras él ponía mi culo en el borde de
la encimera y caía de rodillas. Firmes manos masajearon el interior de mis muslos
mientras los levantaban en el aire y me abrían. Sus ojos estaban clavados en los
míos y su sonrisa diabólica regresó por un minuto antes de que pusieran sus labios
en mí.
Como impulsada en un columpio, alcanzando altura y luego bajando en
dirección contraria, su lengua pasó arriba y abajo por la longitud de mi raja varias
veces antes de asentarse en mi clítoris. La punta de su lengua hacía círculos sobre
mi sensible brote. El columpio, que ya no se balanceaba arriba y abajo, empezó a
girar lentamente, elevándome más allá del suelo mientras sus cuerdas se enredaban.
Pasó sus manos por mis piernas hasta mis pies y luego las dejó en el borde de la
encimera. Con las manos libres, abrió más mis pliegues y sus dedos entraron
fácilmente en mí. En unos segundos, Kevin encontró un lugar dentro de mí,
desconocido hasta ahora incluso para mis propios dedos perspicaces. Sus dedos
serpenteaban sobre ese lugar mientras que su lengua empujaba más duro contra mi
hinchado brote. No recuerdo haber respirado en absoluto, hasta que el columpio no
pudo enrollarse más, tras haber alcanzado el punto más apretado. Perdí el aliento
rápidamente cuando sus calientes labios chuparon mi clítoris duro, la hábil punta
de su lengua todavía azotaba sin ceder y el columpio empezó a girar en dirección
contraria, cogiendo velocidad en cada giro. Me sentía como si mi cuerpo estuviera
volando por los aires, bajando y girando, en tantas direcciones como espasmos
orgásmicos se apoderaban de mí.
Mis rodillas se cerraron de golpe de forma involuntaria, atrapando a
Kevin entre ellas, pero no paró mientras yo lo apretaba entre mis muslos y me
retorcía en la encimera. Grité y jadeé con el éxtasis mientras él chupaba los últimos
jugos que salían de mi cuerpo. Justo cuando él separó mis piernas para escapar, la
puerta de la trastienda se abrió y la cabeza de Bob asomó por la misma. Se quedó
mirándonos a ambos, paralizados y pillados, negó con la cabeza y se dio la vuelta,
farfullando:
— Loca, ______, sólo una locura.
******
Caminé por el salón, muy consciente del sordo dolor en mis piernas y en la
región pelvica, todavía disfrutando de su origen. En la mesa del comedor me
esperaba una taza de café y un ejemplar del periódico del día, abierto por los
anuncios de trabajo.
— ¿Necesitas un boli? — me preguntó Kevin, dándome un rotulador y un
beso en la sien —. Mi dulce ______. —El rotulador abierto siguió su
camino hasta el anuncio que estaba buscando: Bob’s Family Dining2
busca lavaplatos y camareros—. Gracias —Le dije mientras marcaba el
anuncio con una gran X.
Fin