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 Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]

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SweetHeart(MarthaJonas14)
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¿Te gusta que la nove sea de Kevin&Tu?
A) ¡Para nada!, ¡Me encanta!
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 14:14











¡Hola!
Bueno... he decidido subir una nueva nove
pero con mi adorado Kevin.
Ya que se me hace mal que suba de todos pero no de el :/
Asi que, como subi de cada uno de los Jonas e inclusive
los tres juntos... pues falta mi Kevo...

Espero y les guste Wink

Ahhh y es una Adaptacion Wink













Argumento:







QUE SUBA LA TEMPERATURA…
Encontrar al hombre con el que se acaba de casar in flagrante delicto con otra mujer no formaba parte de los planes que había hecho __________ _________ (Tu Apellido) para su espléndida boda. Ahora es una novia sin novio, pero decidida a disfrutar de su noche de bodas, y para eso le sirve el guapísimo hermano del tramposo de su marido. Kevin Jonas es todo aquello que no es su hermano y encima, su duro cuerpo es de los que convierten las fantasías sexuales más ardientes en realidad…


…Y QUE EMPIECE LA FIESTA
Kevin no está por la labor de rechazar a la novia engañada. Después de soñar con ella cinco años enteros, la oportunidad de acariciar el delicioso e incitante cuerpo de su cuñada es demasiado tentadora como para resistirse. Cuando la joven lo sigue al complejo tropical que Kevin ha construido desde cero, insiste en que lo único que quiere es el placer cálido húmedo de dos cuerpos uniéndose bajo el sol. Lo único que le queda por hacer al empresario es convencerla de que, en realidad, él quiere mucho más…









¿La sigo?







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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 15:30

Me encanto, siguela porfaavorrrr
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 17:56

ay a mi tambien me encanto plis siguela
te lo pido !!!!
prometo ser tu fiel lectora
Smile
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kmi-mr
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 17:59

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 18:30

O.O nueva lectora me encanto osea kev baba
realemte mio bajo el sol
debes de seguirla plisssssssssssss
esta buenisima por lo que acabo de leer quede prendda de la nove
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 9th 2011, 21:20

SEGUILA MARTHA X AMOR A LOS JONAS:3
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 10th 2011, 15:03








¡Bienvenidas!

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Espero y la nove cumpla todas sus espectativas Wink

(Ya que, al menos a mi, cuando leo una sipnosis, me imagino
un poco de la trama y... algunas me han decepcionado, otras me sorprendieron
y otras solamente pasan de Bien)















Capitulo 1








_________ _________ (Tu Apellido) era, sin lugar a dudas, la novia más hermosa que Kevin Jonas había visto jamás. El vestido de color marfil sin tirantes dejaba los brazos de la joven al aire y, si cerraba los ojos, Kevin podía imaginarse lo sedosa que sería aquella piel bajo las yemas de sus dedos. Aunque el velo le ocultaba la cara, a Kevin no le costaba ver en su mente aquellos ojos grandes y de largas pestañas, la nariz pequeña, y los labios rosados y carnosos. Los pechos de la joven llenaban con elegancia el corpiño del vestido, aunque con solo verlo al joven ya se le secaba la boca y le sudaban las manos. La falda amplia y ahuecada de su vestido de novia cubría casi por completo el pasillo entero de la catedral Grace de San Francisco y a Kevin le recordó a un delicioso merengue, un merengue tentador que lo desafiaba a llevárselo a la boca entero, de un solo y lujurioso bocado.
Kevin sintió un nudo en el pecho cuando vio acercarse a la novia y el estómago se le fue encogiendo cada vez más con cada paso que acercaba a ________ al altar. Aquella mujer iba a llegar hasta el final. Kevin había tenido dieciocho meses para prepararse mentalmente para aquel momento y, con todo, la realidad lo golpeó como un puñetazo en las tripas. Apretó los puños, respiró hondo para tranquilizarse y se obligó a no dar la vuelta y salir corriendo de la iglesia tan deprisa como podía. Había hecho una promesa y, al contrario que algunos hombres de su familia, cuando él daba su palabra, tenía por costumbre cumplirla.
—¿Quién entrega a esta mujer en matrimonio a este hombre?
Kevin observó, con un dolor amargo invadiéndole el estómago, al padre de la joven, Grant, que levantaba el velo y revelaba la sonrisa nerviosa de __________, una sonrisa que no terminaba de invadirle los ojos.
—Su madre y yo la entregamos —respondió Grant, y Kevin contuvo la maldición que clamaba en su cerebro cuando el prometido de _________, el hermanastro mayor de Kevin, Zachary, se adelantó para tomar la mano temblorosa de su novia.





* * *






—¿Pero se puede saber dónde está? Es hora de cortar la tarta.
—Estoy segura de que estará aquí de un momento a otro —_________ ________ (Tu Apellido) Jonas intentó tranquilizar a la acelerada organizadora de su boda—. ¿Por qué no le pides a uno de los amigos del novio que mire en el baño mientras yo voy a ver si está en el vestíbulo.
Con franqueza, se diría que Zac ya debería saber a esas alturas que el novio no desaparece en medio del banquete.
—¿Va todo bien? — Demetria, la dama de honor de _________, se acercó con sigilo para hablar con ella.
—No encuentro a Zac. Supongo que necesitaba un momento a solas.
Demi alzó una ceja.
—bien…
Está bien, quizá Zac no fuera el hombre más introspectivo del mundo pero, con todo, era el día de su boda. Bien sabía Dios que hasta _________ estaba un poco abrumada con todo aquello.
—Supongo que no lo habrás visto.
Demi sacudió la cabeza.
—¿Dónde está su hermano? Creí que el trabajo del padrino era vigilar al novio.
—Se fue justo después de hacer su brindis —dijo ________. La novia sonrió un poco al pensar en el brindis de Kevin. Tan ensayado, tan civilizado. Tan poco propio de él. Kevin no era un tío que se preocupase mucho por lo que la gente pensase de él, sobre todo no la multitud pomposa y prepotente que se había dignado a asistir a la boda de _________. El estilo relajado y natural de su cuñado lo hacía destacar entre aquella masa, incluso cuando intentaba encajar.
Al contrario que el de Zac, que podría haber posado para la portada de GQ, el cabello castaño oscuro de Kevin siempre iba un poco desaliñado, y su cuerpo sexy y musculoso era el sueño sexual que toda mujer podía tener. Pero había aparecido con un aspecto absolutamente delicioso con el esmoquin que se había puesto para la boda y una camisa blanca que contrastaba de una forma de lo más seductora con su piel, teñida por el fuerte sol caribeño. Kevin siempre había sido guapísimo, con mucho estilo, y había mejorado todavía más en los cinco años que habían pasado desde la última vez que _________ lo había visto.
La novia cerró los ojos e intentó no imaginarse los musculos bronceados que ocultaba aquel esmoquin. __________ creía haber superado siglos atrás aquel enamoramiento absurdo y adolescente, y desde luego el día de su boda con el hermanastro del objeto de sus deseos no era el mejor momento para resucitarlo.
__________ se dio una bofetada mental; era el día de su boda, por el amor de Dios. Todos aquellos meses de duro trabajo y preparativos al fin daban su fruto y no era el momento de revivir el encaprichamiento, muerto mucho tiempo atrás, por cierto, que había sentido por la oveja negra de la familia de su fabuloso novio.
La novia salió del salón de baile y se abrió camino por el vestíbulo sin dejar de detenerse para intercambiar algunos comentarios corteses con cuantos invitados se encontraba. Al acercarse al cuarto de las escobas, oyó un golpe seco tras la puerta cerrada. Después una risita. Y luego un gemido.
Un gemido decididamente masculino.
Con el estómago más o menos a la altura de los tobillos, _________ tuvo un horrible presentimiento; no quería imaginarse lo que iba a encontrar tras la puerta.
—Serás hijo de puta. —Su voz le sonó muy lejana, como si saliera del final de un túnel larguísimo y lleno de ecos.
Cerró los ojos con tanta fuerza que tuvo un calambre en los párpados. Aquello no podía estar pasando. Es que no podía.
Pero allí estaba Zac, inconfundible, inmóvil en pleno embate mientras se follaba a otra mujer contra la pared. La chica la miraba con la boca abierta por encima del hombro de su novio de un modo que habría sido incluso cómico en otras circunstancias.
__________ le lanzó una mirada rápida a la otra mujer. Ah, claro, la encantadora Vanessa, la ayudante que acababa de entrar a trabajar para Zac. A _________ se le había ocurrido en su momento que el contrato de Vanessa tenía más que ver con unas piernas de varios kilómetros y unos pechos exagerados que con sus habilidades como secretaria, y se dio un par de patadas mentales por haber sido tan estúpida y haberle dado a Zac el beneficio de la duda. Pero la última vez que lo había pillado engañándola, su novio había jurado por Dios, sobre la tumba de su abuela y por las llaves de su adorado Ferrari que nunca, jamás de los jamases volvería a ocurrir. Le había prometido que la próxima vez que tuviera relaciones sexuales sería con __________, en su noche de bodas. Y con los preparativos de la boda en pleno apogeo, había sido más fácil creerle que admitir que estaba a punto de cometer el peor error de su vida.
—__________, no es nada. No significa nada. —Zac se manoseó con torpeza los pantalones del esmoquin y después se sujetó el fajín cuando los pantalones volvieron a caérsele hasta los tobillos. Vanessa se había bajado la falda y se tiró en plancha a recuperar las bragas, un movimiento que lanzó hacia atrás a Zac, que tropezó con un cubo antes de caer de culo encima de Vanessa.
A _________ jamás le habían dado un puñetazo a traición pero se imaginó que la sensación debía de ser muy parecida. Un golpe seco en medio del pecho y la sensación de quedarse sin aire hasta terminar jadeando como una trucha recién pescada. Un dolor que la atravesaba entera, acompañado por el ardor gélido de la humillación. Con todo, la novia intentó no perder el control: no quería que Zac viera que se estaba haciendo añicos por dentro, explotando en un millar de fragmentos diminutos. La mente de __________ trabajaba a mil por hora, intentando encontrar lo más apropiado que se pudiera decir o hacer en una situación como esa. Pero no había forma de barrer aquello bajo la alfombra con un puñado de sutilezas sociales.
—Se supone que tenemos que cortar la tarta —dijo ________; hasta a ella la frase le sonó absurda.
Aturdida, regresó al salón como pudo. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Permitir que la arrastraran hasta el altar como una especie de vaca destinada al sacrificio. La dulce __________, la perfecta _________, la que siempre hacía lo que tenía que hacer por sus padres, por su familia, por la empresa. Tan decidida estaba a no armar lio por nada que se había negado a admitir la verdad sobre su futuro marido. Apenas consciente de lo que hacía, __________ abrió de un empujón la puerta del salón de baile del hotel Winston, la joya de la corona del imperio de hoteles de lujo D&D. Su padre, Grant __________ (Tu Apellido), y el padre de Zac, Paul Jonas, habían adquirido la propiedad no hacía ni dos años. En solo un año estaba haciendo sudar al Fairmont la gota gorda en el mercado de los hoteles de lujo de San Francisco.
Pero ni siquiera vio el precioso salón de baile recién redecorado con sus sofisticadas arañas de luces y los tapices de seda que transmitían un ambiente de elegancia y lujo antiguo. A __________ le daban igual las decenas de miles de dólares en rosas blancas que adornaban cada una de las setenta mesas que se habían dispuesto para albergar a los invitados a la boda. Ni siquiera le importó chocar con un camarero y que una copa de merlot le salpicara la falda de su vestido de novia de Vera Wang hecho a medida.
Atravesó la multitud sin ver más que el contorno borroso de color carne de los invitados que intentaban estrecharle la mano y besarla en la mejilla para felicitarla. Hizo caso omiso de todos y cada uno y se dirigió al estrado que había en la parte delantera del salón y que en esos momentos ocupaba la orquesta.
Cuando subió el primer escalón la radiante novia sintió una mano firme que le tomaba el brazo, pero ni siquiera reconoció a Demi cuando se desprendió de los dedos de su amiga.
__________ le hizo una seña a la orquesta para que parara, tomó el micrófono y lo bajó hasta que lo tuvo a la altura de la boca. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba temblando. No era un simple temblor de manos sino un auténtico terremoto por todo el cuerpo. Se quedó mirando una multitud que representaba a la alta sociedad de San Francisco. Por el rabillo del ojo vio al alcalde coqueteandole a una de sus primas. Los socios de su padre, los concejales de la ciudad y los ricos financieros y sus esposas; todos la miraban con actitud expectante.
_________ se humedeció los labios y apretó al micrófono. Se le quedaron los nudillos blancos cuando se aferró al microfono como si fuera un salvavidas. Miró a su derecha y se le encogió el estómago cuando dos camareros entraron con el carrito que llevaba la tarta de bodas de cinco pisos, de chocolate y frambuesas con glaseado de vainilla, y la colocaron a su lado.
—¿Pueden prestarme atención, por favor?
La petición era innecesaria, todo el mundo se la había quedado mirando con la boca ligeramente abierta.
—Les agradezco que hayan venido para celebrar lo que se suponía que iba a ser el día más especial de mi vida. —La inundó una sensación vaga, como sí abandonara su propio cuerpo y pudiera verse desde el otro extremo de la sala. ¿Qué iba a decir a continuación la pequeña novia psicópata?—. Por desgracia, ese día tan especial lo ha arruinado el hecho de que mi marido —_________ señaló con un gesto la parte posterior del salón, donde Zac luchaba por abrirse camino entre la multitud— decidiera que su banquete de boda era el sitio perfecto para follarse a su nueva ayudante. (¡Que valentía!)
Un coro de gritos ahogados y murmullos se alzó entre la multitud y lo puso todo en perspectiva de repente. La gente se quedó mirando con la boca abierta y los ojos casi salidos de las órbitas mientras estiraba el cuello para ver al novio descarriado.
—Así que, si bien les ruego que sigan disfrutando de la fiesta, yo creo que voy a dar la noche por terminada. —Se recogió la falda entera y apenas había conseguido llegar al borde del escenario cuando Zac la alcanzó al fin.
—_________, lo siento, por favor, tienes que escucharme. —Zac se había peinado y se había estirado el esmoquin, y una vez más era la encarnación de la masculinidad impecable. La agarró por los brazos con tanta fuerza que _________ supo que le quedarían marcas y después le dijo con tono suplicante—: Soy adicto al sexo. Es una enfermedad. No puedo evitarlo, ________…
_________ se deshizo de las manos de su novio de un tirón y una oleada de rabia la sacó de repente de su estado de shock. Esa era la clase de excusa que se le tenía que ocurrir a Zac: algo que lo absolvía a él de toda responsabilidad personal y suscitaba comprensión en lugar de censura, __________ se puso tan furiosa en un momento que temió que la cabeza le estallara en llamas.
—¿Adicto? —chilló—. ¡Pues para ser un adicto no has tenido mayores problemas para no ponerme ni un dedo encima a mí!
Zac se acercó a ella con gesto decidido pero __________ se apartó e intentó rodearlo.
—¿Tengo yo la culpa de querer evitar un caso permanente de congelación? —murmuró Zac en voz tan baja que solo ella pudo oírlo. De cara a la multitud se explayó un poco más—: ¿Cómo puedes darme la espalda así cuando necesito tu apoyo?
Todos los ojos se habían clavado en el drama que se desarrollaba sobre el escenario.
—Apártate de mi camino, Zachary. —_________ tenía que salir de aquel salón, tenía que alejarse de todos y de todo lo que la había obligado a someterse a aquella humillación pública.
Zac se movió otra vez para agarrarla, __________ estiró el brazo hacia atrás por instinto y sus dedos entraron en contacto con la superficie cremosa de la tarta. Se giró un poco y tomó el piso superior del pastel, bastante pesado, por cierto. Después hizo acopio de todas las fuerzas que le quedaban y estrelló la tarta contra el rostro conmocionado de Zac.
—Quizá quieras subirte la bragueta de paso —se burló la novia.
Tras lo cual, ________ ________ (Tu Apellido), su alteza serenísima la princesa del imperio hotelero D&D, cuadró los hombros, levantó la barbilla con arrogancia y sacó su persona, manchada de vino y tarta y totalmente enfurecida, del salón del banquete.












Muchas gracias por leer y comentar, chicas...
Deacuerdo a comentarios, es como subo, eh Wink









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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 10th 2011, 15:47

Hola New Reader! ^.^
Martha aquí estoy cumpliendote Wink.. y debo decir qe me fascina esta nove Razz
Ese Hijo de pu.ta de Zac quien se cree para engañar a la rayiz?... Es qe soy adicto al sexo.. es una enfermedad..... Por favor a otro perro con ese hueso Hahahaha eso si qe me dio risa.. osea como se le ocurre dar esa excusa tan absurda, o bueno yo lo tome como excusa..
● S I G U E L A Wink
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 10th 2011, 16:52

Me encantoooooo *O*
Quiero leer aun mass, sube mas capitulos porfaaa
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 10th 2011, 18:58

siguelaaaaaaaaaaaa
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 11th 2011, 05:08

Maaaaaaaaaaaaaaaaaas; Martaaa Smile

Me caguen Zac...
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 11th 2011, 10:15









Capitulo 2




—¡Maldito sea, maldito sea, maldito sea!

__________ se arrancó el velo y maldijo otra vez cuando casi la mitad del pelo se le desprendió del cuero cabelludo en el proceso. Las horquillas salieron disparadas de su cabeza como confeti y su liso y perfecto moño francés quedó diezmado, con lo que su peinado quedó destruido. Se quitó de un par de patadas los zapatos Dolce & Gabana hechos a medida y entró en el baño a grandes zancadas para buscar un cepillo.
El reflejo que la recibió desde el espejo era alarmante, por llamarlo de alguna manera. Estaba colorada, cortesía de una combinación de ira y todo el champán que había consumido. Llevaba el pelo de punta, muy al estilo Medusa, algo muy parecido a lo que veía algunos de sus peores días nada más levantarse de la cama. Una risa semiperturbada le hormigueó en la garganta.
Su precioso vestido sin tirantes, confeccionado para que se adaptara a la perfección a su pequeño cuerpo, lucía una gigantesca mancha de vino en el corpiño y un gran borrón negro en la falda, donde se había quedado atrapado en las puertas del ascensor durante su frenética huida del salón de banquetes.
¿Cómo puede estar pasando esto?
Por lo general, ________ no era de las que se dejaba llevar por la autocompasión. ¿Cómo iba a hacerlo cuando tenía más de lo que cualquier mujer tenía derecho a pedir? Unos padres implicados en su educación, aunque no especialmente cariñosos, y un prometido —no, que sea ya marido— guapo y con éxito. Un trabajo que le encantaba como directora ejecutiva de eventos especiales en el Winston y un generoso complemento paterno a sus ingresos que le permitía tener un adorable departamento de dos dormitorios en Pacific Heights.
¿Era mucho pedir ser la única pareja sexual de su marido en su noche de bodas?
De repente sintió un nudo en el pecho y empezó a quedarse sin aliento. El corpiño del vestido impedía que le llegara aire a los pulmones y _________ empezó a tirarse como una loca de los botones que le cubrían la espalda entera.
Gruñó y tironeó de la tela pero le temblaban los dedos, incapaces de dominar los botoncitos forrados de seda. Comenzó a hiperventilar todavía más y supo que estaba a meros instantes de desmayarse. Con la suerte que tenía, lo mismo se daba un golpe en la cabeza con el váter y sufría una lesión cerebral masiva.
—Maldito vestido —jadeó mientras intentaba en vano alcanzar los botones. ¿Por qué tenían que hacer unos vestidos de novia tan difíciles de poner y quitar? ¿Qué clase de tradición sádica era esa, meter a una mujer en una prenda que no podía ponerse ni quitarse sola si había una emergencia?
Si pudiera encontrar las tijeritas de las uñas, podría cortarlo y sacárselo. Volcó el contenido del neceser en el suelo y estaba revolviendo como una posesa entre la pila resultante cuando oyó que alguien llamaba a la puerta de la suite.
—Largo —chilló mientras buscaba entre el contenido del neceser con las manos temblorosas. ¿Dónde estaban las malditas tijeras? Demi las había usado esa mañana para cortar un hilo suelto de la bastilla del vestido, quizá estaban en la salita…
—Déjame entrar. —Era Demi, que le hablaba con tono firme a través de la pesada madera de la puerta.
_________ apretó los puños y entre ellos la tela del vestido.
—Vete. Ahora mismo no quiero hablar con nadie.
—_________, si no me dejas entrar, tu madre va a hacer que el gerente le dé una llave.
_________ se derrumbó en el suelo del baño, derrotada. No le cabía la menor duda: su madre era muy capaz de hacer eso y a ________ ya no le quedaban fuerzas para enfrentarse a la histeria de Barbara _________ (Tu Apellido).
Tenía que dejar entrar a Demi, aunque solo fuera para que bloqueara la puerta.
—Voy. —Se levantó despacio y en el proceso se pisó el borde de la falda. Oyó el ruido de una tela que se rasgaba y al mirar vio un desgarrón de diez centímetros en la costura, donde la falda del vestido se unía al corpiño. La verdad, por veinte mil dólares se diría que un vestido tendría que aguantar un poco más.
_________ abrió la puerta. Su mejor amiga tenía una expresión preocupada y cautelosa en sus grandes ojos castaños. Cruzó el umbral sin decir nada y abrazó a _________.
—¿Estás bien?
_________ se desprendió del abrazo de su amiga con suavidad pero con firmeza. Si bien agradecía el gesto, temía derrumbarse del todo al menor roce.
—Estás hecha un desastre.
—Sí, ya lo sé.
No le costaba nada hacerse una idea de la imagen que estaba dando, sobre todo en comparación con Demi, que tenía un aspecto sexy y lleno de glamour, con su alta figura y el cabello oscuro realzado a la perfección por el vestido largo y lila de dama de honor.
Una nueva oleada de angustia embargó a _________ cuando recordó que más de quinientos amigos y parientes seguían sin duda abajo, preguntándose qué demonios estaba pasando. Se le aceleró la respiración y volvió a tironearse del vestido, desesperada por deshacerse de la voluminosa prenda.
—¡Quítame esto de encima!
—Espera, espera. —Demi la cogió por los hombros para detener los frenéticos movimientos. Después le dio la vuelta y en un momento había desabrochado los botones y los broches del corsé de encaje francés que llevaba debajo.
Cuando el vestido cayó a sus pies convertido en un charco de espuma blanca, _________ respiró hondo varias veces. Qué maravilla poder llenarse los pulmones con libertad. Después abrió los ojos y lo apartó de una patada colérica. Tras quitarse el igualmente restrictivo corsé del torso, se acercó al armario para sacar su bata violeta de felpilla. Con casi diez años de antigüedad y después de muchos lavados, la consolaba tanto como la mantita favorita de un bebé.
—Zac odia esta bata. Decía que me hacía parecer una abuela. —_________ saboreó la profunda satisfacción que sintió cuando se ciñó el cinturón alrededor de la cintura—. Me obligó a dejar de usarlo delante de él, iba a deshacerme de él tras esta noche.
Se sentó al borde de la cama, junto a Demi, y ocultó la cara entre las manos. Su bata favorita parecía un símbolo de todo a lo que había estado dispuesta a renunciar en el curso de su relación con Zac. Se acabaron las caminatas por las colinas de Marín porque Zac quería que hiciera ejercicio bajo la mirada estricta y reglamentada de su entrenador personal del club olímpico. Nada de ponerse ropa mona y moderna porque necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir para parecer mayor y más sofisticada. Debía cambiar su encantador y pequeño escarabajo por un BMW serie 5 porque era «más apropiado para la imagen que tenía que cultivar».
Tantas cosas, grandes y pequeñas, pero todas ellas cosas que le gustaban, cosas que formaban parte de ella. Había renunciado a todas ellas con una misión concreta: ser la hija perfecta, la novia perfecta, la todo perfecta.
—No me puedo creer que me hiciera esto —dijo—. ¿Te puedes creer que me hiciera esto? —_________ se quedó mirando a Zac.
Las cejas alzadas de Demi y su consoladora palmadita en la rodilla de _________ fue más que suficiente para transmitir que nada de aquello la había sorprendido en absoluto.
—Me siento como una estúpida. De verdad pensé, después de sorprenderlo en primavera, que me sería fiel. Pero apuesto a que nunca dejó de engañarme en todo este tiempo.
—Pues no, no dejó de engañarte. —La convicción de Demi provocó un hormigueo de irritación que atravesó los hombros de _________.
—¿Y tú cómo lo sabes con tanta seguridad?
—________, lo vi por toda la ciudad. —Al contrario que ________, Demetria era una juerguista convencida y le encantaba explorar los restaurantes y discotecas más animados de San Francisco. A pesar de todos sus esfuerzos, eran raras las veces que _________ se unía a ella para pasar una noche de fiesta—. Por lo menos una vez a la semana lo veía con alguna mujer en el Bubble Lounge o en el Redwood Room. Y si no llegaba con alguien, se iba con alguien.
Había veces que __________ agradecía de verdad la franqueza de Demi pero esa no era una de ellas.
—¿Por qué no me dijiste nada? —Para ser justos, Demi no tenía la culpa del comportamiento de Zac, pero _________ no podía creer que la mujer que llevaba cinco años siendo su mejor amiga fuera capaz de ocultarle semejante información.
—Pero si te lo dije —dijo Zac, exasperada—. Más de una vez. Y cada vez volvías a aceptarlo. Siempre supiste que no iba a cambiar. Si tú estabas dispuesta a no darle importancia a sus aventuras, ¿quién era yo para intentar convencerte de lo contrario?
A _________ se le hizo un nudo en el estómago y aunque no dijo nada reconoció que lo que decía Demi era cierto. Desde que se lo había presentado, a Demi le había caído mal Zac.
Era demasiado hábil, decía Demi. Demasiado zalamero, demasiado refinado, un repelente niño rico. Había intentado, a veces con sutileza —pero la mayor parte de las veces sin ella— convencer a _________ para que lo dejara. Una vez, tras una fiesta, Demi incluso había afirmado que Zac le había coqueteado, y eso que _________ estaba en la habitación de al lado. La acusación había encolerizado a _________ de tal modo que no le había dirigido la palabra a Demi en todo un mes.
Las amigas terminaron por hacer las paces pero desde ese momento, si Demi tenía algo en contra de Zac, se lo guardaba.
Pero a pesar de la estricta política de «sin comentarios» que había instaurado, Demi había sido incapaz de quedarse callada esa primavera. Había visto a Zac saliendo del hotel Clift a primera hora de la mañana de un día laborable, cuando se suponía que estaba en Seattle por negocios, con una seductora morena prácticamente pegada al costado.
A esas alturas, _________ ya se había atrincherado en los preparativos de la boda que planeaban para el otoño, embalada en su carrera hacia su futuro como la señora de Zac Jonas. Se había convencido de que Zac había tenido un desliz, pero solo esa vez. Y dado que _________ se había visto obligada a admitir, aunque solo fuera ante sí misma, que su vida sexual no era demasiado espectacular, parte de ella se preguntó si quizá no fuera también culpa suya. Después de eso, se había jurado esforzarse más para ser la clase de amante que quería su prometido y así evitar futuros lapsus.
Claro que, en el fondo, __________ siempre había sabido que aquella no había sido la primera vez, ni la única. Que era por lo que sus intentos de darle un poco más de sabor a su vida sexual se habían reducido a la compra de un inmenso montón de lencería carísima y dos encuentros bastante mediocres en los últimos seis meses. Al menos a ella le gustaba mucho su nueva ropa interior, que era muy sexy, aunque Zac no hubiera sabido apreciarla.
Después de aquello, __________ se resignó a tener un matrimonio cómodo, aunque no fuera apasionado. Después de todo, en un matrimonio había cosas más importantes que el sexo. Y al casarse con Zac contribuía de una forma decisiva a unir a las dos familias, a cimentar su relación empresarial y elevar el perfil público de la compañía. Aunque hubiera querido echarse atrás, no habría podido hacerlo sin provocar la madre de todos los desastres.
Con todo, el desastre se las había arreglado para encontrarla a ella.
—Dios, soy un auténtico felpudo —gimió _________ mientras se tiraba en la cama. Después se sentó y apretó los puños—. Quiero ir ahí abajo y darle una buena patada en esas fundas tan perfectas que se ha puesto en la boca.
Demi lanzó una áspera carcajada.
—Vamos, Yo te lo sujeto. Pero no te olvides de darle también un buen pisotón en los testículos.
Entonces oyeron que alguien llamaba a la puerta.

—_________, déjame entrar. _________ hizo una mueca al oír aquella voz temblorosa que arrastraba
las palabras. Genial. Su madre no solo era un caso perdido emocional, como de costumbre, sino que encima llevaba una buena curda. Por lo general, era ________ la que tenía que calmar a su madre y hacerla bajar del árbol emocional al que se hubiera encaramado pero esa noche ya no tenía fuerzas. Agarró a Demi por los hombros y le rogó:

—Tienes que deshacerte de ella.

Demi fue a la puerta y le hizo un gesto a _________ para que se escondiera en la cocinita de la suite mientras ella contestaba a la puerta. _________ oyó la voz apagada de Demi y después la más aguda de su madre.

—Lo de ahí abajo es un caos —sollozaba su madre—. No hacen más que preguntarme qué pasa y yo no tengo ni idea. Grant ha desaparecido con Zac y ________ tiene que bajar para tranquilizar a todo el mundo. —A Barbara se le quebró la voz y ________ oyó el graznido apagado de su madre sonándose la nariz—. Y toda la prensa local está por aquí. ¿Qué diantres les voy a decir? No hay nadie que me diga lo que tengo que decirles.

—Señora __________ (Tu Apellido) ¿por qué no se va a su habitación y se toma un poco de café? Yo llamaré a la coordinadora de la boda y haré que ella lo solucione todo.

—Pero _________…

__________ se asomó a la esquina y Demi se movió para bloquear físicamente la puerta con su cuerpo. Por suerte, la madre de _________ compartía el cuerpo menudo de su hija así que Demi no tuvo problemas para hacer de gorila de discoteca.

—Confíe en mí, señora _________ (Tu Apellido) es mejor que su hija no vea a nadie ahora mismo. ¿Quién sabe qué más sería capaz de hacer?
En circunstancias normales no era difícil arrollar a la madre de _________ y era obvio que el estrés de la noche había despojado a la buena mujer de sus escasas reservas de fuerzas. Con un pequeño sollozo lastimero y el ruego de que _________ fuera a visitarla cuando se sintiera con ánimo,

Barbara accedió a retirarse a su habitación hasta el día siguiente. _________ tomó nota mentalmente de enviarle un Martini bien cargado.
Después dio un suspiro de alivio cuando oyó que Demi cerraba la puerta y corría el cerrojo de seguridad. Su amiga regresó a la suite y rodeó los hombros de _________ con un brazo.

—Ya está. Mi madre va a sufrir por fin un ataque de nervios y será todo culpa mía.

—No le va a pasar nada. Mañana a primera hora la van a llamar todas sus amigas por teléfono para soltar los «ohs» y «ash» de rigor por el escándalo que has provocado y tu madre podrá regodearse en toda esa compasión y todas las atenciones que le van a prodigar.
_________ bufó.

—¿Crees que les sobrará un poco de compasión para mí?

—Sabes que estás mejor así, ¿verdad?
_________ se encogió de hombros y se sentó en la cama.

—Creo que podríamos haber conseguido que funcionara. Nos conocemos desde siempre. Nos movemos en los mismos círculos. Jamás he tenido que preocuparme por si iba detrás de mí dinero.

—O de tu cuerpo. —Demi se dirigió directamente al minibar y apareció con los brazos cargados de botellas diminutas.

—Para algunas personas…

—El sexo no es lo más importante —Demi terminó por ella el sonsonete—. Si hubieras dado alguna vez con un hombre que sabía que es lo que hacía…

_________ puso los ojos en blanco. Se había acostado con más de un hombre antes de Zac (con tres, para ser exactos) y los resultados jamás habían sido esa conmoción trascendental que describían todas sus amigas. Tampoco se había preocupado demasiado por el tema.
Demi no se rendía.

—Y aparte del sexo, ¿qué hay de la confianza, la compañía y todo eso? Admítelo, __________, la única razón para que empezaras a salir con Zac ya en primer lugar fue por la ley del mínimo esfuerzo y porque era un modo de garantizarte la aprobación de tu padre.
_________ lanzó un gemido, incapaz de negar la verdad.

—Es patético. Yo soy patética.

—Lo has dicho tú, no yo —dijo Demi por lo bajo.
_________ le sacó la lengua, después se pasó las manos por el pelo e hizo una mueca cuando sus dedos se toparon con la densa capa de laca que lo cubría.

—Agh, necesito una ducha. Prepáranos unas copas.

_________ oyó el tintineo de las botellitas cuando se metió bajo el chorro y empezó a frotarse con vigor para quitarse hasta el último rastro de maquillaje, laca, vino y tarta, en un intento de borrar aquel día de su vida en el proceso. Estaba tan harta de ser educada… no quería morderse más la lengua para guardar las apariencias. Sus agallas tenían que manifestarse de una vez, que ya llevaban un retraso de veintiséis años.
Salió del baño quince minutos después, sin laca y sin maquillaje. Miró la copa que le ofrecía Zac y sacudió la cabeza.
Su amiga frunció el ceño, confundida.

—Es Chardonnay, lo que bebes siempre.

—Dame eso —dijo _________ mientras cogía de un manotazo una botellita de tequila del aparador.

—Esto… _________, ¿estás segura de que quieres beberte eso?

—El Chardonnay es para jovencitas sin agallas. Desde hoy, soy una mujer fuerte e independiente. —Destapó la botellita de Cuervo con un floreo—. Me gustaría proponer un brindis por la versión nueva y mejorada de _________ _________ (Tu Apellido). Una nueva _________ que hace lo que quiere, cuando quiere y que no se deja mandonear por nadie. Sobre todo por el estúpido de su marido, un capullo incapaz de esperar a cortar la tarta para tener su primera aventura. —Levantó la botella y se ventiló el contenido de un solo trago.
La nueva imagen de chica dura de _________ _________ (Tu Apellido) quedó arruinada cuando le entró tal ataque de tos y arcadas que la tumbó.

—Agh, Esto es asqueroso sin la mezcla para hacer margaritas. —________ echó mano del vino para quitarse el sabor a gasolina que le había quedado en la boca—. Será mejor que vaya poco a poco antes de ponerme con el tequila.
Sus ojos no tardaron en posarse en una botella de Veuve Clicquot que se enfriaba en un cubo junto con dos copas de champán de cristal de Baccarat.

—Qué romántico —dijo con tono sarcástico mientras se apoderaba de la botella con una mano y de las copas con la otra.
__________ se acomodó en la cama junto a Demi y en un momento destapó la botella y derramó un poco del líquido burbujeante en la moqueta. Después le dio a Demi una copa de champán.

—Vamos a probar otra vez. Un brindis por la nueva _________ _________ (Tu Apellido), antiguo felpudo y flamante zorra del momento. —Tomó un largo trago de champán. Las burbujas le cosquillearon por la garganta y le calentaron el vientre de inmediato.
La sonrisa de Demi se apoderó de la mitad inferior de su cara.

—¡Ya era hora!

—Lo sé. Hace años que me dices que tengo que alejarme de mis padres, vivir mi propia vida y deshacerme de Zac. Creo que todo este fiasco es la forma que tiene de decirme el universo que ya va siendo hora. Hay todo un mundo nuevo de posibilidades, y empieza ahora mismo.

—Así se habla. —Demi tomó un buen sorbo de champán y _________ se apresuró a rellenar las copas.
A medida que el alcohol le iba calentando el vientre, ___________ se iba entusiasmando cada vez más con su nueva vida.

—Quiero encontrar a alguien salvaje, alguien totalmente inadecuado para mí.

—Deberías acostarte con su hermano —dijo Demi con los altos pómulos acalorados por el champán—. Ya sabes, un hombre sexy, hombros anchos y musculosos. Ya me imagino lo que se esconde debajo de ese esmoquin. ¿Y le has visto las manos? Prometedoras, muy prometedoras. Que lo sepas, un buen polvo con él sería la venganza perfecta y vas a hacer cabrear a Zac de lo lindo.

—No puedo ir por Kevin. —Pero mientras hablaba, el cerebro de __________ se inundó de imágenes de Kevin desnudo, sobre ella, bajo ella, moviéndose dentro de ella—. Además, incluso aunque quisiera, no soy su tipo para nada.

Demi puso los ojos en blanco y le hizo un gesto a _________ para que le bajara la cremallera y pudiera cambiarse el vestido de dama de honor por una de las batas de cortesía de la suite.

—Tonterías. La única razón por la que los hombres no te entran es por esa actitud que tienes de mosquita muerta. Créeme, con un mínimo estímulo por tu parte, aparecerían un montón de Hombres a los que les encantaría tener la oportunidad de despeinarte un poco. —Se pulió el resto del champán que le quedaba y después se preparó un vodka con tónica en el minibar—. Kevin Jonas no es ninguna excepción.

__________ puso la tele. Su incapacidad para «ligar» era uno de los temas favoritos de discusión de las dos amigas, que a lo largo de los años lo habían hablado hasta la saciedad, una conversación que a _________ no le apetecía tener en ese momento. A pesar de las ruidosas protestas y argumentos que daba Demi en sentido contrarío, en el fondo a _________ no le parecía que tuviera mucho con lo que trabajar.
Era bastante atractiva, suponía. Pero con 1,60 de altura, el cabello ondulado, ojos marrones y las modestas curvas de su cuerpo, no era demasiado “llamativa”. Hasta le podrían haber grabado «futura madre de familia respetable» en la frente. No se podía decir que fuera de las que le inspiraban a nadie pensamientos lujuriosos. Cosa que tampoco le había molestado mucho hasta, el momento.
Está bien, le había molestado el año que Kevin y ella habían coincidido en Berkeley, cuando ella era una ingenua de primero y él, el chico de último curso que la protegía demasiado. A él lo había criado su madre, así que, hasta entonces, __________ solo lo había visto unas cuantas veces en su vida y solo recordaba vagamente a aquel tipo grande y guapo que había sido amable con ella en esas ocasiones, pero cuando se había tropezado con él durante su primera semana en el campus, Kevin, a sus veintidós años, había inspirado en ella de repente todo tipo de sensaciones y fantasías sexuales, sentimientos que _________ no había experimentado en su vida. Ni los había vuelto a experimentar después.

—Soy como su adorable hermanita pequeña —dijo con tono sombrío—. Siempre lo he sido. —No pudo evitar sonreír al recordar a Kevin protegiéndola de un chico de alguna fraternidad que intentaba emborracharla con cerveza de barril o ponche de garrafón—. No lo había visto desde que se largó, después de la monumental bronca que tuvo con su padre y Zac justo después de que yo me graduara de Berkeley. Dios, está tan bueno. —_________ apenas había pensado en Kevin en los cinco años transcurridos desde que se había marchado. O más bien no se había permitido pensar en él, quizá porque, en el fondo, sabía que terminaría tal y como estaba en esos momentos. Con el cerebro lleno de imágenes lascivas, inquieta, tensa y con el cuerpo palpitándole en sitios donde no tenía por qué palpitar, y sin esperanza de encontrar alivio en el guapísimo pedazo de carne responsable de todo aquello.

Hora y medía después, _________ “zappeaba” por todos los canales de televisión por milésima vez mientras se terminaba los restos de champán. Demi roncaba entre las almohadas con una bolsa medio vacía de M&M's apretada en el puño.
Maldita fuera Demi y toda esa charla de vengarse con un buen polvo y arrojarse en brazos de Kevin. No podía dejar de pensar en él, enredado en sus sábanas de seiscientos hilos, todo músculos y piel bronceada.
La lujuria se acumulaba en el vientre de _________, mezclada con la indignación, mientras examinaba cada rasgo de la suite nupcial. Se suponía que era su noche de bodas, maldita fuera. Se suponía que tenía que estar rodando por aquella cama y gozando en el jacuzzi con el hombre con el que se había casado.
Por extraño que pareciera, la idea no era tan dolorosa como embarazosa. Una vez superado el susto inicial, _________ se dio cuenta de que el enojo que tenía era más por su orgullo herido que porque Zac le hubiera roto el corazón. Quería casarse con él, al menos eso había pensado. Con todo, siempre había sabido que el suyo habría sido un matrimonio basado en la compatibilidad más que en la pasión. Y a ella le había parecido bien. Pero hasta ese momento no se había dado cuenta de la poca consideración que sentía Zac por ella, tan poca que había sido capaz de hacer algo así el día de su boda.
Si miraba las cosas con perspectiva, se daba cuenta de que había actuado como un felpudo, ¿Era de extrañar entonces que Zac pensara que podía pisarla sin más? Pero todo eso iba a cambiar, desde ese mismo instante.
Quizá Demi tenía razón. Quizá solo tenía que dejar de comportarse como una niña buena para que los hombres se enteraran de que ardiendo bajo su aspecto seráfico había una diosa del sexo esperando a que alguien la soltara. Solo había un modo de averiguarlo.

Fue al tocador y sacó un pequeño paquete de papel del que extrajo el salto de cama de La Perla que había elegido para esa noche. Cuando se lo puso, la seda fresca alivió su piel ardiente. Estiró la tela sobre las caderas y alargó el brazo para ponerse otra vez la bata violeta, después agarró el neceser íntimo que con tanta consideración proporcionaba el personal del Winston.
La vieja _________ jamás haría algo como lo que había planeado, pero a la nueva __________ le habían prometido sexo esa noche y ni soñando pensaba renunciar a él.






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MaferCastilloJonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 11th 2011, 12:47

Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! Mujerr! es demaciado buena esta nove! estoy ansiosa! hahah! Smile tienes que seguirla todas las noves que publicas son buenisiiiimas!! Siempre me quedo como WOOOOOw Smile Very Happy
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Andrea-JB-Nick Jonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 11th 2011, 19:20

Hola Martha !!!!!!!!!!!!!!!

TE EXTRAÑE MUCHO...... Extraño no comentar en
Wishing your love y en Welcome Home.... Por suerte estas
subiendo esta nove que esta increible, me encanto y
espero que subas capi si es posible todos los dias!!!



Bue te mando besos y aqui estare para apoyarte con mis
comentarios!!!!


















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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 12th 2011, 04:36

maas. <33 maas. <33 maas. <33 maas. <33 maas. <33 maas. <33
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 12th 2011, 13:16










Capitulo 3







Kevin se quedó mirando el minibar mientras se planteaba su siguiente selección. Tenía que reconocérselo a su padre y Zac: ellos sí que sabían con qué había que llenar un minibar. Podía emborracharse una semana entera si quería.

Que era con toda probabilidad lo que habría hecho sí no tuviera que irse casi al amanecer para regresar a Cayo Holley.

Eligió una botellita de Jack Daniel's y lo rebajó con la otra mitad de la Coca-Cola que le había quedado del cuba libre que se acababa de ventilar. Hizo una mueca al ver lo que costaba el licor en la hoja de precios del minibar. Cierto, era absurdo esconderse en su habitación a beber un licor de precio ridículo cuando podía estar disfrutando abajo de la barra libre.

Pero era incapaz de enfrentarse a aquello. Había cumplido con su obligación. Había aparecido, había sido el padrino perfecto y había fingido estar encantado de ver que la pequeña __________ se encadenaba a un imbécil integral como Zac. Después, había salido zumbando de allí nada más escupir el brindis preparado y totalmente insincero que había tenido que soltar.

Kevin no se hacía ilusiones con su hermano mayor y la clase de marido en la que iba a convertirse. Zac era exactamente igual que el padre de ambos: hábil, intrigante, el típico hombre que necesitaba quedar siempre por encima. Un carácter que les venía muy bien en los negocios pero que era un infierno para las mujeres que metían en sus vidas. Su padre ya iba por el cuarto matrimonio y era muy probable que engañara a su mujer. Paul Jonas no podía renunciar a la emoción de la caza o la satisfacción de la conquista. Y Kevin no albergaba dudas: Zac era igual que su padre.

Aferró con más fuerza la copa y se acomodó entre las orondas almohadas que adornaban la cama gigante de la habitación. No sabía por qué estaba tan disgustado. Tampoco era como si se hubiera pasado los últimos cinco años suspirando por ella. Por lo menos no mucho. Pero habían pasado nueve meses desde que había recibido el anuncio del compromiso. Nueve meses para deshacerse de cualquier ilusión que pudiera haberle quedado de llegar a disfrutar algún día de todo lo que la dulce _________ tenía que ofrecer.

No obstante, las imágenes de aquella chica seguían atormentándolo. _________ con su bikini rojo en el verano que había cumplido los dieciséis años. Unos pechos pequeños y redondos que se apretaban contra, la ceñida tela, con los pezones endurecidos por el agua fría. _________ en el club de campo, la niña bien perfecta con sus joyas y sus perlas. Siempre había sido toda una dama, incluso de adolescente, cuando lo irritaba y al mismo tiempo le inspiraba escabrosas fantasías en las que él le quitaba las braguitas blancas de algodón y le demostraba lo divertido que podía ser portarse mal.
Y al fin la peor imagen de todas. _________, de pie ante el altar junto a su hermano, tan frágil como una muñeca de porcelana mientras hacía los votos que la unían a Zac.

Se ventiló el resto de la copa, como si con eso pudiera ahogar las voces de su cabeza que lo ponían verde por no haberle tirado los perros a _________ cuando había tenido la oportunidad. Ah, no, por alguna extraña razón a los veintidós años había tenido que desarrollar una vena noble cuando se trataba de aquella chica, quizá porque había sabido por instinto que si salía con ella solo terminarían sufriendo los dos. Así que en lugar de permitirse disfrutar de aquella larga fantasía recurrente en la que le enseñaba a la virginal __________ todo lo que había que saber sobre las alegrías del sexo, se había dedicado a ser su protector en lugar de su amante.

Y mientras él estaba en el Caribe matándose para poner Cayo Holley en la cumbre de los complejos de lujo de primera clase, el que le había tirado los trastos había sido el estúpido de su hermanastro.
Un golpe en la puerta lo sacó con un sobresalto de su meditación. Un vistazo por la mirilla reveló a la última persona que hubiera esperado ver allí. _________ _________ (Tu Apellido) (más bien Jonas, con los rasgos distorsionados por el efecto pecera de la mirilla) golpeaba con determinación la puerta de su habitación en la que se suponía que era su noche de bodas. Kevin descorrió el cerrojo y abrió la puerta. Por un momento creyó que estaba sufriendo una alucinación. O quizá había hecho una mezcla un poco fuerte con el último ron y Coca-Cola que quedaba en el minibar, se había desmayado y estaba soñando. Desde luego no era la primera vez que _________ invadía sus sueños pero por lo general llevaba algo un poco más provocativo que la deshilachada bata violeta de abuela que ya tenía en la universidad. Tenía que ser real, porque si fuera un sueño, a esas alturas la bata ya estaría en el suelo y él ya estaría medio metido en aquel cuerpo.

Lo que no evitó que la sangre se le acumulara en la entrepierna. El año que habían coincidido en Berkeley, Kevin había llegado a la puerta del dormitorio de la residencia de la joven en incontables ocasiones y se la había encontrado recién salida de la ducha y envuelta en aquella bata. La idea de despojarla de aquella prenda suave y gastada para poder recorrer con la lengua toda su piel suave y húmeda se había burlado en casi todas aquellas ocasiones de la promesa que había hecho de no ponerle las manos encima.

La verga se le hinchó en los calzoncillos y Kevin se recordó con furia que era una mujer casada, y con su hermano, por si fuera poco. Tenía que haber pasado algo grave para que _________ estuviera allí. ¿Cómo se le ocurría, a él empalmarse cuando necesitaba toda la sangre posible en el cerebro?
—¿Le ha pasado algo a Zac? —preguntó Kevin cuando ________ no dijo nada. Se lo había quedado mirando con la boca un poco abierta. Kevin casi podía sentir el calor de aquella mirada en su piel mientras lo iba recorriendo entero, primero el pecho, después el abdomen plano para seguir bajando, hasta que las cejas femeninas se alzaron con cierto interés.

Kevin bajó los ojos y se puso colorado cuando se dio cuenta de que no llevaba más que los boxers y que el bulto de la bragueta seguía creciendo bajo la mirada de la joven.
—¿Puedo entrar? —dijo ________ al tiempo que alzaba de mala gana los ojos hacia la cara de Kevin.
Kevin se apartó para dejarla pasar y en algún lugar de su cerebro nublado por el minibar se disparó una alarma. Por lo general, las mujeres no visitaban las habitaciones de otros hombres a las dos de la mañana de su noche de bodas.

__________ se sentó al borde de la cama y encendió la lamparilla de la mesita. La luz la envolvió en un fulgor tenue que iluminó su cabello y su piel suave como la de un bebé. Aparentaba unos catorce años con sus grandes ojos marrones casi miel y los labios suaves y rosados. Había vuelto a clavar los ojos en él y en su expresión había cualquier cosa menos inocencia.

Con la polla amenazando con asomar por el elastico de los calzoncillos, Kevin agarró con gesto casual una de las batas que colgaban en su armario e hizo una mueca cuando se dio cuenta de que eso de que la talla única sirve para todos no se aplicaba a su cuerpo. La bata le tiraba de los hombros, no le cubría el pecho y apenas le dejaba estirar los brazos. Pero al menos si su amiguito decidía asomar la cabeza por la cinturilla, _________ no tendría que verlo.

—Te fuiste temprano de la fiesta, ¿no? —dijo la joven, como si fuera lo más normal del mundo estar en su habitación cuando debería estar disfrutando de su primera noche de sexo marital—. Nunca te gustaron mucho los actos que exigen corbata.
Kevin asintió.
—Pues no, y además tengo que tomar un vuelo muy temprano. —Se sentó en la cama, al lado de ella y solo su aroma fue suficiente para volverlo loco. Como en sus mejores sueños, _________ había aparecido en su habitación de hotel. Pero en la realidad hablaban de trivialidades, del banquete y sus planes de viaje mientras él tenía una erección capaz de clavar clavos en cualquier sitio.
Y aunque cada una de sus terminaciones nerviosas era consciente de lo que tenía delante y le rogaba que la echara en la cama y le metiera la lengua entre las piernas, Kevin sabía que no era para eso para lo que _________ había ido allí.

¿O sí?, se preguntó cuando la joven se encogió de hombros y una de las mangas de la bata se deslizó y le dejó el hombro al descubierto.
A Kevin se le secó la boca al ver el diminuto tirante de satén de color marfil que se apoyaba en aquella piel suave.
—Sorprendí a Zac tirándose a su ayudante en el cuarto de las escobas.
La revelación de _________ lo arrancó por un momento de la fantasía que estaba teniendo en la que cogía el tirante con los dientes y lo bajaba por la piel sedosa del brazo femenino.

—¿Que sorprendiste qué?

—Fui a buscarlo para cortar la tarta y lo encontré tirándose a su nueva ayudante, Vanessa, en el cuarto de las escobas que hay junto al salón de banquetes.
_________ parecía sorprendentemente tranquila, dadas las circunstancias. Claro que _________ nunca se dejaba llevar por sus emociones. Si alguien podía manejar una situación así con elegancia, esa era _________.

—Así que me subí al escenario y les expliqué a todos lo que había ocurrido, y después le aplasté la tarta en la cara.

No debía de haber sido muy divertido pero Kevin no pudo contener la carcajada. La serena y perfecta _________ estrellando una tarta en la cara del tan perfecto Zac. Y nada menos que delante de quinientos de sus amigos más íntimos y socios empresariales.
Kevin no pudo evitar la risita baja que le brotaba del pecho.

—Siento habérmelo perdido. —Hizo una pausa e intentó recuperar la compostura—. Perdona que me haya reído. Sé que para ti no tiene ninguna gracia.

Una sonrisita traviesa que Kevin no había visto jamás cruzó la cara de la joven.

—De hecho, fue graciosísimo. Encima, Zac todavía llevaba la bragueta abierta, el muy idiota.

—Lo siento mucho. —Kevin se acercó un poco más y le envolvió los hombros con un abrazo de consuelo, _________ se acurrucó contra él, su amigo enterró la nariz en la suavidad de su cabello y aspiró el aroma limpio y fresco de la joven. A Kevin siempre le había encantado cómo olía _________, a jabón fresco y flores blancas. La verga le creció lo que le pareció otro centímetro y Kevin le dijo con toda firmeza que se fuera calmando. ___________ había ido allí para que la consolaran, no para que le tiraran los perros.

Pero entonces la joven se volvió hacia él y le deslizó la mano por el torso, por dentro de la , después lo rodeó hasta apoyar los dedos en la piel desnuda de su espalda. Kevin estuvo a punto de ponerse a ronronear cuando las yemas femeninas trazaron pequeños dibujos en los músculos de sus hombros.

—Me alegro tanto de verte otra vez, Kevin —murmuró __________ acurrucándose todavía más contra él hasta que la bocanada cálida de su aliento le cosquilleó en el cuello—. Te he echado de menos.

—Yo también me alegro mucho de verte, _________. —Kevin le acarició la espalda con gesto tranquilizador. Solo la estaba consolando. ¿Qué tenía eso de malo? Nada. Bajó un poco más la mano y puso a prueba la resistencia de la cadera femenina antes de esquivar el trasero de la joven con nobleza para volver a desrizarle la mano espalda arriba.
_________ se apartó un poco pero sin dejar de abrazarlo, mientras con la mano seguía provocando la piel desnuda de la espalda masculina.

—Se supone que es mi noche de bodas. —El rostro de la joven era sombrío pero no lucía la expresión dolorida que Kevin hubiera esperado en una mujer a la que acababa de traicionar el hombre al que amaba—. Se supone que esta noche la iba a pasar haciendo el amor con mi flamante marido.
Lo único que podía hacer Kevin era asentir. ¿Adonde quería ir a parar con todo eso?

—¿Sabes que me he pasado toda la vida intentando ser perfecta? Lo he hecho todo bien, todo lo que mis padres han querido, y mira lo que he conseguido.

Era cierto. Al contrario que él, __________ se había pasado la vida intentando conseguir la aprobación de sus padres —sobre todo la de su padre—. Uno de los grandes motivos por los que nunca le había dicho nada a _________ era porque sabía que Grant jamás aprobaría que su hija anduviera por ahí con el hijo salvaje de Jonas, el producto de un segundo matrimonio, breve y escandaloso, con una camarera de Las Vegas. Siempre que Kevin había ido a visitar a su padre y se había tropezado con Grant, el magnate le había dejado muy claro que no le gustaba la idea de que Kevin mirara a su hija siquiera. __________ había tenido tanto cuidado de mantener su amistad en secreto que él había sabido que nunca lo presentaría en su casa como su novio. En aquel momento, Kevin había decidido que era mejor conformarse con una amistad; temía que si llegaba a acostarse de verdad con ella, no sería capaz de evitar gritar a los cuatro vientos que aquella mujer era suya y a la mie&$a con las consecuencias. Y entretanto se había tragado el resentimiento que le inspiraba tener que ocultar su inocente relación como si fuera una especie de sucio secreto.

Y cuando Kevin había abandonado el redil familiar para perseguir su sueño de fundar su propio complejo de lujo supo que _________ jamás se plantearía dejar la seguridad del nido familiar para reunirse con él. Tampoco era que él hubiera considerado la opción de preguntárselo. Por lo menos no más de unas cien veces.

Por aquel entonces no había tenido la oportunidad de tener un futuro con ella y tampoco la tenía esa noche. Pero allí estaba, mirándolo con sus grandes ojos, presumiendo de hombros sexys y llenándolo con una mezcla perturbadora de lujuria y ternura, queriendo intrigar como fuera para llevársela a su isla paradisíaca hasta que reconociera que era suya y de nadie más. ¿Pero qué le pasaba? Había tenido años enteros para superar todas aquellas tonterias. Había tenido tiempo de sobra —por no hablar de mujeres de sobra— para conseguir superar el hecho de que su irracional encaprichamiento con __________ jamás encontraría satisfacción.

¿Qué importaba que estuviera en su habitación en plena noche? Era demasiado mayor para dejar que _________ (que no tenía ni la más remota idea del tornado que bramaba en el interior de Kevin) lo enredara. Aunque sabía que no era buena idea que siguiera acariciándola, recorrió con el pulgar la curva de la mejilla de la joven mientras intentaba como podía no hacer caso de la intensa descarga que lo atravesaba desde el pulgar a los huevos.

—Ojalá pudiera haberme parecido más a ti, ojalá hubiera tenido el valor de defenderme sola y decir lo que quería. En lugar de eso, dejé que me convencieran para casarme con un hombre que sabía que nunca me haría feliz.

Kevin asintió.

—Siempre pensé que te merecías algo mejor. —La envolvió entre sus brazos y la estrechó con fuerza.

—Y desde hoy mismo yo también lo sé. Y ahí es donde entras tú. La mano de Kevin se congeló en la espalda femenina. Por un instante le había parecido que volvían a los viejos tiempos. ¿Cuántas veces había consolado a __________ cuando el chico que le gustaba rompía con ella? Por supuesto, una parte de él, la parte que le palpitaba con insistencia en la entrepierna, se moría por desnudarla, pero había sido capaz de contenerla y recuperar el ritmo antiguo y conocido de su vieja amistad.

Pero allí estaba esa mirada otra vez. Esa mirada que decía que aquella chica quería lamerlo de la cabeza a los pies, y prestar quizá una atención especial a las partes intermedias.

Ojalá. Debía de estar muy borracho, o haberse vuelto loco. O las dos cosas.
—Kevin, tengo que pedirte un favor muy grande. —La expresión de la joven había perdido el fulgor lujurioso y se había convertido en un gesto de expectativa cortés.

—Lo que quieras, _________.

—Quiero que te acuestes conmigo.

—¿Qué? —No podía haberla entendido bien.

—Acuéstate conmigo, por favor —repitió _________, cuya expresión era tan impaciente y civilizada como sí le estuviera pidiendo que le sirviera un poco más de Coca-Cola light. Pero cuando Kevin no hizo nada salvo mirarla con la boca abierta, ________ continuó—: Hablo en serio. Llevo toda la vida dejando que otras personas me digan lo que quiero porque temía desagradarles. Después de esta noche, me da igual lo que piense nadie. Por una vez, quiero tener algo que quiero de verdad. Y eres tú.


Los ojos de _________ ardieron y se licuaron una vez más mientras sus manos buscaban bajo las solapas de la bata masculina y le acariciaban el pecho.

—Te deseo, Kevin —susurró otra vez antes de inclinarse para deslizar los labios por la piel de la clavícula del empresario. Con todo, Kevin hizo lo que pudo para recordar todas las razones por las que no debería aceptar la oferta. Para empezar, aquella chica estaba en un momento vulnerable. Había encontrado a su marido follándose a otra apenas unas horas después de la boda. Eso ya era suficiente para mandar a cualquiera al abismo del comportamiento irracional y poco apropiado. Y además, _________ olía a champán y él jamás se había aprovechado de una chica borracha, ni siquiera en la universidad, cuando vivía en una fraternidad.
La mano femenina se deslizó por el interior del muslo de Kevin y sus dedos se fueron abriendo camino, atormentándolo bajo el elástico del calzoncillo. El pobre estuvo a punto de correrse allí mismo.

—Sé que estás disgustada —medio gimió Kevin—, pero no creo que quieras hacer esto de verdad.

—Oh, pues yo estoy bastante segura de lo que quiero. —_________ se levantó, se desprendió de la bata violeta, que dejó caer al suelo, agarró la mano masculina y se cubrió con ella un pecho a través del satén cremoso de la combinación que llevaba.

—Me voy mañana —dijo Kevin, incapaz de resistir la tentación de recorrer con el pulgar el duro pezón que le ofrecían—, y no sé cuándo podré volver. Lo único que puedo prometerte es una noche. —Por Dios bendito, tenía la teta de _________ en la mano. La mera idea hizo rugir su cabeza con tal estrépito que casi no oyó lo que le dijo ella a continuación.

—Sé cómo eres, Kevin —dijo __________ con aquel tono ronco tan sexy que el empresario no le había oído jamás, mientras le pasaba una pierna por encima de los muslos para sentarse sobre él a horcajadas—. De eso se trata, precisamente.

Kevin no tuvo tiempo de pensar a qué se refería la mujer que tenía entre sus brazos. _________ se alzó sobre las rodillas y le rodeó el cuello con los brazos. A pesar de todas sus bravatas, el beso que le dio era vacilante, con los labios apenas separados, buscándole la boca con la más ligera de las presiones. El sabor de la joven explotó en la boca de Kevin, dulce, picante, disparándose por su columna hasta que las manos le temblaron de deseo. El hombre le separó los labios con la lengua; la necesitaba, necesitaba sentir la lengua femenina enredándose con la suya. Las manos de ________ se enredaron en el cinturón de la bata que llevaba Kevin y este se despojó con impaciencia de la prenda, con un gemido al sentir los pechos cubiertos de satén contra su torso.

Kevin le succionó y le mordió los labios; estaba perdiendo el control a toda velocidad mientras deslizaba las manos por la espalda de la joven y luego las bajaba para cubrir la curva suntuosa de su trasero. A pesar de todas las fantasías que había tenido con __________, con estar con ella, con acariciarla, besarla, saborearla, la realidad era mejor que todo lo que podía haber imaginado. Kevin arqueó las caderas contra la V que dibujaban los muslos femeninos para que la joven pudiera sentir cómo ardía por ella, lo grande que la tenía solo por ella.

__________ dejó escapar un gritito y se pegó aun más contra él. Maldición. Tenía que frenar un poco o el único que iba a divertirse esa noche era él.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó él, rezando para que ________ dijera que sí pero con la necesidad de asegurarse de todos modos. Era cierto que hacía mucho tiempo que no la veía, pero la __________ que él había conocido nunca había sido de las que se dedicaban a tener relaciones sexuales casuales y Kevin dudaba mucho que eso hubiera cambiado.

—Muy segura —gimió _________, que abrió las piernas más todavía sobre las caderas masculinas para que él pudiera sentir el calor que irradiaba su excitación a través del algodón fino de los boxers—. Siempre te he deseado, Kevin, y ahora por fin tengo la oportunidad de hacerte mío.
Los pensamientos masculinos se habían enfangado en el horno de la lujuria pero un diminuto grano de esperanza se alojó en medio de sus tripas. A pesar de todo lo que había dicho, ¿era posible que ___________ quisiera algo más? Quizá una vez solucionado todo aquel desastre con Zac, una vez que la vida de Kevin se calmase un poco, ¿existía la posibilidad de que pudieran estar juntos?

—Además —le susurró ella entre beso y beso—, me encanta pensar cómo se enojaran todos si llegaran a averiguar esto.

Las manos de Kevin se quedaron inmóviles sobre los pechos de la joven. Un polvo para vengarse de su marido. De eso se trataba. Debería haberse dado cuenta en cuanto la había visto por la mirilla de la puerta. La realidad no hizo nada por calmar su verga aunque sí detuvo en seco aquellas vagas fantasías que empezaban a formarse de vivir con _________ algún día, felices para siempre.

Claro. El era el hijo pequeño, el que nadie tomaba en serio. Suficiente para echar un polvo pero no para mucho mas. Las manos masculinas se tensaron sobre las caderas de __________ al tiempo que algo oscuro y primitivo se alzaba en su interior. Si lo único que _________ quería era un simple polvo sin pretensiones entre amigos, ¿quién era él para negárselo? Le daría lo que quería. Un polvo tan intenso y extraordinario que los recuerdos la torturarían durante el resto de su vida, como ella lo había torturado a él. Y con un poco de suerte, al poder tener a _________ justo donde la quería y como la quería, quizá por fin podría quitársela de la cabeza de una vez por todas.

Cambió de posición y la echó sobre la cama, boca arriba, sujetándole las muñecas con una mano por encima de la cabeza. La otra mano la deslizó por el plano firme del vientre de __________, antes de seguir bajando. La humedad empapaba la tela de la combinación cuando Kevin introdujo los dedos en el calor que quemaba los muslos femeninos. Emitió un sonido profundo de satisfacción cuando sintió que la verga se le endurecía todavía más, hasta lo imposible. La seda rozaba el botón del clítoris de la joven que Kevin sintió latir bajo él cuando incrementó la presión e introdujo los dedos en los pliegues inundados de aquel sexo dulce y palpitante.

Succionó la lengua de _________ y aspiró sus gemidos, sus jadeos roncos.

—Estoy deseando entrar en ti.

La joven se estremeció contra él, casi a punto de deshacerse entre sus brazos. Kevin sacó la mano de entre sus muslos y sonrió al oír la indignada protesta de _________ pero él quería que se corriera cuando estuviera dentro de ella, quería mirarla a los ojos y oírla gritar su nombre mientras palpitaba y le ceñía la polla con el coño.

Le soltó las muñecas y le bajó la combinación hasta la cintura. Durante un instante eterno no la tocó, se limitó a cernerse sobre ella, sujetándose con los brazos, para poder absorber aquellos pechos perfectos. Al fin _________ empezó a retorcerse, con el rostro enrojecido de vergüenza bajo aquella mirada descarada.

Kevin se acostó a su lado y se incorporó sobre un codo mientras con la otra mano la exploraba casi con pereza.

—¿Sabes —le dijo al tiempo que con una palma enorme cubría casi por entero la piel cremosa— cuántas veces me he imaginado esto? —La piel femenina era, por imposible que pareciera, incluso más suave que la tela de su bata, con los pezones pequeños y rosados, tensos y erectos como capullos pequeños y duros. Por un momento la cólera de Kevin al sentirse utilizado se desvaneció mientras gozaba de la sensación de aquella piel satinada contra la palma de su mano.
Se inclinó para trazar con la lengua el borde inferior del pecho femenino.
—Recuerdo que te miraba en la piscina. Tú llevabas un bikini de cuadros blancos y rojos. —Le rodeó con la lengua el pezón y le regaló el más ligero de los golpecitos—. El agua fría te endurecía los pezones, como ahora. —Los dedos de __________ se entrelazaron en el cabello de su amante y no dejaron que su boca se apartara de su sensibilizada piel—. Te imaginaba quitándote el bikini por mí, para que pudiera saborearte. —Kevin continuó con un hábil lametón de un pezón y luego el otro.

—Por favor —le susurró _________, que hacía rodar la cabeza por el colchón y se arqueaba hacia su boca, rogándole algo más que aquella caricia que la atormentaba. Kevin cerró los labios con firmeza alrededor de un capullito y atormentó el otro pezón con el pellizco suave de sus dedos. Abrió más la boca y envolvió todo lo que pudo de aquella mujer con los labios, después se apartó un poco y succionó con fuerza.

Después se colocó sobre ella y se acomodó entre sus piernas sin dejar de besar, succionar y lamer sus pechos de todas las formas que había imaginado siempre. _________ le rodeó el torso con las piernas y se apretó contra él. La combinación se le había subido hasta las caderas y el calor húmedo de la joven se frotaba con pasión contra el abdomen masculino. El aroma de la excitación de la joven flotaba en el aire, almizcleño y dulce a la vez. Aquella mujer lo estaba matando.

—Dios, eres preciosa.

A _________ le brillaban los ojos, vidriados de deseo, con los rizos sueltos bajo la cabeza, sexy y despeinada. La combinación se le había arremolinado alrededor de la cintura, por arriba desnudaba unos pechos llenos y alegres y por abajo la maraña exuberante de unos rizos de color marron oscuro, Las piernas abiertas le ofrecían a Kevin una vista perfecta de su carne rosada y resplandeciente. La parte de su cerebro que todavía era capaz de pensar se maravilló ante aquella criatura extraordinariamente sensual que acechaba bajo la virtuosa fachada de _________. Allí echada, en medio de su cama, había una mujer sexy, impaciente y más ardiente de lo que ninguna mujer podría llegar a ser jamás.

Se le crispó la polla y Kevin supo que no podría esperar mucho más. Había esperado a __________ demasiados años, maldita sea. Tenía que penetrarla de una vez. Ya.
Se levantó y se deshizo de los boxers.

—Ay, madre —dijo __________ con una vocecita tímida cuando la erección de Kevin quedó libre por fin.
Su amante no pudo evitar una oleada de puro orgullo masculino cuando vio el destello de admiración que había en los ojos femeninos. Y bajo la admiración… nerviosismo. Se inclinó, apoyó el peso en los brazos y atrapó la boca femenina en otro beso que la abrasó.
—Esto va a estar muy bien. Mejor que bien.
Kevin agarró un condón y se lo puso con un movimiento rápido, después acomodó su peso entre los muslos de _________. Bajó la mano, se colocó sobre el sexo de la joven y se introdujo con un embate.

—Dios, tienes el coño tan tenso —susurró mientras introducía todo su grosor en el interior de la joven. Cerró un momento los ojos cuando sintió la presión firme de los finos músculos de la joven envolviéndole la verga. Empujó otra vez, con más decisión, y _________ dejó escapar un pequeño gañido.

Quizá la lujuria lo hubiera dejado sin cerebro pero tendría que estar ciego para no notar la mueca de dolor que cruzó el rostro de __________.

—Maldición. —Hasta un taco tan suave sonaba raro en los labios de __________. La joven sonrió avergonzada y acarició la mejilla de Kevin con los dedos—. Ha pasado mucho tiempo. —La risita suave que siguió al comentario hizo que la joven se tensara a su alrededor de un modo insoportable. Kevin estuvo a punto de quedarse bizco cuando el calor sedoso y ardiente de la joven le presionó el miembro.

Kevin apretó los dientes y sofocó de forma implacable el impulso de hundirse en ella de inmediato y hasta el fondo.

—¿Cuánto?
_________ contuvo el aliento y levantó las caderas con cierta vacilación.

—Una relación sin pena ni gloria hace casi un año.

¿Qué diablos le pasaba a su hermanastro? ¿Cómo demonios había podido mantener las manos apartadas de aquella mujer? Kevin no le habría encontrado sentido ni en las mejores circunstancias y desde luego era incapaz en aquel momento, cuando casi con toda seguridad toda su sangre había abandonado su cerebro.
Intentó concentrarse con desesperación para pensar con un poco de coherencia, cosa nada fácil cuando se había introducido en quince centímetros del sexo más tenso y húmedo que había sentido jamás. Debería habérselo tomado con más calma, haberle dado a _________ más tiempo para acostumbrarse a su tamaño… Intentó salirse y _________ volvió a hacer otra mueca. La cruda realidad del dolor de la joven liberó parte de la sangre de Kevin, que regresó, obediente, a su cerebro. Dios. Estaba tan impaciente por hacer experimentar a aquella mujer lo que no había vivido en su vida que había terminado por hacerle daño. Quizá estuviera enfadado por el hecho de que ella lo estuviera utilizando para vengarse de su hermano, pero era importante que ella también disfrutara de verdad. No hay nada como saber que le estás causando a una mujer una incomodidad notable para matar el momento.

Pero ________ tenía otras ideas.

—No —le dijo mientras ceñía mejor las piernas alrededor de la cintura masculina—. Ni te atrevas a parar. —Puntuó la orden con una arremetida diminuta de las caderas, y los huevos de Kevin se tensaron ante aquella fricción exquisita.

—Deberías habérmelo dicho. —Se inclinó sobre ella y la besó con ternura en la frente; ansiaba calmarla y consolarla después de haberla atacado con la delicadeza de un adolescente de dieciséis años la noche del baile de fin de curso—. Habría sido un poco más dulce contigo.

—Por alguna razón no me pareció que fuera el lugar adecuado para hablar de Zac y nuestra desastrosa vida sexual. —_________ le acarició la espalda con las manos y a Kevin le hizo falta toda su fuerza de voluntad para resistir el impulso de hundirse todavía más en ella—. Por favor, no pares —le dijo otra vez—. Quiero hacerlo. Hace mucho tiempo que te deseo. No creo haber deseado a nadie como te deseo a ti.

Otro pequeño empujón de las caderas femeninas y Kevin tuvo que sujetarlas con firmeza para evitar cualquier otro movimiento.

—_________, deja de moverte. No quiero hacerte daño.

Pero la joven apretó los músculos internos para ceñirle y soltarle el miembro en una caricia insoportable. Una sonrisita astuta cruzó los labios femeninos y volvió a encoger los músculos. Kevin lanzó la cabeza hacia atrás con los ojos apretados. Por Dios, un hombre solo podía aguantar hasta cierto punto.

Metió la mano entre los cuerpos de los dos y encontró con el pulgar el capullito tenso del clítoris femenino.

—No te muevas —le dijo otra vez mientras la rodeaba con caricias tensas y firmes. A los pocos segundos, __________ se estaba fundiendo a su alrededor, alzando las caderas en impulsos diminutos e inconscientes a medida que se iba humedeciendo cada vez más con cada golpecito del pulgar de Kevin.
El cosquilleo tenso comenzó en la base de la columna de Kevin y se fue abriendo camino hasta sus testículos. No iba a durar mucho. Y ella estaba tan cerca, jadeaba con suspiros entrecortados y tenía los pezones erectos, como picos de color cereza, con el orgasmo apenas a la vuelta de la esquina. Pero Kevin sabía que no iba a poder aguantar ni un segundo más dentro de ella sin correrse y antes se cortaba el huevo izquierdo que permitirse llegar al final antes que ella. Había llegado el momento de tomar medidas drásticas.

—No —protestó _________ cuando Kevin, con suavidad pero con firmeza, se desprendió de las piernas que le rodeaban la cintura y se retiró. Frustrada, las lágrimas inundaron los ojos de _________—. No puedes parar ahora. —No cuando estaba tan cerca de lo que sabía que sería el orgasmo más intenso de toda su vida. Por no decir el único orgasmo que había tenido jamás a manos (por así decirlo) de otra persona.

Kevin la interrumpió con otro de aquellos besos que la derretían entera.

—No voy a parar, _________. —Se deslizó por el cuerpo de _________ hasta que su cabeza quedó al mismo nivel que la de ella, con el estómago apretado entre las piernas de la joven. Alzó la mano para acunar la mandíbula femenina y _________ se olvidó de lo que estaba diciendo cuando Kevin le exploró sin prisas la boca con la lengua—. Pero sí voy a hacer que todo vaya muchísimo mejor, ya lo verás.
_________ volvió a excitarse muchísimo más. Kevin entrecerró los ojos. La suya era una expresión decidida. Decidida a darle a _________ todo el placer posible.

Los dedos y la lengua de Kevin colmaron de atenciones los pezones femeninos hasta que _________ creyó que se iba a volver loca si no paraba y que lo mataría si se detenía. El hombre bajó la mano para abrir los pliegues húmedos de la entrepierna femenina, acariciándola, calmándola y, por increíble que fuera, excitándola al mismo tiempo. ___________ se sentó en la cama, conmocionada, cuando la boca de Kevin siguió a las manos. No era la primera vez que la joven se preguntaba si no había sido demasiado impulsiva la decisión de acostarse con Kevin. No era que no se lo estuviese pasando bien. Se lo estaba pasando en grande, más que con cualquier otro hombre en toda su vida. Pero era mucho más intenso, mucho más abrumador de lo que sé habría imaginado jamás.

Como en ese momento, pensó mientras bajaba la cabeza, estupefacta al ver las ondas de cabello oscuro que contrastaban con la piel pálida de sus muslos. Siempre le había dado demasiada vergüenza dejar que un hombre le hiciera aquello pero sus inhibiciones salieron huyendo con la primera caricia firme de la lengua masculina en aquella zona ya hipersensibilizada. _________ gimió de deseo cuando la presión dulce y cálida de los labios de Kevin envió oleadas de placer que resonaron por cada una de sus terminaciones nerviosas.

—Siento haberte hecho daño. —El rumor profundo de la voz de Kevin cosquilleó junto a la piel femenina—. Pero ahora te voy a curar a besos.

La lengua de aquel hombre hacía magia, girando y hundiéndose en su ardiente esencia. __________ apretó los puños contra el edredón y agitó la cabeza de un lado a otro. Ni en sus mejores fantasías podría haberse imaginado sensación mejor. Primero uno y después dos dedos se deslizaron en su interior y le ensancharon la entrada, atormentando un puñado de nervios que ella ni siquiera sabía que tenía.

—Te sabe tan bien el coño —murmuró Kevin y su lenguaje franco la hizo enrojecer entera—. No tienes ni idea de cuántas veces me hice una paja soñando con follarte con la lengua y los dedos.

La imagen envió una descarga de placer que atravesó a la joven entera haciéndola retorcerse contra la boca ávida que la lamía. Sus gemidos y grititos de placer se fundieron con los chupeteos cálidos y húmedos de los besos masculinos. La tensión le hizo un nudo en el estómago. La presión firme de los dedos de Kevin entrando y saliendo sin prisas, la succión suave de sus labios y su lengua la hicieron caer en una espiral de deseo. _________ no hubiera podido contener el orgasmo aunque hubiera querido. Arqueó la espalda y la levantó de la cama, después se corrió en una oleada que parecía interminable mientras sus estridentes gritos se desvanecían en suaves suspiros al irse calmando los temblores.
Podrían haber pasado segundos u horas mientras yacía allí, un poco aturdida. Soltó el edredón y dejó caer las manos con las palmas hacía arriba a ambos lados de la cabeza. Poco a poco fue consciente de que Kevin iba abriéndose camino a besos por su vientre y su torso. El empresario se detuvo un instante para atormentarle un pezón con un mero papirotazo de la lengua, como si hubiera comprendido que el hipersensibilizado pico no podría soportar una succión más firme en ese momento.

—¿Mejor? —le susurró mientras se acomodaba una vez más entre sus piernas. ___________ lo sintió, increíblemente grueso y duro, presionando con insistencia la cara interna de sus muslos.

—Mucho mejor, gracias —le contestó y lanzó una risita al ver la gran sonrisa que se extendió por la cara de Kevin.

—Ni que me estuvieras dando las gracias por el té —se burló él al inclinar la cabeza para besarla.

Levantó una mano y la entrelazó en el cabello femenino mientras la otra le cogía una pierna y se la encaramaba a la cadera. Cambió de posición y _________ gozó de la sensación de aquel miembro que se estiraba y se deslizaba cuando Kevin le introdujo el glande.

—¿Lista para intentarlo otra vez?

_________ intentó decir que sí pero todo lo que le salió fue un confuso «sa» cuando la hábil presión combinada con la fricción en su interior envió una nueva oleada de calor por todo su cuerpo.
Un tendón sobresalió en brusco relieve en el cuello masculino y el sudor comenzó a caerle de las sienes a Kevin mientras luchaba por mantener el control. Esa vez no se lanzó en un embate sino que fue introduciéndose poco a poco, centímetro a incitante centímetro hasta que al fin se hundió en ella hasta tal punto que los cosquilleos de placer le recorrieron a __________ la columna entera.

—¿Estás bien? —La cara del hombre estaba marcada por líneas tensas de concentración y los brazos le temblaban un poco al soportar su peso.

Era una criatura bella y salvaje la que se sostenía sobre _________, con todo el cuerpo estremecido por el esfuerzo de no perder el control. A modo de experimento, la joven cambió las caderas de posición y jadeó de repente cuando el movimiento apoyó la base de la verga de Kevin contra su clítoris. Al confundir aquel sonido con un gemido de dolor, el hombre lanzó un juramento y empezó a retirarse.

—Lo siento…

—No, por favor, no pares. No me duele, te lo juro. —_________ se apretó contra él otra vez, rezando para que volviera a moverse dentro de ella—. Estoy bien, increíblemente bien. —_________ deslizó las manos por la espalda de su amante y le agarró las nalgas, apretándoselas para introducirlo todavía más en ella—. Creo que puedo sentir los latidos de tu corazón dentro de mí.
Fue todo el aliento que Kevin necesitaba. Al fin empezó a moverse, saliendo y entrando del cuerpo femenino poco a poco, gimiendo cuando ella se apretaba a su alrededor para intentar introducirlo más en ella con cada acometida.

_________ levantó las rodillas por instinto para abrirse más. Kevin metió las manos bajo las rodillas de la joven y le apretó los muslos contra el pecho para, abrirle más las piernas y que pudiera sentir su polla cuando se deslizaba contra su clítoris cada vez que entraba en ella.

_________ oyó de forma vaga sus propios gemidos, cuyo volumen se iba incrementando con cada embestida. Clavó las uñas en los músculos duros de las nalgas masculinas y sus gritos lo alentaron mientras la acometía una y otra vez hasta que otro orgasmo la golpeó con tal fuerza que podría haber jurado que había visto estrellas.

Kevin echó atrás la cabeza y al llegar al clímax, un grito gutural se escapó de su garganta. _________ lo exprimió con dulzura y sintió una deliciosa sensación de poder cuando él se hundió en ella con fuerza. Y cuando se derrumbó sobre ella, ________ lo acunó rodeándolo con brazos y piernas.
Era mucho más grande que ella y quizá debería haberse sentido asfixiada, pero en lugar de eso, enterró la cara en el cuello masculino y sintió una satisfacción inmensa. Ella, la aburrida y pequeña ________ ________, tenía el poder de convertir a Kevin Jonas en una temblorosa e indefensa masa de carne.
















¡¡Andrea!!

Awwwww, nena, yo tambien te extrañe...
Bueno... tengo la mala costumbre de no avisar si
estoy subiendo novela nueva... es que antes lo hacia
pero cuando inicie en el primer foro que me meti
Estaba prohibido hacerlo... ¿por que?
No se, asi que ya se me quedo por costumbre..
Y pues... pienso que he hecho una mala eleccion
en Nove para adaptar con Kevin....


¿Que dicen?
Tengo otras, pero ya estan adaptadas y todo
pero aun quedan unos detalles que ver...

Si quieren diganme que tan interesadas estan y
les mando las sipnosis por MP ya que no quiero
que surja problema por ello...

Con gusto lo hare... aunque debo admitir que primero verificare
si no ya la subieron :S

Bueno.... comenten, chicas Wink












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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 14th 2011, 07:39

Nueva Lectora te lo pido x favor siguela esta no la dejes asiiiiiiiiiiiiiiii siguela plisss plisss necesito mas caps xfaaaaaa
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 14th 2011, 16:03







Welcome Fini Welcome

Bienvenida... gracias por leer la nove Wink



Chicas... lo prometo... Mañana sigo la nove
Es que estaba editando cuando ya empieza a llover
Y creanme, a mi mama le choca que tenga la compu
prendida y esten los rayos...

Lo prometo... dos caps mañana... y depende de ustedes si agrego un
cap mas Wink













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Fini
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 15th 2011, 13:16

sube caps pronto plissssss
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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 15th 2011, 20:42

waooooooooooooooooooooooooooooo!!!!
me encanto!!!
tienes que seguirla por favor!!!
te lo pido!!!!
Smile
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 16th 2011, 13:48









Capitulo 4






Kevin yació sobre ella varios minutos, consciente hasta cierto punto de que era muy probable que la estuviera aplastando, pero incapaz de moverse. Enterró la nariz en el cuello de __________ y aspiró el aroma dulce de su piel mezclado con su propio sudor. Seguía temblando tras aquel intenso orgasmo que lo había fundido por completo, pero con solo percibir su propio olor en ella ya fue suficiente para que su miembro empezara a endurecerse de nuevo en el interior de la joven.

Al fin rodó de lado, apenas capaz de creer lo que acababa de pasar, y eso que __________ se estaba acurrucando contra su pecho. _________ _________ (Tu Apellido) estaba en su cama, desnuda, prácticamente ronroneando después de una sesión del sexo más ardiente y vigoroso del que él había disfrutado jamás. Lo que demostraba que la realidad era mucho, mucho mejor que cualquier fantasía que se le hubiera podido ocurrir.

Rozó con la mano derecha los sedosos rizos de su amiga, acarició la curva del hombro femenino y dibujó la línea suave de su brazo. Le cubrió la mano con la suya e hizo una mueca cuando se inmiscuyó la realidad en forma de un gigantesco anillo de compromiso que le arañó la palma de la mano.

—¿Y ahora qué? —preguntó.

_________ se apoyó en su pecho y le dedicó una sonrisa adormilada.

—Estaba pensando que podía darte unos cinco minutos o así para que te recuperaras, ¿y después quizá podríamos hacerlo otra vez?

La sangre se acumuló en la entrepierna masculina al oír la sugerencia de la joven pero una vez mitigada la necesidad más ardiente, a Kevin no era tan fácil distraerlo.

—Me refiero a Zac —dijo mientras cerraba el pulgar y el índice alrededor del pedrusco para darle más énfasis a sus palabras—. ¿Vas a pedir el divorcio?

—No lo sé. —_________ apartó la mano, extendió los dedos y frunció el ceño al ver la ofensiva joya. Pero tampoco se molestó en quitárselo.

La mandíbula de Kevin se cerró un poco más y tensó todos y cada uno de los músculos.

—¿No pensarás quedarte con él? No después de lo que ha hecho. No después de lo que acabamos de hacer nosotros.

—No quiero hablar de eso esta noche. —_________ le cubrió el torso de besos ligeros como plumas—. Ahora mismo no quiero pensar en nada salvo esto. —Le deslizó la mano entre las piernas y con un profundo murmullo de satisfacción capturó la erección que comenzaba a alzarse.

Kevin cerró los ojos y se arqueó bajo sus manos. _________ tenía razón. ¿Para qué complicar las cosas? ¿Por qué darle vueltas al hecho de que menos de veinticuatro horas antes aquella mujer se había casado con su hermano? Nada de eso importaba esa noche. Esa noche, era Kevin, no Zca, el que hundía los dedos en el broche cálido y cremoso del sexo de __________. Era él el que bajaba la mano y cubría la de __________ para enseñarle exactamente cómo le gustaba que lo acariciaran. Era su pene el que _________ estaba bombeando con movimientos rápidos y firmes hasta que Kevin se encontró palpitando y retorciéndose como si minutos antes no se hubiera corrido hasta casi perder la conciencia.

Era él el que la contemplaba deslizarse por su verga y gemir cuando su miembro desaparecía centímetro a tentador centímetro en el interior de su dulce vagina. Esa noche, era Kevin el que la contemplaba gemir y retorcerse al correrse sobre él. Esa noche, aquella mujer era suya y con eso era suficiente. Tenía que serio.



* * *

Una luz gris comenzaba a acariciar el cielo cuando Kevin cerró el cierre de la maleta. _________ estaba, estirada boca abajo, con las sábanas retorcidas que dejaban al aire toda su suave espalda y una pierna cremosa. A Kevin le picaban los dedos, ansiaba desrizarlos por aquella piel, y se le hizo la boca agua con solo pensar en enterrar la lengua entre sus piernas y hacer que se despertara corriéndose contra su boca.

Pero se resistió, en parte porque ya había retrasado su partida todo lo posible. A ese paso tendría suerte si conseguía llegar a tiempo al vuelo de St. Thomas. Pero también porque sus emociones estaban hechas un lío. Lejos del placentero estado de agotamiento en el que por lo general se encontraba tras una noche como la anterior, esa mañana hervía de rabia y viejos resentimientos.
¿Qué esperaba que dijera __________ si la despertaba para despedirse? Sabía lo que él quería que le dijera., que iba a anunciar sus planes para dejar a Zac de una vez por todas y que huiría con él. Ni en sueños iba a ocurrir eso, por muchas cosas que hubieran pasado la noche anterior.

Era mucho mejor así, se recordó Kevin mientras se ponía los zapatos silenciosamente. Porque él no tenía tiempo para dedicárselo a su vida personal. Aquella sensación amarga y angustiosa que tenía en la boca del estómago no eran más que las viejas heridas que se volvían a abrir. El deseo olvidado mucho tiempo atrás de que, por una vez, lo eligieran a él por encima del desgraciado de su hermano. Que no lo eligieran como plato de segunda mesa o, en el caso de _________, como una forma conveniente y poderosa de vengarse. Kevin creía que ya había superado todo eso durante los años que se había pasado levantando su propio y triunfante negocio lejos de la influencia de su familia. Pero ver a _________ pasar a su lado rumbo al altar lo había vuelto a arrastrar todo, hirviendo, a la superficie. Y pasar la noche descubriendo todos los secretos de aquel sexy y delicioso cuerpo tampoco le había ayudado mucho.

Lo mejor era irse sin ruido y a toda prisa, no seguir alargando más las cosas. Con todo, no le parecía bien dejarla sin decir nada, sin algún tipo de despedida. Por pura cortesía escribió una nota rápida:

Tengo que tomar un vuelo muy temprano. Ha sido estupendo verte otra vez. Gracias por una noche extraordinaria.

Kevin mordió el bolígrafo y se quedó mirando la letra de la nota que había hecho. Le pareció un poco brusca y añadió:

Pásate a verme cuando necesites un respiro de ese mundo de locos.

Estuvo a punto de tachar lo último. ¿Y si le tomaba la palabra? A Kevin se le encogió el estómago de angustia al pensar que ella pudiera aparecer en Cayo Holley. Un hombre podía soportar la tortura emocional solo hasta ciertos límites.

No, _________ no quería nada más de él, solo que la ayudara a igualar el marcador con Zac. Se daría cuenta de que era más que una simple invitación que no significaba nada, pero al menos evitaba que la nota fuera de un desprecio absoluto, en plan «gracias por un buen polvo, ya nos veremos». Firmó con su nombre y se permitió una última mirada a aquel cuerpo dorado, cremoso, agotado por las caricias que él le había prodigado; después cerró la puerta tras él sin hacer ruido.
__________ cerró los ojos, aspiró el salitre del aire caribeño y sintió que todas sus tensiones se fundían bajo la calidez del sol tropical. Eso era justo lo que necesitaba, pensó mientras el zumbido profundo del motor del ferry la adormecía sumiéndola en un estado de ensoñación. Una semana entera de sol, arena y cócteles con sombrillitas. Y lo que era más importante, una aventura ardiente y sin compromisos para ponerle la frutilla al pastel.
Una voluta de anticipación comenzó a florecer en su vientre. Habían pasado diez días desde que había despertado sola en la habitación de Kevin y en menos de diez minutos lo volvería a ver.
Suspiró de placer cuando la brisa ligera le acarició la piel de los hombros, que el vaporoso top blanco sin espalda ni mangas dejaba al descubierto. Formaba parte de las muchas compras en las que había insistido Demi mientras preparaban el viaje al complejo turístico de Cayo Holley.

__________ se acomodó en el suave banco tapizado del ferry y no pudo evitar dejarse impresionar por el servicio del hotel hasta el momento. A ella y a varios pasajeros más los había recibido un monovolumen en el aeropuerto Charlotte Amalie de St. Thomas y se los había llevado con toda comodidad, aire acondicionado incluido, al ferry privado del complejo vacacional. Una vez a bordo les habían servido un delicioso ponche de ron, un cóctel de ananá y un delicioso surtido de fruta fresca tropical mientras aguardaban la llegada de otros huéspedes.

Si la bienvenida daba una idea del servicio que iba a recibir, __________ comenzó a comprender por qué Cayo Holley estaba adquiriendo tan deprisa la reputación de ser uno de los lugares favoritos de los jóvenes y ricos para descansar, recuperarse y divertirse. No pudo evitar admirar a Kevin por haber hecho realidad su sueño. Recordaba con claridad sus días de universidad, cuando Kevin le había hablado de fundar su propio complejo turístico, lejos de la sombra de D&D. Kevin había cumplido su sueño de sobra.

—No es más que un club sórdido para gente a la que le gusta la fiesta —habían gruñido Zac y su padre cuando a Cayo Holley lo habían descrito como «un lujo hedonista de primer orden» en la revista Viajes y Ocio—. Apuesto a que no hay más que orgías y gente corriendo desnuda por ahí. Es una vergüenza para D&D que Kevin se haya implicado en algo así.

_________ jamás se había molestado en puntualizar que Cayo Holley no tenía nada en absoluto que ver con D&D, que Kevin había levantado el complejo de la nada y que se había buscado sus propios inversores. Que ella supiese, su amigo no había cogido ni un centavo de su considerable fondo fiduciario.

Pero __________ sabía que no tenía sentido discutir. Grant _________ (Tu Apellido), Zac Jonas y David Jonas, todos sufrían de un caso grave del síndrome de «Si no se inventó aquí». Si no se les había ocurrido a ellos primero, era que no merecía la pena molestarse.

Los nervios y la anticipación le hacían bullir la sangre. Viajar hasta allí le había parecido una idea estupenda cuando Demi se lo había sugerido dos días antes.

—Necesitas salir de aquí —le había dicho Demi mientras examinaba los montones de regalos de boda que salpicaban el apartamento de _________ una semana después del desastre de su boda.

—Ojalá —gimió __________ pasándose los dedos por el pelo—. Pero tengo que devolver todos los regalos y escribirles notas de disculpa a todos los invitados. —La joven sondeó lo que por lo general era un saloncito impoluto.

—¿Tarjetas de disculpa? ¿Qué se supone que tienes que decir, «disculpen que el novio se dedicara a revolcarse a otra en el cuarto de las escobas»? ¿Esto no debería estar haciéndolo Zac?

—No lo sé. Pero mamá insistió —dijo _________—. Y últimamente está la pobre hecha un desastre, no podía discutir con ella.

—¿Qué le ha pasado a la nueva _________? ¿La _________ que no deja que la mandoneen así como así? —preguntó Demi mientras se acomodaba en la silla de madera de respaldo alto, enfrente de _________.

—Creo que se ha ido a mi luna de miel.

—No, esos son Zac y Vanessa.

—No me lo recuerdes. —_________ dejó caer la cabeza sobre la mesa.
Su teléfono emitió un timbrazo agudo.

—No —dijo _________ cuando Demi hizo amago de ir a contestar—. Seguro que es uno de esos pervertidos.

Como si descubrir a su marido tirándose a otra mujer en su banquete de boda no fuera suficiente, por alguna razón la prensa amarilla nacional había decidido publicar la historia de __________. En lo que debía de ser una semana increíblemente lenta para las noticias sobre celebridades, __________ había aparecido en un artículo llamado «La heredera se vuelve loca». Un invitado de lo más atento les había proporcionado a los tabloides varias fotos indiscretas, incluyendo una de _________ con el velo torcido, el vestido rasgado y manchado de vino tinto y una expresión rabiosa en la cara mientras estrellaba la tarta en la cara de Zac. Durante los últimos días la habían acosado con llamadas telefónicas y cada uno de sus movimientos había sido perseguido por fotógrafos mientras la prensa amarilla intentaba pintarla —a ella, la aburrida y obediente _________ _________ (Tu Apellido)— como la siguiente Paris Hilton.

Gracias a Dios que nadie —salvo Demi, por supuesto— sabía lo que había ocurrido con Kevin. Seguro que la habrían desheredado.

Cosa que, había que admitirlo, tenía su atractivo en esos instantes, con su madre llamándola cincuenta veces al día, histérica perdida, y su padre casi tantas veces como su madre, aunque su actitud era mucho más fría y mordaz cuando le reprochaba el desastre que había provocado en público.
Y Zac, que era el que los había metido a todos en aquel Lío, no estaba sufriendo ni una sola de las consecuencias; no, él se dedicaba a disfrutar de sus cócteles en Fiji mientras su nueva novia lo untaba con aceite de coco. Para cuando volviera, el fiasco entero ya se habría olvidado.
Ya que lo pensaba, salir de la ciudad hasta que el mundo se olvidara del escándalo de su boda parecía una buena estrategia.

—Antes de que se me olvide, también te he traído esto. —Demi metió la mano en su maletín y sacó un grueso sobre de color manila—. Son los papeles de la anulación. Le pedí a una de las socias que les echara un vistazo y dijo que todo parece en orden. Lo único que tienes que hacer es firmar.
_________ firmó con tal entusiasmo que el bolígrafo dejó una huella en el acabado rústico de la madera de la mesa de la cocina.

—Y has salido en US Weekly —dijo Demi al tiempo que tiraba la revista encima de los documentos legales.

La revista estaba abierta por una foto de _________, sin maquillaje y con la ropa que se ponía para salir a correr, cuando había salido a buscar su latte matinal habitual. Se la habían hecho a menos de una manzana de su apartamento.

—Tienes razón, tengo que salir de aquí —gimió _________.

—Como siempre, voy un paso por delante de ti. —Demi sacó otro sobre de su maletín y lo abrió con un floreo—. Me he tomado la libertad de reservarte, a la nueva y mejorada _________, con sus agallas y todo, una semana de estancia en el ultra lujoso complejo turístico de Cayo Holley, en el paraíso tropical de las Islas Vírgenes estadounidenses.
_________ levantó la cabeza de golpe.

—¿Que has hecho qué?

—No te preocupes, usé tu tarjeta de crédito. Sabes que te quiero como a una hermana, pero veinte mil a la semana es un poco carillo para una simple muchacha adjunta de segundo año.

—No puedo ir allí, es el hotel de Kevin. Sí voy allí y alguien lo averigua, la prensa se lo va a pasar en grande. Esto —_________ agitó el ejemplar de US Weekly bajo la nariz de Demi— no será nada en comparación con el caos que se puede armar. Por no hablar de mis padres, que son capaces de matarme.

—¿Y qué? —se burló Demi—. Qué quieres que te diga, sí les hubiera preocupado un poco más tu felicidad y un poco menos las acciones y el estatus social, jamás te habrías casado con Zac ya en primer lugar. Así que, en realidad, todo este desastre es culpa suya. No sé por qué te preocupa tanto protegerlos.

Demetria había crecido en un barrio acomodado de clase media alta de las afueras de Nueva York y jamás podría comprender la presión a la que se veía sometida _________ para mantener cierta posición social. No obstante, _________ sabía que tenía su punto de razón. No era de extrañar que Demi estuviera en camino de convertirse en socia de su bufete en muy poco tiempo.
—Además —continuó—, ¿quién va a enterarse? Yo, desde luego, no pienso decírselo a nadie, ¿y Cayo Holley no es famoso por su discreción? A ver, cuando Brad y Angelina estuvieron allí, nadie se enteró siquiera hasta un mes después de que se fueran.

Era cierto. Uno de los puntos fuertes más importantes de Cayo Holley, sobre todo para las celebridades, era que la prensa nunca parecía ser capaz de encontrar a nadie allí.
Quizá fuera posible desaparecer, aunque solo fuera una semana. Una sonrisa cruzó el rostro de Demi.

—No suena nada mal, ¿eh? —Tomó el satinado folleto—. «Haremos todos los esfuerzos necesarios para garantizar el placer y la satisfacción de nuestros clientes». —Demi meneó las cejas—. Y por la expresión de tu cara, estás recordando con toda exactitud los «esfuerzos» que hará Kevin, ¿no?

_________ sintió que se ponía roja bajo la sonrisa cómplice y satisfecha de Demi. Quizá fuera la nueva _________, pero seguía sin estar demasiado orgullosa de haberse acostado con el padrino en su noche de bodas, y eso fue lo que dijo.
Demi desechó todas sus objeciones con un gesto de la mano.

—Si alguien se merecía un buen polvo con un buen hombre, esa eras tú. Deberías estar orgullosa de ti misma por tomar la iniciativa.

—No creo que una simple aventura de una noche sea algo de lo que pueda estar orgullosa —gruñó _________. Pero no pudo evitar sonreír al recordar la susodicha noche. De acuerdo, quizá se sentía un poco orgullosa de sí misma.

—Está bien, bórrate esa sonrisa de éxtasis de la cara. No tienes que restregarme en la cara todo ese buen sexo, sobre todo cuando hace siglos que yo no lo pruebo.

_________ lo dudaba mucho, dada la activa agenda de Demi, que no pasaba noche sin cita.

—Nada de buen sexo —dijo, incapaz de resistir la oportunidad de mofarse de su amiga—. Sexo asombroso. Perfecto y asombroso.

—Entonces no entiendo por qué no te estás dirigiendo ahora mismo al aeropuerto como un misil crucero.

La sonrisa de __________ se desvaneció al recordar aquella mañana, cuando se había despertado sola en la cama revuelta que todavía olía a Kevin y a sexo. Una única hoja de papel estaba doblada en la almohada, a su lado.

Tengo que tomar un vuelo muy temprano. Ha sido estupendo verte otra vez. Gracias por una noche extraordinaria. Pásate a verme cuando necesites un respiro de ese mundo de locos, Kevin.
Cuánta emoción, ni que se hubieran pasado la noche tomando un café. _________ estaba convencida de que Kevin se lo había pasado bien, tenía tres envoltorios vacíos de condones y los músculos doloridos que lo demostraban. Está bien, así que le decía que fuera a visitarlo. Pero estaba bastante segura de que solo lo había dicho porque sabía que ella no le tomaría la palabra. Y desde luego no la esperaría allí menos de un mes más tarde.

—Tuvimos nuestra noche —dijo _________— y ninguno de los dos tenía intención de llevar las cosas más allá. No quiero pasarme. —Arrugó la nariz al pensar en la potencial incomodidad de la situación—. No quiero que piense que estoy… no sé, acosándolo o algo así.
Demi desechó las protestas de su amiga con la mano.

—Oye, los planes cambian. ¿Quieres o no quieres verlo otra vez? —dijo la eterna optimista.

—Sería genial, pero estoy en plenos trámites de anulación. Lo último que me hace falta es involucrarme con alguien nada más anular mi matrimonio.

—¿Quién ha dicho nada de involucrarse con alguien? Yo estoy hablando de una semana en un paraíso tropical con un hombre que está de escándalo. ¿Por qué no te das un caprichito? Y para cuando vuelvas, la anulación será definitiva y la prensa habrá pasado ya al siguiente pedazo de mierda de la semana. Entretanto, tú podrás presumir de saber que el verdadero escándalo (que te estás acostando con Kevin), seguirá siendo alto secreto.
_________ jugueteó con el folleto, pensándoselo.

—Estás ofreciendo sexo sin ataduras, no hay hombre que rechace eso —la animó Demi—. Y por lo que he leído sobre ese sitio, si Kevin está lo bastante loco como para rechazar la oferta, no tendrás problemas para encontrar un sustituto adecuado.

_________ arrugó la nariz al oír eso. Kevin había estado en lo cierto sobre una cosa. El sexo casual no era lo suyo y ella no se había planteado de esa forma la noche que había pasado con Kevin. Una cosa era el sexo sin complicaciones con un viejo amigo, y otra muy diferente hacérselo con un completo desconocido.

Pero…

—Sería agradable poder pasar un tiempo sola en la playa para plantearme las cosas —admitió ________.
Demi vio que su amiga se estaba rindiendo y esbozó una gran sonrisa.

—Vamos a hacer las maletas.

Dado que ya las había hecho para su luna de miel, __________ supuso que ya estaba casi lista para irse, pero Demi no pensaba lo mismo.

—Oh, Dios mío, ¿pero qué es esto? —Demi sacó el vestido tubo nuevo de _________, negro, de lino, y los pantalones cortos de color caqui—. ¿Nos vamos a la playa con la abuelita Paz? ¿Y esto? —Levantó la ofensiva prenda, una camisa de acampada con un estampado tropical—. Por favor, dime que no es de Tommy Bahama.

—¿Qué? Esa ropa no está tan mal.

—Claro, no está tan mal si quieres encajar en un viaje de pensionistas.

—Demi lanzó un bufido desdeñoso cuando vio el mono que __________ había metido en la maleta.

Esa tarde Demi la llevó a hacer un maratón de compras, intercalado con una serie completa de tratamientos de belleza en uno de los salones más exclusivos de San Francisco.

—¿Estás completamente segura de que necesito unas ingles brasileñas?

—había preguntado _________, no muy segura, después de que la
esteticista le explicara el procedimiento con todo detalle.
Demi se mantuvo firme.

—Por supuesto. Aunque insistieras en ponerte el bikini más recatado del mundo. —Demi puso los ojos en blanco ante el persistente conservadurismo de _________—. Más vale prevenir que lamentar. Es más fácil relajarse cuando no te estás preocupando por pelitos perdidos.
Pues mira, por eso no iba a tener que preocuparse, pensó ___________ más tarde cuando salió con una mueca de la sala de tratamientos, despojada de todo vello salvo por un pequeño trozo sobre el monte de Venus.

Después pusieron rumbo a Nordstrom, donde Demi se había pagado los estudios de Derecho trabajando como asesora de compras personal. No había nada que le gustara más que gastar el dinero de otros, así que se lo pasó en grande despojando a ___________ de su exquisito y elegante estilo. Al final del día, el guardarropa que se llevaba _________ de vacaciones estaba tan bien provisto que tendría que cambiarse de conjunto cinco veces al día para llegar a ponérselo todo.
Demi había cargado el equipaje Louis Vuitton de ___________ con coquetos vestiditos de Chloe y Valentino, lencería de La Perla, sexys sandalias de tiras de Jimmy Choo y lo que tenía que ser la caja de condones más grande del mundo. Y esa mañana había dejado a __________ en el aeropuerto internacional de San Francisco con la advertencia de que no se olvidara de la protección solar cuando estuviera follando como una loca en la playa.

__________ cerró los ojos y sintió que la tensión abandonaba su cuerpo mientras el ferry atravesaba las tranquilas aguas azules. El murmullo de los otros huéspedes aumentó de volumen y, cuando abrió los ojos, vio que se estaban acercando al muelle de Cayo Holley.
Se diría que tras haberse criado visitando y trabajando en algunos de los mejores complejos turísticos del mundo, ___________ tendría que haber sido inmune a las vistas. No obstante, se le escapó un silbido bajo de admiración al contemplar por primera vez los dominios de Kevin.

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Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Empty
MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 16th 2011, 13:51









Capitulo 5







Era exactamente igual que en el folleto, solo que las fotos jamás podrían transmitir el aroma del mar, la calidez del sol o el ritmo tranquilizador de las olas que lamían la costa con suavidad. Un enorme edificio principal rosa pálido se encaramaba en una colina, sobre la playa. Unos cuantos chalés de varios tamaños, desde cabañas pequeñas a casi mansiones, se acurrucaban entre las palmeras. La playa, de arena blanca como el azúcar, se extendía a lo largo de centenares de metros y los huéspedes ocupaban tumbonas y sombrillas instaladas de modo que garantizaran espacio y privacidad suficientes. _________ sabía que había varias playas más, más pequeñas y aisladas alrededor de la isla, incluyendo la que estaba justo delante del bungalow que Demi le había reservado. Estaba deseando darse su primer baño en aquel mar cálido y transparente como el cristal.
No vio a Kevin hasta que ya casi estaban en el muelle. Cerca había amarrados varios yates. Algunos debían de pertenecer a los huéspedes del hotel pero la mayoría, según había leído __________ en el folleto, pertenecían al complejo turístico y estaban a disposición de los huéspedes, que los podían reservar para hacer excursiones privadas.

—Kevin, te has superado a ti mismo —dijo ________ por lo bajo cuando el ferry atracó en el muelle.

Y allí estaba, esperando para recibir a los recién llegados, como un Mr. Roarke moderno de la serie La Isla de la Fantasía. Pero en lugar de un traje blanco, Kevin era la encarnación de la despreocupación isleña. Una camisa blanca suelta, que resaltaba sus musculos y anchos hombros dorados y que no se había molestado en metérsela bajo los pantalones cortos trigueños. En los grandes y bronceados pies lucía unas chancletas y había ocultado los ojos tras un par de gafas de sol con cristales de espejo.
Por no hablar de que era mucho más sexy de lo que Mr. Roarke había sido jamás. Su cabello, del color del castaño, estaba veteado de dorado por el sol del Caribe y tenía un cuerpo duro y bronceado. Exudaba un carisma masculino que iba más allá de la simple belleza. Y _________ ya sabía de primera mano que aquel hombre era muy capaz de convertir todas sus fantasías en realidad.

—Oh, Dios mío —exclamó una rubia alta dirigiéndose a su grupo de tres amigas—. ¿Ese es el propietario? Está que cruje.
Al parecer ________ no era la única que lo pensaba.

—Sí, ese es Kevin Jonas. Fue el que construyó este sitio de la nada.

—__________ hizo una mueca al oírse. Parecía una madre orgullosa de su pequeño.

—He oído decir que vino aquí con unos cuantos amigos y volvió a casa con un proyecto empresarial —dijo la rubia de la sonrisa agradable—. Claro que con sus contactos tampoco sorprende tanto su triunfo.

—Este sitio no tiene nada que ver con los complejos turísticos D&D, si es lo que crees —dijo _________—. Lo hizo todo solo, sin la ayuda ni la influencia de su padre.

—Da la sensación de que lo conoces bastante bien—dijo la rubia. Sus tres amigas también estaban mirando a _________ cuando el grupo se dirigió a la parte delantera del ferry.

Ah, genial, bonita forma de pasar desapercibida.

—Nuestras familias se conocen —contestó con la esperanza de que no le pidieran más detalles.

La rubia abrió mucho los ojos.

—¡Espera, ya sé quién eres! ¡Eres ________ ________ (Tu Apellido)! Yo soy Ashley, por cierto. —La rubia le tendió la mano—. He leído algo sobre ti en… el Chronicle. Me refiero a tu boda. Vi el reportaje en el Chronicle.
_________ agradeció el intento de decir las cosas con tacto pero estaba bastante segura de que Ashley la había reconocido por alguna publicación mucho menos reputada que el periódico de San Francisco.

—¿Eres de San Francisco?

—De Napa, en realidad. Mi padre tiene una bodega. —Ashley mencionó un viñedo que a __________ le sonaba—. Solo quiero decir que te admiro mucho. Zachary Jonas es un auténtico cabrón y se merecía algo mucho peor que un poco de tarta en la cara.
Sus amigas asintieron y se mostraron de acuerdo entre murmullos.

La sonrisa de _________ se iluminó. Quizá la hubieran descubierto pero al menos esas mujeres parecían inclinadas a ser aliadas más que enemigas.

—Gracias. Estoy segura de que vieron todo lo que han estado publicando sobre mí. —Las chicas hicieron unas cuantas muecas comprensivas—. Parte de la razón de venir aquí es para alejarme de todo eso así que les agradecería mucho que no le dijeran a nadie en casa que estoy aquí.
Ashley pareció casi ofendida ante semejante sugerencia.

—Pues claro que no. Te mereces un auténtico respiro de toda esa locura. No diremos ni una sola palabra. —Miró a sus amigas en busca de asentimiento y clavó sobre todo los ojos en una morena alta de aspecto hosco que, la verdad, parecía aburrida con toda aquella charla. A _________ la cara le resultaba vagamente conocida pero no terminaba de ubicarla.

—Yo me voy a casar dentro de unas semanas, esta es mi despedida de soltera. —Ashley presentó con rapidez al resto del grupo antes de continuar—. Sé lo mucho que afecta el jaleo de organizar la boda. Hay que tenerlos muy bien puestos para plantarse delante de todo el mundo y decir a la mierda con todo, ¿sabes?
_
________ no pudo evitarlo: Ashley y sus modales bruscos pero cordiales le cayeron de maravilla. A ella nunca se le había dado muy bien hacerse valer y era agradable que alguien, aunque fuera una perfecta desconocida, la respaldara.

—Estás aquí sola, ¿no?
_________ asintió.

—Sí, me estoy tomando un respiro de la realidad mientras espero a que mi anulación sea definitiva.

Las cuatro chicas lanzaron una risita de comprensión o asintieron compasivas.

Lindsay, una pelirroja de aspecto atlético, le dio unas amables palmadas a _________ en el hombro.

—Bueno, si decides que quieres compañía, ven a buscarnos. Ashley no puede hacer nada —Lindsay le lanzó una mirada a un grupo de cuatro tipos guapos que reunían su equipaje tras ellas—, pero te garantizo que las demás nos lo vamos a pasar en grande.

—Lo tendré en cuenta —dijo _________ con una sonrisa.
__________ sintió que se quedaba sin aliento cuando ella y los demás huéspedes bajaron al muelle. Cada vez estaba más cerca del sitio donde aguardaba Kevin. El primo de Kevin, David, un hombre muy guapo con el cabello oscuro y corto, permanecía a su lado con un una camisa blanca igual que Kevin y unos sencillos pantalones cortos.

__________ se hizo a un lado a toda prisa para comprobar su aspecto y dejó que varios huéspedes más pasaran por delante. Se acomodó el cabello y se pasó por la nariz varios papelitos secantes. Con sol o sin él, __________ no quería que Kevin la viera sudorosa. Por lo menos todavía no.
¿Qué le diría? Estaría contento de verla, ¿no? Después de todo, como había dicho Demi, le estaba ofreciendo sexo sin compromisos, ¿qué hombre con sangre en las venas le diría que no a eso? ¿Sobre todo cuando los dos sabían lo formidable que sería?

Con todo, __________ era incapaz de deshacerse de esa pequeña y molesta incertidumbre que le carcomía el estómago. Respiró hondo para darse ánimos, se colgó del hombro la correa de su bolso de Vuitton y bajó al muelle.
Kevin luchó por mantener la sonrisa cordial y cortés mientras saludaba a los veinticinco nuevos huéspedes que acababan de llegar. Agradeció las gafas de sol que ocultaban las bolsas bajo los ojos inyectados en sangre. Se suponía que debía transmitir una imagen de lujo y relajación y no quedaría muy bien que los huéspedes lo vieran tan ojeroso.

—Sonríe —le siseó entre sonrisas David, su primo y subdirector del complejo turístico.

—Estoy sonriendo —le siseó Kevin a su vez.

—No, no estás sonriendo. Estás enseñando los dientes.

Kevin hizo un esfuerzo y levantó las comisuras de la boca.

—Eso está mejor—dijo su primo.

Kevin suspiró y les estrechó las manos a una pareja de Londres. Él era músico o algo así. Tampoco importaba mucho. Parte del atractivo que tenía Cayo Holley para los ricos y famosos era que el personal nunca dejaba entrever que les impresionaba la fama, si es que les impresionaba.

Espabila, hombre, se dijo. Ni siquiera estaban en temporada alta y ya estaba molido. Pero en los diez días transcurridos desde su regreso de San Francisco había perdido a su contable y a su director de catering. Y todo mientras intentaba planear la lujosa y ultra secreta boda de una de las actrices más populares de la televisión. Tanto él como David habían estado trabajando catorce horas al día para intentar no retrasarse.

No ayudaba mucho que cuando por fin caía en la cama, agotado, no pudiera dormir. No con las imágenes de __________ manteniéndolo despierto, y frustrado.

Había sido una auténtica estupidez llevársela a la cama. Daba igual que la agresora hubiera sido ella. Él tenía más experiencia y debería haber sabido que no era una buena idea. Pero _________ era tan guapa y tan dulce, y él llevaba tanto tiempo deseándola… Hacer el amor con ella —y eso era lo que había sido: no se la había tirado, no había sido un polvo, no simple sexo— había sido una de las experiencias más increíbles de su vida. Recordaba cada detalle de aquella noche, a qué sabía ________, a qué olía, cada movimiento de su hermoso cuerpo. Allí donde todas sus amantes se desvanecían en un contorno borroso aunque agradable, cada momento con _________ destacaba con una claridad brillante y diáfana. Hasta entonces _________ había existido de una forma vaga en su subconsciente y solo surgía para atormentarlo en sueños eróticos. Después de aquella noche los recuerdos de __________ invadían su conciencia como criaturas vivas. Su sabor, dulce y salado a la vez, la suavidad cremosa de la piel del interior de sus muslos, los jadeos pequeños y ardientes que estallaban entre sus labios cuando se corría, todo ello se repetía de forma incesante en su cabeza. Como un idiota cualquiera había creído que una noche con ella podría compensar todos aquellos años de lujuria insatisfecha, pero en lugar de eso lo había dejado dolorido, hambriento y deseando más, mucho más.

Pero por muchas veces que en los últimos diez días se hubiera planteado llamarla para invitarla a su hotel o meterse en un avión a San Francisco, Kevin sabía que lo mejor era no acercarse. Nada bueno podría salir de un idilio entre los dos y él estaba demasiado ocupado en esos momentos para arriesgarse a enredarse en la bonita telaraña de _________.

Optó por devolver su atención, no sin gran esfuerzo, a los huéspedes que se suponía que debía recibir y contempló el muelle para examinar al resto del grupo. Un grupo de cuatro mujeres, todas jóvenes y atractivas, se dirigían hacia él y Kevin intentó conjurar una chispa de interés. En el pasado había disfrutado de aventuras fugaces con sus clientes femeninos, de forma discreta, por supuesto. En lo que a él se refería, si una mujer guapa y soltera estaba buscando una aventura amorosa en la isla y el interés era mutuo, ¿quién era él para decir que no?

Quizá eso fuera lo que necesitaba, se dijo mientras examinaba a cada una de las mujeres. Alguien nuevo para quitarle el sabor de __________ de la boca. Pero mientras contemplaba a las mujeres, se encontró con que era incapaz de entusiasmarse mucho. Por Dios, ¿pero qué le pasaba? Se suponía que una noche con una mujer no te destrozaba la vida entera. De acuerdo, había sido una noche loca, ardiente y salvaje con la mujer que encarnaba todas las fantasías masculinas, adolescentes o adultas, que él había acariciado alguna vez, pero con todo…

Se encontraba saludando con toda cortesía al grupo de mujeres cuando su mirada se posó en la última pasajera que bajaba por el muelle. Tuvo la sensación de que le acababan de dar un puñetazo en el estómago. ¡No podía ser! Tenía que ser una alucinación inducida por el insomnio. Una mujer menuda con las gafas de cristales tintados de violeta de Gucci solo se parecía a __________. Llevaba el pelo suelto y rizado, y le caía un poco por debajo de la mandíbula. Vestía un top blanco sin espaldas ni mangas y una falda a juego por la cadera que le proporcionó a Kevin una bonita vista de un abdomen plano y bronceado y un ombligo decorado por una joya diminuta.

Cualquier fantasía absurda de que aquella pudiera ser __________ se desvaneció al instante. Kevin podía afirmar que tenía un conocimiento bastante íntimo del ombligo de __________ y no cabía duda de que allí no había habido ningún adorno.

La sonrisa de Kevin se convirtió en genuina cuando sintió los primeros atisbos de interés. Sabía que no podía tener a __________ pero no tenía nada de malo divertirse un poco con su sexy doble.
Al fin tuvo a la joven delante y sintió que se le escapaba todo el aire de los pulmones cuando la joven se quitó las gafas de sol.

Algo parecido a la alegría estalló en su vientre, seguido casi de inmediato por un nudo duro y frío de pavor. Era un milagro. Era un desastre. Estaba bien hasta las manos, de forma absoluta e irrevocable.
—Hola, Kevin —dijo __________ sin hacer caso de la mano que le había tendido el empresario y abrazándolo en su lugar—. Este sitio es asombroso y sé que me lo voy a pasar en grande aquí.


* * *


_________ dio un paso atrás y alzó la cabeza para mirar a Kevin a la cara. No era tan fácil. Cuando lo había rodeado con sus brazos había tenido que contenerse para no ocultar la cara en la V de piel que le dejaba al descubierto el cuello abierto de la camisa.

A __________ se le desvaneció la sonrisa cuando vio la expresión sombría del rostro masculino. La había animado tanto aquella sonrisa amplia con la que la había recibido que se había convencido de que él estaba tan contento de verla como ella de verlo a él. Pero en ese momento la miraba en silencio, con los ojos ocultos tras las gafas de sol y sus labios carnosos apretados en una mueca tensa.

—¿Qué estás haciendo aquí?

No era exactamente la bienvenida que __________ había esperado.

—Yo también me alegro mucho de verte, Kevin.

A pesar de las gafas de sol, _________ sintió los ojos masculinos que le recorrían el cuerpo entero y asimilaban el top sin mangas ni espalda que le dejaba el abdomen al aire. Sintió que se le endurecían los pezones bajo la fina tela de algodón y, no por primera vez, se cuestionó si había sido muy acertado seguir a ciegas el criterio de Demi.

—Confía en mí, __________ —había dicho Demi cuando _________ había protestado que no podía ponerse un sujetador con aquella camiseta—. Dios te ha bendecido con unos pechos perfectos. Son lo bastante grandes como para tener una bonita pechera pero no tanto como para parecer vulgar cuando vas sin sujetador.

___________ se había rendido pero en ese momento se sentía tan desnuda como si las manos de Kevin le hubieran quitado el top.

—Hola, David, también me alegro de verte otra vez —dijo _________ al tiempo que le tendía la mano al primo de Kevin.

David le lanzó a su primo una mirada desconcertada antes de contestar.

—Puesto que Kevin parece haber olvidado sus obligaciones como anfitrión, déjame que te ayude a instalarte. —Le dio a _________ la llave y un mapa para llegar a su quinta y le aseguró que su equipaje la estaría esperando en la habitación cuando llegase—. Si quieres esperar un momento —dijo David—, podemos llevarte en el carrito de golf.

_________ rechazó el ofrecimiento con cortesía, con la esperanza de que el paseo disipase la rabia que sentía enrollándose en su vientre. ¿Por qué se mostraba tan frío aquel hombre? Por un momento estuvo a punto de regresar al ferry de un salto y volver a casa. Nunca le había gustado causar problemas. Ni quedarse donde no era bienvenida.

Pero entonces irguió la columna. La vieja _________ quizá se hubiera dado la vuelta y echado a correr pero la nueva __________ no pensaba dejarse manejar. ¿Que Kevin no la quería allí? Muy bien. Como Lindsay había señalado en el ferry, había cosas de sobra para entretenerse en la isla.


* * *


Kevin observó a _________ marcharse con paso airado, hipnotizado por la elasticidad de aquel delicioso trasero que se movía bajo la falda. Resistió el impulso de ir tras ella y disculparse. Kevin había visto el dolor en los ojos de la joven, el modo en que había inundado su dulce y emocionada sonrisa. Su comportamiento había sido imperdonablemente grosero, se había comportado como un auténtico imbécil, pero _________ lo había agarrado desprevenido, maldita sea, había aparecido sin anunciarse, como una de sus ridículas fantasías hechas realidad. Y Kevin, que jamás había tenido ningún problema para conducirse con soltura entre las mujeres, se encontró de repente perdido por completo. Así que en lugar de acompañar a _________ hasta su quinta, se había quedado junto a David, intentando reagrupar sus fuerzas y averiguar cuál debía ser su próximo movimiento.

—¿Qué ha sido eso? —le preguntó David a Joe cuando __________ ya no pudo oírlos.

—Una complicación que no me hace ninguna falta ahora mismo.

—¿No acabas de volver de su boda? ¿Dónde está su marido?

—Deja el tema, David.

—Espera un momento, ¿ella y tú… en su boda? —David quizá se abstuviera de líos propios pero le encantaba vivir otros a través de Kevin.

—He dicho que dejes el tema. —Kevinsintió la tensión que se iba colando en su cuello con la promesa de un dolor de cabeza horrible si no se tomaba un Tylenol y dormía un poco en un futuro no demasiado lejano.

—Aja, parece que esta va a ser una semana muy divertida.
___________ se echó una última mirada en el espejo y se colocó bien los tirantes de la camisola de color rosa pálido. El escote ligeramente fruncido evitaba que la seda se le pegara demasiado al torso, y casi mejor, ya que el top y la falda a juego en seda y gasa era otro conjunto que requería la ausencia de sujetador. De hecho, el modo que tenía la falda de pegarse a su cuerpo apenas permitía tampoco otra ropa interior pero Demi le había asegurado que podía ponerse sin problemas una de sus nuevas tangas.

Lo que ya en sí era toda una aventura. Después de pasarse la mayor parte de su vida intentando evitar que las bragas se le metieran por el trasero, no era fácil acostumbrarse a tener una tira de tela metida continuamente por ahí.

Aunque tenía que admitir, pensó mientras examinaba su reflejo, que estaba guapa. Sexy pero con gusto. El color rosa pálido de la seda la favorecía y hacía resaltar el dorado recién adquirido de su piel, cortesía del tratamiento autobronceador que había recibido después de la depilación con cera, proceso que le había parecido un tanto invasivo. La sedosa caída de la tela hacía resaltar su poco impresionante busto mientras disimulaba de una forma milagrosa lo que ella siempre había considerado un culo demasiado respingón.

Un último retoque con su brillo de labios MAC favorito y estaría lista para enfrentarse con Kevin.

El corto paseo de esa tarde hasta la quinta no había servido de mucho a la hora de enfriar su irritación, pero la tensión había comenzado a desvanecerse en cuanto había puesto un pie dentro de la frescura proporcionada por el aire acondicionado de la casita. Los muebles de mimbre suntuosos pero cómodos del chalé, la inmensa cama de matrimonio con su mosquitera y lo que era más importante, la bellísima playa de arena blanca que tenía justo delante de la terraza, hizo maravillas con su enfado, ¿Para qué iba a perder el tiempo dándole vueltas al poco entusiasta recibimiento de Kevin cuando tenía todo aquel lujo a su disposición?

Pero después de repasar todos los servicios que ofrecía el complejo, __________ no pudo evitar desear que la respuesta de Kevin hubiera sido un poco más efusiva. Además de la variedad habitual de servicios que se ofrecían en el spa, Cayo Holley también ofrecía tratamientos solo para parejas en los que los amantes podían darse masajes uno a otro y envolverse en miel o darse saunas privados o baños de vapor. Y el menú del servicio de habitaciones incluía un surtido de cestas con regalitos que iban desde condones a aceites para masajes de diferentes sabores, pasando por esposas y anillos para el pene.

Kevin esposado a la cama y cubierto de aceite con sabor a coco. La sola idea envió una oleada de calor por los muslos de _________.

Después de deshacer las maletas se puso el más modesto de sus nuevos bikinis y fue a darse un baño relajado en el mar, ¿Cuándo había sido la última vez que había disfrutado de unas vacaciones de verdad? Era cierto que había visitado más complejos turísticos de cinco estrellas de los que podía contar, pero siempre estaba trabajando o tanteando a la competencia. No recordaba la última vez que había llegado a un sitio bonito y no había tenido nada mejor que hacer que ir a nadar o echarse una siesta bajo el cálido sol tropical.

Pero había llegado el momento de enfrentarse a la realidad, en forma de Kevin. Esa noche se celebraba el cóctel de bienvenida en el restaurante de la playa del complejo. Kevin tendría que estar allí, dado que era el anfitrión oficial.

Se le hizo un nudo en el vientre, una mezcla de anticipación y aprensión. Lo único que tenía que hacer era hablar con él a solas un par de minutos, explicarle que lo único que quería de él eran un par de semanas relajantes, nada más.

En deferencia a los tacones de siete centímetros y medio de sus sandalias de cuentas doradas, __________ utilizó el carrito de golf cortesía de la quinta para, salvar la corta distancia que la separaba del cóctel.





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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 16th 2011, 15:02

por favor te lo suplico
siguela!!!!
en serio esta buenisima
y luego con kevin!!
ke esta waoooooo
jeje...
Twisted Evil
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MaferCastilloJonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 16th 2011, 15:36

yo quieroooooooooooo mas mas mas mas massss! Por favor siguela! Las noves que pones son demasiado buenaa! la he leido todas todasss! Gracias por favor sube cap rapido siii! Smile Very Happy
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Andrea-JB-Nick Jonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitimeAgosto 17th 2011, 04:42

Hola Marha!!!!! Perdon por no pasar antes
pero de verdaad no he tenido tiempo.....pero aaqui estoy
y pasare mas seguido!!!!

Me encantaaron de verdad los capis esttan geniales, es tan
lindo Kevin y me parece que ha encajaado perfecto la histooria...
Para mi debes de seguirla y esperoo que lo haagas..

Me encantariaa que me mandaras las otras sinopsis por Mp con gusto
las leere, ya que las adaptaciones que subes siempre son espectaculare y
las mejores!!!!

Te dejo muchos besos y cuidate!! Ahh y porfa SIGUELA, PON CAP HOY!!!








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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] Icon_minitime

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