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 Robado. Kevin&Tú.

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DrawyoursmileJB
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DrawyoursmileJB


Cantidad de envíos : 143
Fecha de inscripción : 29/06/2012

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MensajeTema: Robado. Kevin&Tú.    Robado. Kevin&Tú.  Icon_minitimeAgosto 2nd 2012, 03:35

Robado



La primera vez que robé algo fue por una apuesta. Tenía quince años y era temeraria, estaba decidida a demostrar que podía ser una chica mala. Mi mejor amiga, Jody, me retó a tomar un paquete de chicles de un supermercado. En retrospectiva, me sorprende que mi torpe esfuerzo no me llevara a la cárcel. No era una misión encubierta, pero lo hice.
Lo hice, me encantó, y he estado robando desde entonces.
Por lo general es algo pequeño, sólo lo suficiente para darme la subida de adrenalina. Con los años, he llegado a ser una buena carterista, lo que requiere un poco más de atrevimiento y mucha más suavidad. Nunca me han atrapado y supongo que eso es parte de la emoción.
Cada vez que tomo algo, tengo que preguntarme si este será el día en que mi suerte se acabará.
Esta es la historia del día que le robe al hombre equivocado.

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DrawyoursmileJB
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DrawyoursmileJB


Cantidad de envíos : 143
Fecha de inscripción : 29/06/2012

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MensajeTema: Robado.   Robado. Kevin&Tú.  Icon_minitimeAgosto 2nd 2012, 03:52

En el presente. En el metro. Washington, D.C.
La primera vez que robé algo fue por una apuesta. Tenía quince años y era
temeraria, decidida a demostrar que podía ser un grano en el culo. Mi mejor amiga
Jody me retó a tomar un paquete de chicles del Handy Mart. En retrospectiva, me
sorprende que mi torpe esfuerzo no me metiera en la cárcel. No era una misión
encubierta, pero lo hice. Lo hice, me encantó y he estado robando desde entonces.
Por lo general es algo pequeño, lo suficiente para inyectarme adrenalina. Con los
años, me he graduado de carterista, lo que requiere ser un poco más atrevida y
refinada. Nunca me han atrapado y supongo que eso es parte de la emoción. Cada
vez que tomo algo me pregunto si este es el día en que mi suerte se acabará.
—Disculpe, ¿señor? ¿Le importaría si me siento? —El joven hombre de negocios
que he elegido como mi próximo objetivo ha estado sentado en silencio, leyendo el
periódico durante todo el viaje en metro. Normalmente no hago esto hasta que
estoy a punto de bajar del tren, pero hoy estoy inquieta. Puedo sentir el deseo de
atrapar algo aumentando en mí, una oleada de adrenalina que no me dará ningún
descanso hasta que la apacigüe.
—No, nadie está sentado aquí. —Se mueve, dejando el asiento del pasillo vacío. El
lugar está caliente cuando me siento. Me excita un poco sentir el calor de su cuerpo
sobre mi raja dolorida. Verán, robar me da algo más que un subidón de adrenalina,
me pone tan húmeda que literalmente pálpito entre las piernas. Es el afrodisíaco
más potente que he encontrado. Nada más me hace sentir de esta manera. Es por
eso que es tan difícil para mí dejarlo.
—Hoy ha sido un día bonito. Espero que el buen clima continúe. —He aprendido
que la conversación estúpida funciona mejor. Nada inusual o distintivo, nada que
haría que una persona mirara dos veces. Las mismas palabras, las mismas líneas
que este hombre ha oído hoy, probablemente una docena de veces.
Buen clima el que estamos teniendo ¿no es así? Que tenga un buen día, señor.
Usted también.
No destaco mucho, así que para mí ya me vale. Una chica de pelo castaño, ojos
marrones y con un tono de piel bronceado no destaca demasiado. La única cosa
que me distingue, es mi figura.
Mi aversión a la dieta, afortunadamente, se traduce en grandes pechos redondeados
y un culo curvilíneo. Tenía un novio que le encantaban tanto mis pechos que
podría pasar horas acariciándolos, rodando los firmes pezones rosados entre sus
dedos antes de deslizar su polla en el valle de mi escote. Disfrutaba del poder
erótico que tenía sobre él más que el propio sexo. Mi coño había sido muy
descuidado, mientras yo salía con él.
Cuando el tren se sacude en un giro particularmente cerrado, permito que mi
cuerpo caiga en el del extraño. Me mira un momento y nuestras miradas se
encuentran. Esta es la parte donde me apresuro a pedir disculpas.
Lo siento, perdón, ¡oh!, perdón.
Es tan fácil en este punto sumergir la mano en una bolsa, tomar una cartera de un
bolsillo… Sólo que esta vez no puedo hacerlo. Él tiene el par de ojos más hermosos
que jamás he visto. Son de un profundo color marrón oscuro con manchas más
claras alrededor del iris. No es tanto el color sino la intensidad que veo allí. Cuando
me mira, no es con la falta de interés ocasional de un extraño. Me mira como si
realmente me viera. Es un sentimiento poderoso. Por un momento el tiempo se
contrae y me encuentro suspendida en su mirada. Entonces mira hacia otro lado.
Un repentino y agudo pinchazo de lujuria me recorre, dejando mis emociones
desmesuradamente abiertas. Nunca he sentido un deseo físico tan fuerte como el
deseo que tengo de robar. Me doy cuenta entonces que la emoción que recibo de
robar es lo que otros reciben del sexo. Todo el deseo que ha estado contenido
dentro de mí durante años se ha despertado a causa de este extraño. Cada poro de
mi cuerpo está hormigueando, sediento de contacto. Sediento de él.
— ¿Está bien, señorita? —Me mira como si estuviera loca. En el fondo de mi
mente, ya sé que lo he echado a perder, pero algo se apodera de mí. Deslizo mi
mano en su bolsillo y tomo su cartera de todos modos.
—Estoy bien. Es sólo que hace un poco de calor aquí dentro. —Tomo mi bolso y
me levanto a toda prisa. Nunca he tenido este tipo de reacción intensa hacia un
hombre antes. Siempre tengo el control. Elijo hombres que quieren lo mismo que
yo, sin ataduras sexuales y encuentros crudos y salvajes. Ahora estoy perdiendo el
control, en un paseo en montaña rusa a un destino desconocido.
Sus ojos me siguen mientras hago mi camino hacia la puerta. Si puedo salir de este
maldito vagón de metro, voy a estar bien. Tengo la suerte de que no me pilló in
fraganti, cuando he tomado su cartera. A pesar de mi inusual predilección, no
tengo ningún interés en ir a la cárcel. Vivo una vida aburrida, de tacones y faldas,
de nueve a cinco, que paga sus impuestos. No soy del tipo que va a la cárcel.
Las puertas se abren... Por favor espere que los pasajeros salgan antes de abordar el tren...
La voz mecánica apenas se registra cuando las puertas se abren y tropiezo para
salir. Una marea de gente fluye a mi alrededor buscando la salida. En cuestión de
minutos, el andén del metro está vacío.
—Eso fue bastante valiente. —Salto al oír la inesperada voz detrás de mí. Me doy
la vuelta y él está allí, el magnético y atractivo hombre del tren. Es más alto de lo
que esperaba, seguramente por encima del metro ochenta. Cabello castaño
profundo, tan oscuro como el café, cae sobre su frente. Sus ojos, esos ojos
magnéticos, seductores, son tan oscuros como su pelo con gruesas pestañas que
pondrían celosa a cualquier mujer. Su piel es de un bronce oscuro. —No me
hubiera dado cuenta excepto cuando me miraste a los ojos. ¿Nadie te enseñó a no
mirar a tu objetivo a los ojos? —. Se eleva por encima de mí, mirando hacia abajo
al escote de mi blusa. Me han dicho que tengo el tipo de escote en el que un hombre
podría perderse. Al parecer, aprecia la vista, porque sus ojos permanecen en los
duros puntos de mis pezones durante un tiempo antes de mirar hacia arriba de
nuevo.
—No tengo ni idea de qué estás hablando. —Retrocedo lentamente. Yo viajo en el
metro por la noche regularmente y, por lo general, tengo más sentido que quedarme
atrapada inconscientemente en un andén vacío. Es más de medianoche y los metros
no funcionan con tanta frecuencia, por lo que podría pasar bastante tiempo antes de
que alguien se presente. Él se ríe, el sonido oscuro envía un escalofrío por mi piel.
—No estoy enojado. Caray, estoy casi impresionado. —Desliza un dedo sobre mi
brazo y me estremezco ante el suave roce de su dedo sobre mi carne—. Pero, sin
embargo, tienes algo que me pertenece y lo necesito de vuelta. —Algo en mí está
demasiado dividido, demasiado desnudo en torno a este hombre. Ni siquiera me
molesto en negarlo. Acabo por sacar su billetera de mi bolsillo y se la devuelvo—.
Ponla en mi bolsillo —susurra. Me estremezco con las imágenes eróticas que corren
por mi mente. ¿Qué tan fácil sería alcanzar sus pantalones y sacar la polla dura que
sé que me está esperando? Podría caer de rodillas y llevarla a mi boca—. Adelante.
Tú la sacaste, por lo que deberías ser tú quien la ponga de nuevo —gruñe. Cuando
doy un paso tentativo hacia adelante sus ojos brillan con triunfo. Me está probando
y me siento impotente para resistirlo. Debería huir o tirarle la estúpida cartera a la
cabeza, pero no hago ninguna de esas dos cosas. En lugar de eso doy un paso
adelante y lentamente deslizo mi mano en su bolsillo. Rozo la dura longitud de su
pene y deja escapar un gemido. No protesta cuando saco mi mano de su bolsillo y
desabrocho sus pantalones. Quiero sentir la impresionante erección que sé que se
esconde debajo de la tela. Todo lo que toma es un tirón en sus calzoncillos y sale
como una deliciosa sorpresa. Deslizo mis dedos sobre toda la longitud, mi coño se
aprieta, cuando me doy cuenta cuan dotado está. Me deslizo hacia abajo y acuno
sus bolas en la mano. Su respiración se detiene, mientras acaricio las pesadas
bolsas. Mis labios se curvan cuando me deleito por mi poder sobre él. Él puede dar
las órdenes, pero yo soy quien lo tiene por las pelotas. Literalmente.
— ¿Vas a entregarme a la policía? —digo en broma. Ni siquiera estoy segura a qué
juego estamos jugando, pero estoy increíblemente encendida.
—Oh, no, no creo que la cárcel te haga mucho bien. No estás haciendo cosas
malas, porque no conoces nada mejor y necesitas rehabilitación. Haces cosas malas
porque te gusta. ¿No es así? —Me mira y se lame los labios. Aprieto su polla,
siendo premiada con su gemido gutural.
—Me gusta hacer cosas malas. Nunca pensé que disfrutaría tanto de ser atrapada.
—Me dejo caer de rodillas y tomo su pene hasta que llega a la parte posterior de mi
garganta. Sabe a sal y a hombre. Arremolino mi lengua alrededor de la cabeza unas
cuantas veces, recogiendo el líquido perlado que se filtra por la punta. Su sabor es
tan condenadamente bueno que acaba de ponerme más húmeda el tenerlo en la
boca. Subo y bajo sobre su polla, yendo más lejos cada vez, hasta que está
golpeando la parte posterior de mi garganta cada vez que lo tengo dentro. Gruñe
cada vez que tomo su longitud, una de sus manos se enreda en mi pelo.
—Chúpalo —me dice—. Chúpalo duro. —Estoy más que feliz de hacerlo,
ahuecando las mejillas y chupándolo como si fuera un caramelo. Su cabeza cae
hacia atrás sobre sus hombros y sus piernas tiemblan un poco—. Maldita sea, chica,
tienes una boca hecha para follar. —Sacude la cabeza con fuerza, como para
despejar la neblina sexual en la que hemos caído. Yo también lo siento, es como
una niebla a través de la que apenas puedo ver. Sé cómo llegué aquí, pero no tengo
idea de cómo diablos salir—. Esto es lo que va a pasar. No me gusta ser robado
pero teniendo en cuenta las circunstancias, creo que sé exactamente el castigo para
ti. Quiero que gires tu cabeza ligeramente hacia la derecha y mires hacia arriba. ¿Lo
ves?
Casualmente miro hacia la derecha y en el nivel superior de la plataforma del metro
veo lo que le ha llamado la atención. Un empleado del metro, un joven que parece
de la edad de ir a la universidad, nos está mirando. Es obvio que sabe lo que
estamos haciendo porque está escondido parcialmente detrás de un pilar.
Probablemente me ha estado observando haciéndole sexo oral al Sr. Magnetismo
durante todo este tiempo.
—Me gustaría un buen espectáculo y estoy seguro que a nuestro amigo allí también
le gustaría. Tú obviamente, necesitas un poco de disciplina. Así que vas a hacer
todo lo que diga. —Da un paso atrás obligándome a renunciar a mi dominio sobre
su polla. Me gira por lo que estoy mirando a la pared y coloca mis manos en un
anuncio luminoso de un dentista local—. Inclínate hacia delante y deja que te mire.
—Me empuja hacia adelante hasta que me inclino con el culo apuntando hacia él.
Murmura algo que suena como mierda, cuando mueve de un tirón la falda por
encima de mi culo. Tengo que estar dando todo un espectáculo, ya que el tanga
pequeñito que llevo apenas cubre los labios de mi vulva—. Nuestro amigo te está
mirando. Es probable que esté deseando estar donde yo estoy ahora mismo. Estás
tan rosa, tan mojada.
Empuja un largo dedo en mi húmedo coño dolorido y se siente tan bien que grito.
Añade otro, rodeando el borde de mi apertura antes de forzar a los dos con un
súbito golpe duro.
—Por favor... —No sé si rogar hará alguna diferencia, pero lo hago de todos
modos. Estoy tan mojada que mi humedad se está deslizando por mis muslos. Si
sus dedos se sienten tan bien entonces la enorme herramienta entre sus piernas va a
ser una experiencia extracorpórea. Muevo mi culo con la esperanza de atraerlo. Él
probablemente tiene una visión interesante de mi coño rosado y afeitado, que
palpita y aprieta sus dedos penetrantes. Miro por encima del hombro y me
sorprendo por la cruda sensualidad en su rostro. Está mirando hacia mi coño,
mientras éste toma la áspera follada de sus dedos. Parece que me tragaría entera si
fuera posible. A continuación, se pone de rodillas y me abre con su lengua.
— ¡Oh, dios mío! —Golpeo con mis puños contra la pared cuando mi orgasmo
crece con intensidad. Sus grandes manos están sosteniendo y separando mis nalgas,
abriéndome para su placer. La presión hace que todas las sensaciones sean más
agudas. Cada latigazo húmedo contra mi clítoris, cada golpe de su lengua en mi
coño se siente amplificado por diez. Come mi coño como un hombre que lo goza,
como si fuera un postre y no quisiera perderse ninguno de los sabores.
Cuando su lengua se desplaza hacia arriba hasta el borde de mi pequeño agujero
fruncido, mis ojos casi ruedan hacia la parte posterior de mi cabeza. Nunca he
pensado en mi culo como una zona erógena antes. Sé que a los hombres les gusta el
sexo anal, pero yo siempre asumí que no sería divertido para la mujer. Estoy
reevaluando mi postura sobre el juego anal porque las cosas que está haciendo con
su lengua se sienten tan bien que debería ser ilegal. Besa mi culo como si estuviera
besando una boca luego lame suavemente, luego más y más duro. Estoy gritando y
ni siquiera me importa lo fuerte que sea, siempre que me lama. Su lengua se abre
paso entre el borde de músculos y en realidad me penetra justo cuando mete tres
dedos en mi vagina. Yo estallo en un orgasmo que se siente como un infierno,
todos mis músculos apretando al mismo tiempo. Continúa su furioso asalto erótico,
con el rostro machacado contra mi culo mientras continúa forzando la lengua en mi
culo y los dedos follando mi coño. Me estremezco tan duro que por un momento se
separa de mi cuerpo. Sus dedos ralentizan su ritmo, mientras los temblores finales
de mi liberación ruedan a través de mí.
Se tira hacia atrás y me pellizca suavemente en la mejilla de mi culo. Mis músculos
están tan flojos por el placer que apenas puedo mantenerme de pie. Cedo contra él
y me sujeta con un fuerte brazo en mis pechos.
—Estás tan apretada. Tan malditamente apretada. Eres todo lo que he soñado en
una mujer. Te ves tan formal y correcta, pero en realidad eres una chica sucia. —
Estira la mano y abre la cremallera de sus pantalones con una mano temblorosa. Es
bueno verlo deshecho porque yo ya estoy ahí, lista para hacer cualquier cosa por
conseguir que se dé prisa y me folle. Oigo el inconfundible sonido de una envoltura
de condón y luego está ahí, caliente, duro y listo en la entrada de mi cuerpo—.
Quiero que me mires —dice—. Quiero que veas mi cara mientras te tomo.
Me da la vuelta hasta que mi espalda está contra la pared y engancha mis piernas
sobre sus brazos. La posición me deja abierta para él, mi coño completamente a su
merced. Estoy caliente como el infierno al instante de nuevo al ver lo fuerte que es.
No muchos pueden sostener mi peso así sin siquiera comenzar a sudar. No es que
no se vea afectado. Su frente está tensa y una gran vena palpita en su cuello. Me
pregunto si me veo tan enloquecida como él. Él empuja hacia delante lo suficiente
como para llamar mi atención y luego se detiene.
—Mírame —gruñe. Obedezco al instante. Su voz no es una a la que me pueda
negar. Sostiene mi mirada mientras su polla se abre camino a través de mis
delicados tejidos, despertando terminaciones nerviosas que ni siquiera sabía que
tenía. Sostiene mi mirada mientras encuentra su ritmo, una estocada profunda y
luego unas pocas poco profundas que me ponen húmeda como el infierno.
—Más, por favor. ¡Más fuerte! —Me aferro a sus hombros frenéticamente mientras
me golpea contra la pared. Voy a tener moretones más tarde y no me importa. Esto
es lo que me he estado perdiendo, ser tomada duro y que mi coño sea utilizado de
la forma en que debe ser.
—Me vuelves loco —murmura en mi pelo. Jadea por la fuerza de su esfuerzo, sus
músculos se ponen más gruesos con cada golpe. Sus caderas golpean hacia atrás y
hacia adelante mientras folla más y más profundamente mi vagina, hasta que siento
otro orgasmo acercándose.
Abro los ojos un momento y veo que el empleado del metro ha bajado a nuestro
nivel. Está de pie en el otro extremo de la plataforma, acariciándose abiertamente
su polla mientras ve como me empalan. He disfrutado viendo a otros tener sexo
antes, pero nunca imaginé que ser observado podría ser tan excitante. Puedo
imaginar la imagen que damos. Estoy estirada, mi coño rosado y húmedo mientras
una gruesa polla dura lo penetra. Sólo el pensamiento me enciende.
—Sí, sí, sí... —canto como si fuera un mantra mientras mi orgasmo me atraviesa.
Tan bueno como el primer orgasmo, no hay nada en el mundo tan satisfactorio
como correrse alrededor de una polla dura y gruesa. Me está follando con tanta
fuerza que se siente como si estuviera acariciando mi columna. Gimoteo mientras
mi coño lo sujeta con tanta fuerza que casi no puede moverse.
—Maldición, voy a correrme. —Se mete más profundo, más duro, manteniéndose
dentro mientras su polla se hincha. Lanza su cabeza hacia atrás y ruge. Abro los
ojos con incredulidad ante el fuerte sonido. Ahí es cuando me doy cuenta de que el
ruido no viene de él. Es el rugido de un tren que llega. El próximo metro está
llegando a la estación—. Pensé que sentía que la tierra se sacudía —bromea. Mete
la polla de nuevo en sus pantalones y sube la cremallera. Su ropa está arrugada por
todas partes y seguramente yo también lo estoy. Mi ropa interior podría estar en
cualquier lugar en este punto y los dos primeros botones de mi blusa han sido
arrancados. Me veo como si hubiera sido atacada.
—Yo también lo sentí, asumí que era parte de tener el mejor orgasmo de mi vida.
—Nuestros ojos se encuentran de nuevo y algo pasa entre nosotros. Las puertas del
vagón del metro se abren con un ding. No hay muchas personas que viajan en el
tren tan tarde, pero los pocos que pasan nos echan miradas curiosas. El empleado
del metro se ha ido y estamos solos otra vez. Si voy a salir con algo de la dignidad
intacta, este es el momento para hacerlo. Antes de tirarme en sus brazos y pedirle
que me lleve a casa con él.
—Debería irme. —Me estiro y agarro mi bolso que está en el suelo cerca de mis
pies—. Gracias por... sólo gracias. —Lo abrazo con torpeza, sorprendida cuando
me envuelve en sus brazos y me levanta. Mis ojos vagan cuando su aroma me
rodea. Entonces oigo el sonido que indica que el metro está a punto de salir—.
Adiós.
Lo beso, deteniéndome un poco, y luego corro hasta el metro. Me deslizo por las
puertas justo antes de que se cierren. Un segundo más tarde, corre a la puerta y
hace señas hacia mi brazo. Confundida, sacudo la cabeza señalándole que no
entiendo mientras el metro sale de la estación. Coloco mis manos en la ventana,
mirándolo la mayor cantidad de tiempo posible hasta que el coche se mueve tan
rápido que todo es una mancha de color. Nunca lo volveré a ver… La idea me
deprime profundamente. Es difícil para mí conciliar mis abrumadores sentimientos
con el hecho de que es un extraño. Las únicas cosas que sé de él es que es atractivo
y dotado. Y eso me afecta como nunca nadie lo hizo. Parpadeo las lágrimas y saco
mi teléfono celular para comprobar la hora. Mientras busco en mi bolso, me doy
cuenta que está curiosamente liviano. Yo no soy una de esas chicas que llena su
bolso con todo excepto el fregadero de la cocina, pero tengo una cartera de un
tamaño decente… que actualmente no está en ninguna parte.
— ¡Mierda! —Revuelvo todo de nuevo para confirmar lo que ya sé. Mi cartera está,
probablemente, en el andén del metro. Entonces me doy cuenta de algo en mi bolso
que no estaba allí antes. Una tarjeta de negocios negro azabache con escritura en
blanco. La sostengo a la luz para leer lo que dice.
Instructor de BDSM
La Escuela de Sexo de Madame X
El teléfono móvil que aparece en la parte posterior de la tarjeta tiene un código de
área que no reconozco. Cierro los ojos y me lo imagino de pie sobre la plataforma
hurgando en mi cartera. Estoy tan sorprendida que río en voz alta. Él se ha anotado
un punto. No es que fuera a conseguir mucho. Sólo unas pocas tarjetas de crédito y
una licencia de conducir . Ni siquiera dinero. Entonces miro la
tarjeta de negocios de nuevo y me ruborizo. Ya que dejó su tarjeta de negocios, mi
dinero, obviamente, no es lo que quiere de mí... y no tengo ningún problema con
eso. Cuando el tren se detiene en la estación siguiente ya tengo mi teléfono móvil.
También tengo una gran sonrisa en mi cara. Me pregunto si puedo castigarlo yo
esta vez....


Última edición por DrawyoursmileJB el Agosto 5th 2012, 10:29, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Robado. Kevin&Tú.    Robado. Kevin&Tú.  Icon_minitimeAgosto 2nd 2012, 07:06

siguee!! me gusta mucho :$ ajajjjaja
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MensajeTema: Re: Robado. Kevin&Tú.    Robado. Kevin&Tú.  Icon_minitime

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