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 El Caballero (Nick&Tú)

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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: El Caballero (Nick&Tú)   El Caballero (Nick&Tú) Icon_minitimeMarzo 8th 2012, 15:26








Holaaaaaaaaaa... soy Martha y soy nueva en esta sección.
Esta nove NO TIENE sipnosis solo disfrutenla... la verdad esta buena, pero
¿La sigo?







Prologo





Inglaterra, 1564






Nicholas estaba tratando de concentrarse en la carta que escribía a su madre, una carta que, probablemente, era el documento más importante que jamás había escrito. Todo dependía de esta carta: su honor, sus bienes, el futuro de su familia y su vida.
Sin embargo, mientras la escribía, comenzó a oír algo. Al principio suavemente, pero luego cada vez con mayor intensidad. Era el llanto de una mujer, pero no un llanto de dolor o aflicción, sino de algo más profundo.
Volvió a prestar atención a la carta, pero no pudo concentrarse. La mujer necesitaba algo, pero él no sabía qué. ¿Consuelo? ¿Alivio?
No, pensó, necesita esperanza. Las lagrimas, el llanto, eran los de una persona que ya no tenía esperanza.
Nicholas volvió a mirar el papel. Los problemas de la mujer no le concernían. Si no terminaba esa carta y se la entregaba rápido al mensajero que estaba esperando, su propia vida no tendría esperanza.
Escribió dos líneas más y se detuvo. El llanto de la mujer aumentaba. No era fuerte, pero parecía aumentar en cantidad hasta llenar la habitación.
-Señora-murmuró-, déjeme en paz. Daría mi vida por ayudarla, pero está comprometida.
Tomó la pluma y escribió, con una mano sobre su oído, tratando de no oír la desesperación de la mujer.










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MensajeTema: Re: El Caballero (Nick&Tú)   El Caballero (Nick&Tú) Icon_minitimeMarzo 11th 2012, 15:58











Capítulo 1




Inglaterra, 1988





__________ Montgomery se sentó en el asiento de atrás del auto; Robert y Gloria, su hija regordeta de trece años, delante. Como siempre Gloria estaba comiendo. __________ colocó sus delgadas piernas a los lados del equipaje de la muchacha para estar mas cómoda. Había seis maletas grandes y costosas con las pertenencias de Gloria y como no cabían en el maletero del auto alquilado, iban apiladas en la parte trasera junto a __________.
- Papi - se quejó Gloria como un niño enfermo de cuatro años -, ella está raspando las maletas tan bonitas que me compraste.
__________ apretó los puños, clavándose las uñas en las palmas. Ella. Nunca la nombraba. Sólo ella.
Robert la miró por sobre su hombro; sólo se le veía el cabello castaño.
- La verdad creo que podrías ser más cuidadosa.
- No he raspado nada. Estoy bastante incómoda sentada aquí. No hay mucho espacio.
Robert suspiró fastidiosamente.
- __________, ¿tienes que quejarte por todo? ¿Ni siquiera puedes disfrutar las vacaciones?
Ella contuvo su enojo, y luego se pasó la mano por el vientre. Le dolía otra vez el estómago. Ni siquiera se atrevió a pedirle a Robert que se detuviera para beber algo y así poder tomar un Librax para calmar el trastorno. Levanto la vista y vio a Gloria sonriéndole burlonamente a través del espejo para maquillarse de la visera para el sol. Desvió la mirada y trató de concentrarse en la belleza de la campiña inglesa.
Había campos verdes, antiguas cercas de piedra, vacas y más vacas, pequeñas casas pintorescas, magnificas mansiones y... y Gloria, pensó. Gloria en todos los lados. Robert continuó diciendo:
- Es sólo una niña y su madre la ha abandonado. Ten un poco de consideración. En realidad, es una niña dulce.
Una niña dulce. A los trece años, Gloria llevaba más maquillaje que ella a los veintiséis, y se pasaba horas en el baño del hotel poniéndoselo. La niña se sentó en el asiento delantero del auto. ("Es sólo una niña y es su primer viaje a Inglaterra.") Se suponía que __________ debía leer los mapas y seguir las indicaciones, pero el que casi no pudiera ver con la cabeza de Gloria parecía no importar mucho.
Trató de concentrarse en el paisaje. Robert afirmaba que ella estaba celosa de Gloria, que no deseaba compartirlo con nadie, pero que, si se tranquilizaba, serían un trío muy feliz. ("Una segunda familia para una niña que ha perdido mucho.")
__________ había tratado de llevarse bien con Gloria. Durante el año que hacía que vivía con Robert la había llevado de compras y había gastado en ella más dinero del que su reducido salario de maestra de escuela de primaria le permitía gastar en sí misma. Noche tras noche, se había quedado con ella en casa de Robert, mientras él asistía a fiestas y cenas. ("Es hora de que os conozcáis.")
En algunas ocasiones, __________ pensó que la cosa estaba funcionando, ya que Gloria y ella eran cordiales e incluso amistosas una con otra cuando se encontraban solas. Pero en el momento en que aparecía Robert, Gloria se convertía en una mocosa llorona y mentirosa. Se sentaba en el regazo de su padre, con su metro cincuenta y siete, sesenta y tres kilos, y se lamentaba de que ella era desconsiderada. En un principio, __________ negó estas acusaciones y puntualizó que amaba a los niños, razón por la cual había elegido enseñar, y no por el dinero. Pero Robert siempre le creía a Gloria. Decía que era una niña inocente e incapaz de cometer las falsedades de las que __________ acusaba a la pobre. Sostenía que no podía comprender cómo una persona adulta como ella era capaz de tomarla con una niña pequeña.
Durante esos sermones de Robert, __________ sentía culpa y furia. Tenía una clase de niños que la adoraban, pero Gloria parecía odiarla. ¿Era ella celosa? ¿Estaba permitiendo inconscientemente que esta niña supiera que no deseaba compartir a Robert con su propia hija? Cada vez que le venían estos pensamientos, prometía esforzarse más para agradar a Gloria, lo cual generalmente significaba salir y comprarle un regalo costoso.
Su otro sentimiento era la furia. ¿No podía Robert ponerse una vez, una sola, del lado de ella? ¿No podía decirle a Gloria que su comodidad era más importante que sus malditas maletas? ¿O quizá decirle que ella tenía nombre y que no debía nombrarle siempre como Ella? Pero hasta el momento, Robert no había considerado la posibilidad de ponerse de su lado.
Y ella no se atrevía a enfurecerlo. Si lo provocaba, no obtendría de él lo que tanto deseaba: una proposición de matrimonio.
El casamiento era lo que __________ más deseaba en la vida. Nunca había tenido ambiciones como sus hermanos mayores. Sólo deseaba un bonito hogar, un esposo, y algunos niños. Quizá algún día escribiría libros para niños, pero no deseaba luchar para escalar posiciones.
Había invertido dieciocho meses de su vida en Robert, y era el candidato perfecto para esposo. Era alto, bien parecido, elegante en el vestir y un excelente cirujano ortopédico. Era ordenado, siempre colgaba sus ropas, no perseguía a las mujeres, y siempre venía a casa cuando decía. Era digno de confianza, seguro y leal; y la necesitaba mucho.
A Robert no lo habían querido mucho cuando era niño y le había explicado a __________ que su corazón dulce y generoso era lo que había buscado durante toda su vida. Su primera esposa, de la cual se había divorciado hacía cuatro años, era fría, una mujer incapaz de amar. Deseaba una "relación permanente" con __________ (lo cual para ella significó "matrimonio"), pero primero quería saber cómo se "relacionarían" el uno con el otro. Después de todo, la primera vez le habían herido mucho. En otras palabras, deseaba que vivieran juntos.
Por lo tanto, ella se mudó a su enorme, costosa y magnifica casa e hizo todo lo posible para probarle que era tan cálida, generosa y amorosa, como su madre y su primera esposa habían sido frías.
Con la excepción de tratar con Gloria, vivir con Robert era grandioso. Era un hombre enérgico, e iban a bailar, a correr, a pasear en bicicleta. Disfrutaban mucho y con frecuencia asistían a fiestas.
Robert era mucho mejor que cualquiera de los otros hombres con los que ella había salido, por lo tanto le perdonaba sus pequeños caprichos, la mayoría de los cuales se refería al dinero. Cuando iban a comprar comida siempre se “olvidaba” la chequera. En la ventanilla de los cines, y cuando había que pagar la cuenta de los restaurantes, casi siempre descubría que se había olvidado de la billetera en casa. Si ella se quejaba, le hablaba sobre la nueva era de mujeres liberadas y sobre cómo la mayoría estaban luchando para pagar la mitad de los gastos. Luego la besaba dulcemente y la llevaba a cenar a algún lugar caro y pagaba él.
__________ sabía que podía soportar los pequeños problemas, como la tacañería de Robert; pero lo que la preocupaba era Gloria. De acuerdo con Robert, la mocosa gorda, de malos modales y mentirosa era la perfección encarnada, y como ella no la veía de esa manera, Robert comenzó a verla como al enemigo. Cuando los tres estaban juntos, Robert y Gloria se encontraban en un equipo, y __________, en el otro.
Ahora, en el asiento delantero Gloria le ofrecía a su padre un dulce del bolso que llevaba sobre el regazo. Ninguno parecía pensar en ofrecerle uno a __________. Esta miró por la ventanilla y apretó los dientes. Quizás era la combinación de Gloria y el dinero lo que la enojaba tanto. Quizá su enojo contra el dinero era lo que la predisponía mal hacia la niña.
Cuando conoció a Robert, conversaron durante horas sobre sus sueños y a menudo hablaron sobre un viaje a Inglaterra. De niña, viajaba con frecuencia a Inglaterra con su familia, pero hacia muchos años que no regresaba. Cuando ella y Robert comenzaron a vivir juntos en septiembre del año anterior, él le dijo: “Vayamos a Inglaterra dentro de un año. Par entonces lo sabremos”. No le aclaró lo que “sabrían”, pero ella sabía que se refería a sí eran compatibles para el matrimonio.
Durante todo el año, planificó el viaje. Reservas en los pequeños hoteles más románticos, exclusivos y costosos. Robert le había pedido con un guiño: “No escatimes gastos para este viaje.” Había comprado folletos, libros de viaje y leído e investigado hasta aprender el nombre de la mitad de los pueblos de Inglaterra. Él deseaba que fuera un viaje educativo, entonces ella preparó una lista con varias cosas para hacer cerca de cada uno de los pequeños y adorables hoteles, lo cual era fácil, ya que Gran Bretaña es como un paraíso para amantes de la historia.
Tres semanas antes de partir, Robert comenzó a decirle que tenía una sorpresa para ella en este viaje, una sorpresa muy, muy especial, que la colmaría de alegría. __________ trabajó con más ahínco en los planes del viaje. Esperaba la proximidad de una propuesta de matrimonio. Tres semanas antes de la partida, estaba supervisando las cuentas de la casa de Robert, cuando vio un cheque por cinco mil dólares, extendido para una joyería. “Un anillo de compromiso”, murmuró con lágrimas en los ojos. El que hubiera costado tanto probaba que, a pesar de que Robert era mezquino en las pequeñas cosas, cuando algo era realmente importante, era financieramente generoso.
Durante semanas se sintió como en el cielo. Preparaba maravillosas comidas para Robert, se comportó de manera especialmente seductora en el dormitorio e hizo todo lo que pudo para complacerlo. Ni siquiera le molestaba cuando se quejaba porque no le había planchado bien las camisas. Después de que se casaran, las mandaría a planchar fuera.
Dos días antes de partir, Robert le pinchó un poco el globo, no lo suficiente como para explotarlo, pero sí para desinflarlo. Le pidió las cuentas del viaje, los billetes de avión, las reservas, todo lo que tenía. Luego sumó las cantidades y le dio la cinta de la calculadora.
- Esta es tu mitad.
- ¿Mía? - preguntó estúpidamente.
- Sé lo importante que es para vosotras las mujeres hoy en día pagar lo vuestro. No deseo que me acusen de ser un cerdo chauvinista - le respondió con una sonrisa.
- No, no, por supuesto que no - murmuró ella -. Es sólo que no tengo dinero.
- ¿Es eso cierto? ¿Gastas todo lo que ganas? Debes aprender a administrarte.- Su voz se suavizó. - Tu familia tiene dinero.
A __________ comenzó a dolerle el estómago. Seis meses antes un médico le advirtió que estaba provocándose una úlcera y le receto Librax para calmarla. Le había hablado a Robert sobre su familia cientos de veces. Sí, su familia tenía mucho dinero, pero su padre creía que todas sus hijas debían mantenerse solas. Ella debería mantenerse hasta los treinta y cinco años, y luego heredaría. Si se producía una emergencia, sabía que su padre la ayudaría, pero un viaje de placer a Inglaterra no podía considerarse una emergencia.
- Vamos, __________ - continuó Robert con tono sarcástico -, siempre estoy oyendo que tu familia es un modelo de amor y ayuda. ¿No te puede ayudar ahora? - Antes de que pudiera responderle, él había cambiado. Le tomó la mano y se la besó. - Amorcito, trata de conseguir el dinero. Deseo tanto que vayas. Tengo una sorpresa muy, muy especial para ti.
Finalmente, no pudo tolerar pedirle dinero a su padre. Sería obligarla a admitir su derrota. Llamó a un primo en colorado y le pidió un préstamo. Consiguió el dinero sin tener que pagar intereses y lo único que tuvo que soportar fue el sermón de su primo.
- Él es cirujano, tú eres una maestra mal pagada, vivís juntos desde hace un año. ¿Y quiere que pagues la mitad de un viaje tan costoso?
Ella hubiera deseado hablarle sobre su esperanza de una propuesta matrimonial, pero hubiera parecido demasiado victoriana.
- Sólo envíame el dinero, ¿quieres? - le respondió.
Durante los pocos días anteriores a su partida. __________ pensó que era justo que pagara su parte. Robert tenía razón: era el momento de la mujer liberada. Su padre, al no colocarle millones en el regazo antes de que pudiera administrarlos, le estaba enseñando a cuidar de sí misma, y Robert también. Pensó que era una tonta por no haberse dado cuenta de antemano de que debía pagar su parte.
Recuperó casi todo su buen humor, y cuando preparó las tres maletas de cuero de Robert y la suya vieja, otra vez esperaba ansiosa el viaje. Llenó su bolso de viaje con los productos de tocador necesarios y libros de viaje.
En el taxi, camino del aeropuerto, Robert se comportó de manera especialmente amable con ella. Le besó el cuello hasta que ella lo alejó, avergonzada al advertir que el taxista los estaba observando.
- ¿Todavía no has adivinado la sorpresa? - le pregunto Robert.
- Has ganado la lotería.
- Mejor que eso.
- Has comprado un castillo y viviremos en él para siempre como lord y lady.
- Mucho mejor que eso – contestó -, ¿Tienes idea de lo que cuesta el mantenimiento de uno de esos lugares? Creo que no podrías adivinar algo tan bueno como esta sorpresa.
Ella lo miró con amor. Ya sabía hasta cómo sería su vestido de novia. ¿Tendrían sus hijos ojos celestes como Robert o verdes como ella? ¿Cabello castaño como él o rojizo como el de ella?
- No tengo idea de cuál es la sorpresa.
Robert se apoyó sobre el asiento y sonrió.
- Pronto lo averiguarás - le comentó con tono enigmático.
En el aeropuerto, __________ se ocupó de despachar el equipaje mientras Robert paseaba por el lugar. Mientras ella le daba una propina al maletero, él levantó la mano para saludar a alguien. Al principio, estaba demasiado ocupada para comprender lo que sucedía.
Levantó la vista al escuchar el grito de “¡Papi!” y vio a Gloria cruzar corriendo la terminal y detrás de ella un mozo de equipajes que traía seis maletas nuevas.
Qué coincidencia, pensó, encontrar a Gloria en el aeropuerto. Observó cómo la muchacha se arrojaba sobre su padre. Momentos después, se separaron y Robert pasó un brazo sobre los rollizos hombros de su preciada hija, que llevaba una chaqueta con flecos y botas de vaquero; parecía una artista de strip-tease de los sesenta.
- Hola, Gloria - le dijo __________ -. ¿Vas a algún lado?
Gloria y su padre empezaron a reírse.
- No se lo has contado - chilló la niña.
Robert se puso serio.
- Esta es la sorpresa - le explicó, empujando a la niña hacia delante como si fuera un horrible trofeo ganado por __________ -.¿No es una maravillosa sorpresa?
__________ aún no comprendía, o quizás estaba demasiado horrorizada para querer comprender.
Él la abrazó.
- Mis dos chicas vienen conmigo -agregó.
- ¿Las dos? - murmuró __________.
- Sí. Gloria es la sorpresa. Viene con nosotros a Inglaterra.
Ella deseaba gritar, chillar, negarse a ir. No hizo ninguna de estas cosas.
- Pero todas las habitaciones de los hoteles son para dos -pudo decir finalmente.
- Entonces pediremos que nos coloquen otra cama. Nos arreglaremos. Nos queremos, y eso es suficiente - quitó el brazo del hombro de __________ -. Ahora a los negocios. ¿Podrías sacar el pasaje de Gloria mientras pregunto cierta información?
Sólo pudo asentir con la cabeza. Se dirigió a la ventanilla de los pasajes bastante aturdida. Tuvo que pagar doscientos ochenta dólares por las cuatro maletas extra de la niña y tuvo que darle una propina al maletero. En el avión, Robert sentó a Gloria entre ellos, y ella terminó en el pasillo. Durante el vuelo él le entregó sonriendo el pasaje de Gloria.
- Pon esto en la lista de gastos comunes, ¿quieres? Y necesito un balance detallado del dinero gastado centavo a centavo. Mi contador cree que puedo deducir todo el viaje.
- Pero es un viaje de placer, no de negocios.
Robert frunció el entrecejo:
- No vas a sermonearme, ¿verdad? Lleva el control, y cuando regresemos a casa dividiremos los gastos entre los dos.
__________ miró el pasaje de Gloria.
- Querrás decir entre tres, ¿verdad? Yo un tercio, y dos tercios para ti y para Gloria.
Él la miró con horror y pasó el brazo alrededor de Gloria de manera protectora, como si __________ hubiera tratado de golpear a la niña.
- Quise decir entre dos. Gloria es también para que tú la disfrutes. El dinero gastado no es nada comparado con la alegría que tendrás con su compañía.
__________ se volvió. Durante el resto del prolongado viaje se dedicó a leer, mientras Gloria y Robert jugaron a las cartas y la ignoraron. Tomo Librax dos veces para evitar que su estómago se devorara a sí mismo.

Ahora, en el auto, __________ se frotaba el estómago dolorido. Trato de divertirse durante los cuatro días que llevaban en Inglaterra. Trató de no quejarse la primera noche en la hermosa habitación del hotel cuando Gloria protestó tanto por la cama de ruedas que habían colocado (después de que el dueño la hubiera sermoneado por la inesperada llegada de la niña), que Robert le pidió que se acostara con ellos. Terminó durmiendo en la cama de ruedas. Tampoco se quejó cuando Gloria pidió tres platos en un costoso restaurante para poder “probar todo”.
Deja de ser tan tacaña, siempre pensé que eras una persona generosa -le recriminó Robert, entregándole la abultada cuenta, de la cual debería pagar la mitad.
Mantuvo la boca cerrada, pues sabía que en algún lugar del equipaje de Robert había un anillo de compromiso de cinco mil dólares. Al pensar en ello, recordaba que la amaba de verdad. Y todo lo que hacía por Gloria también lo hacía por amor.
Pero después de la noche anterior, los sentimientos de __________ estaban comenzando a cambiar. Esa noche, en otra cena de ciento cincuenta dólares, Robert le entregó a Gloria una caja de terciopelo azul. Dougless tuvo una sensación de decaimiento mientras observaba cómo la niña la abría.
La mirada de Gloria se encendió cuando miró el interior.
- Pero papi, no es mi cumpleaños - murmuró.
- Lo sé, Muffin -respondió Robert con suavidad -. Es solo para decirte que te quiero.
La niña sacó de la caja una pulsera llena de diamantes y esmeraldas.
__________ suspiró, pues sabía que estaban poniendo su anillo de compromiso en la muñeca regordeta de Gloria.
La niña se la enseñó con aire de triunfo.
- ¿Ves?
- Sí, veo - respondió __________ con frialdad.
Más tarde, fuera de la habitación, Robert se mostró furioso con ella.
- No has demostrado mucho entusiasmo por la pulsera. Gloria ha tratado de enseñártela. Ha tratado de darte muestras de amistad, pero tú la has desairado. La has herido profundamente.
- ¿Por eso pagaste cinco mil dólares? ¿Por una pulsera para una niña?
- Gloria se convertirá en una mujer hermosa y merece cosas hermosas. Y por otra parte, es mi dinero. No estamos casados y no tienes ningún derecho legal sobre mi dinero
Dougless le puso las manos sobre los brazos.
- ¿Nos vamos a casar? ¿Sucederá algún día?
Se apartó de ella.
- No, sí no comienzas a mostrarnos un poco de amor y generosidad. Creí que eras diferente, pero ahora veo que eres tan fría como mi madre. Tengo que ir a consolar a mi hija. Probablemente esté llorando por la forma en que la trataste - entró enojado en la habitación.
__________ se apoyó contra la pared.
- Unos pendientes de esmeraldas secarían sus lágrimas -murmuró.

Por eso ahora, en el auto, se sentó con el cuerpo retorcido entre las maletas de Gloria y sabía que no le harían ni un proposición de matrimonio ni le darían un anillo. En lugar de ello, pasaría el viaje de un mes actuando como la secretaria-criada de Robert Whitley y de su odiosa hija. Por el momento, no estaba segura de lo que iba a hacer, pero la tentaba la idea de tomar el primer avión de regreso a casa.
Mientras lo pensaba, miró la parte trasera de la cabeza de Robert y su corazón se conmovió. Si lo abandonaba, ¿se sentiría tan traicionado por ella como por su madre y su primera esposa?
- ¡ __________! - gritó Robert-. ¿Dónde está la iglesia? Creí que ibas a encargarte de los mapas de carreteras. No puedo conducir y consultarlos.
Ella tomó con torpeza el mapa y miró, con la gran cabeza de Gloria en medio, para tratar de ver los carteles indicadores.
- ¡Aquí! Gira a la derecha.
Robert tomó uno de los angostos senderos ingleses, con arbustos a ambos lados que casi lo cubrían, y se dirigió hacia el remoto pueblo de Ashburton, un lugar que parecía no haber cambiado desde hacía cien años.
- Aquí hay una iglesia del siglo trece que contiene la tumba de un conde isabelino.- __________ consultó sus apuntes.- Lord Nicholas Jonas, muerto en 1564.
- ¿Tenemos que ver otra iglesia? - se lamentó Gloria -. Estoy harta de iglesias. ¿No podría encontrar ella algo mejor para ir a ver?
- Me dijeron que buscara lugares históricos - replicó __________.
Robert detuvo el automóvil frente a la iglesia y se volvió para mirar a __________.
- El comentario de Gloria está bien y no veo la razón de tu enojo. Estás logrando que comience a arrepentirme de haberte traído.
- ¿Traerme? - replicó __________, pero él se alejó, abrazando a Gloria -. Estoy pagando mi parte - murmuró para nadie.
__________ no entró en la iglesia con Robert y Gloria. En lugar de eso, permaneció fuera, caminado por el cementerio, observando distraída las antiguas tumbas. Tenía que tomar algunas decisiones serias y deseaba tiempo para pensar. ¿Debía quedarse y pasarlo fatal, o debía marcharse? Si se iba, sabía que Robert nunca la perdonaría, y todo el tiempo y el esfuerzo que había invertido en él habrían sido en vano.
- Hola.
Se sobresaltó al ver a Gloria justo detrás de ella. Su pulsera de diamantes brillaba con el sol.
- ¿Qué deseas? - le preguntó con suspicacia.
- Tú me odias, ¿verdad? - respondió Gloria extendiendo su labio inferior.
__________ suspiró:
- Yo no te odio. ¿Por qué no estás dentro mirando la iglesia?
- Me aburría. Esa es una blusa bonita, parece muy cara. ¿Te la compró tu familia rica?
Observó a la niña, dio la vuelta y se alejó.
- ¡Espera! - gritó Gloria -. ¡Ay!
__________ se dio la vuelta y la vio tirada junto a una lápida de superficie áspera. Suspirando, regresó para ayudarla a levantarse, y para su consternación, Gloria comenzó a llorar. __________ no podía abrazarla, pero le dio unas palmaditas en el hombro. El brazo de la niña estaba lastimado en el lugar donde se golpeó contra la piedra.
- No puede dolerte tanto, ponte tu nueva pulsera en ese brazo y apuesto a que el dolor cesará - le dijo.
-No es eso - respondió Gloria -. Es que tú me odias. Papá me dijo que creías que mi pulsera iba a ser un anillo de compromiso.
__________ retiró la mano y se endureció.
- ¿Qué le ha hecho pensar eso?
Gloria la miró de reojo.
- Oh, él lo sabe todo. Sabe que creías que su sorpresa iba a ser una proposición de matrimonio y que pensabas que el cheque para el joyero era por un anillo de compromiso. Papá y yo nos reímos mucho de eso.
__________ estaba tan rígida que su cuerpo comenzó a temblar.
La niña sonrió con malicia.
- Papa dice que eres una verdadera molestia, siempre rondando, mirándolo con ojos de vaca. Papá dice que si no fueras tan buena en la cama, se libraría de ti.
En ese momento, __________ le abofeteó en su cara gorda y presumida.
Robert salió de la iglesia justo a tiempo para ver el cachete. Gloria corrió llorando a los brazos de su padre.
- Me ha dado sin parar – gritó -, y me ha lastimado el brazo.
- Por Dios, __________ - le dijo Robert, horrorizado -. No puedo creer esto de ti. Golpear a una niña...
- ¡Niña! ¡Ya estoy harta de esta niña! Ya estoy harta de la forma en que la mimas. ¡Ya estoy harta de la forma en que me tratáis!.
Él la miró fijamente.
- Hemos sido amables y considerados durante todo este viaje, mientras que tú has sido celosa y rencorosa. Nos hemos desviado de nuestro camino para complacerte.
- No has hecho ningún esfuerzo por complacerme. Todo ha sido para Gloria -se le llenaron los ojos de lágrimas -. Os habéis reído a mis espaldas.
- Ahora estás fantaseando. Ya que no eres feliz con nosotros, quizás estés mejor sin nuestra compañía - se dio la vuelta, con Gloria acurrucada a su lado, y se dirigió al automóvil.
- Sí, quiero irme a casa - replicó __________, y se inclinó para recoger su bolso. No estaba allí. Miró detrás de algunas lápidas pero no había señales de él. Levantó la vista cuando oyó que un automóvil se ponía en marcha.
¡Robert se alejaba y la dejaba!
Corrió hacia la puerta mientras el automóvil se alejaba. Observo horrorizada cómo Gloria sacaba la mano por la ventanilla con su bolso colgando.
Corrió detrás de ellos durante un momento, pero desaparecieron rápidamente de la vista. Ofuscada y sorprendida, caminó de regreso a la iglesia. Se encontraba en un país extraño, sin dinero, sin tarjetas de crédito ni pasaporte. Pero lo peor de todo era que el hombre al que amaba la había abandonado.
La pesada puerta de roble de la iglesia estaba abierta, y entró. El interior estaba frío, húmedo y oscuro, y las altas paredes de piedra le infundían al lugar una sensación de calma y reverencia.
Tenía que pensar sobre esto, tenía que considerar qué hacer. Tendría que llamar a su padre, recobrar el dominio de sí misma y pedirle que le enviara dinero. Tendría que explicarle que su hija menor había fallado otra vez en algo, que ni siquiera podía salir de vacaciones sin meterse en problemas.
Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar en lo que diría Elizabeth, su hermana mayor: "Y ahora qué es lo que ha hecho nuestra pequeña y atolondrada __________." Robert había sido su intento para que su familia se sintiera orgullosa de ella. Él no era como los otros hombres descarriados con los que había salido; era tan respetable, tan conveniente, pero lo había perdido. Quizá si hubiera controlado su temperamento con Gloria...
Los ojos se le arrasaron en lágrimas cuando miró hacia el final de la iglesia. El sol penetraba por las antiguas ventanas que se encontraban muy altas sobre su cabeza, y sus rayos iluminaban la tumba de mármol blanco que se encontraba en la nave de la izquierda. Caminó hacia allí. En la parte superior de la tumba había una escultura de mármol blanco del cuerpo entero de un hombre, que llevaba la parte de arriba de una armadura y unos pantalones cortos antiguos, tenía los tobillos cruzados y el casco debajo del brazo.
- Nicholas Jonas - leyó en voz alta -, conde de Thornwyck.
Estaba felicitándose por la forma en que se estaba comportado a pesar de las circunstancias, cuando de repente la realidad la golpeó y se le doblaron las rodillas. Se desplomó sobre el piso, con las manos sobre la tumba y la frente contra el frío mármol.
Comenzó a llorar en serio, desde lo más profundo de su ser. Se sentía una fracasada, total y absolutamente fracasada. Parecía que todo lo que tocaba en su vida fracasaba. Su padre la había sacado de cientos de apuros. El "muchacho" del que se enamoró cuando tenía dieciséis años resultó tener veinticinco y estar fichado por la policía. Rompieron cuando le detuvieron por un gran robo. El pastor del que se enamoró a los veinte utilizaba los fondos de la iglesia para jugar a los dados en Las Vegas. La lista daba la impresión de ser interminable. Robert parecía tan diferente, tan respetable, pero no había sido capaz de conservarlo.
- ¿Qué sucede conmigo? - gritó.
A través de sus lágrimas miró la cara del hombre de la tumba. En la edad media los matrimonios se arreglaban. Cuando tenía veintidós años y había encontrado a su último amor, un corredor de bolsa, éste fue detenido por utilizar información reservada en sus negocios; entonces corrió al regazo de su padre y le pidió que le eligiera un hombre.
Adam Montgomery se rió.
- Tu problema, querida, es que amas a hombres que te necesitan demasiado. Debes encontrar a un hombre que no te necesite, uno que sólo te desee.
Ella se quejó:
- Seguro, un caballero de brillante armadura que baje de su caballo blanco y me desee tanto que me lleve a su castillo y vivamos felices para siempre.
- Algo parecido. __________, la armadura está bien, pero si lleva chaqueta de cuero negro y va en moto, o si recibe misteriosas llamadas telefónicas por la noche, aléjate, ¿de acuerdo?
Lloraba con más fuerza, cuando recordaba los tiempos en que tuvo que recurrir a su familia para que la ayudara. Ahora debería pedirle ayuda una vez más, una vez más tendría que admitir que se había comportado como una tonta con un hombre inapropiado.
- Ayúdeme - murmuró, poniendo la mano sobre la mano de mármol de la escultura -. Ayúdeme a encontrar a mi caballero de la brillante armadura. Ayúdeme a encontrar a un hombre que me desee.
Se sentó sobre los talones, con las manos en el rostro, y comenzó a llorar más fuerte.
Después de un buen rato, se dio cuenta de que alguien se encontraba cerca de ella. Volvió la cabeza y el metal brillante la encegueció de tal manera que se cayó sentada sobre el piso de piedra. Levantó la mano para protegerse los ojos.
Un hombre se encontraba de pie frente a ella. Un hombre que parecía llevar una... armadura.
Permaneció quieto, mirándola airadamente. Ella lo observó sorprendida, con la boca abierta. Era un hombre extraordinariamente bien parecido, y llevaba el disfraz más auténtico que jamás había visto. Tenía un pequeño collarín alrededor del cuello y luego una armadura hasta la cintura. ¡Pero qué armadura! parecía hecha de plata y tenía hileras con dibujos de flores grabadas con incrustaciones de metal dorado. Desde la cintura hasta la mitad del muslo llevaba una especie de pantalones cortos en forma de globo. En las piernas, muy musculosas llevaba medias que parecían tejidas de plata. Tenía una liga atada alrededor de la rodilla izquierda. Calzaba zapatos antiguos con pequeños cortes.
- Bueno, bruja - le dijo con tono de barítono -, me habéis invocado, ¿qué queréis de mí?
- ¿Bruja? - respondió, sollozando.
Sacó un pañuelo de los pantalones y se lo alcanzó. __________ se limpió la nariz ruidosamente.
- ¿Os han contratado mis enemigos? ¿Se han vuelto a confabular contra mí? ¿No les alcanza con mi cabeza? Poneos de pie, señora, y explicaos.
Espléndido, pero fuera de sus cabales, pensó ella.
- Escuche, no sé de qué está usted hablando - se puso de pie -. Ahora si me disculpa...
No dijo nada más, pues él sacó una espada muy larga y le puso la punta afilada en la garganta.
- Anulad vuestro hechizo, bruja. ¡Quiero regresar!
Era demasiado para __________. Primero, Robert y su hija mentirosa, y luego, este Hamlet loco. Comenzó a llorar otra vez y se apoyó contra la fría pared de piedra.
- ¡Maldición! - murmuró el hombre, y luego la levantó y la llevó a un banco de la iglesia.
Parecía que no podía dejar de llorar.
- Este ha sido el peor día de mi vida - se lamentó. El hombre la observaba con el entrecejo fruncido, como alguien salido de una película de Bette Davis -. Lo siento. Generalmente no lloro tanto, pero abandonada por el hombre que amo y atacada a punta de espada, todo en el mismo día, me supera.- Miró el pañuelo. Era muy grande y tenía una intrincada puntilla de seda en el borde. -Qué bonito.
- No hay tiempo para frivolidades. Mi alma está en peligro y también la vuestra. Os lo repito: anulad vuestro hechizo.
__________ se estaba recuperando.
- No sé de qué está usted hablando. Estaba llorando tranquilamente sola, y usted, con ese absurdo traje, vino aquí y comenzó a gritarme. Tengo muchos deseos de llamar a la policía o a lo que tengan en el campo en Inglaterra. ¿Es legal que lleve una espada como esa?
- ¿Legal? - replicó el hombre. Le miró el brazo -. ¿Lo que lleva en el brazo es un reloj? ¿Y que clase de vestido es el que lleva?
Por supuesto que es un reloj. Y estas son mis ropas para viajar a Inglaterra. Conservadoras. Ni vaqueros ni camisetas. Una bonita blusa y una bonita falda. El tipo de ropa de Miss Marple.
La observaba con el entrecejo fruncido.
- Habláis de manera extraña. ¿Que clase de bruja sois?
__________ agitó la mano con desesperación, luego se puso de pie. Él era mucho más alto que ella. Tenía el cabello castaño rizado que le llegaba hasta el pequeño cuello que usaba, barba corta, puntiaguda y bien arreglada.
- No soy una bruja y no formo parte de su drama isabelino. Me voy a ir ahora, y si trata de hacer algo divertido con su espada, gritaré hasta romper las vidrieras. Aquí tiene su pañuelo. Lamento que esté tan mojado y le agradezco el préstamo. Adiós, y espero que su obra obtenga buenas criticas - se volvió y salió de la iglesia.
- Por lo menos ya no me sucederá nada más horrible -murmuró mientras se alejaba.
En la esquina había una cabina telefónica, desde donde se veía la puerta de la iglesia. En Maine era temprano, y Elizabeth, soñolienta, contestó al teléfono.
Justo ella, pensó __________. Hubiera preferido hablar con cualquier otra persona en el mundo antes que con su perfecta hermana mayor.
- ¿ __________, eres tú? - preguntó Elizabeth -. ¿Estás bien? No estarás otra vez con problemas, ¿Verdad?
__________ apretó los dientes.
- Por supuesto que no. ¿Está papá? ¿O mamá? – o algún extraño de la calle, pensó. Cualquiera menos Elizabeth.
Su hermana bostezó.
- No se han ido a las montañas. Estoy cuidando la casa y redactando un trabajo.
- ¿Crees que ganarás el Premio Nóbel?
Elizabeth hizo una pausa.
- Muy bien, __________, ¿qué sucede? ¿Tu cirujano te ha abandonado en algún lugar?
Dougless se rió.
- Elizabeth, dices las cosas más divertidas. Robert, Gloria y yo estamos disfrutando mucho. Hay muchas cosas para ver y para hacer. Esta mañana hemos visto una obra medieval. Los actores eran muy buenos.
Nuevamente su hermana hizo una pausa.
- __________, estás mintiendo. Puedo advertirlo a través del teléfono. ¿Qué sucede? ¿Necesitas dinero?
Se esforzó para no responder que sí.
A su familia le gustaba contar lo que llamaban historias de __________. Sobre la ocasión en que se quedó encerrada fuera de la habitación de su hotel cubierta sólo por una toalla. Sobre la ocasión en que fue al banco a depositar un cheque y fue testigo de un robo en el que los ladrones llevaban armas de juguete.
Ahora imaginaba la risa de Elizabeth cuando les contara a todos los primos Montgomery cómo la pequeña __________ viajó a Inglaterra y fue abandonada en una iglesia, sin dinero, y cómo fue atacada por un actor shakespeariano.
- No, no necesito dinero – respondió -. Sólo quería saludar. Espero que termines tu trabajo. Nos vemos.
- __________... -dijo Elizabeth, pero su hermana ya había colgado el auricular.
__________ se recostó contra la cabina. Las lágrimas asomaban otra vez.
Tenía el orgullo de los Montgomery, pero carecía de razones para sentirse orgullosa. Tenía tres hermanas mayores que eran modelos de éxito: Elizabeth, química investigadora; Catherine, profesora de física, y Anne, abogada criminalista. __________ parecía ser el hazmerreír de los Montgomery, una fuente de hilaridad interminable entre los familiares.
Mientras estaba allí apoyada, con los ojos llenos de lágrimas, vio al hombre vestido de caballero salir de la iglesia y caminar por el sendero que conducía al portón. Observó las antiguas lápidas sin mucho interés, y luego se encaminó por el sendero hacia el portón.
Por la callejuela se acercaba uno de los pequeños ómnibus ingleses, como siempre a cincuenta millas por hora por el camino angosto.
__________ se puso de pie. De alguna manera, supo instintivamente que el hombre iba a pasar frente al ómnibus. Comenzó a correr. Cuando tomó impulso, el vicario, que salía de la parte trasera de la iglesia, vio lo que hacía y también comenzó a correr.
__________ lo alcanzó primero. Realizó el mejor placaje que había aprendido cuando jugaba al fútbol americano con sus primos de colorado, cayó sobre él y se deslizaron sobre la grava, encima de su armadura, como si esta fuera un pequeño bote de remos. El ómnibus se desvió y los esquivó por pocos centímetros.
- ¿Se encuentra usted bien? – le preguntó el vicario a __________, ofreciéndole la mano para ponerse de pie.
- Creo que sí... - Se puso de pie y se limpió el polvo -. ¿Está usted bien? – le preguntó al hombre que se encontraba en el suelo.
- ¿Qué clase de carro era ese? – preguntó -. No lo oí venir; no tenía caballos.
__________ y el vicario se miraron.
- Será mejor que traiga un vaso de agua – comentó el vicario.
- ¡Espere! ¿En que año estamos? – preguntó el hombre.
- Mil novecientos ochenta y ocho – respondió el vicario y cuando el hombre cayó al suelo como si estuviera extenuado, miró a __________ -. Traeré el agua – repitió y los dejo solos.
__________ le ofreció la mano al hombre, pero éste la rechazó y se puso de pie.
- Creo que debe sentarse – le señalo un banco de hierro que se encontraba al otro lado de la pared de piedra baja. Al principio, no quiso ir, aunque luego la siguió, y no quiso sentarse hasta que ella lo hubiera hecho, pero __________ lo empujó para que se sentara. Estaba pálido y aturdido.
- Usted es peligroso, ¿lo sabía? Escuche, quédese aquí sentado y yo voy a llamar a un médico. No está bien.
Se dio la vuelta para alejarse, pero las palabras del hombre la detuvieron.
- Creo que quizá estoy muerto.
Se volvió para mirarlo. Si era un suicida, no deseaba dejarlo solo.
- Venga conmigo – le dijo con suavidad-. Buscaremos ayuda.
él no se movió del banco.
- ¿Qué clase de transporte era que casi me atropella?
Se sentó junto a él.
- ¿De dónde es usted? Parece inglés, pero tiene un acento extraño.
- Soy inglés. ¿Qué era el carro?
- Muy bien – respondió con un suspiro. Podía jugar con él-. Eso era lo que los ingleses llaman ómnibus. En América es un microbús. Iba muy rápido, en mi opinión, lo único que los ingleses han aceptado del siglo veinte es la velocidad de los vehículos. ¿Qué otra cosa desconoce? ¿Los aviones? ¿Los trenes? Mire, tengo que irme. Vamos a la rectoría para que el vicario llame al médico. O quizá deberíamos llamar a su madre – con seguridad el pueblo conocía a este loco que andaba con una armadura y sostenía que nunca había visto un reloj o un ómnibus.
- Mi madre – repitió el hombre con una pequeña sonrisa-. Creo que mi madre ya estará muerta.
- Lo lamento. ¿Ha muerto recientemente?
Él miró hacia el cielo.
- Hace casi cuatrocientos años.
__________ comenzó a ponerse de pie.
- Traeré a alguien.
Él le agarró de la mano.
- Estaba sentado... en un escritorio, escribiéndole una carta a mi madre cuando oí a una mujer que lloraba. La habitación se oscureció, mi cabeza dio vueltas y luego me encontré de pie junto a una mujer: vos – levantó la vista y la miró.
__________ pensó que hubiera sido más fácil dejar solo a este hombre si no hubiera sido tan apuesto.
- Quizás apagó las luces y no recuerda haberse vestido y venido a la iglesia. ¿Por qué no me dice dónde vive? Lo acompañaré a su casa.
- Cuando estaba en la habitación, era el año de nuestro señor de 1564.
Decepcionante, pensó __________. Hermoso y loco. Qué suerte...
- Venga conmigo – le pidió con suavidad, como si le hablara a un niño que estaba a punto de saltar a un barranco -. Buscaremos ayuda.
El hombre se puso de pie con rapidez y sus ojos celestes se iluminaron. Su estatura, su cólera, por no mencionar que estaba cubierto de acero y llevaba una espada que parecía muy cortante, hicieron que __________ retrocediera.
- Aún no estoy listo para el manicomio, señora. No se por qué estoy aquí o cómo he llegado aquí, pero se quién soy y de dónde vengo.
De pronto __________ sintió deseos de reír.
- Y usted viene del siglo dieciséis. De la época de la reina Isabel, ¿verdad? Esta será la mejor historia de __________. Por la mañana me abandonan y una hora más tarde un fantasma me pone una espada en la garganta – se incorporó -. Muchas gracias, señor. Me ha levantado mucho el ánimo. Voy a llamar a mi hermana y a pedirle que me preste diez libras, ni una más ni una menos, y luego tomaré un tren hasta el hotel de Robert, donde recogeré mi pasaje de regreso a casa. Después de hoy, el resto de mi vida será tranquilo.
Se volvió para alejarse, pero él se colocó delante de ella. Sacó una bolsa de cuero de sus pantalones, miró en el interior, tomó algunas monedas y las puso en las manos de __________, cerrándole los dedos.
- Tomad las diez libras, mujer, e idos. Vale la pena eso y más para librarse de vuestra lengua malévola. Le rogaré a Dios que revoque vuestra maldad.
Se sintió tentada de arrojarle el dinero, pero no tenía otra alternativa más que volver a llamar a su hermana.
- Esa soy yo. La malvada bruja __________. No sé para qué quiero un tren cuando tengo un buen palo de escoba. Le devolveré el dinero, dé saludos al vicario. Hasta luego, y espero que jamás nos volvamos a encontrar.
Se volvió y abandonó el cementerio justo cuando el vicario regresaba con el agua. Que otro se ocupe de sus fantasías, pensó. Probablemente, el hombre tenga un baúl lleno de vestidos. Hoy es un caballero isabelino, mañana es Abraham Lincoln... u Horatio Nelson, ya que es inglés.
Resultaba fácil encontrar la estación de ferrocarril en el pequeño pueblo, y se dirigió a la taquilla a comprar su billete.
- Son tres libras con seis peniques – le informó el encargado.
Ella nunca había entendido el dinero inglés. Muchas monedas parecían tener el mismo valor. Deslizó las monedas que el hombre le había entregado por debajo de la ventanilla.
- ¿Es suficiente?
El hombre miró una por una las tres monedas, le dio la vuelta con cuidado y luego se excusó.
Ahora probablemente me detendrán por pasar dinero falso, pensó __________. Sería un final adecuado para un día perfecto.
Después de algunos minutos, un hombre con gorra oficial se acercó a la ventanilla.
- No podemos aceptar esto, señorita. Creo que debería llevárselas a Oliver Samuelson. Queda a la vuelta de la esquina, a su derecha.
- ¿Me dará él un billete por ellas?
- Creo que sí.
- Gracias – murmuró. Sintió la tentación de llamar a su hermana y olvidar las monedas. Las miró. Parecían extranjeras, como todas las monedas extranjeras. Con un suspiro, giró a la derecha y llegó a la tienda. Oliver Samuelson, comerciante de monedas.
Un hombre pequeño y calvo estaba sentado detrás de un escritorio, con una lupa de joyero en la frente.
- ¿Sí? – dijo cuando entró __________.
- Me envía el hombre de la estación del ferrocarril. Me dijo que usted me daría un billete de tren a cambio de esto.
El hombre tomó las monedas y las miró con la lupa. Después de un momento, comenzó a sonreír con suavidad.
- Un billete de tren... un billete de tren.
Levantó la vista.
- Muy bien, señorita. Le daré quinientas libras por cada una de estas, y esta vale, digamos cinco mil libras. Pero no tengo todo ese dinero aquí. Tendría que llamar a algunas personas de Londres. ¿Puede esperar algunos días?
__________ no pudo hablar durante un momento.
- ¿Cinco mil libras?
- Está bien, seis, pero ni un chelín más.
- Yo... yo...
- ¿Desea venderlas o no? No son robadas, ¿verdad?
- No, no lo creo – murmuró __________ -. Pero tengo que hablar con alguien antes de venderlas. ¿Son auténticas?
- Como regla general las monedas antiguas no son tan valiosas, pero estas son raras y el cuño está en buenas condiciones. ¿Tiene más?
- Creo que sí.
Si tiene una de quince chelines con una reina en un barco, tráigamela. No puedo comprarla, pero puedo conseguir comprador.
__________ comenzó a retroceder hacia la puerta.
- O un doble. Un doble de Eduardo Sexto.
Asintió con la cabeza mientras salía de la tienda. Caminó aturdida de regreso a la iglesia. El hombre no estaba en el cementerio, y tenía la esperanza de que no se hubiera ido. Entró en la iglesia. Estaba allí, de rodillas ante la tumba blanca del conde, con las manos juntas y la cabeza inclinada.
El vicario se puso a su lado.
- Ha estado ahí desde que usted se fue. No he podido hacer que se levantara. Algo le preocupa profundamente. ¿Es su amigo?
- No. Lo he conocido esta mañana. ¿No es de aquí?
El vicario sonrió
- Mis parroquianos rara vez llevan armadura – miró su reloj. -.Tengo que irme. ¿Se quedará con él? Me da no sé qué que se quede solo.
__________ respondió que lo haría, y el vicario la dejó sola con el caballero. Caminó calladamente hacía él y le puso la mano en el hombro.
- ¿Quién es usted? – susurró.
Él no abrió los ojos ni separó las manos.
- Nicholas Jonas, conde de Thornwyck.
__________ tardó un momento en recordar dónde había oído antes ese nombre, y luego miró a la tumba. El nombre estaba esculpido en profundas letras góticas: Nicholas Jonas, conde de Thornwyck.
Respiró profundamente.
- No tiene ninguna identificación, ¿verdad?
Él levantó la cabeza, abrió los ojos y la miró.
- ¿Dudáis de mi palabra? ¿Vos, la bruja que me ha hecho esto? Si no tuviera miedo de que me acusaran de brujería, os denunciaría y me quedaría a ver cómo os queman.
Ella permaneció allí y lo observó mientras comenzaba a rezar otra vez.







¿La sigo?

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